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compañero Giafar, desprestigiándole con los Meruanes mismos. Y mientras meditaba como acabar de perder sin estrépito á Giafar, tuvo la astucia de comprome ́ter á su hijo en la guerra de Africa, negándole los auxilios que le pedia, y dando lugar á que cayéra prisionero (1). Asi llegó á adquirir un grado de poder irresistible; poder que habia de ser bien fatal á los cristianos, porque á la manera que Anibal habia jurado sobre los altares de los dioses ódio eterno é implacable á Roma, asi Almanzor habia jurado por el nombre del Profeta acabar con los cristianos españoles

(4) El erudito orientalista Doy, en sus investigaciones sobre la Historia politica y literaria de España en la edad media, hace el siguiente retrato de Almanzor, de quien ciertamente no se muestra apasionado: «Un solo hombre llegó no solo á hacer impotente al califa su señor, sino tambien á derribar los nobles de entonces, ya que no la nobleza. Este hombre que no retrocedia ante ninguna infamia, ante ningun crímen, ante ningun asesinato, con tal de arribar al objeto de su ambicion; este hombre, profundo político y el mas grande general de su tiempo, ídolo del ejército y del pueblo, á quien la fortuna favorecia en todas las ocasiones; este hombre era el terrible primer ministro, el hagib de Hixem II., era Almanzor. Trabajando únicamente por afianzar su propio poder, se contentó con asesinar sucesivamente los gefes poderosos y ambiciosos de la raza noble que le hacian sombra, pero no trató de destruir la aristocracia misma. Lejos de confiscar

los bienes y tierras que esta poseia, era por el contrario el amigo de aquellos patricios que no le inspiraban temor, (pág. 2 y 3).»

Cuenta mas adelante (pág. 208), como dos poderosos gefes de los eunucos slavos concibieron y trataron de realizar el proyecto de proclamar por sucesor de Alhakem II. á su hermano Al-Mogirah, en lugar de su hijo Hixem, aunque á condicion de que aquel hubiera de declarar á su vez sucesor del trono á su sobrino. Comunicaron el proyecto al ministro Giafar, el cual fingió aprobarle, pero habiéndolo revelado con el fin de tomar medidas para conjurar la conspiracion á varios de sus amigos, y entre ellos á Mohammed ben Abi-Amer (despues Almanzor) éste se encargó de asesinar á AlMogirah, «y estranguló al jóven príncipe que aun no sabia la muerte de su hermano.» De este y otros semejantes hechos, que cita tambien Almakari, no dice nada Conde.

y no descansar hasta conseguir el esterminio de

su raza.

Con este designio hizo paces con los africanos, y celebró con el fatimita Balkim, que tenia sitiada á Ceuta, un tratado de amistad, por el que el emir africano se obligó á enviar anualmente al regente de España cierto número de soldados y caballos berberiscos; lo cual dió ocasion á que algunos murmuráran de que teniendo enemigos declarados en Africa se mostrase tan dispuesto á inquietar á los cristianos de Galicia У de Afranc, que años hacía estaban siendo fieles cumplidores de los tratos de paz hechos con Alhakem. Almanzor supo acallar todas estas murmuraciones, y cuando hubo recibido los primeros refuerzos de Africa, emprendió sus primeras escursiones por los territorios cristianos (977), dirigiéndose primeramente á la España oriental; dadas alli las convenientes órdenes para las sucesivas campañas á los walíes de aquellas fronteras, torció hácia las del Duero, y con las huestes de Mérida y de Lusitania hizo una incursion esploratoria en Galicia, taló campiñas, saqueó pueblos y ganados, hizo cantivos, y se volvió impunemente á Córdoba satisfecho del éxito de sus primeras algaras (1)

(1) En este mismo año se acabó en Ecija el acueducto que habia mandado hacer la sultana madre, y en él se puso la inscripcion siguiente:

«En el nombre de Dios clemente y misericordioso, mandó edificar esta acequia la señora, engrandézcala Dios, madre del Príncipe de los creyentes el favorecido

Y sin embargo, no eran estas correrías sino el preludio y como el ensayo de otras mas sérias y terribles espediciones que meditaba. Desembarazado de los rivales que podia temer, á excepcion de Giafar, casi el único que quedaba; dueño de la confianza de Sobheya; reducido á la nulidad el califa Hixem; contando con los socorros de Africa, y obrando ya en fin con la autoridad de un soberano, pudo dar principio á la realizacion de sus proyectos y de su plan de campaña, que consistia, como despues se vió, en hacer por lo menos dos irrupciones anuales en tierras cristianas, invadiendo alternativamente ya el Norte, ya el Oriente, con la velocidad del rayo, y dejándose caer repentinamente alli donde menos le podian esperar. Tocó á Leon y Galicia sufrir el ímpetu de la primera irrupcion (978). En manos aquel reino de un monarca niño y de dos piadosas mugeres, no preparado por otra parte á la guerra, y acostumbrado á la paz en que Alhakem le habia dejado vivir, poca resistencia podia oponer al intr épido guerrero musulman, el cual volvió á Córdoba llevando consigo porcion de jóvenes cautivos de uno y otro sexo, siendo recibido con grandes demostraciones de entusiasmo. Entonces fué cuando, al decir de varios autores,

de Dios, Hixem, hijo de Alhakem, prolongue Dios su permanencia, esperando por ella copiosas y grandes recompensas de Dios: y se acabó con la ayuda y socorro de Dios por mano de su artífice y

prefecto cadí de los pueblos de la cora (comarca) de Ecija y Carmo-⚫ na y dependencias de su gobierno, Ahmed ben Abdallah ben Muza, en la luna de Rebie postrera del año 307.»

se dió á Mohammed el título de Almanzor (El Mansur), el Valeroso, el Defensor ayudado de Dios.

0 muy desinteresado ó muy político Almanzor, no recogia para sí otro fruto de estas espediciones que la gloria de haber vencido: el botin distribuíalo todo entre los soldados, sin reservar mas que el quinto que tocaba por la ley al califa, y la estafa ó derecho de escoger que se dejaba á los caudillos. Hombre de memoria y retentiva, conocia á todos sus soldados, y conservaba los nombres de los que se señalaban y distinguian: hábil en el arte de ganarse sus voluntades, inspeccionaba personalmente los ranchos de todas las banderas, restableció la costumbre de dar banquetes á las tropas despues de cada triunfo, y convidaba á su propia mesa á los que se habian distinguido en el campo de batalla. ¡Y ay del que se atreviera á murmurar de su liberalidad para con los soldados! En la expedicion que con arreglo á su sistema hizo en la primavera de 979, á las provincias fronterizas de la España oriental, fué tan pródigo en la remuneracion de las huestes que le siguieron, que hubo de quejarse el hagib Giafar de lo poco que del quinto del botin, llamado el lote de Dios, habia ingresado en el tesoro. Súpolo Almanzor, y sirvióle de buen pretesto para desembarazarse del único competidor que le quedaba, redújole á prision, confiscóle todos sus bienes á nombre del califa, y le despojó de todos sus honores y empleos. Cuatro años mas tarde

corrió la voz de que Giafar habia muerto de consuncion y de melancolía. Historiadores hay que suponen haber tenido mas parte en su muerte la voluntad de Almanzor que ninguna enfermedad.

Pero tan espléndido como era con los soldados, tanto era de severo y rígido en la disciplina. Dice Almakari, que cuandò les pasaba revista, no solo los hombres estaban en las filas inmóviles y como clavados, sino que apenas se oia un caballo relinchar. Cuenta que habiendo visto un dia relumbrar una espada al extremo de una línea faltando á la uniformidad del movimiento, hizo llevar á su presencia al culpable, el cual interrogado por su falta, dió una escusa que no pareció suficiente á Almanzor, y en el acto le mandó decapitar, y que su cabeza fuera paseada por delante de todas las filas para escarmiento de los demás. Al mismo tiempo era clemente con los vencidos y no permitia ni hacer daño ni cometer violencias con la gente pacífica y desarmada. Su política con los cristianos, á quienes por otro lado deseaba exterminar, la confiesan nuestros mismos cronistas. «<Lo que sirvió mucho á Almanzor, dice el monje de Silos, fué su liberalidad y sus larguezas, por cuyo medio supo atraerse gran número de soldados cristianos: de tal manera hacia justicia, que segun hemos oido de boca de nuestro mismo padre, cuando en sus cuarteles de invierno se levantaba alguna sedicion, para apagar el tumulto ordena ba primero el

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