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mos ir sobreviviendo, bien que con algunas modificaciones, á los siglos, á las dominaciones y á las conquistas (1).

(1) Son más sabidos los nombres antiguos de España que conoeido y cierto el origen y segura la etimología de cada uno. El de Iberia, aun concedido que aparezca dado por primera vez en el Périplo de Scilax de Caryanda, como 500 años antes de Jesucristo, y bien sea derivado del rio Ibero Iberus, bien como pretende Astarloa, de las palabras vascas ibaya eroa, rio espumoso, parece el de más natural aplicacion al país en que habitaban los iberos. El de Spania, dado, segun la opinion comun, por los fenicios, creemos que se derivára de la palabra span, que significa escondido, por estar esta comarca como escondida y oculta para ellos á una estremidad del mundo. Parécenos la significacion de conejo, à que se presta tambien la palabra span, funda

mento demasiado pueril para poner nombre à toda una region, por más conejos que en ella se encontráran, y por más que las medallas de Adriano representen una muger sentada, con un conejo á sus piés, que dicen ser emblema de la España. De Spania hicieron los latinos Hispania, y los españoles Españu. Llamáronla tambien los griegos Hesperia, país de Occidente, por la situación geográfica que ocupa con relacion à la Grecia. El nombre fenicio es el que ha prevalecido con poca alteracion. El de Iberia se usa todavía en estilo poético. Volúmenes enteros se han escrito sobre estos nombres, sin que tan largas disertaciones hayan producido sino conjeturas, pudiendose reducir las más probables á las que en estas breves líneas hemos espuesto.

CAPÍTULO II.

FENICIOS, GRIEGOS, CARTAGINESES.

Primeras colonias fenicias.—Cádiz.-Templo de Hércules.-Derrámanse por la Península.-Depósitos y establecimientos de comercio.-Riquezas que extraian de España.-Colonias griegas.-Rosas.-Ampurias. - Denia.- Sagunto. - Atacan los españoles á los fenicios.Piden éstos socorro á Cartago.-Vienen los cartagineses y se establecen en la costa.-Expulsan ellos mismos á los fenicios de Cádiz. -Guerras esteriores de los cartagineses.—Cerdeña. — Córcega. Las Baleares.-Sicilia.-Españoles auxiliares de Cartago. - Pérdida de Sicilia.-Guerra de los mercenarios.-Resuelven la conquista de España.

Aparecen los fenicios las primeras gentes civilizadas que arribaron á España y fundaron en ella poblaciones.

Estos descendientes de Canaan, cuya tierra habian cubierto de ciudades ricas y populosas, las cuales habian elevado á un grado admirable de esplendor y de prosperidad por medio de la navegacion y del comercio, en que erau singularmente entendidos y aventajados, sostenian mucho tiempo hacia relaciones

mercantiles en Egipto, en el Asia Menor, en las costas del Mediterráneo y de la Europa Oriental. Verosímil es que estos intrépidos navegantes en algunas de sus escursiones marítimas hubieran avistado las costas de España, y aun arribado á ellas, ó con deliberado intento como exploradores, ó arrojados por algun azar, y que el aspecto de tan bello clima y de tan fértil suelo inspirára á su génio mercantil el pensamiento de estender á él sus relaciones comerciales. Sea lo que quiera de las expediciones que pudieran hacer y la tradicion oriental les atribuye antes de la época que vamos á señalar, creemos que la fundacion de sus primeros establecimientos en el litoral de nuestra península no puede remontarse más allá de los quince siglos antes de la era cristiana (1).

Coincide este acontecimiento con la época en que arrojados los fenicios al interior de sus tierras por las armas de Josué, que las habia invadido para dar á la posteridad de Abraham la posesion de la tierra prometida por Dios, el acrecentamiento excesivo de la poblacion que se habia replegado á las grandes ciudades, especialmente á Sidon y á Tiro, les hizo pensar en salir á establecer colonias donde antes se habian presentado solo como simples traficantes. En esta dis

(1) Pueden verse las sábias investigaciones de Heeren sobre la historia y carácter de las coloniza

ciones fenicias de su obra: Ideen über die Politik, etc.

persion abordaron muchos de ellos á las costas africanas (1), , y á las del Sur de la Península española que acaso conocian ya, y estableciéndose primero en la isla Eritya ó Eritrea, que se cree sea la de Santi-Petrì, hoy en gran parte cubierta por las olas, trasladáronse luego y fundaron á Cádiz con el nombre de Gadir (2), comenzando por erigir un templo á Hércules, su divinidad favorita, cuyo culto llevaban consigo á todas partes, colocando en él dos columnas de bronce de ocho codos de altas (3).

(1) La inscripcion fenicia que Procopio, historiador de la guerra de los vándalos, encontró en Tánger, parece no dejar duda acerca del arribo de los fenicios à aquella parte de la costa de Africa e la época á que nos referimos. «Aquí (decia) llegamos nosotros huyendo del ladron Josué, hijo de Nave.» Procop., lib. II. Cap. X.

(2) Lugar ceñido ó cercado. (3) Acaso se han confundido muchas veces en la historia estas columnas con las otras columnas de Hércules, nombre que se dió á los dos montes Calpe y Abila, que constituyen los dos puntos estremos de Africa y Europa, y que entonces se creian los postreros términos de la tierra habitable. Puede ser muy bien que estos dos cabos ó promontorios, por entre los cuales se comunicans hoy los dos mares y forman el estrecho, estuviesen antes unidos por una lengua de tierra que contenia sus olas y les servia de dique, cuya separacion pusieron los poetas entre las grandes hazañas y trabajos de Hércules, y los naturalistas suponen haber sido causada por alguna sacudida ó revolucion fisica del globo. Dejemos á la poesía y á la geología disputarse como se hizo

la conjuncion de los dos mares. Mucho menos nos engolfaremos en las interminables cuestiones acerca de los Hércules que vinieron ó pudieron venir á España, y de los hechos más o menos maravillosos que se atribuyeron á cada uno; si fue el nombre particular de una divinidad fenicia, ó fué un nombre simbólico de la fuerza y de la inteligencia con que se designaba á los héroes que se señalaban por estas virtudes y por sus altos hechos y prodigiosas hazañas; si hubo solo un Hercules bajo distintos nombres, ó hubo los tres que cuenta Diodoro, ó se elevo su cifra á los cuarenta y tres que distingue Varron, ó paзó mucho más allá de este guarismo. Sabemos solo de cierto que el culto de Hércules fué trasmitido por los fenicios á los griegos, y de éstos pasó á los romanos, los cuales confundieron todos los Hércules bajo un mismo nombre y tipo; y que la España se halló de muy antiguo mezclada en todas las fábulas de la mitología fenicia, griega y romana, que acabaron de confundir y embrollar la ya escasa y harto oscura historia de aquellos apartados tiempos.

Aun lo relativo à las expediciones y primeros establecimientos

Una vez asentados en Cádiz, situacion grandemente favorable para el comercio, fueron estendiendo sus colonias por el litoral de la Bética, y por todo el país habitado por los turdetanos, fundando ciudades y estableciendo factorías en la costa y á las márgenes de los grandes rios, y en general en los puntos más acomodados para el tráfico. Pertenecen a las primeras fundaciones Málaga, Sevilla, Córdoba, Martos, Adra, y otros varios pueblos de Andalucía, de los cuales unos subsisten aun, otros con el tiempo han desaparecido. Fuéronse luego derramando por el interior; que no podian ser indiferentes á los oidos de aquellos comerciantes las noticias que recibian de las riquezas que el país encerraba, y de que les llevaban preciosas muestras los naturales. Cebo era éste á que no podia resistir la codicia de aquellos hombres, por otra parte de genio naturalmente emprendedor, y así determinaron entrarse tierra adentro, estableciendo de paso, segun su costumbre, almacenes y depósitos en correspondencia con los de las costas, donde acudian los bageles de Tiro á hacer sus cargamentos. Grandes debieron ser las riquezas que extranjeron de España, puesto que en aquel tiempo fué cuando adquirió la ciudad de Tiro aquella prosperidad y engrandecimiento mercantil que la hizo tan famosa. Y suponiendo

de los fenicios en España anda en vuelto en mil diferentes y à las veces contradictorias versiones, de

las cuales hemos adoptado la que nos parece más verosímil, y aun más justificada.

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