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lacio gritando: «¡ Viva el Rey nuestro señor de España !»> subieron las escaleras dando muchas voces en los corredores, y S. E. envió al capitan de su guardia y á otros ministros para que les persuadiesen á volverse; pero no los pudo persuadir, antes creció el fuego de manera que su Excelencia les hizo gracia de quitar la gabela de la fruta, y aunque salió un escrito, pidieron se firmase en el Colateral (1). Tampoco quisieron quietarse y con mayor ímpetu comenzaron á romper las puertas del aposento de S. E. y desarmaron la guardia tudesca, y lo atropellaron todo, y rompiendo puertas fueron entrando y arrojando por las ventanas sillas de terciopelo y cuanto topaban. En esto pareció para remediar algo que S. E. se asomase á un balcon, y se dejase ver de la otra parte del pueblo, que estaba dando voces en la plaza, y S. E. se asomó y desde el balcon les hizo gracia de la gabela de la fruta. Pidiéronle despues la de la harina, y tambien la concedió; pero no por esto cesó el motin de los que rompian el Palacio, con haberles tocado la trompeta de S. E. los ministros y caballeros que estaban en el último aposento. Rompiendo por último la lería, S. E. abrió una puerta y la volvió á cerrar, y se bajó solo y sin sombrero y con estupendo valor se arrojó en la plaza en medio del pueblo, y pasó el peligro que se puede entender de gente tan impía, hasta que arrojándoles algunas doblas y amparado de pocos caballeros, pudo entrar en San Francisco de Paula, de donde se salió solo y disfrazado por una puerta de un jardin pequeña, pegado al de los frailes, y se subió al castillo de San Telmo. La plebe cercó el convento, y por la parte de la Soledad rompieron una puerta del jardin que estaba murada, y como no hallaron al Duque, volvieron á apedrear el cuerpo de guardia español, si bien (loado sea Dios) sucedieron pocas

(1) Consejo, así llamado en el reino de Nápoles.

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desgracias, porque no dicen hubo mas de dos muertos.

En este tiempo tambien la señora Duquesa por divertir al motin echó dineros por la parte de las Caballerizas, y se salió con sus hijos, y se metió en Castil Novo, y aquella noche bajó S. E. á consolarla, y se quedó en el dicho castillo, adonde se están ahora, y los ministros en sus casas y con sus mujeres. Otras personas se retiraron á los tres castillos de esta ciudad, adonde no caben en pié, temerosos de algunas Vísperas Sicilianas.

Para atajar por el reino otros desórdenes, S. E. despachó correo á todas las provincias, quitando todas las gabelas é imposiciones, y no obstante se dice que en algunas tierras se comienzan algunos movimientos.

El pueblo eligió por su gobernador un mozuelo de edad de 23 años, sin barba, justa estatura y no abultado, llamado Tomás Anielo, criado de un pescador, que en su vida ha hecho mas que tirar las habegas (1) y vender pescado. Este gobierna con tanto imperio, que no falta sino que le rindan vasallaje las piedras y montes. Tiene en todas las calles y cuarteles capitanes prevenidos con compañía armada; envia órdenes para que se quemen casas porque va con atencion que el fuego no haga daño en la ciudad; es obedecido luego. Son quemadas todas las casas de ministros poderosos que tienen parte en las gabelas, y caballeros principales napolitanos. Dicen que hasta ahora son 30 las quemadas, y con haberse topado en ellas oro y plata y otras cosas muy ricas, no se sabe se haya hurtado valor de un real, y porque uno se conoció habia hurtado una zaleilla, lo ahorcó luego. Todo lo da al fuego, menos las imágenes, que sin guarniciones se dan á las iglesias.

(1) Lo mismo que redes: escribíase tambien cabegas y sabegas; es voz arábiga de cabec, que significa red para pescar.

La nobleza está afligida y atemorizada, y muchos títulos no salen de los castillos. Cortó la cabeza á Pepo Carrafa, y el duque de Matalon, su hermano, se le escapó, valiéndose de un convento, haciendo lo mismo D. Fernando Caracciolo, duque de Castel de Sangro, el príncipe de Montesarchio, y otros muchos nobles, á quienes persigue por protectores de los inquietadores de la patria, y hombres que cometen muchos delitos. Ha hecho justicia de muchos bandidos, y en el mercado tiene puestas sus cabezas en palos. Procede rigurosamente sin escrito ni informacion alguna. Hállase en Nápoles y sus casales con mas de 12.000 hombres armados, chicos y grandes, todos á su, devocion. Ha quitado todas las gabelas, crecido el pan y demás mantenimientos, con que se lleva tras sí el pueblo, y todo lo que ejecuta es en nombre de S. M., y siempre dice: «¡ Viva el Rey de España!» Ha puesto compañías de guardia en toda la ciudad y cuarteles, y en los cuerpos de guardia hay retratos de S. M. (Q. D. G.) debajo, batiéndole banderas. Ha mandado que chicos y grandes vayan sin ferreruelo, y así andan en cuerpq; y porque tuvo noticia que un fraile llevaba una pistola, mandó que los religiosos y clérigos tambien fuesen en cuerpo, y los jesuitas y otras religiones llevan cañas y báculos en las manos, ejecutando todos el órden.

Estando las cosas en tan espantoso término, trató de convenirse con S. E. por las instancias de capuchinos y religiosos, y se ajustaron todas las cosas que él pedia, y requeria la necesidad y aprieto grande; y cuando se llegaba á capitular, él y otros no concluian ninguna cosa sin ver un privilegio que pedian del emperador Cárlos V, y no se hallaba, y el vencer este punto costó gran trabajo, y se consiguió todo por el buen modo que tuvo el cardenal de Nápoles, Filomarino. El jueves pasado lo llevó el cardenal á Palacio. A 41 de este mes fué el dicho Tomás

Anielo á caballo, con un vestido blanco de tela de plata, espada desnuda en la mano, y debajo del brazo los privilegios de la ciudad, y una toalla al cuello. Iba á su lado el Electo de la ciudad, que ha elegido ahora nuevamente, llamado Jerónimo (1), sobrino del que lo fué en tiempo del duque de Osuna. Iba en el caballo haciendo muchos movimientos, y gritando á todas partes: «¡Pópulo meo, viva el rey de España!» Trás él iba el cardenal Filomarino en su carroza. Envió delante órdenes, con un ministro suyo á caballo, á los cuerpos de guardia de Palacio, trincheras, valones y tercios de italianos, no disparase nadie, pena de la vida, y dejó dentro de Nápoles armada la mayor parte del pueblo. Entró en Palacio con grande gritería, y su Excelencia salió á recibirle al Palacio, y él con no grandes sumisiones le abrazó y dió muchos besos de paz; diciendo: «¡viva nuestro rey de España!» Subió á Palacio, y á poco rato salió con su Excelencia, y abrazándole y besándole, gritaba: « pópulo meo, ¡viva nuestro rey de España!», respondiéndole de abajo con muchas voces.

El dia siguiente envió á su Excelencia un muy buen regalo de aves y nieve por faltar en el castillo mantenimientos, y á los soldados del castillo otro de vacas, terneras, pan, vino y otras cosas, y ha ofrecido pagar los castillos, galeras, caballería, infantería, entretenidos y ministros, y no se puede dudar que en esta materia se ha mostrado este hombre muy de la parte de los españoles y favorable al servicio de S. M.

Mandó que todos los nobles y señores pusiesen sobre sus puertas las armas de S. M. y debajo otras del pueblo, que es un escudo coronado con una P. en medio en la forma que lo mandó estampar; y así están todos con estas. armas en sus casas. Hasta ahora no se ha hecho agravio á

(1) Julio Genuino, segun Tarsia, pág. 57.

ninguna persona de nuestra parte. Prendióse á un español por haber muerto los meses pasados á un italiano, á instancia de su mujer. El lo envió luego al castillo para que el virey le castigase, por no querer él meterse con españoles, y luego envió á su hermano á suplicar á su Excelencia por la gracia de aquel español, y se la concedió, y tomó á su cargo Anielo la satisfaccion de la vida.

Mientras se trató de acuerdos, mandó su Excelencia para estorbar la fuerza del pueblo fortificar á Palacio con el tercio español y 20 valones con trincheras abiertas en las puertas de Palacio y entradas del Parque, con artillería y pedreros. Salvóse el paso de Santa Lucía con trincheras y artillería, estando de la misma manera Picefalcone por el baluarte, y ocupado el puesto de la casa del marqués de Tremeo (sic), el puente de Trapa, y el pontel de Chaya está atrincherado con un tercio de guarnicion, y otra trinchera grande desde la esquina de los Angeles hasta la casa del secretario Lescano, y mucha caballería en aquel cuartel y desde el Palacio á la esquina de Chaya, dejando aquella calle fuera una trinchera larga con un tercio de napolitanos, de manera que estando unidos Palacio y Picefalcone, con todas sus entradas atrincheradas y guarnecidas, no hay cuidado de que el pueblo intente nada por esta parte.

Sábado 13 vino Tomás Anielo al castillo, y fué con su Excelencia al Arzobispo, y allí juró su Excelencia los privilegios que concedia al pueblo, hasta la confirmacion de S. M. Estuvo su Excelencia asistido de todo el Colateral.

Aquí importa decir que todas las fortificaciones que se han hecho importan poco, pues dentro de Pice Falcon están las compañías armadas de la gente del país, haciendo alardes públicos á devocion de Anielo; y se le puede agradecer que no haya tratado de quitar los vireyes, porque si lo hubiera hecho, no habian menester mas asalto las trincheras que la hambre que ya se comenzaba á

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