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infante D. Felipe, sostenian con sus proezas el crédito de la nacion en los años de 1744 y 45; y si nos fue adverso el de 1746, en que falleció Felipe V, no tardó afortunadamente en calmarse la irritacion de los ánimos, y al fin la política procuró reunir y combinar los intereses de las naciones europeas en el congreso de Aquisgran el año de 1748 (1).»

(1) Noticia biográfica del marques de la Ensenada, por

el Sr. D. Martin Fernandez de Navarrete.

CAPÍTULO IV,

Reinado de Fernando VI.

El largo reinado de Felipe V tan abundante en

acontecimientos históricos, y el modo con que se estableció la nueva dinastía en España, estendiendo despues su dominacion á la Italia á pesar de tantas dificultades y contradicciones; me han obligado á hablar de la guerra de sucesion, y á mezclarme en las relaciones exteriores mas de lo que hubiera querido. Pero fijados ya los Borbones en una y otra Península, me dedicaré en este capitulo y los siguientes á manifestar los progresos que hizo la civilizacion en los dos gloriosos reinados de Fernando VI y de Carlos III, omitiendo ó indiTy

cando ligeramente los sucesos públicos, mas propios de otra clase de historia que de la presente.

Sosegada la Europa por el tratado de Aquisgran, segun dije en el capitulo anterior, se dedicó Fernando VI á conservar la paz durante su reinado en España, plenamente convencido de que el espíritu caballeresco y el afan de las conquistas habian causado gravísimos perjuicios á la nacion entorpeciendo los progresos de la agricultura y del comercio. Amaestrado el monarca con una costosa experiencia, conocia bien cuanto se habia debili tado la España en las continuas guerras sostenidas para satisfacer la ambicion de Isabel Farnesio, y el establecimiento de sus hijos en Italia.

A los designios del monarca correspondian exactamente las miras del marques de la Ensenada, que al abrigo de la paz queria elevar á esta nacion al grado de poder y prosperidad de que era susceptible por sus grandes recursos, y por la buena disposicion de sus moradores. «Aunque la naturaleza no habia depositado en él, como dice el conde de Cabarrús (1), la llama celestial de un talento superior, ni se hallaba adornado de profundos

(1) Elogio del conde de Gausa, impreso por Ibarpág. 16.

ra,

conocimientos, la Providencia le habia dotado de un alma generosa y la observacion le inspiró aquel instinto, aquel tacto precioso que hace conocer, apreciar y aplicar oportunamente los hombres, y enriquece é ilustra á un ministro con las luces y el acierto de cuantos emplea."

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El primer cuidado de Ensenada fue el arreglo de la hacienda, llevando enteramente á cabo el sistema de real administracion en las rentas provinciales, desterrando el funesto recurso de los arriendos y anticipaciones hechas por avaros asentistas, que tanto habian vejado á los pueblos, y á cuyos arbitrios habia sido forzoso apelar antes por los grandes apuros del erario. Ensenada mas feliz que sus antecesores, generalizó el sistema de ́administracion que á fines del reinado de Felipe V se hallaba ya establecido en algunas provincias, simplificando la recaudacion, y concibió el pensamiento de reemplazar las rentas provinciales con un solo impuesto (1).

(1) Deseoso el marques de la Ensenada, dice el señor Canga Argüelles en su utilísimo Diccionario de Hacien da (1), de cortar los daños que las rentas provinciales causaban á Castilla, obtuvo del benéfico Fernando VI el de

(1) Tomo I articulo Catastro.

Con las providencias indicadas y otras que pueden verse en el artículo adicional del Sr. Muriel al reinado de Fernando VI (1), llegó la economía de la administracion á punto de regularizarse los ingresos y gastos;, de suerte que vino á quedar un sobrante despues de satisfechas las cargas públicas. No faltaban sin embargo extrangeros que vituperasen a aquel monarca por su severa economía. Como el sistema favorito de su reinado era la neutralidad con el fin de conservar la paz, descontentaba á las potencias rivales que alternativamente buscaron su alianza, y de aqui aquellas injustas calificaciones. Pero lo cierto es que atendiendo al estado en que halló Fernando la hacienda pública, y á la necesidad que tenia de proporcionarse recursos para llevar adelante su sistema de neutralidad, no podia ser mas recomenda

creto de su abolicion, estableciendo en su lugar la única contribucion, impuesta sobre la riqueza. Para llevarla á efecto se formó un catastro comprensivo del número de habitantes, y de la calidad y valor de los productos de la agricultura é industria. El resultado de tan importante operacion, que costó al erario 40 millones de rs. se encuentra consignado en 150 vólumenes que se guardaban el año de 1808 en la biblioteca del departamento del fomento general.

(1) Historia de Mr. Coxe, tom. IV, pág. 324.

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