Navegando van pues nuestros guerreros, A peligros inmensos arrojados En competencia de los indios fieros Que los combaten por entrambos lados : Navegan sin saber los paraderos Ni tener de quien sean avisados, Hasta que percebieron los oidos De muy lejos grandísimos ruïdos. Iba la gente desto temerosa Prosiguiendo con duda su viaje, Y apartada la noche tenebrosa Haciendo ya remansos el aguaje, Vieron la blanca Tetis espumosa, Y en ella levantarse gran olaje, Y con calor de presurosos modos
¡La mar, la mar del norte! dicen todos » Gobernémonos bien, hermanos mios, Con prontitud y diligencia buena, Pues ya no navegamos por los rios : A gran priesa guindemos el entena, Descúbranse con sondas los bajíos, No damos al salir en el arena; Que suelen tener rios en las bocas Bancos secretos, arrecifes, rocas. » Ignoran todos ellos el paraje, Puesto que mil consultas hay aposta, Mas en ellas ninguno fué tan saje Que no fuese su ciencia muy angosta; Y ansi les pareció mejor viaje Nunca desarrimarse de la costa; Pues si por ella fuesen en las manos, Dios les daria pueblos de cristianos.
Con la tal opinion sin la contraria La costa bajo van con tiempo lleno: Vieron la Trinidad, vieron à Paria Con otras circunstantes de su seno : Hacian conjetura no sumaria
Alonso Esteban, Márquez y Joan Bueno, Por haber estos tres, tiempo pasado, Por aquellos parajes navegado.
Inciertos, pero con algun desino Que cada uno dellos en sí fragua, Prosiguen adelante su camino, Hasta dar en la costa de Cubagua ; Y allí los poseyó mas desatino Por no ver carabela ni piragua De la crecida flota que solia Salir á la pasada pesquería.
Las casas encaladas devisaban Los hombres destas peregrinas naves; Mas por peñascos grandes las juzgaban Y suciedad de las marinas aves; Para soltar las dudas en que estaban Faltábales allí quien diese llaves, Y á los unos la hambre los incita A que tomen la isla Margarita.
Holguin, comendador, varon esperto La caña del timon á banda cierra; Y puestos en buen orden y concierto Con armas y pertrechos para guerra, En la Punta-las-Piedras tomó puerto, Donde con los demás halló la tierra, Y en ese mismo punto luego vido Camino que de bestias va seguido.
El padre fray Gonzalo de la Vera, Con Alonso de Robles y otros tales, Querian porfiar que el rastro era De nunca conocidos animales; Mas Celis Montañés sin mas espera Sopló dos ó tres veces las señales, Y vido claramente señalados Los clavos de cabezas como dados. Vereis las gentes ya regocijadas, Y fuera del pasado desconsuelo Besar por muchas veces las pisadas Hincando las rodillas por el suelo ; Y las manos en alto levantadas Dan gracias al Señor del alto cielo, Porque ya claramente conociau Ser aquel el paraje que decian.
Conocida Cubagua claramente, Que antes por peñasco se tenia, Allá hacen viaje brevemente Por ser breve compás la travesía: Salimos á la playa mucha gente : A ver estraño barco que venia, Imaginando muchos ser soldados De los que Ordás perdió tiempos pasados. En gran manera son regocijados De ver y de hablar cristiana gente, Al templo van descalzos, destocados, A dar gracias a Dios primeramente; Y á todos nos tornó maravillados Viaje de tan gran inconviniente: Acomodóse bien la compañía, Y al barco de Orellana no venia.
Pasárase de largo, si no fuera Aviso por bastante mensajero, Que hizo luego Pedro de Herrera, Para buscar aqueste caballero Con indios y canoa muy lijera, Y un Cristóbal de Lepe, marinero El cual luego que vió la carabela A ella dirigió remos y vela.
Admiróse Francisco de Orellana Como vido la indica ralea Regirse con timon y con mesana, Y ansi se reparó para pelea; Mas percebiendo lengua castellana Con el mensaje tal cual él desea, Siguió la carabela mensajera En demanda del Pedro de Herrera.
Tomó tierra con todos sus soldados, Y puesto que con nombre de perdidos, Todos salieron bien aderezados Con grande bizarría de vestidos : Fueron unos y otros hospedados
Y magníficamente proveidos;
Trató luego de sus descubrimientos Con muestras de sus vanos pensamientos., Hizo luego viaje para España Hechas á su sabor informaciones, Con gente principal de su compaña, Prendada de las mismas pretensiones; Y entonces publicó la gran patraña De aquellas invencibles amazones; Volvió por su demanda ya casado, Y por gobernador y adelantado.
Cargó de muy lucida compañía, Bien fuera de razon y fundamentos En traellos por donde los traia Y á tierra de cien mil impedimentos; Y ansi junto del rio do venia Murió vejado destos pensamientos; Después su mujer vimos afligida Y toda la demás gente perdida.
Es pues para hacer la tal jornada Ir contra la corriente desatino; Pudiérala hacer mas acertada Si segundara por adonde vino : Pero pues que su vida es acabada, Quiérome yo tornar á mi camino, Y al Ursúa que está haciendo gente, Con canto nuevo del tenor siguiente.
Donde se cuenta la partida de PEDRO DE URSUA, con buena copia de gente aunque alguna della inquieta y facinerosa, y las demás particularidades sucedidas antes de embarcarse en el rio por donde habian de hacer su viaje.
Prenden á Marte redes de Vulcano En Venus colocado su contento, Ablándase la mas guerrera mano Vencida de lascivo pensamiento, Con mal amor enferma lo mas sano, Do quiera causa tierno sentimiento: Los invencibles y mas fuertes cuellos Una flaca mujer suele vencellos.
Pedro de Ursúa pues, cuya grandeza De hechos ya tenemos conocida, Hizo su belicosa fortaleza
A fuegos amorosos sometida, Vencido de un estremo de belleza Que fué lo mas estremo de su vida; Ÿ à vueltas de guerreros atambores También ejercitaba sus amores.
La bella doña Inés era la dama Que tuvo con razon nombre de bella, Si fuera con reguardo de la fama Que debe reguardar cualquier doncella; A quien el buen Ursúa mucho ama, Siendo no menos él amado della; Y como bien querer importunase Acabóse con él que la llevase.
Hija de Blas de Atienza, que de Lima O de Trujillo fué, moza lustrosa, Avisada, graciosa y en estima, Como ya dicho tengo, de hermosa : Gentil disposicion con que lastima El ánima de amor mas odïosa, No tiene padres puestos al enmienda Ni deudos que le tiren de la rienda. Pues el Ursúa como consintiese Que fuese doña Inés á la jornada, Secretamente le mandó que fuese Tras él por via mas disimulada; Y el partido, mandó que se partiese De ciertas dueñas bien acompañada : Luego se despidió de su querida, Y convocó la gente divertida.
Llegóse de soldados gran estruendo Aderezados para la demanda, Muchos de corazon malo y horrendo, Como fué Joan Alonso de la Vanda, Lope de Aguirre, Perez y Salduendo, Diego de Torres, Vargas y Miranda, Y un Cristóbal Fernandez, mal cristiano, Pero Fernandez y Miguel Serrano.
Otros algunos, en maldad insines, Gente desesperada y atrevida, Amiga de traiciones y motines, Sin Dios y sin olor de buena vida : Al fin en sus costumbres tan ruïnes, Que tienen la virtud aborrecida; Ningun concierto hay que los concierte, Ni temen temporal ni eterna muerte.
Como el marqués insigne Mendocino Le tuviese tan justas aficiones Al Ursúa y le fuese tan benino, Acudióle gran copia de varones; Con los cuales él hizo su camino A la provincia de los Motilones, Porque en aquellas tierras y comarcas Había de hacer copia de barcas.
Tenia de la tierra la tenencia El que Pedro Ramiro se decia, Hombre de gran consejo y esperiencia, Señalado varon en valentía: Recebiólo con gran magnificencia, Con gran urbanidad y cortesía; El Ursúa hallando tal abrigo Procuró granjearlo por amigo. Después en lo aviar metió tal prenda Que el Ursúa, persona bien mirada, Le dijo que dejase su vivienda Y se fuese con él á la jornada ; Porque será señor de su hacienda, Y maese de campo del armada; Fué nombrado por tal, y pretensores Quedaron con algunos sinsabores.
Destos el uno fué Francisco Diaz, Pariente del Ursúa muy cercano, Ansimismo soldado de mis dias Valiente y comedido cortesano; Que movido de vanas fantasías En el Pedro Ramiro puso mano: Dióle de puñaladas en efeto,
Maldad indigna de hombre tan discreto.
De tan escandaloso desatino Al Ursúa le dan luego noticia, Que estaba gran distancia de camino Bien fuera de tan áspera malicia, Revolvió sin parar, y como vino Hizo del matador justa justicia, Y de Grijota y de Benito Diaz, Consortes, y de un Diego de Frias.
Después que ya dió fin á malos fines, Sin él se recelar de los peores, Procuró concluir los bergantines No sin grandes trabajos y sudores, Por apartarse ya destos confines Y poder descubrir otros mejores; Demás desto también se recelaba Que mucha gente se le remontaba.
Aprestándose pues desta manera Con temor de que gente se le huya, La bella doña Inés, que no debiera, Allí llegó también en busca suya; Porque con una muerte lastimera Vida de dos amantes se concluya, Y este negocio cuentan estas gentes Por vias y maneras diferentes.
Pues entre muchos dellos hubo fama Haber puesto los ojos el Salduendo En los merecimientos desta dama Que diferentes partes va siguiendo ; Y él fué de los catorce de la trama Del pérfido motin, malo y horrendo; Y cuando doña Inés se recebia, El se mostró con grande lozanía.
Puesto que todos para dar contento A su gobernador, que por ventura Tenia diferente pensamiento, Hicieron á tan alta hermosura Solene y principal recebimiento, Anuncio de su grande desventura: Unos van con sinceras intenciones, Otros con muy dañados corazones.
Formóse campo digno de mirallo, Guarnido de galanas invenciones, Infanterías y hombres de caballo Con trémulas banderas y pendones; Y porque ella pudiese contemplallo Ordenaron lucidos escuadrones, Los cuales en presencia de las dueñas Hicieron caracoles y reseñas.
Ondean por los yelmos plumas largas De las garcetas blancas y avestruces, Revuelven lanzas, cambian las adargas Los diestros y valientes andaluces, Descargan con gran impetu sus cargas Los fumosos y ardientes arcabuces, Con gran orden entraban y salian Con una y otra salva que hacian.
Ninguno de su orden se derrama En este singular recebimiento, Y en llegando frontero de la dama Hacia cada cual acatamiento: Enciéndelos en amorosa llama, En muchos causa tierno sentimiento, Porque su buen donaire y su meneo Ponia mil espuelas al deseo.
En un cuartago blanco pequeñuelo Iba, pero muy bien aderezado, Basquiña de lustroso terciopelo, Un galdresillo de color morado, Las guarniciones de color de cielo, Con cristalinas perlas estampado, Capelete con plumas y medalla Con el mas aderezo que se calla.
Rebozada hacia gran destrozo De ánimas en esta compañía,
Y mucho mas después que cierto mozo Le dijo: « por merced, señora mia, Os pido que quiteis ese rebozo, Veremos ya la luz del claro dia, Que no sé cómo puede velo solo Cubrir rayos mas claros que de Apolo.»
Ella, de comedida cortesana, El antifaz quitó luego á la hora: Atónita quedó la gente vana
De ver rostro do tanta beldad mora ; Deshizose la lumbre de Diana Sobrepujó lo claro del aurora: Dijeras en el alma mas reclusa Obrarse los efetos de Medusa.
En amoroso fuego van ardiendo Hasta los recatados y discretos, Y en el desventurado de Salduendo Hacen mas impresion estos efetos; Pues en las muestras iba descubriendo Sus apasionadísimos concetos;
Y aunque cesó la fiesta de aquel dia, Nunca cesó su loca fantasía.
Al fin el regocijo ya deshecho Y todos los guerreros escuadrones, El Salduendo tomó luego su lecho Sin esperar á mas conversaciones: Su corazon bestial y falso pecho, Distraido con mil vacilaciones, Pero todas y todos sus cuidados Van á la dona Inés encaminados.
Decia: «¡ si su vista balagüeña Acaso contempló mi buen talante Al tiempo que salí de la reseña, Y hice las levadas de montante! ¡O si quiso notar aquella seña Que le hice pasando por delante! Parecióme cebar en mí los ojos.. Pero creo que son vanos antojos.
» Porque ¿qué ocasiones ó qué prend Hay para penetrar mis pensamientos? O¿qué le dije yo para que entienda Estos mis congojosos sentimientos ? O¿qué quiere decir tomar contienda Con quien es el señor de sus intentos? ¿Quién no dirá ser el intento mio Grandísima locura y desvario?
» O¿cuál de las mujeres adevina El mal y la congoja del sirviente Con una sola vista repentina
Sin le decir jamás el mal que siente? O¿quién pudo dar cierta medicina A los inciertos males del doliente? ¿En qué buena razon ó seso cabe Querer curar el mal que no se sabe?
>> Para curarse pues enfermedades Yo hallo que será mejor camino Al médico decille las verdades Y no hacello dellas adevino : Aquesto vencerá dificultades, Y en esto me resumo y determino, Porque el enfermo que sus males calla Remedio tarde, maló nunca halla. »
Estas cosas y otras vacilando El ánima malvada y afligida, Andábanse los otros preparando Y dando gran calor à la partida: Algunos dellos iban embarcando De la gente mejor apercebida; El capitán Garci Arce con cincuenta, Don Joan de Vargas doble desta cuenta.
Mandóles esperarse en cierta parte, Y el Arce como fué mas larga via De indios encontró tan duro Marte Que fué bien menester su valentía : Mas el don Joan de Vargas no se parte Del límite que Ursúa le ponia, Esperándole con sus compañías Mas de sesenta ó de setenta dias.
Escesivo trabajo se pasaba Por falta de comida que tenia, Y en cierta isla donde el Arce estaba Angustia no menor se padecia; Y el Ursúa que mucho deseaba Seguillos brevemente no podia, Porque querian ya hacelle tiro
Los soldados del buen Pedro Ramiro.
Pues el gobernador, considerando Ser grande la tardanza que hacia, Mandó con atambor echar un bando Para que se partiesen otro dia: En cumplimiento dél se van juntando Con servicio y bagaj que se traia, Cuya cantidad era de tal modo Que faltaban navíos para todo.
Ursúa se hallaba muy confuso Por no tener do tanta cosa fuese, De lo que cada cual para su uso Llevaba y le costó buen interese; Mas lo mejor que supo se dispuso A dar el mejor orden que pudiese, Y hecha luego junta de la gente Me dicen que les dijo lo siguiente.
Quitó con buen donaire su chapeo Usando de su buen comedimiento Diciendo « caballeros, mi deseo Siempre fué de seguir vuestro contento; Y con igual amor lo mismo creo De vuestro virtuoso pensamiento;
Y ansí quisiera yo vias y modos Para me conformar con el de todos.
>> Mas aunque con virtud y sufrimiento Acontece vencer dificultades, Dudo poder haber entendimiento Que se mida con muchas voluntades Cada cual de contrario sentimiento, Mayormente de tantas variedades, Que sin considerar inconviniente Siguen sus apetitos solamente.
» Declarando pues mas este conceto A la salud de todos convenible, Llevar tanto bagaj en tal aprieto Téngolo por negocio muy terrible; Y hase de contentar el que es discreto Con embarcar aquello que es posible, Y no tanto velez, tanto pertrecho, Que cause mayor daño que provecho.
>> Nuestras jornadas han de ser por rios Hasta llegar á prósperos confines, Tenemos poca copia de navíos O mal aderezados bergantines; Y por los ojos veis, señores mios, Que demás de ser pocos son rüines, Ansí por haber falta de oficiales Como de carecer de materiales.
> Y si mas cantidad hacer queremos E ir mas adelante con la obra, Será perder el tiempo que tenemos, Y es pérdida que nunca mas se cobra : Si tantos embarazos les metemos Para los españoles nada sobra, Pues cuando á los estremos falta medio Tomar debemos el mejor remedio.
» No puede todo ir por ningun arte, Y para mas seguro se requiere Que deje cada uno buena parte De lo que menos menester hubiere : Este daño por todos se reparte, E yo soy el primero que lo quiere; Porque para seguro de la gente Este remedio es mas conviniente.
» Los ganados vendellos ó cambiallos, Aunque sea con perdida la venta, Que todos no podemos avïallos Segun necesidad nos representa;
Y en cuanto á no dejar nuestros caballos, Bastará que llevemos solos treinta ; La cual disposicion á nadie pene, Pues es hacer aquello que conviene. »
Acabó de decir, y comedidos Que los inconvinientes conocian, De sus comedimientos convencidos, Muchas cosas dejaban ó vendian : Por no les consentir lo que querian Otros también estaban desabridos; Apaciguólos lo mejor que supo, Y hizo que metiesen lo que cupo.
Ya la febea luz á nuestra cuenta Tenia el Escorpion por aposento, El año de quinientos y sesenta Con otros mil del santo nacimiento, Al tiempo que la gente descontenta Hizo de Motilones movimiento Ayudados también de grandes balsas, Las intenciones buenas y las falsas.
Estaba sin saber por qué la gente Llena de descontentos aquel dia, No se podia ver cosa viviente Con algunas señales de alegría: El rio, con ser grande su corriente, Parece que sus cursos detenia, Los indios declaraban por señales Incendios, robos, muertes y otros males. Aunque con pesadumbre de las cargas Y ropa que en las balsas se traia, Siempre hacian las jornadas largas, Porque les pareció que convenia : Hasta que dieron con don Joan de Vargas Deseoso de ver lo que ya via: Alli tomaron todos luego puerto Y se pusieron en mejor concierto. Úrsúa recebió contentamiento Por hallarlos adonde los queria, Puesto caso que con desabrimiento Por no saber del capitán García : Enjugan ropas en aquel asiento Apartándose dél al cuarto dia, Y'embarcados caballos y el restante Pasaron con los barcos adelante.
Do las corrientes aguas eran guias Por caudaloso rio y estendido, Vian por las barrancas compañías Lustrosas y cubiertas con vestido : Y habiendo navegado nueve dias Llegaron donde estaba detenido García, que por ser tan indiscreto Los indios lo ponian en aprieto.
El Ursúa le dió reprehensiones Por ser tan temerario y atrevido; Mas admitió disculpas y razones Como de su criado muy querido : Allí se pregonaron provisiones Del gobierno que le era proveido, Y al don Joan dió poder incontinente De general y su lugarteniente.
Desto nacieron odios y rencores Con un livor pestifero y amargo, Por haber otros muchos pretensores Que se juzgaban dignos deste cargo. Hay juntas y corrillos de traidores Adonde cada cual hablaba largo, Mayormente los de los Motilones Vivos en sus enojos y pasiones.
Hechos en el don Joan los nombramientos Y seis ó siete dias ya pasados, De la isla salió con cuatrocientos Españoles muy bien aderezados: Por las barrancas ven grandes asientos
Que por mas de cien leguas van poblados De gente que se ponen en huïda, De ropa de algodon toda vestida.
No pareciéndoles tierra bastante A causa de ver campos anegados, Determinaron de pasar delante Hasta hallallos más acomodados; Mas saliendo del sitio círcunstante, Dieron en unos grandes despoblados: Navegan ocho días, y al noveno Dieron en pueblo de mejor terreno.
La gente deste pueblo hizo cara Con armas y amenazas de defensa, Y en la barranca fuerte se repara A fin de resistir cualquier ofensa ; Pero con una lengua se declara Su venida no ser à lo que piensa Antes querian á tan buenas gentes Hacellos sus amigos y parientes.
Vencidas de tan buen comedimiento, Sosiéganse las gentes alteradas Haciéndoles muy buen acogimiento Y dándoles sus casas por posadas, Con larga provision de bastimento De sus comidas mas acostumbradas: Estuvo con aquestas compañías El campo mas de veinte y cinco dias. Ursúa, viendo la magnificencia Tal cual no la halló después ni antes, Ayudóles en cierta diferencia
Que tenian con indios circunstantes, Dejando muertos en la competencia Muchos de los contrarios litigantes, Porque venian hasta sus viviendas A les robar las casas y haciendas.
Entre tanto buscábanse caminos Que mas la tierra adentro se metiesen; Mas de los argonautas peregrinos Ningunos hubo que los descubriesen: Ni pudieron hacer á los vecinos Que claridad acerca desto diesen : Crecian en aquestas dilaciones En los malos las malas intenciones.
El Montoya con otros, en efeto, Trataban que el Ursúa se matase, Y para ejecucion del mal conceto No faltaba Salduendo que soplase; Mas el negocio no fué tan secreto Que por algunos no se sospechase, Un cierto Pero Alonso mayormente Al Ursúa le dijo lo siguiente:
« Señor gobernador, yo soy soldado, Como sabeis, cargado de esperiencia, Y entiendo como bien acuchillado El daño del descuido y negligencia; Y que cumple vivir muy recatado, Entre contagiosa pestilencia, Pues en los tales tiempos es gran yerro, Como dicen allá, dormir sin perro.
» Hanse por ciertas vias rezumado Cosas que suenan mal al buen oido, Y hallo que traeis aquí soldado Facineroso, suelto y atrevido : Mirad por vos, velad con mas cuidado, Y no durmais tan mal apercebido : Cosa cierto no sé; pero sospecho Haber de suceder algun mal hecho.
>>Mirad, señor, que no tratais agora Con los del nuevo reino de Granada, Donde toda bondad y virtud mora, Y es gente cuerda, noble y asentada; Y que con vos llevais gente traidora A vueltas de la bien intencionada, Que sin temor de Dios ni miedo vuestro Han de soltar las riendas y el cabestro.
>>Tened guarda, señor, de los mejores Amigos que sabeis que bien os quieren, Y demos al diablo los amores,
Que semejantes cargos no requieren; Pues son causa de grandes sinsabores, Y por ellos también los hombres mueren : Con santo celo doy este consejo, Y con licencia de soldado viejo.»
El Ursúa con un gracioso riso Agradeció sus buenas intenciones, Sin le sobresaltar tan buen aviso: Quizá le parecieron invenciones, Porque en la guarda consentir no quiso Dando ciertas escusas y razones; Descuidó, sin razon, mas no me espanto Pues de César leemos otro tanto.
Aderezóse luego la partida Por el gobernador y varon fuerte : Parte para partirse de la vida Y guíanlo sus pasos á la muerte; Que la parca crüel endurecida A quebrantar el hilo se convierte : Era principio ya de nuevo año, Y víspera de tan enorme daño.
Embarcaronse pues los peregrinos A fin de proseguir su larga via, Mirando por los lados mas vecinos Si poblacion alguna parecia : Vieron prolijas sendas y caminos, Buen rato ya después de medio dia, Y cierta poblazon bien asentada Donde les pareció hacer parada.
Ursúa, cuando van desembarcando Ajeno de mortíferos enojos, A doña Inés estaba contemplando Como causa mayor de sus antojos, Y vido sus mejillas empapando Con lágrimas ardientes de sus ojos, Y queriendo saber por qué lloraba, Con tácito rumor le preguntaba :
¿Qué pasion y congoja tan urgente Os bace de consuelo ser ajena? Si es por necesidad que veis presente, Ninguna razon hay en tener pena, Pues confio de Dios omnipotente De veros descansar en tierra buena, Que tras necesidad hay abundancia, Y viene tras la pérdida ganancia.»
Ella dijo: «señor, esta tristeza No nace de ocasion tan abatida, Ni temo yo tormentos de pobreza, Ni verme de regalos despedida, Pues vos sois mi regalo y mi riqueza, Y no quiero mas bien en esta vida;
Mas contaré, señor, cosas de espanto.... » Quiso decir, y no pudo con llanto.
Su mas clara razon era gemido Por selle los sollozos embarazos Con mal de corazon y sin sentido Hiriendo se hacia mil pedazos : El amante que tal estremo vido, Quisola socorrer entre sus brazos; Pena con su dolor, crece su llaga, Sin saber qué se diga ni qué haga.
La flor mas agraciada de los mozos Se duele del eclipsi de su luna, No con fingidas muestras ni rebozos, Sino fuerza de amor es importuna : Encuéntranse suspiros y sollozos, Las lágrimas confusas van à una, Mostrando claramente por los hechos El íntimo querer de entrambos pechos.
Después que ya cobró color el gesto Y el pecho se mostró con mas aliento, El amante le dijo: «¿qué es aquesto? ¿De qué procede tanto sentimiento? En grande confusion me tiene puesto Aqueste nunca visto movimiento: Las lágrimas y lloro hacen pausa, Y sepa yo de vos toda la causa. >>
Trabajos vuestros son y penas mías (Respondió mitigadas las pasiones); Porque por grande número de dias Recuerdo con pesadas turbaciones : Soñé robos, incendios, tiranías Sanguinolentos tratos y traiciones: Via tendido, muerto y en el suelo A quien es mi favor y mi consuelo.
» Encarnizados en tan malos hechos, Aunque yo me ponia de rodillas, Las dagas me metian por los pechos Y á golpes quebrantaban mis mejillas : Halleme, tales sueños ya deshechos, Con un grave dolor en las ternillas; Miréme presto donde me dolia, Creyendo ser verdad mi fantasía.
» No quiero comparar cosa soñada A la que por verdad es conocida : Mas yo sé que traeis en el armada Gente desvergonzada y atrevida; Y ansí, por sí ó por no, se pierde nada En que veleis, señor, por vuestra vida : Sientan de vos rigores algun rato, Y entiendan que vivís con gran recato. » Oidas las razones deste cuento, Ursúa con semblante de risueño Le dijo: «para tanto sentimiento El negocio, señora, fué pequeño; Pues no debe tan buen entendimiento Tener tan por verdad cosas de sueño, Pues muchos sueñan casos do perecen, Y no por eso vienen ni acontecen.
>Siento quererme bien toda la gente, E yo también estoy muy bien con ella, Cosa no hallo que me represente Para tanto rigor una centella : Menos puedo hallar hombre viviente Que con razon de mi tenga querella; Por tanto cese vuestro desconsuelo, Y deso no tengais algun recelo. »
¡Oh corazon leal, buenas entrañas! ¡Cuán fuera de razon van tus razones! Mira ya, buen Ursúa, que te engañas Con esas tus sinceras intenciones ; Porque las falsas y traidoras mañas De qué quiera levantan ocasiones; Cuanto mas que ¿quién vive tan al justo Que para todos gustos tenga gusto? Al fin él se quitó de la ribera, Y con sesenta y tantos escogidos A un Sancho Pizarro mandó fuera A seguir los caminos mas seguidos, Y á ver si por allí hallan carrera Por do salgan á campos estendidos, Y con la relacion al sesto dia Volviese con aquesta compañía.
Entre tanto que estaban en el puerto Esperando los que iban descubriendo, Trataban de su pérfido concierto Joan Alonso Montoya y el Salduendo; Y algunos no quisieran velle muerto, Pero querian irse dél huyendo, Recogiendo la ropa y atavio Y de los barcos el mejor navío.
Habia dentro desta compañía
Un don Fernando de Guzmán, que precio De buena discrecion no poseia;
Y á este cuasi que por menosprecio Le hablaron, y dijo que queria. ¡Buen Dios, defiendeme de hombre necio! Pues con sus necedades é imprudencia Camina tras cualquiera pestilencia.
Júntanse pues con él á la demanda Perez, Montoya, Vargas y Salduendo, Chaves, Villena, Torres y Miranda, Los dos Fernandez, cada cual horrendo; Serrano, Joan Alonso de la Vanda; Y al mal Aguirre, bravo y estupendo, Para negocio de tan grande afrenta, Determinan también de dalle cuenta.
Hablan con él en lo de la buïda Por ver si tal desino le complace; Y respondióles ser cosa perdida, A lo menos que no le satisface Diciendo ser mejor quitar la vida A quien tan poca cuenta dellos hace, Y no cumplir tardanza ni pereza Por estar su salud en la presteza.
Entendió las palabras un moreno Llamado Joan Criollo; y este quiso No con pocos temores en el seno Hacer cuerdo desvío de improviso ; Y aunque negro, sagaz y como bueno Al Ursua le dijo leal aviso ; Pero de sus palabras no curando, Estúvose con él chocarreando.
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