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con la América, y en suma se concertó un plan para estender y mejorar el comercio en las costas occidentales del Nuevo Mundo por medio de la nave de Acapulco, sin perjudicar á los fabricantes. de la madre patria; siendo de notar en elogio de la firmeza de Alberoni que estas y otras mejoras se hicieron en oposicion de muchos intereses privados y de una resistencia abierta, que fue preciso vencer con suma constancia (1).

Con la desgracia de Alberoni se creia inevitable la de Patiño, que habia sido el principal instrumento de sus operaciones. Sus enemigos que eran muchos le acusaban de haber malgastado inmensos tesoros, y de que no habiendo despedido á tiempo la armada naval de Mecina, habia sido causa de que se perdiese; pero el rey conociendo sin duda su gran mérito, no quiso autorizar su persecucion.

(1) Coxe l'Espagne sous le rois de la maison des Bourbons, tom. II, pág. 485.

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CAPÍTULO III.

Continuacion del reinado de Felipe V hasta su muerte.

Desde la caida de Alberoni acaecida en Diciembre de 1719 hasta el ministerio del baron de Riperdá, el interior de la monarquía ofrece larga materia de censura, y muy pocos actos dignos de recomendacion. El marques de Scotti que tanto habia contribuido á la desgracia de Alberoni, le sucedió por algun tiempo en la privanza con el monarca y su esposa; pero no teniendo el talento y caracter necesarios para apoderarse del timon del gobierno, pronto quedó reducido à un estado de completa nulidad.

Siguióle en el favor el jesuita Daubenton, confesor del rey, que á pesar de sus muchos años no habia perdido la actividad de un cortesano intrigante, ni carecia de sagacidad y destreza para los artificiosos manejos de la corte. Como en calidad de confesor le necesitaba para recibir consuelos espirituales el tétrico y meticuloso monarca, gobernaba el ánimo de este á su arbitrio, en términos que todos consideraban á Daubenton como el verdadero primer ministro (1).

¿Qué era entonces Felipe? Un rey miserable, atormentado de escrúpulos, encerrado en su palacio, pasando una vida triste, monótona, acompañado unicamente de Isabel, que sufria con resignacion tan mísero estado por ganar la voluntad del rey, y satisfacer la ambicion de mandar á su arbitrio. La escrupulosa devocion y timidez del monarca, daban aliento á la monstruosa inquisicion que seguia ejerciendo inhumanamente su tiránica autoridad, y ostentándola en sus detestables autos de fe (2).

Scotti y Daubenton eran rivales del marque's de Grimaldo, que habiendo debido á Orry el mi

(1) Mr. Coxe l'Espagne sous les rois de la maison de Bourbon, tomo III, cap. 22.

(2) Felipe indispuesto al principio con la inquisicion

nisterio de estado, nunca habia perdido su puesto ni el favor del rey. Su prudencia y buen porte le sostuvieron en tan delicadas y críticas circunstancias; pero enfermo ya, y por otra parte poco instruido, ni tenia la firmeza necesaria, ni los conocimientos indispensables para dirigir las riendas del estado. El ministro de la guerra marques de Castelar y su hermano D. José Patiño, eran los hombres de talento mas notables en aquella época, y la reina los favorecia secretamente; pero todavía no estaba bastante cimentado su crédito para aspirar á la cumbre del poder.

Acercábase entretanto el proyecto que Felipe habia concebido hacia largo tiempo de abdicar la corona, fastidiado de los negocios, é incapaz de dirigirlos por la atormentadora hipocondría que le acongojaba y consumia sus fuerzas fisicas y mora

por influjo de la princesa de los Ursinos, de Orry y Macanaz, se acercó despues mucho á los partidarios de aquel tribunal, á consecuencia de su casamiento con Isabel Farnesio y sus íntimas relaciones con el partido italiano de su corte. Por desgracia es demasiado cierto que hasta la muerte de Felipe V todos los tribunales del santo oficio celebraron cada año uno ó dos autos de fe públicos, y aun hasta tres, como sucedió en Sevilla el año de 1722 y en Granada el de 23. Historia de Mr. Coxe; toni. III, página 6 en la nota, citando en apoyo al Sr. Llorente.

por

les. El decreto de renuncia se comunicó al Consejo de Castilla en la forma ordinaria, y este lo mandó publicar solemnemente (1). Aceptada la corona el príncipe D. Luis, fue este proclamado en 9 de Febrero de 1724, y su reinado pasó como una sombra, habiendo fallecido aquel malogrado jóven en el siguiente Agosto de viruelas mal curadas ó malignas, segun dice el marques de S. Felipe en sus comentarios. Pérdida sensible fue la de

(1) El decreto estaba concebido en los términos siguientes: «Habiendo considerado de cuatro años á esta parte con alguna particular reflexion y madurez las miserias de esta vida por las enfermedades, guerras y turbulencias que Dios ha sido servido enviarme en los 23 años de mi reinado; y considerando tambien que mi hijo primogénito D. Luis, príncipe jurado de España, se halla en edad suficiente, ya casado y con capacidad, juicio y prendas, bastantes para regir y gobernar con acierto y justicia esta monarquia; he deliberado apartarme absolutamente del gobierno y manejo de ella, renunciándola con todos sus estados, reinos y señoríos en el referido, príncipe D. Luis, mi hijo primogénito, y retirarme con la reina, á quien he hallado un pronto ánimo y voluntad á acompañarme gustosa á este palacio y retiro de S. Ildefonso, para servir á. Dios y desembarazado de estos cuidados pensar en la muerte, y solicitar mi salud. Lo participo al Consejo para que en su vista avise adonde convenga y llegue á noticia de todos. En S. Ildefonso á 10 de Enero de 1724. Belando, historia civil de España, tom. III, pág. 320.

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