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ñoras, si por una parte el príncipe no hubiera, á medida que crecia en años, crecido tambien en aviesas inclinaciones, desviádose de los saludables consejos de su madre y tia, y dado rienda á sus pasiones juveniles y á los instintos de su natural soberbio y altivo; y si por otra parte el reino leonés hubiera podido conservar la paz que habian respetado Abderrahman III. y Alhakem II., y no se hubiera levantado en el imperio musulman un genio inquietador y belicoso que habia de poner en turbacion y conflicto todos los estados cristianos.

Como si diera, por perdido el tiempo que las directoras de su educacion habian tenido enfrenadas sus malas tendencias y quisiera darse prisa á indemnizarse, asi obró Ramiro III. tan pronto como salió de su menor edad. Con pretesto de que no debia tolerar que el reino continuára gobernado por mugeres

de querer manejar los negocios por sí mismo, emancipóse de sus dos prudentes ayas, contrajo matrimonio con una señora llamada Urraca Sancha, de no conocida familia y no señalada por lo prudente; y lo que fué peor, juntando Ramiro á los caprichos y desarreglos de su corta edad los ímpetus de un natural presuntuoso, despreciador de los grandes, no cumplidor de las palabras y desatento y acre en las respuestas, ni instruido ni veraz ni discreto (1), de tal

(1) Tal es el retrato que de este príncipe nos ha dejado el

obispo Sampiro en el número 29 de su Crónica.

manera disgustó y desabrió á los condes y próceres de Galicia, Leon y Castilla, ya de por sí poderosos y envalentonados, que los mas se le hicieron enemigos, y los de Galicia abiertamente se le rebelaron procla— • mando á Bermudo, hijo de Ordoño III. y aun procediendo á consagrarle como rey en la iglesia de Santiago (980). Noticioso Ramiro de esta novedad salió con sus tropas en busca de su competidor: encontráronse ambas huestes en Portela de Arenas, donde se dió una batalla, en que murieron muchos de ambas partes, mas sin que se decidiera en favor de ninguna la victoria. Retiróse Bermudo á Compostela, y Ramiro, que de suyo no era muy belicoso ni esforzado, volvióse tambien á Leon. La muerte que á los dos años sorprendió á Ramiro dejó á su rival desembarazado el camino del trono. Fué sepultado en San Miguel de Destriana, donde yacia su abuelo Ramiro II.).

Resonaba ya por este tiempo en toda España el nombre de Almanzor. ¿Quién era este famoso personage que desde el principio se anunció tan terrible para los cristianos? Dirémoslo.

(1) Suponen algunos haber vivido todavía Ramiro dos años, fundados en tres diplomas de este rey hallados en el monasterio de Sahagun, que llevan la fecha de 984. Dada la autenticidad de estos documentos, resultaria haberse retirado á aquel monasterio despues del reconocimiento de Bermudo como rey de Leon. Mas en cuanto á la duracion de su reinado, pa

rece no dejar lugar á duda los testimonios contestes de Sampiro, del Silense, de Lucas de Tuy y de Rodrigo de Toledo. Debemos, no obstante, advertir que asi en este reinado como en el que le sigue, se nota tal discordancia de fechas entre los autores, que no hay medio fácil ni acaso posible de conciliarlos. El haber terminado Sampiro su luminosa crónica que tan

Al morir el ilustrado califa Alhakem II. habia dejado (cosa extraña en aquella prolífica familia) un solo hijo de poco mas de diez años, que á pesar de su corta edad fué sin oposicion reconocido y jurado califa por los grandes del imperio bajo el nombre de Hixem II.: primer ejemplo de una menoría en los anales del califato andalúz, como lo habia sido en los del reino de Leon la de Ramiro III. Hallábase á la sazon de hagib ó primer ministro aquel Giafar que tanto se habia distinguido en las guerras de Africa (976). Pero habia entre los vazzires de la córte un hombre que por su talento, por su afabilidad y gentileza se habia captado el favor y la confianza de la sultana Sobheya, la esposa favorita de Alhakem, la que habia intervenido en todos los negocios del imperio durante los últimos diez años, y la sola muger que habia hecho un papel político en la historia de los Ommiadas. El hombre que asi habia merecido la predileccion de la sultana viuda, y á quién esta habia hecho sucesivamente su secretario íntimo y su mayordomo, se llamaba Mohamed ben Abdallah ben Abi Ahmer el Moaferi:" habia nacido, en una aldea cerca de Algeciras; su pa

ta luz nos ha dado hasta aquí, la falta de memorias de aquel tiempo de que ya un respetable historiador se queja muy fundadamente, y los errores introducidos por el cronista Pelayo de Oviedo, han podido ocasionar confusion tan sensible. Felizmente conviniendo casi todos en los hechos, han ve

nido á aclarar mucho su cronología las historias arábigas últimamente publicadas, que no pudieron ser conocidas de aquellos respetables escritores, y de ellas y de su cotejo con nuestras crónicas resultan bastante ilustrados los sucesos del último tercio del décimo siglo.

dre habia sido muy particularmente bonrado por Abderrahman III., y su madre pertenecia á una de las mas ilustres familias de España. Habia venido al mundo en el mismo año de la famosa derrota de los musulmanes en Simancas, «como si Dios (añade un historiador crítico) hubiera querido señalar y como compensar aquel desastre de los muslimes con el nacímiento del que habia de ser su vengador.»

Este hombre, que ademas del favor de la sultana viuda, gozaba por su valor y prudencia de la consideracion y el respeto de los vazzires de palacio, de los gefes de la guardia y de los walíes de la provincias, fué nombrado por Sobheya primer ministro de su hijo sin quitar el título á Giafar, pero encomendando á su favorito la tutela de Hixem, y la regencia y direccion del imperio: ofendióse de ello Giafar, pero disimuló su resentimiento. Vióse desde entonces el imperio árabe en una situacion nueva. La política de Almanzor, y lo que es mas estraño, la de la sultana madre, fué mantener al tierno califa en una ignorancia y como niñez perpétua para que ni conociera nunca su posicion ni nunca pensára en emanciparse de la tutela en que se propusieron tenerle. Alejaron de su lado los maestros á quienes su padre tenia fiada su educacion, y rodeáronle de jóvenes esclavos que le tuvieran entretenido con sus juegos en los jardines de Zahara. Ni Hixem pensaba en otra cosa que en divertirse, ni su madre y tutor le permitian hacer mas

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que crecer entre juegos y deleites, siempre encerrado en su alcázar, sin comunicar con nadie sino con los muchachuelos de su edad; pues si en ciertos dias se daba entrada en palacio á los vazzires, hacíaseles retirar en cuanto le saludaban, como suponiéndole en cierto estado de imbecilidad intelectual. De modo que el niño Hixem era, mas bien que califa, un preso incomunicado, y solo por las monedas y oraciones se sabía que habia un califa llamado Hixem; pero el verdadero califa de hecho era Almanzor, que obraba en todo como si fuese el legítimo soberano, los decretos se publicaban en su nombre, que se esculpia tambien en las monedas, y se oraba por él en las mezquitas al propio tiempo que por el califa.

Aunque su elevacion habia sido del gusto de la mayoría de los vazzires y walíes del imperio, no faltaron algunos que se mostráran hostiles, y uno de los primeros cuidados del regente soberano fué irse deshaciendo de sus enemigos y rivales, castigando directamente á unos, é indisponiendo mañosamente á los otros entre sí haciendo que se destruyéran mútuamente. Al mismo tiempo ganaba á los poderosos con honores, á los soldados con larguezas, á los sábios colocándolos en altos puestos, siguiendo en esto el sistema y la política de Alhakem. Si alguna medida odiosa se veia precisado á tomar, como la disminucion de la guardia slava devota de los Ommiadas, tenia el ardid de hacer recaer su odiosidad sobre su

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