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do el total de los creados entonces 243,255; el importe de sus capitales 1,759.639,500 rs., y el de los réditos anuales 70.385,580 rs.

A pesar de los pingües fondos aplicados á sostener el crédito del papel, de haberse satisfecho religiosamente los intereses, y extinguídose en el reinado referido vales por la suma de 403.563,470 reales, su misma abundancia unida á las consecuencias de las guerras, les hizo perder en el cambio libre por el metálico desde 2 á 60 por 100.

A la progresiva desestimacion del papel moneda se agregaba la decadencia de la agricultura, de la industria y del comercio, que describia con tanto conocimiento de la materia el Sr. Canga Arguelles en una Memoria que escribió en 1802 de orden del rey, y se halla inserta en el tomo I de su Diccionario de Hacienda.

«Inmensos terrenos entregados al pasto; otros muchos poseidos por manos muertas que carecent de actividad y de vigor; leyes reglamentarias que en el cultivo é industria intentan dirigir la mano del hombre, que solo puede recibir un impulso eficaz de parte de su interes; acumulaciones de bienes en pocas manos; el espíritu funesto de las vinculaciones, y los alicientes poderosos que ofrecen las clases no producentes, son las causas que impiden eficazmente que la agricultura y las fábricas lleguen (entre nosotros) al alto grado de

e

pujanza en que se hallaron en otros tiempos.

fal

«Efectos suyos son la cortedad de las cosechas de granos y simientes que no bastando para el consumo de las provincias, nos deja en la dependencia del extrangero; la de vinos y aceites que no tiene toda la extension debiera por que ta de industria y de luces para propagarla y para mejorar su calidad; la escasez de aguardientes con respecto á la cantidad que debiéramos sacar de nuestros caldos, y su mala calidad nacida de la ignorancia en el método de su elaboracion; la falta de carnes para nuestro, surtido, en medio de que los pastos consagrados á la cria de los ganados privan al hombre de la parte del terreno mas feráz de España; y la de lino y cáñamo que nos hace tributarios del norte, cuando solo las vegas de Granada y Calatayud pueden producir lo suficiente para el consumo de nuestros arsenales, y para hacer un comercio muy lucrativo.≫

Habla luego de la decadencia en que se hallaba el ramo de la cosecha de seda, porque ademas de haber hecho disminuir su consumo el capricho de la moda, en algunas provincias el espíritu fiscal encontraba un ramo de rentas en el gravamen de las cosechas; y en otras el empeño de sostener fábricas por el rey, hacia fijar el precio de la seda, y tasar arbitrariamente el trabajo del labrador. Tratando de las lanas, barrilla, sosa y

rubia como artículos considerables de extraccion por su abundancia y falta de consumo en nuestras fábricas, se queja de los derechos impuestos á algunos de ellos; y pasando luego á la industria nacional, dice:

«Prescindiendo, si es que se puede, de lo que ayudan á su ruina las rentas provinciales, porque recargando los consumos á la menuda aumentan el precio del salario; aun viven para vergüenza nuestra los reglamentos numerosos y ridículos que detienen la imaginacion del artesano para inventar nuevas obras; que atan su mano en la maniobra, y fijan á su modo la calidad y circunstancia de las manufacturas, previniendo con este espíritu funesto de tutela el gusto del consumidor y el capricho. Aun existen las ordenanzas gremiales, que consultando mas el interes particular que al público, ponen estorbos á la laboriosidad, sujetan al artesano á largos y costosos aprendizages, le desangran con contribuciones pecuniarias para su habilitacion, y en fin impiden que el hombre trabaje cuando y como quiesin mas ley que la del comprador.>>

ra,

Entra luego el Sr. Canga en el pormenor de las manufacturas con que podia contar España para su surtido y el de sus posesiones ultramarinas; y pasando en seguida al comercio dice:

«Sin agricultura y sin fábricas el comercio

al atraso de estas dos

que

desfallece, y una nacion fuentes de prosperidad añada trabas al tráfico, debe caminar á su ruina del modo mas eficaz.; Y qué comercio puede hacer España interior ni esteriormente sin sobrantes proporcionados de frutos, á pesar de la naturaleza y circunstancias de su terreno, y sin caminos y canales para acelerar la circulacion de los géneros? ¿Cuando la contribucion de la alcabala y cientos sobre los demas recargos acrece su precio de un modo insoportable; cuando los registros, las investigaciones y las ritualidades para asegurar á la real hacienda contra los fraudes detienen á cada paso el arriero y al comerciante, y le disgustan y molestan de mil maneras? ¿Y cuando son necesarias mil formalidades y diligencias para habilitar una feria, y para dar licencia á los hombres, á fin de que se junten en los lugares que creen mas á propósito para permutar recíprocamente los productos de su industria ?»

Patentizando luego el mezquino tráfico que en 1789 hicieron unas provincias del reino con otras, segun los estados de frutos y manufacturas adjuntos á la exposicion hecha á S. M. por el conde de Lerena en 1791: continua del modo siguiente.

«Los recargos que ponen los actuales aranceles de entradá y salida á los géneros y efectos nacionales y extrangeros, favoreciendo poco á la in

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dustria propia, impiden el curso del comercio,
agregándose á ello la falta de marina mercante, y
la limitacion de puertos habilitados para dar sa-
lida á los frutos. Facilidad en los transportes y
multiplicados puntos de salida es lo que reclaman
nuestro comercio y nuestra conveniencia, mas no
han bastado hasta aqui las luces de la experiencia
para aumentar el número de los puertos que
la sa-
biduría del gobierno abrió al negociante en el año

de 1778, quitando el monopolio que ejercia Cá

diz, y que hoy se halla reducido á 12.

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«Tantas faltas como las que se han cometido basta aqui, y que han ocasionado el atraso mas ruinoso de los manantiales del poder, han debilitado nuestro comercio con utilidad de los extrangeros. Basta leer nuestras balanzas y los registros de las naves que frecuentan nuestros puertos para convencerse de su estado precario y miserable para nosotros, cuanto pujante para los demas. En una série constante de años la Inglaterra ha llevado las ganancias de su comercio de 360 á 500 millones de reales anuales, y España sus pérdidas de 429 á 493 millones, sin compensar sus descalabros con las posesiones de Africa, Asia y América; porque tal vez son mayores y mas funestos los defectos de la legislacion y del sistema de las colonias que el de la metrópoli....

«La agricultura en decadencia, las fábricas

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