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¿Qué sentireis volviendo tan á sordas
Al tiempo que llegardes al paraje,
Y no serviros áncoras ni cordas
Con la soberbia grande del olaje;
Y naufragar en las arenas gordas,
Dando tan malos fines al viaje,
Y que viendo los pueblos deseados
Quedeis en sus riberas ahogados?

»¿A qué varon tan fuerte no desmaya
Pensar que vemos ir aquel nadando,
El otro ya no ver adónde vaya
Con las bebidas aguas arqueando;
Otros al rebalaje por la playa,
Otros con la resaca peleando,
Otros que vereis ir de mar en fuera,
Asidos á pedazos de madera?

» Ansi que, por no vernos en estrecho
Con otros riesgos mas particulares,
Debemos esperar un tiempo hecho
Primero que partamos destos mares;
Ya que no reparais en el provecho
De islas, tierras nuevas y lugares,
Que pienso de ver antes de dos dias,
Y no serán fingidas profecías.

Porque en aquel nublado que se cierra
Adonde reverberan arreboles,
Tengo por imposible faltar tierra,
Montañas, promontorios y peñoles,
Supremas cumbres, gran aftor de sierra
Que tienen de hollar los españoles;
Y no quiero decir mas cerca desto,
Pues todo cuanto digo vereis presto.»

Colon de ver tan buen razonamiento,
Y que fué tan á gusto como quiso,
Quedó lleno de gran contentamiento,
Los otros cada cual muy arrepiso,
Y como ya ventaba manso viento
Mandóles navegar con gran aviso,
Y ansí continuó la compañía
Su carrera de mar y larga via.

Alguna vela llevan abatida,
Aunque la mar estaba bonancible;
A médio mástil otra recogida
Pareciéndoles ser cosa posible,
Que la prolija tierra prometida
Otro dia podria ser visible;

Mas dejémoslos ir con su recuesta,
Que yo diré después lo que me resta.

CANTO CUARTO,

Donde se trata cómo hallaron tierra, y descubrieron la grandeza deste nuevo mundo con grandes muestras de riquezas. Y lo demás que les aconteció con las primeras gentes que vieron.

No puede la verdad jamás ser muerta,
Y cuando por malicia se escurece,
En tal escuridad, es cosa cierta,
Que nunca para siempre permanece;
Antes por muchas vias abre puerta
Por donde como rayo resplandece ;
Mas agora volviérales la cara,
Faltando quien aquí perseverara.

Pero Colon, insine navegante,
Aunque desmayan otros, él no cesa,
Al cual para pasar mas adelante
Tardía se le hace toda priesa,
Diciéndoles : « señores, Dios mediante,
Mañana cumpliré con mi promesa. »
Burlaban de negocio tan prolijo,
Pero salió verdad lo que les dijo.
Pues cuando con justo movimiento
Venia por sus cursos el Aurora,
Y tenía Titán el aposento
Octavo de los doce donde mora,
Quiso Dios enviar el cumplimiento
De los deseos santos desta hora,
Porque tan gran grandeza como esta
A los humanos fuese manifiesta.

Habiendo pues rompido la mañana
Aquel velo que nuestra vista cierra,
El grumete Rodrigo de Triana
A grandes voces dice tierra: tierra;
Oyeron esto tan de buena gana
Que toda pesadumbre se destierra,
Sale para mirar toda la gente
Y conocieron sello claramente.

Alégranse con tierra los terrenos,
Danle vital aliento sus olores,

Te Deum laudamus cantan, y no menos
Tocaban en las naves atambores,
En las cuales los bordos iban llenos
De regocijadísimos clamores,
Y do cualquiera dellos se volvia
Sonaba regocijo y alegría.

Oian infinitas bendiciones,
Capitanes, soldados, marineros,
Todos decian: «Vivan los Colones,
Vivan tan valerosos caballeros ;
Vivan dichosos años los Pinzones,
Sus buenos y leales compañeros,
Vivan los marineros y soldados,
Y Dios los haga bienaventurados.

>> Cristóbal, pues por ti Cristo nos vale,
Válgate Dios, el rey y tu cuidado;
Con grandes señoríos te señale
Aquel que te formó tan señalado,
Con gloria de los cielos te regale,
Pues has el mundo todo regalado;
Hereden señoríos prepotentes
Los hijos que ternas y decendientes.

>>Sea tu fama con eternos cantos
Por todas cinco zonas estendida,
Tu nombre solenicen todos cuantos
Hoy viven y después tuvieren vida;
Déte su bendición Dios y sus santos
Con premios no sujetos á caida;
Goces de tus trabajos años largos
Con mas insines y mayores cargos.»
Sonaban por las naos panderetes
Con sonajas que hacen maravillas,
Besábanles las manos los grumetes,
Y las demás personas no sencillas;
Los lejanos quitaban los bonetes
Hincando por las naves las rodillas,
Y cada cual confuso y afrentado
Le pedia perdon por lo pasado.

Diciendo van aquello que veian
Haciendo con las manos dulces señas,
Los árboles sus ramos descubrian,
Víanse las montañas y las breñas,
Sonaban ya las hondas que herian
Los cóncavos y huecos de las peñas
Ven prados y frescuras ser anienas,
Ven blanquear las playas con arenas.

Ven cómo sus descansos adereza
Puerto que divisaban atalayas,
Y ven desde los piés à la cabeza
Andar hombres desnudos por las playas,
Mujeres do la vista se endereza
Sin arreos de mantos ni de sayas,
Por ser sus policías y conciertos
Andar galán y dama descubiertos.

Salian á mirar nuestros navíos,
Volvian á los bosques espantados,
Huian en canoas por los rios,
No saben qué hacerse de turbados:
Entraban y salian de buhíos,
Jamás de estraña gente visitados;
Ningun entendimiento suyo lleva
Poder adevinar cosa tan nueva.

Ansimismo de nuestros castellanos
Decian, viéndolos con tal arreo,
Si son sátiros estos, ó silvanos,
Y ellas aquellas ninfas de Aristeo :
O son faunos lascivos y lozanos,
O las nereides, hijas de Nereo
O driades que llaman, ó nayades
De quien trataron las antigüedades.

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JUAN DE CASTELLANOS.

Ansi todas las ninfas como ellos
Son bien proporcionados y bien hechos,
Sacados son de hombros y de cuellos,
Y mas pecan de anchos que de estrechos :
¡ Cuán luenga hermosura de cabellos!
¡Qué gran tabla de espaldas y de pechos !
Los galanes, las damas y los pajes
Jamás deben mudar ropas ni trajes.

Por cierto todos ellos son dispuestos,
Y ellas por consiguiente bien dispuestas;
Pero los trajes son muy deshonestos,
Aun para las mujeres deshonestas,
Pues los unos y otros andan prestos
Para solenizar venéreas fiestas:
Ellos no rozarán las agujetas,

Y ellas no romperán muchas faldetas.

No debe remordelles la conciencia,
Ni quieren evitar inconvinientes,
Pues tan sin empachosa reverencia
Incitan empachosos accidentes;
Pues no son en estado de inocencia,
Que hijos son de Adán y descendientes;
Estas cosas y otras van diciendo
Las islas de Lucayos descubriendo.

No hace destas islas Fenescies
La valerosa gente que camina,
Porque dejando va Guanahanies
Y otras de mas momento determina;
Descúbrese la isla de Haities,
Y Cuba que llamaron Fernandina,
En gracia y honor del rey Fernando,
Cuyas partes seguia nuestro bando.

Navegaron la parte que pudieron
Los dinos de preciosa laureola,
Y á estas dichas islas se volvieron,
Y no tomaron dellas la mas sola;
Porque la de Haities escogieron
A quien por nombre dieron Española,
Porque su nombre dé por cosa cierta
Que fué por españoles descubierta.

Puestos pues en buen orden y concierto,
A tierra determinan de llegarse,
Mirando si conocen algun puerto
Donde puedan surgirse y repararse,
Y descubrir en tierra lo cubierto
Para poder mejor desengañarse,
Y saber quién serán estas naciones,
Sus ritos, sus costumbres y opiniones.
Buscando, como digo, puerto bueno,
De vientos desabridos amparado
Ofrecióse delante cierto seno
De frescas arboledas rodeado;
El circuito dél de casas lleno
Y por todas sus partes cultivado;
Llegáronse las naos à la boca
Que entrambos lados ciñe dura roca.

Adentro contenia gran anchura,
Con playa limpia bien acomodada,
Y por todas las playas hay fondura
Donde puede surgir nave cargada ;
No tienen las entradas angostura
Pero bajíos hay en el entrada,

Y en ciertas partes hay limpias canales,
Mas entonces no vieron las señales.

Colgaban de las rocas ornamentos
De yerbas diferentes en verdores,
Dulces aguas y claros nacimientos
Que formaban murmurios y clamores,
De tofos, socarrenas y aposentos,
Descansos de los indios labradores,
Con otras cosas mas de gentileza,
Segun quiso pintar naturaleza.

Muchas ninfas andaban por las aguas
Nadando, los cabellos esparcidos,
E indios en canoas y piraguas
De sus arcos y flechas proveidos ;
Pintados con el jugo de las aguas,
Que son sus ornamentos mas pulidos;
De narices y orejas dependian
Algunas joyas que resplandecian.

Por gran contentamiento se tenia
Mirar tales verduras y decoro,
Mas fué mucho mayor el alegría
De ver que descubrian joyas de oro;
Porque cualquiera dellos entendia
Ser muestras de riquezas y tesoro,
Y ansi luego embocó la capitana
Que siguen las demás de buena gana.

Yendo por allí con buen avio
Con sonda y el timon bien atentado,
Dió Cristóbal Colon en un bajio
O piedra do lo vieron encallado ;
Huyeron los demás deste navío
Asegurándose por otro lado,
Acudiendo bateles prestamente
Para sacar las ropas y la gente.

Todos de ver aquellos perdimientos,
A su vuelta y salud perjudiciales,
Quedaron por estremo descontentos
Y con sospecha de mayores males;
Echan juicios varios, dicen cuentos
Pronosticando mal de las señales,
Llorando muchos dellos y diciendo
Que su ganar entraban ya perdiendo.
Colon, puesto que pena recebia,
Con un raro valor disimulaba,
Y con aquel calor que convenia
A los desconsolados consolaba,
Dando reprehension al que temia
Y al que por mal anuncio la juzgaba,
Diciéndoles : « Yo puedo dar razones
Con que confunda vuestras opiniones;

>>Pues tengo por suceso placentero
Aqueste que teneis por lamentable,
Y lo que sospechais ser mal agüero
Aqueso juzgo yo por favorable;
Cuya declaracion y paradero
Después lo contareis por admirable;
Porque nave quedar en este suelo
No fué sin provision del alto cielo.

>Desto daré razon no mal fundada,
Sino mejor zanjada que la vuestra,
Pues la nave que vemos encallada
Quiere decir que con felice diestra
Habemos de tener aquí plantada
La nave de la Iglesia madre nuestra,
Y queda sobre piedra por indicio
De que es lo principal del edificio.

»De manera, que si para lo visto
Católicos sentidos dan la llave,
Diremos ser la piedra Jesucristo
Y el reino de la Iglesia ser la llave;
Y ansí será pesar con placer misto
O por mejor decir todo suave,
Pues se pierde navío de madera
Y se gana la nave verdadera.

>>A la cual con la lumbre recebida
Veremos acudir en nuestros dias
Aquesta gente bruta, divertida
En diabólicas idolatrías;

Y acá no la veremos combatida
Con las olas de falsas herejías,
Por caer estas tierras en las manos
De reyes fidelísimos cristianos.

» Que bien pudiera Dios dar estas gentes

A muchos otros reyes y señores
De los pasados siglos ó presentes;
Mas escogió los nuestros por mejores :
Queriendo dellos y sus descendientes
Hacer para su Iglesia protetores,
Porque la suerte del primer talento
Vaya sin reparar en crecimiento.

» Aquí tendrán riquísimos reinados
Y gozarán amplísimos imperios,
Donde sus capitanes y soldados
Ternán do bien usar sus ministerios;
Habrá también por tiempos obispados
Católicos y santos monasterios:
La fe del Redentor y su manada
Aquí tiene de ser muy ampliada.

»También habrá civiles competencias
Contenciones, bandos y porfias,
Que debajo de falsas aparencias
Sus maldades dirán ser obras pías;
Pero verán jüeces con audiencias
Por freno de las tales tiranías,
Porque las tales son congregaciones
Prestas á deshacer rebelïones.

Ansí que, si mirais con vigilancia
Lo sucedido, hallareis por cierto,
Que pérdida no fué sino ganancia
La nave que dejamos en el puerto,
Y negoció de muy gran importancia
El orbe que tenemos descubierto;
Por tanto todos nos aderecemos

Y sepamos quién son estos que vemos.»
Dijo; y á ver navíos tan potentes,
Cuales jamás tuvieron por vecinos,
Acudia tal número de gentes

Que cubrian las playas y caminos;
Miran con atencion y paran mientes
Si son hombres humanos ó divinos,
Contemplan las espadas, las adargas,
Y espantanse de ver barbas tan largas.
Venian los mas dellos embijados
Desde los bajos piés á los cabellos;
De plumas de colores estampados
Acudian también algunos dellos;
Joveles de oro fino mal labrados
Pendientes de narices y de cuellos,
Otros con brazaletes y con petos
Que fueron à la vista mas acetos.

Tocaban unos grandes atambores,
Caramillos y flautas imperfetas,
Sonaban por encima los altores
Caracoles á modo de cornetas;
Dan otros alaridos y clamores,
Otros bacian gestos y pernetas:
Segun lo que se ve cada cual piensa
Ser todas amenazas de defensa.

Van nuestras gentes pues encaminadas
A estas, mas mejor apercebidas,
Pues iban con escudos y celadas
Y ansimismo banderas estendidas;
Relumbran grandemente las espadas
De los rayos del sol siendo heridas;
Saltaron con valor en la ribera
Donde la gente de indios los espera.
Delante de los cuales se mostraba
Un indio sobre todos eminente,
Que Goaga Canari se llamaba,
Segun después se supo claramente,
El cual á pelear los animaba

Y á defender sus tierras y su gente,
Y á todos los soldados que tenia
Semejantes palabras les decia :

• Por causas evidentes conocemos,
Amigos, compañeros y soldados,
Haber necesidad de que velemos
Y no vivamos punto descuidados,

Pues no sabemos quién son los que vemos,
Ni de parte de quién son enviados,
Si son hombres marinos ó terrenos,
Si son varones malos ó son buenos.
» Si tienen de caribes propiedades,
O condiciones otras mas horrendas;
Si quieren con nosotros amistades,
O vienen para guerras y contiendas;
Si son tan grandes sus necesidades

Que quieren que les demos las haciendas;
De qué tierras podrán haber venido,
En qué lejanos reinos han nacido.

Si son gentes de buenos pensamientos
A bien es recebillos; si son gratas,
Si vienen fatigados de hambrientos,
Darémosles comidas bien baratas ;
Darémosles de nuestros alimentos
Guamas, auyamas, yucas y batatas,
Darémosles cazabis y maices,
Con otros panes hechos de raices.

» Darémosles buitias con agies,
Darémosles pescados de los rios,
Darémosles de gruesos manaties
Las ollas y los platos no vacíos;
También guaraquinajes y cories,
De que tenemos llenos los buhíos,
Y curaremos bien á los que enferman,
Colgándoles hamacas en que duerman.

» Y conocidos ya sus pareceres,
Seyendo con nosotros residentes,
Darémosles las hijas por mujeres
Para hacellos deudos y parientes;
Haríamos comunes los placeres
De campos y de rios y de fuentes,
De cazas y de pescas las usanzas
Y de las sementeras y labranzas.

» ¿Quién pudiera saber lo que desean
Con certidumbre de su pensamiento,
Con qué fines agora se menean?
Pues bien no juzgo deste movimiento;
Deseo finalmente que no sean
Causa total de nuestro perdimiento,
Que no por ser compaña tan estrecha
Dejaré de tener mala sospecha.

>> El número que vemos es pequeño
Aunque vengan mejor aderezados,
Mas no por ser tan pocos los desdeño
Con yo tener millones de soldados;
Porque quiero dar cuenta de mi sueño,
Segun que lo soñé dias pasados,
O cosas sustanciales del historia,
Si quiere socorrerme la memoria.

» Al tiempo que las gentes de dormidas
Están de sus trabajos olvidadas,
Via volar dos águilas asidas
Con diademas de oro coronadas ;
Las alas aunque no muy estendidas,
Mares y tierras tienen abrazadas,
Y por crecida que su presa fuese
Faltaba quien las uñas les binchese.

» Parecióme volar al alto cielo,
Y al tiempo que las alas estendian,
De solo ver aquel umbroso velo,
Hasta las bestias fieras les temian :
Reales aves de subido vuelo
A estas respetaban y servian,
Y muchos gavilanes diligentes
Eran sus adalides y sirvientes.

» Aquestos sus ministros ó falcones
Andaban con las alas levantadas,
Escudriñando reinos y regiones
De sus tierras remotas y apartadas;
Y deshaciendo cuantas religiones
Están a nuestros dioses dedicadas,
Haciendo ser por todo lo criado
Un solo Dios creido y adorado.
» Entre sueños of mil aullidos
Que dábamos por campos y collados,
Por ver los santuarios encendidos,
Y todos nuestros ídolos quemados;
Aquestos naturales destruidos,
Sus poderosos pueblos asolados,
Y no paraban nuestras compañías
Sirviéndoles las noches y los dias.

» Las águilas asidas coronadas,
Que yo via volar desta manera,
Allí las traen estos dibujadas
Por parte principal de su bandera ;
Los tiempos y las horas son llegadas
Si mi revelacion es verdadera;
Conviene pues que cada cual defienda
Sus hijos, sus mujeres y hacienda. »

Dan grita como gentes de albornoces :
Resuenan increibles alaridos,
A vuelta de los gritos y las voces
Empúñanse los arcos encogidos;
Todos iban lozanos y feroces,
De jáculos agudos prevenidos;
La briosa postura y el denuedo
A muchos españoles puso miedo.

Viendo pues tan inmensa compañía
Por no ponelles el estorbo tarde,
Por alto tiran el artillería

La cual hizo que nadie los aguarde ;
Antes quien de la mar menos huia
Era tenido por el mas cobarde,
Metiéndose por bosques y por breñas
Y por concavidades de las peñas.

Como nube que grande crecimiento
De pluvias á los ojos representa,
Però la fuerza seca de algun viento
Sus escuros vapores ahuyenta,
Dejando sin aquel impedimento

Los campos con el sol que los calienta,
Ansi la batería de los truenos
Ahuyentaron indios destos senos.

Fué la rústica gente divertida,
Sin que su rey pudiese detenellos;
Y los nuestros siguiendo la huida
Para poder tomar alguno dellos,
Mujer ven en el monte detenida,
Cuyas prisiones fueron los cabellos,
Que siendo por los aires esparcidos
Fueron de ciertas ramas detenidos.
Metióse por el monte mas cerrado
Destos inconvinientes ascondidos,
Como vivace ciervo fatigado
De la rapace fiera perseguido;
Y fué por espesuras emboscado
De sus ramosos cuernos detenido ;
Ansí que su decoro y ornamento
La causa fué de su detenimiento.

Clamores grandes daba la doncella
En balde, que no deben ser oidos,
O si la oyen, para socorrella
Por ventura no son tan atrevidos;
Al fin los españoles asen della,
Y entonces dió mayores alaridos,
No haciendo ya cuenta de su vida
Por ver gente de barba tan crecida.
Colon, que de la presa se holgaba,
Y dió de buena gana las albricias,
Con señas de amistad la halagaba
Haciéndole regalos y caricias,
Como quien grandemente deseaba
Hacer con estas gentes amicicias;
En efeto, cesaron los clamores,
Aunque no totalmente los temores.

Diéronle de comer como convino,
Sacando de su buen matalotaje
Frutas secas, cecinas y tocino,
Y otros regalos mas de su viaje;
Hiciéronle beber de nuestro vino,
Que no le parecia mal brevaje,
Y en ciertos ademanes representa
El alegría del que se calienta.

Después de la comida halagóła
Con señas á los ojos aplacientes,
Vistiéndola de blanca camisola,
De mas de dalle dijes trasparentes;
Y hechas estas cosas, envióla
A que llamase deudos y parientes;
Ella correspondiendo con las señas
Emboscóse por medio de las breñas.

A grandes voces dice por la senda: « Venid, parientes mios, nadie huya; Pues no vienen á guerra ni contienda, Ni quieren que la tierra se destruya; Y no solo no piden la hacienda, Mas antes quieren darnos de la suya; Perded recelo de cualesquier males Que honestos hombres son, y liberales.>> ¿Qué vas, mujer liviana, pregonando, Juzgando solamente lo presente? Mira que con las nuevas dese bands Engañas á los tuyos malamente; El dicho vas agora publicando, Mas tú verás el hecho diferente, Verás gran sinrazon y desafuero, Y el sueño de tu rey ser verdadero.

Verás incendios grandes de ciudades
En las partes que menos convenia;
Verás abuso grande de crueldades
En el que mal ninguno merecia;
Verás talar labranzas y heredades
Que el bárbaro sincero poseía,
Y en su reinado y propio señorío
Guardarse de decir es esto mio.

Y ansi fué que los hombres que vinieron
En los primeros años fueron tales,
Que sin refrenamiento consumieron
Innumerables indios naturales:

Tan grande fué la prisa que les dieron
En usos de labranzas y metales,
Y eran tan escesivos los tormentos
Que se mataban ellos por momentos.

Lamentan los mas duros corazones,
En islas tan ad plenum abastadas,
De ver que de millones de millones
Ya no se hallan rastros ni pisadas;
Y que tan conocidas poblaciones
Estén todas barridas y asoladas,
Y destos no quedar hombre viviente
Que como cosa propia lo lamente.

Los pocos baquianos que vivimos
Todas aquestas cosas contemplamos,
Y recordandonos de lo que vimos,
Y cómo nada queda que veamos,
Con gran dolor lloramos y gemimos,
Con gran dolor gemimos y lloramos;
Miramos la maldad entonces hecha
Cuando mirar en ella no aprovecha.

Pudiera de lo visto y entendido
Entrar en laberinto de maldades,
Indinos del varon bien instruido
En nuestras evangélicas verdades ;
Mas no será razon ir divertido
Contando semejantes crüeldades:
Volvamos prosiguiendo la carrera
Desde donde dejé la mensajera.

Todas aquellas gentes ascondidas,
Temblando con temores de su vida,
Acuden á las voces conocidas
De quien ya sospechaban ser comida;
El rey que la contó con las perdidas
Holgo de su salud y su venida,

Y ella trató fiel y buenamente
Aquello que entendió de nuestra gente.

Los nuestros recogieron estandartes
Por ya no parecer inconviniente,
Y con reguardo de guerreras artes
Se refrescó la fatigada gente;
Tomaron posesion de todas partes
Llamándoles las Indias de occidente,
Once de octubre, años cuatrocientos
Con mas noventa y dos y dos quinientos.
Pues como luz de Febo ya hacia
Absencia natural de luz humana,
Y por medidos cursos se venia
La menos clara lumbre de Diana,
Cada cual á su nao resolvia,
Hasta ver resplandor de la mañana,
Donde Colon estuvo vigilante;
Y lo demás diremos adelante.

CANTO QUINTO.

Cómo vino la india mensajera y con ella el rey Goaga Canari con gran número de gente, con el cual hizo amistades, y lo demás que alli se hizo.

Bien podemos decir que si contento En esta breve vida se granjea, Es cuando llega dulce cumplimiento De lo que grandemente se desea ; Pues no halla lugar el sufrimiento Hasta que ya la cosa se posea; Y ansi les fatigó noturno ocio Por esperar el fin deste negocio.

Mas el escuro manto desviado
Con luz de la mañana placentera,
Vieron todos venir por un collado
La deseada ninfa mensajera;

Y un escuadron de indios que cargado
De sus comidas toma la ribera,
El rey con otros muchos capitanes
De paz haciendo señas y ademanes.

A la siniestra mano y á la diestra
Tocaban muchos dellos caramillos:
Mirándolos està la gente nuestra
Subidos por las popas y castillos;
Y viendo que de paz era la muestra,
Acuerdan de venir á recebillos;
Unos á otros huelgan ya de verse,
Y de se saludar sin entenderse.

Pero los nuestros van como sagaces
A ver hombres que no son conocidos,
Y no tan confiados de las paces,
Que no fuesen muy bien apercebidos:
Con muestras de placeres y solaces
A la ribera verde son venidos,
Do saltan principales coroneles,
Dejando bien á punto los bateles.

Luego como las partes se acercaron
En lugar y postura conviniente,
Al Goaga Canari señalaron
Cuál era capitán de nuestra gente:
Por señas como mudos se hablaron
Falta de rugas una y otra frente,
Supliendo por señales esta mengua
Que cada cual tenia de su lengua.

Y como les faltaban las razones
Para que sus concetos publicasen,
Las dádivas presentes y los dones
Fué cosa necesaria que hablasen,
Y las magnificas ostentaciones
Aquestas amistades confirmasen;
Y ansi nuestro Colon primeramente
Dió al Goaga Canari lo siguiente:

Una camisa de ruán labrada,
Un sayo nuevo de color bermejo,
Una gorra pequeña colorada,
Segun el uso fué de tiempo viejo ;
Una escofieta buena perfilada,
Ciertas cuentas de vidrio y un espejo,
Cintillas y otras cosas menos que ellas,
A quien puso valor no conocellas.

El rey recompensó por muchas veces
Las dádivas con otras no menores,
Pues dió, por enseñar sus altiveces,
Piedras ricas diversas en colores,
Granos de oro, tales como nueces,
Y tales como pomos y aun mayores,
Copia de frutas varias y alimentos
Con los cuales servia por momentos.

Colon, que tales granos de oro via,
Tan ricos y tan prósperos presentes,
Con el contento grande que tenia
Con gran sabor hablaba con sus gentes :
Facecias, gracias, cuentos que decia
Causaban gran placer á los oyentes;
Pues el gusto y sabor que al alma toca
Destila sus dulzores por la boca.

Y ansi hablaba con los indios rudos
Sin dalle propia voz á sus oidos,
Diciendo: «Poco va veros yo mudos,
Como hablen presentes tan lucidos;
Pues con lo que nos dieren los desnudos
Mejorarán el pelo los vestidos,

Y mas me holgaré cuantos mas vengan,
Por llevallos adonde en mas se tengan.

Mas os hago saber que soy sabueso
De tales propiedades y costumbres,
Que con el grano de oro de mas peso
Recibo mucha menos pesadumbre ;
E yo prometo de tenello preso

En cárcel donde nunca vea lumbre,
Hasta que con bigornia y con martillo
Le demos rostro muy mas amarillo.

T. IV.

Ya que vuestras vergüenzas anden fuera,
Falten para sacármelos á plaza,

Que para mí será carga lijera
Eso que vuestras casas embaraza ;
Y quiero mas volver desta manera
Que tornar á bordon y calabaza ;
Crecen con esto mis contentamientos
Y no menos salir con mis intentos.

» Pero tratar ya desto son estremos
Que refrescan pasados accidentes;
Bastará de presente lo que vemos
Para desengañar los insipientes;
Y agora será bien que convidemos
A este rey y algunos de sus gentes,
Dalles hemos algunas cosas buenas
Que ellos las pagarán con las setenas. »
Los vocablos allí fueron baldíos,
Pero hicieron señas con las manos,
Diciéndole que viese los navíos
Con otros cinco ó seis de sus hermanos
Y porque se dejase de desvíos,
En tierra se quedaron diez cristianos:
El indio sin poner impedimento
Manifestó por obras ser contento.

En la nao los huéspedes noveles,
Aderezóse luego la comida,
Ponen la tabla, tienden los manteles,
Segun la voluntad del que convida :
La mesa toda fué por sus cuarteles
De náutico bizcocho proveida,
Los vasos proveidos en el banco
De buen víno haloque, tinto y blanco.
De cosas á los indios peregrinas
Sirvieron alimentos suficientes,
Muy gentiles capones y gallinas
Guisados con sus ciertos adherentes ;
Hubo muchas maneras de cecinas,
Conservas ansimismo diferentes,
Pero mucho mas gusto les ponia
El sabroso licor que se bebia.

Porque el comer es poco, mal asado,
Desta gente de bajas esperanzas,
Mas su beber es tan demasiado
Que vence las mayores destemplanzas ;
Y para tal efeto mal reglado
Hacen las sementeras y labranzas,
Pues por un cierto modo peregrino
De lo que hacen pan hacen el vino.

Estaban pues los nuestros espantados
De la rudeza desta compañía,
Y estímulos de hambre mitigados,
Negocio que la nuestra pretendia;
Quedaron estos nuevos convidados
Puestos en posesion del alegria
Que crian los licores de Metina
Y viñas de la tierra surrentina.

Ansí que, levantados de la cena
Sin uso de merced ni besamanos,
Volviéronse los indios á la arena
Donde dejó Colon los diez cristianos,
Alaban ellos la comida buena,
Los nuestros la riqueza de los granos,
Y viendo coyuntura conviniente
Habló Colon con todos lo siguiente:

Muchas veces ofrece la ventura
A los hombres empresas de sustancia,
Y la posesion dellas asegura
El que sabe tener perseverancia;
Pero cuando se pierde coyuntura
Con ella desparece la ganancia,
Pues ocasion que fué menospreciada
De todo lo que trajo deja nada.

» Por no saber tomar consejo sano
Antes que de sí tenga la querella;
Y ansi tenia yo por muy liviano
A quien en busca fué de cosa bella,
Si la halló, dejalla de la mano
Con intenciones de volver por ella,
Porque podria ser que sus amores
Hallasen luego nuevos posesores.

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