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Madrid y Diciembre 3 de 1647.

(Tom 129, fól, 985.)

Pax Christi, &c. Padre mio: lo que hay de nuevo es que el marqués de Aytona tuvo un encuentro con don Antonio de la Torre, su auditor y proveedor del ejército. Este caballero era eclesiástico y del hábito. Dicen era oidor de Granada, que le habia hecho alcalde de Córte, y habia enviado á Roma por caballeratos y á sacar alguna pension sobre la renta que tenia. Esto supuesto el marqués le dió órden que del pan que tenia para la provision del ejército diese 500 fanegas á unas monjas. Díjole que no lo podia hacer sin órden de S. M. El dia siguiente le preguntó si habia dado el trigo que le habia mandado. Respondió lo mismo, que sin órden de S. M. no lo podia dar. Díjole el marqués que era un bachiller, y que hiciese lo que le mandaba. Afirmóse en lo dicho. El marqués le dijo era un pícaro, y que lo diese. Dicen respondió: «no lo soy, y eso es mentira.» Otros dicen no fué esto último tan claro. A esto el marqués echó mano á la espada y le dió de cintarazos, diciendo: «prendan ese loco.» Fué llevado al castillo de Lérida preso. El marqués escribió á S. M. el caso, y dijo quedaba haciendo la averiguacion. El preso tambien escribió dando cuenta de lo sucedido. Dicen que cuando lo supieron los deudos del marqués, tuvieron junta, y que se habia en ella resuelto le avisasen le despachase, porque de otra suerte quedaría cargado, y viniendo el pleito acá se libraria el don Antonio. Estas cartas con esta resolucion llegaron antes que las de S. M., con lo cual el de Aytona envió al gobernador de Fraga, con órden de que dentro de cuatro horas, como llegase á Lérida, le cortase la

cabeza. Fué el gobernador al castillo, y entró donde estaba el don Antonio de Torres. Preguntóle como le iba; dijo que cansado de la prision y esperando el correo de Madrid. Pues no lo espereis, le dijo el gobernador, que solo teneis cuatro horas de vida. Respondióle don Antonio: «y ¿no serán seis siquiera? Díjole que no, que traia órden que dentro de cuatro horas le hiciese degollar. Con esto, con muy buen semblante, dijo le trajesen dos PP. de la Compañía, y se confesó y dispuso, y al tiempo señalado le cortaron la cabeza. Estuvo tan en sí y con tanto valor, que admiró á los que se hallaron presentes.

De allí á dos dias llegaron las cartas de S. M., en que mandaba, unos dicen se hiciese averiguacion y se remitiese aquí; otros que se hiciese averiguacion, se sentenciase y se le admitiese la apelacion. Luego llegó aviso de la resolucion de Aytona aquí, y ha parecido mal, que habiendo dado cuenta á S. M. del caso, él obrase absolutamente, y es indicio de ello el que S. M. ha mandado se remita á un oidor á hacer la informacion, y señalado nueve jueces para que, vista, juzguen la accion de Aytona: tres de Consejo Real; tres de Guerra, y tres de EstadoEsto queda en este estado."

Algunos quieren decir estaban Aytona y el de Mortara desazonados con él, porque avisaba lo que por allá se hacia á S. M., y que estando el ejército con todo lo necesario, no se obraba ni se hacia cosa de importancia. Esto se dice, la causa principal es la dicha. El de Aytona dicen ha enviado por absolucion al señor Nuncio; mucho le ha de atrasar este suceso.

S. M. tuvo el otro dia una fiesta de montería; hallóse en ella la señora Infanta y damas; fué muy entretenida y se volvieron luego á Madrid.

Aquí se hace tres dias de fiesta á San Francisco Javier; uno la Casa, otro que, es hoy, la señora duquesa de Osuna;

el tercero dia hace la fiesta un caballero de la órden de Santiago, devoto del santo.

No se ofrece otra cosa de que avisar á V. R. á quien nuestro Señor guarde y dé la salud que desco. Madrid y Diciembre 3 de 1647-Sebastian Gonzalez. Al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús en Sevilla.

Milan y Diciembre 31 de 1647.

(Tom. 129, fól. 798.)

Copia de una carta del Condestable á S. M.

En mis últimos despachos dí cuenta á V. M. de haber dejado este gobierno, conforme á sus reales órdenes, al conde de Haro, y que se habia resuelto, con asistencia del embajador de Génova, socorrer á Sabioneda con víveres y municiones, teniéndola el enemigo abrasada con los cuarteles de sus tropas. Túvose, por operacion fácil, juzgando que la gente de franceses y del duque de Módena no era capaz de impedir el fin de los ministros de Italia y Alemania, persuadiéndose á que las tropas dichas no eran en la calidad y número de porte que pudiesen dejar de echarse del Estado. Han hecho sumas instancias para que se obre, facilitando de lejos lo que se ha reconocido en el acto práctico. Siempre, señor, tuve el mismo deseo, y lo voté en Pavía, habiéndome ordenado el conde de Haro y D. Antonio Ronquillo asistiese á la junta que allí se hizo, en que se hallaron para este fin, no solo las dificultades. ordinarias de la guerra, con tanta falta de medios, sino las que trac consigo un país tan impracticable de pisar en el invierno, y la constitucion del tiempo.

Encaminóse el ejército á Cremona en número de 3.300 infantes de pelea, y 2.500 caballos, habiendo dejado muy poca gente en las plazas de esta frontera, y aventurando á que se entrase el príncipe Tomás, que aun hoy está retirado.

Habiendo doblado la gente en Cremona, tuvo aviso D. Antonio Ronquillo, (que ha encaminado, como no es creible, á mi hijo, aun desde aquí, no habiendo por su enfermedad pasado á Cremona) como el rey de Francia habia pedido paso á la república de Génova para embarcar sobre su armada las tropas del Cremonés en el golfo de la Especia (Speccia) donde le esperaban los bajeles. Esto mismo nos obligó, y muchas cartas de Génova que avisaron se habia concedido en el Consejo, á procurar seguir lo comenzado con toda prisa, porque habiéndose de encaminar la armada naval á Nápoles, no llevase estos regimientos, que son los mejores que tiene la Francia, y reliquias de la operacion de Orbitelo, en que tanta fuerza puso al cardenal Mazarino.

Pública es en Génova esta verdad, porque en el Consellete se propuso, y quedó por auto concedido, el paso que franceses pedian con suma dificultad. Escribe el conde de Haro pasó la artillería hasta acercarse al enemigo, y marchó derecho á Sabioneda, intentando ocupar á Riberol, lugar cerrado del príncipe de Roselo, donde el enemigo se juntó antes con mas infantería que nosotros, y algo menos caballería, dejando 2.000 milicianos en Casalmayor. Siguió nuestro ejército la marcha, y á dos dias continuos fué peleando con el enemigo, y siempre llevando franceses, gracias á Dios, la peor parte.

A los 27 de este nos cargó despues de mediodia, y aquella noche quedó uno y otro ejército en batalla; el del enemigo al calor de Cividal, y este al de Bezolo, y con resolucion de pelear el dia siguiente, porque no ocupase el

TOMO XIX.

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conde de Haro á San Martin de Bezolo, en que consistia el socorro de la plaza.

Dia 28 se esperó hasta dos horas del dia á ver lo que el enemigo intentaba, y se estuvo quedo el ejército hasta que se encaminó la marcha á San Martin. Luego que nos movimos avanzó y presentó la batalla, empezando á pelear con grande resolucion. Duró el combate cinco horas, y con tan buena dicha nuestra que se le degollaron 600 hombres, de verdad, como se ha visto y muestra la cantidad de armas que dejaron en la campaña. Retiróse en huida con el beneficio de no traer bagaje, dejando 300 prisioneros, sin que por venir la noche se dejase seguir el alcance ni lo impidiese lo trabajoso del terreno, y no haber comido en tres dias la caballería, ni haber tenido en dos la infantería pan de municion.

Metióse el enemigo en Cividal, habiendo huido antes que todos con suma ignominia á aquel cuartel el duque de Módena, que se halló en la faccion. Los heridos del enemigo no pueden dejar de ser muchos, como lo muestra la cantidad de muertos y lo dicen las partidas de caballería que reconocieron la huida, y aquella noche y la mañana siguiente la campaña. Tuvimos ganada la artillería que no se pudo retirar antes que la cobrasen y la desfilasen por su retaguardia. De nuestra parte se descubrieron aquella noche 100 heridos y 60 muertos. El conde de Haro ha procedido como criado de V. M.; siempre asistió en la frente de los ataques, y bien lo muestra', pues de la compañía de la guardia de arcabuceros que le seguia, quedaron heridos mas de 30 hombres, habiéndose quedado para convoyarme á Génova de los demas solo 14 sanos.

Doy á V. M. la norabuena, y espero que si el enemigo ve socorrida á Sabioneda ha de dejar á Casalmayor, y que si el tiempo da lugar y el estado nos ayuda, aunque sea despues de ocho meses de campaña en que la infantería

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