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al cerco de Perpiñan con tres caballos cada uno, sustentados á su costa 40 dias; despues que él los sustentará, porque cree que será el tiempo del socorro ó de la entrega.

Váse trazando el socorro, porque el camino de tierra, que es el mejor, está cortado de partes en partes, estacadas de punta para mancar los caballos; en tres partes trincherones y artillería. Todos dicen es cosa muy dificultosa. El otro por el Urgel y Puigcerdá es malísimo. El de mar no lo está menos, porque el armada enemiga, aunque quedó muy mal parada y peor que la nuestra, está en Barcelona, al paso. La nuestra en Mahon, puerto de Menorca, reparándose harto mal tratada. Tambien han llegado ya 28 galeras de Italia. El enemigo no tiene sino 16; las nuestras son cerca de 40; pero para la caballería que es menester llevar no bastan. Los galeones no tienen viento estos meses; así que milagrosamente ha de ser este socorro y á puro valor y oraciones. No hay sino misas y oraciones, que en esto nos va todo.

Hay tambien otra diferencia. Los capitanes dicen que es mejor vaya todo el ejército junto á Rosellon. El conde es de parecer que una parte del ejército vaya á Lérida y llamar al enemigo, y la otra parte al socorro. Ahora se altera la dificultad: el Señor nos alumbre y favorezca, y guarde á V. R.»

Hasta aquí la carta del P. Baltasar. De lo de por acá hay poco que decir á V. R.; todo es muertes y mas muertes, ocasionadas de la libertad de los soldados, que como no hay castigo ejecutivo, tienen atrevimientos terribles. No hay quien se atreva á venir á vender pan, &c., pues el riesgo dellos, que es menos, es quitárselo y á veces con ello la vida. Júntase á esto el miedo de la baja de la moneda, con lo cual se padece con ser el año, á Dios gracias, muy bueno por acá.

La Reina nuestra señora gobierna con el acierto y cui

dado y apacibilidad que jamás se ha visto; tiénelos á todos admirados su silencio hasta ahora; y su caudal, despues que maneja negocios, es grande sobremanera, y si las cosas hubieran corrido por su mano, creo estuvieran mejo→ radísimas de lo que hoy están.

De Flandes vino el ordinario. Avisan con él habian dado los suecos una rota á los imperiales, cuyo general era un hermano del duque de Sajonia, hereje. Corrió voz era muy grande, y que se habia destrozado el ejército imperial. Lo cierto es que al embajador de Alemania le avisan lo puntual, y dicen fueron los muertos de los imperiales 800; los demas huyeron. Envió luego el Emperador al conde Picolomini por general con nuevas tropas; con ellas y las que ha recogido de las del hermano del de Sajonia se va acercando á los suecos, cuyo ejército, segun se avisa con la buena diligencia de Picolomini, es mas numeroso que el de los enemigos, y el general de quien puede hacer mas confianza el Sajon murió de las heridas que le dieron en la refriega.

D. Francisco de Melo viendo salian los holandeses en campaña reforzó las tropas del general Bec, y dejóle á vista de las fronteras de Francia para su opósito; con las demas y la gente del de Fontana se encaminó á vista de los holandeses, y sientiéndole cerca volvieron las espaldas y se metieron la tierra dentro, dejándole libre la campaña. Los vaymareses y el de Ancurt (Harcourt), francés, que tenia otro ejército del rey de Francia, pretendian juntarse á los vaymareses; venian siguiendo á Ansfelt, y las tropas del duque de Baviera y arzobispo de Colonia; al opósito de los franceses estaba D. Francisco de Melo con su gente.

Avisan con el correo que los cuatro ejércitos estaban á distancia de una legua los unos de los otros, y se entendia vendrian pronto á las manos.

Despues que el correo vino ha corrido voz de que don

Francisco de Melo habia dado otra rota á los franceses mayor que la pasada. El original desto es un asentista portugués de los mas ricos de Madrid. Dicen le vino el aviso de Francia; con todo eso no se da crédito hasta que haya original mas cierto.

El conde de Aguilar escribe de Tarragona en contra de lo que dice en la suya el P. Gracian, si bien no tiene aviso del duque de Ciudad-Real. Dice lo primero, que ni la armada francesa está en Barcelona ni la nuestra en Mahon, y que ni de la una ni de la otra se sabe cosa alguna con certidumbre. Que esto le avisan espías de Barcelona, y conforma con el dicho de otros de los nuestros que vienen de allá, y que lo que tienen por mas cierto es que nuestra armada iba siguiendo la de Francia.

Añade á esto por dias, como se habian oido en el mar grande ruido de tiros de artillería, y que con el viento cerca de Tarragona habian llegado muchos cuerpos muertos, járcias de bajeles rotos, tablas y ropa, que sacados y reconocidos parecian de franceses, con que se persuadia tenia fundamento lo que le habian dicho los soldados y espías de Barcelona, y que á no ser esto en esta conformidad ya el de Ciudad-Real le hubiera enviado aviso si estuviera, como se dice, en Mahon; mas que no obstante esto hasta que hubiese aviso suyo no se podia con puntualidad asegurar nada.

Por haber estado indispuesto no he escrito á V. R., y esta se ha escrito en dos ó tres dias que he estado menos malo. V. R. perdone y me mande. Hoy remito unas relaciones; la del P. Crespo no ha salido; cuando saliere tendré cuidado de remitirla á V. R., á quien Dios guarde, como deseo. De Madrid y Agosto 6 de 1642.-Sebastian Gonzalez. Al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús, en Sevilla.

Madrid y Agosto 19 de 1642.

(Tom. 90, fól. 512.)

Pax Christi, &c. Llegó antes de ayer correo de Flandes; con él avisan como la Reina madre murió en Colonia, tan pobre que las hachas que llevaban los religiosos en el entierro eran á su costa. Teníala muy gastada y empeñada lo que habia hecho sustentando su familia, sin tener ningun príncipe que le diese para este efecto cosa considerable de pension. De las pocas joyas que le habian quedado testó; mandó se diese una al rey de Francia; otra al duque de Orliens; otra á la reina de España, y á la de Inglaterra y Saboya otra á cada una. Administrole el Viático el nuncio de Su Santidad, que reside en Colonia, y mandó la Reina le diesen tal joya determinadamente para Su Santidad, y díjole el Nuncio que aquel era buen tiempo para olvidar sentimientos y perdonar injurias; que S. M. en muestra desto mandase dar alguna joya al cardenal de Rocheliu, y respondió que ella le perdonaba de todo corazon, porque Dios la perdonase á ella, mas que dejarle nada no lo pensaba hacer; que no queria autorizar con tal hecho en el mundo los malos consejos que el cardenal de Rocheliu habia dado al Rey, su hijo.

Con ocasion de la enfermedad del cardenal Rocheliu se iba ya introduciendo en la privacía con el Rey un conde francés, que le asistia de ordinario. Este. y otros desean poder dar al traste con Rocheliu y con sus validos. Entre los que andaban en este trato eran el duque de Orliens, hermano del Rey, el duque de Bullon, y otros. Resucitó Rocheliu, y sabido el caso dispuso las cosas de suerte que hoy está el tal conde, que deseaba entrar en la privacía,

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preso; el de Orliens pidió perdon al Rey, y perdonóle con condicion de que no estuviese en Francia ni Saboya. Háse ido á Nancy, principal ciudad de Lorena; allí le da el Rey cierta cantidad para su sustento. Su estado le han confiscado para la corona Real. Al de Bullon le armaron con grande sutileza la trampa para que cayese en ella. Estaba en su tierra, y enviárople patente de general del rey de Francia en Italia. Fué á tomar la posesion del oficio, y en entrando en Casal el gobernador dél, que estaba prevenido, le prendió y le remitió á Paris, donde dicen hay otros mas presos que eran sabedores del caso. El Rey cuando al principio lo entendió, al punto se fué á Paris, y le siguió el Cardenal en una silla de manos, por no poder ir de otra suerte, por estar medio podrido de sus apostemas. Con la ida del Rey se quietó la ciudad, que estaba desasosegada con estas novedades, y Rochelių tendió sus redes y cogió algunos que pagaran con la vida la culpa que tuvieron, si es que la hay.

Entre otros motivos que debe de haber tenido el Rocheliu para la prision del duque de Bullon es cogerle á Sedan, ciudad imperial y feudo suyo muy fuerte, que está en los confines de los paises de Flandes y alinda con Francia, donde hicieron los mal contentos del gobierno de Francia plaza de armas contra el Rocheliu. Apenas se tuvo la noticia en Paris de la prision del duque de Bullon, cuando el conde de Ancurt (Harcourt) se puso sobre ella. La madre del Duque se huyó á Flandes, dejando bien presidiada la plaza, y avisó á D. Francisco de Melo del estado en que quedaba aquella ciudad. D. Francisco con su gente se encaminó á Sedan, y el de Ancurt (Harcourt) alzó el sitio y se retiró adentro de la Picardía. De allí fué Melo á juntarse con Bec, que tiene otro trozo de ejército de S. M., y se entiende los dos entrarán en Francia ó intentarán alguna faccion de importancia. Para el aliento de los soldados fal

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