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» En aquestas terribles afficiones » El dulce galardon que mas espero » Es un reconocer tus intenciones,

Y que conozcas tú que por tí muero; Y que si te dan gusto mis pasiones, » Son estos los deleites que yo quiero Mas ¡ay de mí, que no sé qué pretendes, »Ni si de voluntad sueltas ó prendes! » >La ninfa respondió: « bien conocido » Se tiene ya de mi lo que pretendo; » Tú solo no serás el entendido,

»Al menos por tus quejas no te entiendo: › Pues viéndote de mi tan bien asido, » Dices que ni te suelto ni te prendo; Pero ternas por cosa conocida, Que del mismo que tengo soy tenida. Y con que la piedad esperimentas »De señora de punto tan altivo, » Me dices que naufragas en tormentas > Por un amor del tuyo muy esquivo; » Y huelgo de sufrir tales afrentas, » Que las deshace todas verte vivo,

>> Por ser tu vida ya, luz de mi dia,

» El principal sustento de la mia.>>

» Oida del amante la serena Que no para matar lo regalaba, Con un alivio grande de su pena, A las razones della discantaba: «¡Oh voz suave de mi Filomena, » A quien amor rindió flechas y aljaba! ¿Qué lugar puede ser en lo terreno

» Que iguale con la gloria de tu seno?
¡Ob aves, que con lenguas esparcidas

» Soleis regocijar las alboradas,
> En estas selvas frescas y floridas

» Por los umbrosos ramos derramadas!

» Cantad, que mis pasiones recebidas
Con gran ventaja son recompensadas;
» Pues veis que sobrepujan los favores
>> Las mas crüeles penas y dolores.

» Vencia mi dolor y mi tormento

> Los mas bravos escesos de tormentos,

> Y agora sobrepuja mi contento

> Al mas suave gusto de contentos,

» Aunque con gran temor de movimiento,

» Pues hay en todas cosas movimientos,

» Por ser fortuna tal y tal su rueda

» Que no pudo jamás estarse queda.

Abate pujantisimos poderes,

> Deshace señoríos de pujanza,
En cosas mayormente de mujeres

➤ Jamás tuvo segura la balanza:

» Allí son mas inciertos los placeres,

Y está mucho mas cierta la mudanza;

» Y ansi creo será de poca dura

» Esta mi felicísima ventura.>>

>> La ninfa respondió: « de lo que sientes > Está tan apartado lo que siento,

» Que del Cibao rio las corrientes

» Revolverán sobre su nacimiento,

>Y Ozama cesará de sus crecientes,

> Primero que yo tenga movimiento;
>> Mas esas desventuras que decias
» Podríante venir por otras vias.

› Que bien sabes que rey es mi marido, El cual en guarda mia se desvela,

» Y está de mis amores tan vencido,
» Que hasta de los aires me recela;
» Y al rey lo mas oculto y ascondido
Por mil vias y modos se revela,
» Debajo de lo cual es lo mas cierto
» Que será nuestro caso descubierto.
» Sabido, ¿dónde piensas asconderte
De flechas y flecheros violentos?
O dó me defender y defenderte,
> Si tienes de defensa los intentos?
»Pues el mayor amparo será muerte
» Con varias invenciones de tormentos;

» Porque estos que tú llamas infieles
» Son cuanto mas cobardes mas crüeles.

» ¡Oh, cuán alharaquientos, cuán livianos » Cuán alborotadores y apocados

> En las ejecuciones inbumanos!

» Porque te llevarán por sus mercados,
> Unas veces sin piés, otras sin manos,
>> Asido por los labios horadados,
> Cortándote los miembros por mitades,
» Gustando mucho destas crueldades.

» Si quieres que contigo yo me vaya,
» Iré; mas no haremos cosa buena,
» Porque defensa flaca me desmaya,
» Y aunque la tuya fuera muy mas llena,
» Será como vencer la de la playa
» Un pequeñuelo grano del arena;
» Pues contra multitud de gente dura
Los pocos pocas veces han ventura.
» Si viera yo tus naves en el puerto,
» Y dentro dellas todos tus hermanos,
» Creyera que escaparas de ser muerto,
» Pues ellos te libraran de sus manos;
» Pero ya que ellos faltan, lo mas cierto
» Es olvidar tus pensamientos vanos,

» Aunque cosa será desaforada

» Que pueda yo de tí ser olvidada.
» Y ansí no sufriré que se despida
» Amor que con el mio tengo preso;
» Menos podré creer que quien olvida
» En algunos negocios tenga peso:
» Mas donde corre riesgo tanta vida,
» Querria, si pudiese, mayor seso;
»E ya que no huimos lo que daña,
» Que supiésemos darnos buena maña.
>> El mozo muchas cosas respondia
Para satisfacer á sus amores;
Y al tiempo que lo tal acontecia
Llegamos por allí diez cazadores,
Que, como ya la sed nos afligia,
Buscábamos las aguas y frescores,
Y estaban ellos tan embebecidos
Que nunca fuimos vistos ni seutidos.

>> Encubrímonos pues entre las ramas
Para hacer mejor nuestros acechos,
No sin admiracion de ver las damas
Con las patentes muestras de sus hechos;
Creciendo fué la ira, cuyas llamas
Tal incendio causaron en los pechos,
Que procuramos sin detenimiento
Tomar venganza del atrevimiento.

» Al fin, como varones enojados,
Hicimos nuestras armas luego prestas,
Saliendo los que estaban ocultados
En las espesas selvas y florestas
Los arcos á los pechos entelados,
Y en ellos las agudas flechas puestas ;
Ellos con el ruido del asalto
Recebieron pesado sobresalto.

>> Las ninfas por el monte y aspereza
Huyeron con el paso bien agudo,
El mozo con su presta lijereza
Armóse del espada y del escudo,
Y con terribles muestras de braveza
Rompiendo fué por escuadron desnudo:
De diez los seis tenia ya tendidos,
Los otros escapamos mal heridos.

>> Habiéndonos tratado desta suerte,
Y puéstonos en áspera huida,
Encaminó los pasos á su fuerte
Sin esperanza cierta de la vida,
Antes con certidumbre de la muerte
Por una crudelísima herida,
Cuyo golpe de sangre señalaba
Los pasos y camino que llevaba.

» Llegado pues al fuerte do venia
Los pechos de su sangre rubricados,
Aquellos de su noble compañia,
De semejante caso descuidados,
Mirando de la suerte que venia,
De gran temor se vieron rodeados:
Juzgaban de lo ver sus compañeros
Los males y trabajos venideros.

1

› Tendieron sus banderas y estandartes,
Recógese la gente derramada,
Fortalecian bien sus balüartes
Con una prontitud acelerada;
Procuran reparar por todas partes
Las cercas de su fuerte palizada,
Alistan castellanos y andaluces
Las balas de humosos arcabuces.

Aquellos que escapamos mal heridos
Los unos y los otros lamentando,
Y unos dando grandes alaridos,
Venganza con rigor apellidando;
Tocaron nuestros gustos los oidos
De los que nos estaban esperando :
De vernos los mayores y menores
Alzaron grandes gritos y clamores.

De todo lo pasado dimos cuenta,
Ya casi sin alientos ni resuellos,
Y Diana de culpa ser exenta
Les hacia creer á todos ellos:
Al fin que convencida, por afrenta
El rey mandó cortalle los cabellos;
Mas no pudo hallar quien se moviese
Ni tal atrevimiento concibiese.

» Disculpas dió también de los de España
Por términos y modos escelentes,
Y en el decir se dió tan buena maña
Que casi mitigó sus accidentes;
Mas no pudo templar la grande saña
De los que muertos vian sus parientes,
Que como principales hombres eran
Decian por los vuestros: mueran, mueran.
» Aquestos de mil pueblos diferentes
Convocaron amigos y aliados,
Acude Guarionex con tantas gentes
Que cubria cabañas y collados;

No quieren los de Haina ser ausentes,
Ni los de Nigua quedan rezagados,
Anacaona la libidïosa

Ansimismo llegó muy poderosa.

Acnden de la costa de ambos mares
Armadas compañías inhumanas,
Y los mediterráneos lugares
Con flechas venenosas y macanas:
Convites, borracheras y cantares
Se hacian á las noches y mañanas;
Los rostros variados de pinturas
Hacian mas feroces sus figuras.

> Innumerables eran los plumajes
Que llevan en colores varïados,
Ÿ cada cual con dos ó tres carcajes,
A las espaldas puestos y à los lados,
Diciendo van trecientos mil ultrajes
A los barbudos nuestros desbarbados,
Aparte cada cual se señalaba
Con las parcialidades que llevaba.

> Ansí que con coraje duro, fiero,
Que cria los concursos de la guerra,
Aviva sus alientos el guerrero
De ver juntos los llanos y la sierra:
Hervian como grande hormiguero
Quitada la cubierta de la tierra:
O como las langostas si son tantas
Que cubren los sembrados y las plantas,

No viérades quebrada ni sobaco
De monte que no buellen muy espesos,
Y á sombra de las velas y en opaco
Usaban los piaches sus escesos
Consultando con humo de tabaco
Al demonio que diga los sucesos
Gozando de tan buena medicina
Con una cerimonia tan malina.

»Oimos la razon del adevino,
Y fué de favorables responsiones;
Todo lo necesario se previno
Por las alborotadas intenciones,
Y luego nos pusimos en camino
Contra los afligidos corazones

Los cuales, aunque enfermos y llagados,
Un punto no vivieron descuidados.

Llegados donde estaban, al momento Que vimos el lugar y palizada, Hacen arremetida los que cuento Con furia de temores olvidada : A modo de leon que va hambriento Y ve la viva presa reparada, Con grita y alaridos parecia Que el universo mundo se hundia.

» Comienzase la guerra de tal suerte, Que no se vió jamás igual braveza, Juntámonos de golpe con el fuerte Do parecia menos fortaleza; Pero por ampararse de la muerte Arana sacó fuerzas de flaqueza, Teniendo sanos, cojos ó tullidos Por orden y concierto repartidos.

>> Bien ansí como planta que derrama Sus raices con poco fundamento, Que suele de la mas subida rama Enviar mas raices y sustento, Para poder con semejante trama Valerse contra gran fuerza de viento, Y al fin padece casos y desmanes Con los tempestuosos huracanes ;

» Desta manera vimos al Arana,
Que por la poca fuerza que tenia
De los enfermos hizo gente sana,
Y aquí, y allí, y allá los repartia
Con gentil apariencia, pero vana,
Segun la gran tormenta que venia;
Pues su mas ostinada resistencia
Valia poco contra gran potencia.

>>Pero reconociendo cuán de veras
Les cumplia mostrar buenos alientos,
Como dicen, de buenas à primeras
Encienden los humosos instrumentos,
Y derribaron dos ó tres bileras
De indios de hermosos ornamentos;
Los vivos viéndolos allí tendidos
Quedaron poco menos que vencidos.

» Quien cerca se halló de la ruïna
Paró como pasmado de confuso,
Pero ninguno dellos adevina
Qué viento huracán los descompuso;
Por los que no los vieron se camina
Adonde el español está recluso ;
Intentan de subir, y en las subidas
Pocos se retiraron con las vidas.

»Ansí como voraces tiburones,
De cortadores dientes preparados,
Que pocos causan grandes confusiones
En espeso cardumen de pescados;
Y hieren, cortan, parten à montones
Mucho mas que cuchillos afilados,
En los cuales marinos movimientos
Dos pueden mucho mas que setecientos
>>Ansí los que mandaban las espadas
A pocos atrevidos dejan sanos,
Hiriendo con terribles cuchilladas
A los que se hallaron mas cercanos:
Derribanse cabezas y quijadas,
Córtanse piernas, piés, brazos y manos,
Cercénanse los huesos de canillas
Los pescuezos, las barbas y mejillas.

» Y cuanta sangre mas se derramaba, Tanto mas el coraje se encendia; De nuestra gente mucha peleaba, Y mucha mas por horas acudia : El dia ya sus cursos acababa, La noche tenebrosa se venia, Cansados los heridos y los buenos, Y los cercados ya ni mas ni menos. »Aunque mil veces van al flaco muro, Uno ni ningun palo le quitaron, Menos á él llegar pudo seguro Ninguno de los muchos que Hegaron; Finalmente, que todos con escuro, Del cercado crüel se retiraron, Para volver a nuestra pesadumbre Cuando febeo rostro diese lumbre.

Quitados los escuros embarazos Con resplandor del sol recién venido, Henchimos cantidad de calabazos Vuelta ceniza con agi molido; Porque si les hiciésemos pedazos, Volados al lugar fortalecido, Los polvos que tocasen las narices Pudiesen menealles las cervices; >Reconocido por negocio cierto, Que con la fuerza de los estornudos No ternia vigor el mas esperto Para se reparar con los escudos; Y ansí podrian dar en descubierto Las flechas y los jáculos agudos, Porque tales industrias son ardides De que caribes usan en sus lides.

» En este parecer determinados, Hecha de muchedumbre viva rueda, Teníamos los vuestros rodeados Como cories en el arboleda : Vuelan los calabazos, y quebrados Dentro se levantó gran polvareda; Todos en estornudos son iguales, No siendo salutíferas señales.

>> Por entre palos hacen buen empleo Los que quieren estar con advertencia; Pues cuando de los cuerpos hay meneo, Impelidos de aquella violencia, Los bárbaros cumplian el deseo Que daba prontitud y diligencia, Para poder encaminar la flecha Donde con harto daño se desecha.

D

» El breve batallon anda turbado,
Unos heridos, otros ya sin vida;
Quitamos luego palos del cercado,
Por donde se metió tal avenida
Que ningun español hallaba vado,
Remedio, ni esperanza de huida;
Solos diez alentados de buen brio
Por defensa tomaron un bubio.

>>Pareciónos tenellos en pihuelas,
Y dado fin á la cruel reyerta;
Mas ellos con espadas y rodelas
Defienden el entrada de la puerta :
Cortan á tantos las vitales telas,
Que huellan todos sobre gente muerta;
Arana y maestre Joan, un cirujano,
A quien alcanzan no lo dejan sano.

»Viendo pues tantos indios en el fuerte Que de vivir quitaban esperanza, Jugaron ambos la postrera suerte, Acrecentando siempre la matanza : En tal manera ya, que de su muerte Tomaron antes della la venganza, Encaminando sus crüeles manos A los que se mostraban mas lozanos.

» Viendo Quarionex, señor segundo, En sus vasallos flacos movimientos, Les dijo: «no vivais mas en el mundo, » Soeces y de bajos pensamientos, »Pues me sacais los pejes del profundo » Y las aves que vuelan por los vientos, » Y agora solos dos mancos y tuertos » Se quedan vivos y vosotros muertos.> » Oyéndolo sus gentes, de corridas Procuraron mostrarse con ventaja; Y ansí por acabar las tristes vidas De aquellos por quien tanto se trabaja, Tiraron muchas flechas encendidas Para quemar la casa que es de paja, La cual, como tuviese flacas ramas, Consumieron en breve vivas llamas.

>>Ardor de valentía se mitiga
Porque desconfianza los ligaba;
Impetuosa llama y enemiga,
Los bajos y los altos ocupaba :
Calor intolerable los fatiga,
El fumoso vapor los abogaba;
Eso me da lo flaco que lo fuerte,
No tenia que ver sino la muerte.

» Como nos acontece si cazando
Cercamos las zavanas en el fuego,
Que lo que aquí y allí se va juntando,
Y varios animales salen luego
Algun lugar seguro rebuscando,
Uno medio quemado y otro ciego,
Y adonde quiera halla cazadores,
Opuestas llamas, humos y calores;

»ADsí los tristes desaventurados
Las puertas del vivir tienen cerradas,
Pues se vian de fuego rodeados,
Por indios las salidas ocupadas ;
Y ansí cayeron todos chamuscados,
De flechas las entrañas traspasadas,
Y aun en los cuerpos ya sin sentimiento
No cesaban castigos y escarmiento.

>Con esto dimos fin à la revuelta
Y concluimos toda la jornada,
Muerta de nuestra gente la mas suelta,
Y la que quedó vida lastimada:
Enterramos los nuestros, y á la vuelta
A Diana ballamos ahorcada,
Que viendo de los vuestros la caida
No quiso sin su vida tener vida.

» El vivo finalmente, y el difunto,
Ha metido las manos en la masa,
El poder de la isla vino junto
Sin señalarse número ni tasa ;
Y aquesta es sin esceder un punto
La cierta relacion de lo que pasa,
No los querais vengar, pues está claro
Que cada cual nos cuesta harto caro. »
Oidos los sucesos inhumanos,

No dichos por semejas ni barruntos,
Sino por quien metió los piés y manos
Relatando la guerra por sus puntos,
Hicieron diligencias de cristianos,
Que fué rogar á Dios por los difuntos;
Y en el lugar do fueron descompuestos
Pusieron cuatro versos, que son estos :
Hæc Crux ostendit fædatum sanguine litus
Gentis, quæ ignotos primum migravit ad Indos,
Sæpe preces longas pro victis fundite, namque
Unius ob noxam cunctos mala fata tulerunt.
Este lugar adornó

Aquesta cruz soberana,
Porque aquí se derramó
La primer sangre cristiana
Que al nuevo mundo pasó.

Con oracion, con ayuno, Sé por ellos importuno, Y con piadosos modos; Pues por la culpa de uno Aquí perecieron todos.

ELEGIA III.

A la muerte de FRANCISCO BOVADILLA, donde ansimismo se cuenta cómo Colon continuó su descubrimiento, con otras muchas cosas que sucedieron en aquella sazon. CANTO PRIMERO.

Engrandezca Melpomene su llanto
Con discursos de mas calamidades,
Alentando mi voz y ronco canto
En otra multitud de variedades ;
Aunque no cantaremos tanto cuanto
Han menester particularidades,
Solamente daremos orden cómo
Se digan las que fueren de mas tomo.
Hecho pues por Colon el sentimiento
Que á los amigos muertos se debia,
Luego determinó buscar asiento
Donde poner la gente que traia:
Las velas manda dar al manso viento,
Por la banda del norte hace via,
Hasta tauto que vió lugar decente,
Do sacó los ganados y la gente.

Puerto seguro fué donde procura
Largar las anclas y amainar la vela,
De buenas playas y cabal fondura
Para nave mayor que carabela ;
Por entonces allí hacen cultura
De ciudad que llamaron Isabela,

A la contemplacion que el nombre muestra
Por Isabel la santa reina nuestra.

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Luego nombró de la mayor nobleza
Para regir personas fidedinas
Y vista desta isla la grandeza,
Dió tierras á las gentes peregrinas :
En el Cibao hizo fortaleza

Para los que labrasen en sus minas,
Dicha Santo Tomás, porque creyeron
Habellas desque ya los ojos vieron.

Mandándole que dellas no se quite,
Para la defension de sus partidos,
Al alcaide don Pedro Margarite
Con cincuenta soldados escogidos;
Y que para labrallas ejercite
Indios en tales usos instruidos,

Los cuales y ansimismo gente nuestra
Cada dia sacaban mejor muestra.

Todo lo necesario se les lleva
Para desentrañar estos veneros,
Y hecha dellos conviniente prueba,
A nuestros reyes hizo mensajeros ;
Un Pedro Gorvalán llevó la nueva
Con cantidad crecida de dineros:
Muéstranse favorables y propicios
A tan heróicos hechos y servicios.

Acabados de dar estos asientos,
El Hércules insine y animoso
Tomó de sus soldados los doscientos,
Consorcio principal y valeroso
Para continuar descubrimientos,
Pareciéndole mal mucho reposo;
Y para gobernar las demás gentes
Quedaron sus hermanos por tinientes.
Apartado Colon destos lugares,
Todos los españoles que quedaban
En sus repartimientos de solares
Con un vivo fervor edificaban,
No sin graves pasiones y pesares
De los indios, que todo lo notaban;
Los cuales, viendo cosa tan de veras,
Dieron en no hacer sus sementeras.

A lo cual estas gentes conmovian,
Porque faltándoles mantenimientos,
Ansí los que de España se traian
Como los que ellos daban por momentos,
Los nuestros moririan ó se irian,
Viendo que perecian de hambrientos;
Y ansí, por aflojar en su cultura,
Sobre todos cayó la desventura.

Porque los alimentos consumidos
Que de nuestra nacion por mar venian,
Para ser de los otros socorridos
Los nuestros á los indios acudian;
Los cuales, por estar desproveidos,
De pestilencíal hambre perecian.
Qué palabras serán aquí bastantes
Para decir miserias semejantes?

Pues á cualquiera parte donde fueres
Hallarás por los campos divertidos
Hambrientos los maridos sin mujeres,
Las mujeres hambrientas sin maridos,
Los hijos sin regalo, sin placeres,
De paternal regazo despedidos,
Chupados, consumidos, y de suerte
Que eran propio retrato de la muerte.
Bien como las abejas en enjambre
Vagaban, olvidados sus asientos;
Sin alimento fresco ni fiambre,
Sin sentido, sin fuerzas, sin alientos:
At fin, debilitados de la hambre,
Caian de quinientos en quinientos,
Tendidos por los campos y riberas
Por cebo de las aves carniceras.

No hizo mortandad tan gran cadena
En la ferocidad del rey Atila,
Ni tanta por los campos de Ravena,
Gente que España y Francia recopila,
Ni turco por Belgrado ni Viena,
Cuando sus moradores aniquila,

Ni del gran Taborlán la brava hueste,
Cuantas aquí causó tan grave peste.

Pueblos pudieras ver sin moradores, Que todos los dejaban y huian; Intolerables eran los hedores Que purísimos aires corrompian; Y ansimismo los nuevos pobladores No menos desventuras padecian, Pues sus mejores ratos y mas ciertos Era hacer fosados para muertos.

Allí los arrojaban á montones, Juntos los principales y notables. ¡Oh cuántas quejas, cuántas maldiciones Sonaban en la furia destos males, Abominando todos los Colones, Por les hacer dejar sus naturales! En tratos, en palabras, en figura De hambre cada cual era pintura.

Traian los cabellos erizados,
Los ojos en las cuencas muy metidos,
Los labios en color amortiguados,
Los dientes descarnados, carcomidos:
Los cueros á los huesos van pegados,
De pálido color como teñidos;
Sin ninguna cubierta las eslillas,
Y claras y patentes las costillas.

Otros hubo tan gordos de hipatos
Como si prometieran nuevos partos,
Comiendo hasta suelas de zapatos
Con el grande hervor de verse hartos;
Y consumidos ya perros y gatos,
Daban tras las culebras y lagartos;
Sumos regalos eran los cories,
Hutias, mohuiyes y quemies.

Al tiempo que lo tal acontecia
En el lugar que tengo referido,
Don Pedro Margarite padecia
No menos confusion en su partido;
Pues de la poca gente que tenia
Las dos partes habian perecido,
Y créese por vello desta suerte
Que le pudieran indios dar la muerte.

Pues para defension no son cabales
En tiempo tenebroso ni con lumbre,
Mas dióle gran seguro destos males
Su buena condicion y su costumbre:
En ser bien quisto destos naturales
A quien no consintió dar pesadumbre,
Pues viendo que comida no tenian,
No les importunaban, ni pedian.

Pero viéndolo tan enflaquecido,
Secas y consumidas las mejillas,
Un indio principal, de comedido,
Le presentó dos vivas tortolillas;
Mostrósele muy bien agradecido,
Dando por recompensa mil cosillas;
El indio no las dió con tal intento,
Mas en efeto se volvió contento.

Viendo las pajarillas y presente,
Entre tanto que Dios mas proveyese,
Fué muy importunado de su gente
Las mandase matar y las comiese,
Y que se holgarian grandemente
De que por ellos esto se hiciese,
Pues era poco cebo para uno
Y para tantos menos que ninguno.

En esta tempestad que tantos doma
El mosén Pedro dijo como bueno,
<< Pues todos padecemos la carcoma,
No es justo proveer un solo seno,
Y que mireis vosotros, y yo coma,
Y esteis todos vacíos é yo lleno.>
E luego por un término galano
Soltó las tortolillas de la mano.

No van las tortolillas al desgaire
Estendiendo sus alas por los vientos,
Antes con lijerísimo donaire
Volaron y dejaronlos hambrientos;
Y todos con los papos llenos de aire
Quedaron como hartos y contentos,
Encareciendo de comun sentencia
Su valor, su virtud y su prudencia.

Entre las otras cosas sucedidas
Donde estaban las otras compañías,
Flacas, atribuladas y afligidas,
Con hambre de gran número de dias,
Un hombre padeció graves heridas
Dadas por un mancebo, Miguel Diaz,
El cual tuvo por bien, visto su cargo,
Hacerse por los montes á lo largo.
Huyendo por aqueste desatino
La pena del delito recelando,
Por tierras nunca vistas peregrino
De gentes enemigas confiando,
A la parte de sur hizo camino
Isla de mar á mar atravesando,
Adonde halló gente mas lucida,
Muy sana y abundante de comida.

Por las orillas va de fresco rio,
Bien puesta poblacion y populosa,
De cierta mujer es el señorio
No menos avisada que hermosa :
Parecióle ya grande desvario
Jornada tan al claro peligrosa;
Pero viéndose dentro de la danza,
Destos salvajes hizo confianza.

La bambre lo sacó de la montaña,
Cuyos estremos son muy atrevidos,
Los indios de ver cosa tan estraña
A gran admiracion son conmovidos:
Con señales de paz los desengaña,
Y con grandes suspiros y gemidos,
Haciendo conocer por los meneos
Su gran necesidad y sus deseos.

Los indios lo bajaron de aquel viso
No sin alborotada compañía,
Deseando del tal tener aviso
Si viene contra ellos por espía;
Diéronle de comer como lo quiso,
Cosa que bien al caso le hacia,
Y con el gran rumor que se publica
Lleváronlo delante la cacica.

El cual, con una muestra mesurada,
Por señas ofrecia su servicio,
Y es cierto que después de su llegada
En estas gentes hubo gran bullicio;
Porque por ser presea señalada
Quisieran hacer della sacrificio;
Pero la dicha reina destas gentes
Mirábalo con ojos diferentes.

Pues con gran aficion de su captivo Juzgaba por pesado desconcierto Matar al miserable fugitivo

Que viene por hallar seguro puerto;
Y deseaba mas gozallo vivo

Que por sus santuarios vello muerto;
Es mozo, gentil hombre, desbarbado,
Y ansi quiso tomallo por criado.

Favorecia mucho su partido,
Y libre ya del mal que represento,
Mostróle por semblante conocido
Su muy libidinoso pensamiento;
Finalmente, tomólo por marido,
Y celebró con él su casamiento,
Y el tiempo que duró peregrinando
En ella y en sus tierras tuvo mando.
Díjole que hiciese paz y guerra
De preseas, riquezas y tesoro,
Descubrióle secretos de la tierra
Y entre ellos caudalosas minas de oro;
Notaba de los llanos y la sierra
Su gran fertilidad y su decoro,
Y el dicho Miguel Diaz grandemente
Deseaba traer allí su gente.

En aprender vocablos cada dia
Vivia con grandisimo cuidado,
Ella con gran regalo le servia,
Y fué por su respeto respetado;
Mas aunque por estremo la queria
Deseaba salir de mal estado,
Y de tan gran grandeza dar noticia
Con alcanzar perdon de la justicia

Andando pues con este presupuesto
Buscaba coyunturas y sazones
Para por algun modo bien compuesto
A la india decir sus intenciones;
Ella que via bien su triste gesto,
Le dijo: «si valiesen mis razones,
Grande deseo tengo que me digas
La causa de tus penas y fatigas. >

El Miguel Diaz dijo: «pues, señora,
Mi tristeza teneis tan conocida,
Yo conozco que sois merecedora
De príncipes, y dellos ser servida;
Pero Miguel cristiano, Haxa mora,
Entrambos juntos hacen mala vida,
Es menester que cumplas mi deseo
Creyendo firmemente lo que creo.»

Ella le dijo: « luego se concluya
Aquello que, señor, por bien tuvieres,
Para que tu salud no se destruya,
Y de mi voluntad no desesperes
Creyendo ser ajena de la tuya;
No queriendo yo mas de lo que quieres,
A ti cumple decirme de qué suerte,
Que yo te seguiré hasta la muerte.

«El efeto tenemos entre manos,
Si quisieres mostrarte diligente
En ir á llamar luego tus hermanos
Llevando compañía de mi gente;
Porque teniéndolos aquí cercanos
Yo los sustentaré bastantemente,
Que bien sé cómo viven y sus modos,
Y cómo ya de hambre mueren todos.»
Pues como la cacica respondia
Con lo que Miguel Diaz tiene gana,
Semejantes palabras le deeia
Con rostro y aparencia cortesana :
¿Cuándo podré servir, señora mía,
Oferta de merced tan soberana ?
De mas de que la vida que sostengo
Es vuestra, pues que yo por vos la tengo.
» Quiero cumplir aquese mandamiento
Para poder gozar merced tan llena,
Que yo sé que vernán en el momento,
Y todos lo ternán á dicha buena;
Con ellos no terné detenimiento
Por me tirar acá de la cadena.>>
La india se bolgó de la respuesta,
Y mucha gente hizo luego presta.
Aderezóse buen matalotaje
De joyas y preseas, ricos dones,
Por ablandar la furia y el coraje
Que contra él tenian los Colones;
Púsose con los indios en viaje

No sin dolor de entrambos corazones,
Y como fué por via bien guiada,
En pocos dias hizo la jornada.

Con escuro llegó como discreto,
Y atrás dejando gente que llevaba,
A tales intenciones va sujeto
De primero saber lo que pasaba ;
Y aquel con quien trató de su secreto
Cualquiera sinsabor aseguraba,
Porque su contendor estaba sano
Y sin necesidad de cirujano.

Destos negocios bien asegurado
Y cierto de la vida del paciente,
Luego se vió con el adelantado
Bartolomé, caudillo desta gente;
Que como de su casa fué criado,
Fué luego perdonado blandamente,
Y hizo, dando fin á novedades,
Entre los enemigos amistades.

Hechas aquestas cosas, otro dia
Que después desta noche fué siguiente
Llegó la gran caterva que traia
Con el necesarísimo presente:
Alentóse la triste compañía

Con muestra de comida tan patente,
Al Miguel Diaz dueñas y varones
Echaban un millon de bendiciones.

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