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fin. Por la escasez de dinero en que estaba continuamente la corte, se admitian arbitrios infelices, mas perjudiciales unos que otros, v. gr la variacion en las monedas, destruidora de la fe pública y del comercio; los arrendamientos y anticipaciones; los privilegios y monopolios: ademas de esto por falta de inteligencia en los que tenian el mando, los tributos y derechos de aduanas tambien se imponian y cobraban de un modo errado, que tenia los mismos malos efectos, y las naciones extrangeras se valieron de estas disposiciones de nuestro gobierno para adelantar sus intereses, sacando de tiempo en tiempo cédulas que facilitaban la introduccion de sus mercancias, hasta que al fin lograron tratados solemnes, segun consiguieron los ingleses en el año de 1667, cuyas malas consecuencias estamos experimentando hasta el dia de hoy.

«La cuarta causa fue la elevacion de ingleses y holandeses, que por una conducta toda contraria muy diferente de la nuestra, supieron sacar partido de nuestros desaciertos, levantar sus fábricas sobre la ruina de las de España, y hacerse dueños de nuestro comercio, y de los tesoros de Indias.» (1)

(1) Proyecto económico por D. Bernardo Ward, impresion de Ibarra 1779, págs. 102 y siguientes.

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Pasando luego el autor á referir las causas que en su tiempo impedian los progresos de las fábricas en España, cita las siguientes: 1.a los cientos y alcabalas que embarazan el despacho de los géneros; 2.a los derechos de aduanas mas fa vorables al extrangero que al natural; 3.a los impuestos municipales de los pueblos; 4.a la falta de un crédito ó banco público en la nacion; 5.a los gremios y hermandades que motivan gastos inútiles, cierran la puerta á las habilidades de fuera, quitan la honesta emulacion, impiden los progresos de las artes, fomentan la desidia, é introducen un monopolio perjudicial al público y al comercio nacional; 6.a la mala disposicion de nuestro sistema económico, que no está arreglado del modo que corresponde, para que las fábricas del reino disfruten nuestro propio consumo dentro y fuera de España.

Llamaron la atencion del gobierno estas quejas de nuestros economistas, y para el remedio de tan graves males se adoptó un sistema económico diferente del anterior segun haré ver en el capítu lo siguiente como lugar mas oportuno; limitándome ahora á indicar las principales disposiciones tomadas por el conde de Floridablanca para adelantar la industria nacional, segun lo expresa mismo en su citada Memoria. Ademas de la invitacion que se hizo á millares de operarios ex

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trangeros para venir á establecerse en España, se introdujeron modelos de máquinas y otras cosas necesarias para las artes, procurando por todos medios facilitar la enseñanza, y aspirar á la perfeccion, que da tan gran superioridad á las manufacturas de otras naciones de Europa. Se establecieron grandes fábricas de curtidos en Sevilla; en Madrid y o otros pueblos grandes se fomentó la fabricacion de muchos artículos de consumo ordinario, en que traficaban antes los extrangeros, lle¬ vándonos por ellos sumas considerables.

Fundáronse ademas escuelas para aprender á tejer medias, cintas, telas finas y otros ramos de industria, y el gobierno sostenia con el mayor celo y proteccion estos utilísimos establecimientos. Erigióse tambien una fábrica de máquinas bajo la direccion de maquinistas muy hábiles y de profesores extrangeros; y se formó un gabinete de los mejores modelos traidos de los paises mas cultos é industriosos de Europa. En suma la industria iba tomando mucho vuelo con el fomento del gobierno, con el de las sociedades económicas, y con los escritos que sobre la industria popular habia publicado el conde de Campomanes, á quien tanto debe la civilizacion española.

Tomo IV.

CAPÍTULO VII.

Fomento del comercio exterior é interior de España; providencias para facilitar las comunicaciones interiores del reino; aumento de las rentas del estado; fomento de la marina; disposiciones favorables al ejército. Otras varias reformas que mejoraron el estado social.

Increible

Increible parece que en una nacion tan ventajosamente situada como la nuestra, cuyo imperio se estendia á las inmensas posesiones de América y al fertilísimo suelo de las islas Filipinas, se hubiese pensado tan tarde en dar el aumento posible á nuestra marina, y el necesario impulso al comercio esterior con acertadas providencias. «Harto sabidas son las consecuencias de tal olvido de nuestros verdaderos intereses, dice el Sr. Bremon (1), pues que á los últimos tiempos de la

(1) Memoria histórico-económica sobre el comercio general de España, premiada por la sociedad económica de esta corte.

dinastía austriaca, en el nada feliz reinado de su postrer soberano Carlos II, llegó la monarquía española al punto de decadencia que no se ignora; al paso que elevadas ya entonces sobre él la Holanda, la Francia y la Inglaterra, se disputaban á porfia el gran comercio oriental que ha venido

á concentrarse en la última."

La casa de Borbon reinante que encontró la monarquía en tan misero estado, pudo todavía como tan oportunamente observa el mismo autor, sacar un inmenso partido de los muchos elementos que quedaban para restablecerla en todo su vigor y fuerza. «Poseia aun España sus estensos dominios de ambas Américas, y á falta de artículos propios con que satisfacer los consumos de aquella parte, ningunos mas á propósito para ella que las telas de algodon de Asia, que España habria adquirido con las proporciones de su plata con mas oportunidad que las otras naciones europeas que carecian de las minas de este metal, y sin embargo le llevaban forzosamente á los mercados orientales, á costa de dificiles y complicadas operaciones (1).»

El gobierno español sin embargo desatendien

(1) Memoria citada, pág. 9,

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