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Dunca abandonaba una serenidad olímpica, pasó las horas de la noche explicando á sus compañeros los planes políticos que hacía tiempo acariciaba, los cuales consistían en plantear en España un gobierno democrático, unir á ésta con Portugal en aquel entonces tan tiranizado como nuestra patria, y realizar de este modo la tan deseada confederación ibérica.

En las primeras horas de la mañana siguiente escribió Torrijos dos tiernas cartas que reproducimos (1), pues de

(1) Carta escrita por Torrijos á su esposa: «Málaga, convento de Ntra. Sra. del Carmen, el día 11 de Diciembre de 1831 y último de mi existencia. Amadisima Luisa mía: Voy á morir; pero voy á morir como mueren los valientes. Sabes mis principios; conoces cuán firme he sido en ellos, y al ir á perecer pongo mi suerte en la misericordia de Dios, y estimo en poco los juicios que hagan las gentes. Sin embargo, con esta carta recibirás los papeles que mediaron para nuestra entrega, para que veas cuán fiel he sido en la carrera que las circunstancias me trazaron y que quise ser víctima para salvar á los demás. Temo no haberlo alcanzado; pero no por eso me arrepiento. De la vida á la muerte hay un solo paso, y ese voy a darle sereno en el cuerpo y el espíritu. He pedido mandar yo mismo el fuego á la escolta: si lo consigo, tendré un placer, y si no me lo conceden me someto á todo, y hágase la voluntad de Dios. Ten la satisfacción de que hasta mi último aliento te he amado con todo mi corazón. Considera que esta vida es mísera y pasajera, y que por mucho que me sobrevivas nos volveremos á juntar en la mansión de los justos, á donde pronto espero ir y donde sin duda te volverá á ver tu siempre hasta la muerte. - José María de Torrijos.

>>P. D.-Recomiendo á sir Thomás (a), á mi abuelo y al griego, y á todos, todos mis amigos, que te atiendan, te consuelen y protejan, consi

(a) Sir Thomás era el general inglés Dyer Baronet; el abuelo el general Lafayette, y el griego el general Fabvier.

muestran cuán dulce era el carácter de aquel héroe y las cuales iban dirigidas á su esposa que se hallaba en Francia y á su hermana que vivía en Málaga.

A las once de la mañana del 11 de Diciembre se deshonró nuevamente la reacción con la más tremenda hecatombe ocurrida en aquella época.

derando que lo que hagan por ti lo hacen por mí. Te remito por Carmen el reloj con tu cinta de pelo.

única prenda que tengo para poderte mandar. También te enviará Carmen lo que le haya sobrado de quince onzas que tenía conmigo. Carmen se ha portado perfectamente. Adiós, que no hay tiempo. Él te dé su gracia y te dé fortaleza para sufrir resignada este golpe. Por mi no temas. Dios es más misericordioso que yo pecador, y tengo toda, toda la resignación y toda la fuerza que da la gracia.>>

Carta de Torrijos á su hermana:

Amadísima Carmen mía: Te doy las gracias nuarás honrando mi memoria disponiendo el cumpor cuanto has hecho por mí; y espero que contiha hecho la gracia de procurarme el cómo darte plimiento de cuanto dejo resuelto. El dador me el último adiós. Sé agradecida con él, como yo lo quedo por los auxilios espirituales que me ha prestado. No temo nada. Llevo una conciencia pura y la satisfacción de que jamás hice mal á nadie, ni de que pueda recordar ninguna infamia de tu siempre hasta la muerte.-Pepe.

»P. D.--Remite á Luisa la adjunta, y alíviala y auxíliala con cuanto puedas. Lo que hagas por ella lo haces por mí. Escribe á Luisa del modo siguiente: -Francia.-Madame Duboile.—Poste

restante.-A París.

Otra. En poder de D. Angel Boufante, tengo un baulito y algunas frioleras. Escríbele para recogerlo, y haz el uso que te acomode de ello; pero el escritorio o rightingdestk te lo regalo á tí como una memoria. Manda á la pobre Luisa lo que te sobre del dinero que tienes, si no te hiciese á ti mucha falta. Adiós otra vez; abraza á tus hijos, y cree que hasta morir te he amado mucho.Pepe.»

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Fusilamiento de Torrijos (Copia de un cuadro de L. Comelerán)

Cincuenta y dos desgraciados fue- | llón de la Milicia nacional de Valen

ron pasados por las armas y enrojecieron con su sangre la arena de la playa. Aquellas víctimas vinieron á aumentar el largo martirologio de la libertad, sin que ni una sola voz se atreviera á protestar contra tan tremendo sacrificio.

Cristina, aquella reina que los liberales pretendían presentar como afecta á sus ideas y por la cual tantos sacrificios habían de hacer años después, no hizo la menor gestión para salvar la vida de tantos desgraciados, y es que la corona pone al mismo nivel en conciencia y sentimientos á todos los que la ciñen, y la que había de titularse madre de los españoles no era menos feroz y vengativa que los demás seres de sangre real.

Los fusilados en la playa de Málaga fueron los individuos siguientes: El general D. José María Torrijos.

D. Juan López Pinto, antiguo jefe político de Calatayud y teniente coronel de artillería.

cia, D. Pedro Verdaguer de Osilla.
Don Juan Manuel Bobadilla.
» Pedro Manrique.

El oficial D. Manuel Real, hijo del
general del mismo nombre.
Don Manuel Vidal.

José Guillermo Cano.

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José María Cordero.

>>

Francisco Arenes.

>> Santiago Martínez.

>>

Antonio Domené.

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Ramón Vidal.

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Juan Sánchez.

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Antonio Prada.

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Julián Osorio.

>> Manuel Andreu.

>>

Gonzalo Márquez.

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El oficial del ejército inglés D. Ro- Marzo de 1821. berto Boid.

El capitán de la Milicia nacional

D. Manuel Florez Calderón, presi- de Valencia, D. Domingo Valero

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Torrijos, viendo cercano su último instante, pidió á sus enemigos como única gracia el mandar el fuego y recibir la descarga de frente, alegando para ello su brillante historia militar y los grandes servicios que había prestado á la patria; pero no le fué concedido y murió del mismo modo que sus compañeros.

Así perecieron aquellos hombres esforzados que en alas del entusiasmo y poseídos de una asombrosa confianza, fueron en busca de la muerte con el sublime propósito de regenerar su patria.

González Moreno, que desde entonces fué llamado el verdugo de Málaga, recibió en premio de su traición el ascenso á teniente general y la capitanía general de Granada, siendo todavía más repugnante el que el Cabildo de Málaga le felicitara por tal infamia. En cuanto á la Gaceta de

Madrid, apologista incansable de la reacción, cantó con su ramplón estilo lo ocurrido en Málaga llegando á comparar á Fernando con Tito el Clemente sin duda porque se había contentado con fusilar á Torrijos y sus compañeros, no ordenando que fuesen quema

dos vivos.

Aquel año terminó con un suceso que delataba el gran cuidado que tenía Cristina, conocedora de los planes carlistas, de asegurar la sucesión de su hija en el trono de Fer

nando.

Las tropas de línea se mostraban poco inclinadas á favor de don Carlos y sus parciales, y Cristina, para fomentar más esta aversión, tributó á la guarnición de Madrid grandes distinciones, siendo una de éstas el regalar á cada cuerpo una bandera bordada por sus propias manos.

Con estos actos iba Cristina ganándose la simpatía del ejército, precaución que la era muy necesaria, pues Fernando aparecía cada vez más envejecido y enfermo y los carlistas se mostraban dispuestos á protestar de la Pragmática-sanción y á impedir que una hembra ocupase el

trono.

Entretanto ocurrían en el vecino reino de Portugal sucesos que por su importancia no podían ser indiferentes á España.

El déspota don Miguel, llevado del insolente delirio de la tiranía, no se contentó ya con atropellar á los portugueses, é hizo víctimas de sus

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