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HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA.

PARTE PRIMERA.

LIBRO I.

ESPAÑA PRIMITIVA.

CAPÍTULO 1.

PRIMEROS POBLADORES.

Situacion geográfica de España.-Producciones y riqueza de su suelo. -Razas primitivas que la poblaron. -Iberos.-Celtas.-Celtiberos.Respectiva posicion de estas tribus.—Subdivisiones.—Su estado social. Sus costumbres.

Si alguna comarca ó porcion del globo parece hecha ó designada por el grande autor de la naturaleza para ser habitada por un pueblo reunido en cuerpo de nacion, esta comarca, este país es la España.

Separada del continente europeo por una inmensa y formidable cadena de montañas, circuida en las dos terceras partes de su perímetro por las aguas del

Océano y del Mediterráneo, diríase que el Supremo Hacedor habia querido dibujar con su dedo omnipotente sus naturales límites, y que defendiéndola de Europa con el antemural de los montes Pirineos, del resto del mundo con los dos mares, se habia propuesto que pudiera ser la mansion ó morada de un pueblo aislado y uniforme, ni inquietador de los otros, ni por los otros inquietado.

¿Por qué série de causas, por qué conjunto de estraños acontecimientos, trasformaciones y vicisitudes, esta parte del globo de tan demarcados términos y lindes, presenta en su historia el cuadro confuso de tantos pueblos y naciones, de tan distintos idiomas, de tan diversa y variada fisonomía en sus costumbres? ¿Cómo tan invadida ha sido siempre, y más que otra nacion alguna, por estrañas gentes? Esplica en gran parte lo primero su propia topografia: el curso de la historia demostrará lo segundo: ella irá descifrando este al parecer incomprensible fenómeno, este destino escepcional del pueblo español.

Las estensas cordilleras que la cruzan, corriendo en irregulares y tortuosas direcciones, y estendiéndose y desparramándose por todo el ámbito de la Península como las arterias de un gran cuerpo, formando profundas sinuosidades, estrechas gargantas y desfiladeros, risueños y fértiles valles, anchas y dilatadas planicies, sirven como de frontera á otras tantas comarcas independientes. Dejemos á los geógra

fos la descripcion de todas estas ramificaciones, que asemejándose en su marcha y vicisitudes à la vida del hombre, nacen, crecen, se ostentan á las veces robustas y soberbias; á las veces abatidas y flacas, yendo á morir en el profundo lecho de unos ú otros mares. Contentémonos con no olvidar esta constitucion fisica de Fspaña, porque ella será una de las claves para esplicar la diferencia de caractéres que se observa en el pueblo español, y la facilidad con que pudieron formarse dentro de su territorio distintos é independientes reinos.

Numerosas corrientes de agua se desprenden del seno de estas vastas montañas, formando las grandes vias fluviales que atraviesan y fertilizan nuestro suelo.

Así mientras las altas sierras producen en abundancia maderas de construccion y canteras de jaspes, mármoles y alabastros, en los pingües pastos de sus valles y cañadas se apacientan ganados de todas especies, que dan al hombre sustento y vestido; las llanuras y riberas le suministran con prodigalidad todo género de cereales, variedad de esquisitos vinos y de sabrosas frutas, y los mares de sus costas le surten abundosamente de pescados. Las minas de ricos metales con tal profusion derramó la Providencia en este suelo, que tomaríamos por fábulas ó por brillantes hipérboles las noticias que de ellas nos dejaron los antiguos geógrafos é historiadores, si de ser verdad y no fic

TOMO I.

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cion no viéramos todavía en otros tiempos tantos y tan irrecusables testimonios. «En ningun país del mundo, decia ya Estrabon (1), se ha encontrado el oro, la plata, el cobre y el hierro, en tanta abundancia ni de tan excelente calidad como en España. » Háblannos todos los autores de aquellos apartados tiempos de montañas de plata (Argentarius mons), de rios que arrastraban arenas de oro; y el mismo Estrabon llama repetidas veces al Tajo Tagus aurifer, auratus Tagus, Tagus opulentisimus.

No siendo de nuestro propósito enumerar todas las producciones de este suelo privilegiado, en que parece concentrarse todos los climas y todas las temperaturas, diremos solamente que sobre proveer con largueza á todas las necesidades de la vida, suministra además al hombre cuanto racionalmente pudiera apetecer para su comodidad y regalo. De modo, que si algun estado ó imperio pudiera subsistir con sus propics y naturales recursos convenientemente explotados, este estado ó imperio seria la España.

Por lo mismo no es maravilla que desde la más remota antigüedad atrajera el concurso de estraños pueblos, y que cuantos de él iban teniendo noticia anheláran fijar su planta y asentarse en esta region tan singularmente favorecida.

¿Quiénes fueron los primeros que á ella arriba

(1) Libro III, cap. I.

ron? ¿quiénes los primitivos pobladores de España? Oscuro por demás y entre densas nieblas envuelto se presenta por lo comun el origen y primer período de la historia de casi todos los pueblos. Ocasiónalo el temerario afan y pueril orgullo de querer remontar su antigüedad á la época más apartada posible, comunmente á la de la trasmigr cion de las gentes despues del diluvio, y á falta de otro orígen que poder atribuirse suelen llamarse hijos de la tierra. Al empeño de realzar esto que algunos llaman glorias de antigüedad, ha sido muchas veces lastimosamente sacrificada la verdad histórica, supliendo la falta de datos con invenciones ingeniosas, con fabulosas tradiciones, ó con caprichosas y sutiles etimologías, especie de adivinacion fantástica, en que por palabras aisladas y sonidos semejantes se pretende deducir y legitimar las derivaciones que se buscan y están en la mente ó en el intento y conveniencia del escritor. Al propósito de dar á un país ó á una poblacion la preeminencia de antigüedad se han tegido esas cronologías caprichosas de príncipes ó personajes que jamás existieron, y cuyos hechos sin embargo no falta quien refiera con tal puntualidad, como si hubiera conocido á los primeros y hubiese sido testigo presencial de los segundos. Ficciones halagüeñas, con que no ha debido ser difícil sorprender la credulidad pública en épocas poco alumbradas todavía, y que fácilmente trasmitidas de generacion en generacion han ido recibiendo una es

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