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mora (4). Pero el rumor de un sério movimiento hácia los valles del Pirineo oriental obligó á Almanzor á volver sus pasos hácia Cataluña. No era infundado el rumor. Muchedumbre de cristianos habian bajado de aquellas altas montañas, llenos de fé y de resolucion: mandábalos el conde Borrell. En vano se apresuró el

zalez, Ruy Gonzalez, Gustios Gonzalez, Gonzalo Gonzalez. Y al cabo de ellas, un poco mas abajo, está otra cabeza, que dice el letrero que está sobre ella Nuño Salido. Y de la otra parte de arriba de las cabezas está un castillo dorado, y encima pintados dos cuerpos de hombres de la cinta arriba: el letrero del uno dice Gonzalo Gustios, y el del otro Mudarra Gonzalez, los cuales tienen cada uno en la mano medio anillo y le están juntando. Y quitada la dicha tabla, pareció en la pared otra pintura muy antiquísima, con los mismos nombres que la primera, excepto que el nombre de la cabeza que está de la parte de abajo en la primera tabla dice Nuño Salido, y en el mas antiguo Nuño Sabido. Y visto que dichas pinturas estaban sobre piedra, y que no habia ningun oficial de cantería que rompiese la pared, suspendieron la diligencia. En el dia 16 de dicho mes y año de 1579 mandó el propio gobernador á Pedro Saler, cantero, que tentase la dicha pared para saber si estaba hueca: y dando golpes con un martillo don de estaban las armas (que es ur castillo dorado), sonó hueco. Y quitando la pintura que estaba sobre la dicha piedra, se halló otra piedra de cerca de media vara de largo y una tercia de alto,

que se meneaba y estaba floja. Y dicho cantero, presentes muchos vecinos de la villa, la quitó, y dentro habia un hueco grande á manera de capilla, en la cual estaba un arca, clavada la cubierta con dos clavos. Y sacada, la pusieron junto á las gradas del altar, donde se desclavó, y pareció dentro de ella un lienzo muy delgado y sano, sin ninguna rotura, en el cual estaban envueltas las dichas cabezas, algo deshechas, desmolidas y desconyuntadas del largo tiempo, aunque las quijadas y cascos están de manera que claramente se conoció ser cabezas antiguas, que estaban en la dicha arca. Y vistas por mucha parte de los vecinos de aquella villa, y otros, el dicho gobernador mandó al oficial tornase á clavar el arca, y él lo verificó con cinco ó seis clavos en la cubierta, dejando dentro las dichas cabezas, y volviendo á poner el arca en la capilla y lugar donde antes estaba.»

En vista de este documento parece no poder dudarse del trágico fin de los siete hermanos de Lara: los demas episodios han podido ser inventados por los novelistas y romancerós.

(4) Era MXXIV. prendiderunt Sedpublica (Annal. Complut.). In Era MXXIV. prendiderunt Zamoram (Ann. Tolet.).

caudillo musulman á evitar un golpe de aquella gente; cuando llegó ya estaba dado; Borrell habia recobrado á Barcelona, ocupada un año hacía por los agarenos: Almanzor no pudo hacer sino vencer en algunos reencuentros á los cristianos: á pesar del terror que inspiraba su nombre Barcelona quedó y continuó en poder de los catalanes, y el regente de la España muslímica tuvo que contentarse esta vez con llevar á Córdoba algunos despojos de su correría (").

Con mas fortuna al año siguiente el hombre de las dos campañas anuales invadió la Galicia, llegó cerca de Santiago, tomó á Coimbra,que dejó al fin abandonada, y regresó á Córdoba por Talavera y Toledo. Diríase que antes se habian cansado los autores de escribir que Almanzor de ejecutar sus sistematizadas irrupciones pues ni los anales cristianos ni los árabes nos dan noticias ciertas de las campañas que debió emprender en los siguientes años, acaso porque no fuesen de particular importancia, si se exceptúa la que hizo en 989, en que destruyó y desmanteló las ciudades fronterizas de Castilla, Osma, Alcoba y Atienza, que por su posi

(1) Gesta Comit. Barcin. in Marca, p. 542.-Segun la tradicion y las crónicas catalanas, en esta ocasion el conde Borrell II. ofreció privilegio militar ó de nobleza hereditaría á cuantos se presentasen con armas y caballo en las montañas de Manresa, y de aqui, dicen, nació la clase llamada Homens de Paradge, esto es, hidalgos, hom

TOMO IV.

bres de Parage o casa Solariega.

En este tiempo acaeció en Francia la memorable revolucion que hizo pasar la corona de la familia de los Carlovingios á la de los Capetos, de la dinastía de CarloMagno á la de Hugo el Grande. Hugo Capeto, hijo de el Grande. fué consagrado en Reims el 3 de julio de 987.

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cion habian sufrido ya cien veces todos los rigores de la guerra, y habian sido á cada paso tomadas, perdidas y reconquistadas por cristianos y musulmanes (").

En tanto no faltaron disgustos de otro género ni al conde García Fernandez de Castilla ni al rey Bermudo de Leon, comenzando á dar al primero graves pesadumbres su hijo Sancho queriendo sucederle antes de tiempo (990), y rebelándose contra el segundo algunos condes de Galicia; sucesos que aunque por entonces no pasaron adelante hubieran favorecido mucho á Almanzor para sus acometidas y ulteriores designios, si él ne hubiera tenido por este tiempo otro mayor disgusto de la misma índole. Y vamos á referir un hecho que ninguno de nuestros historiadores ha mencionado hasta ahora.

Abatidos por Almanzor los mas poderosos nobles del imperio, el único que quedaba, Abderrahman ben Motarrif, walí de Zaragoza, temia que no habia de tardar en llegarle su turno, y quiso probar si podia á su vez deshacerse del regente. Hallábase en Zaragoza el hijo menor de Almanzor llamado Abdallah, resentido de su padre por la preferencia que daba á sus dos hermanos. Proyectaron, pues, Abderrahman y Abdallah una revolucion con el designio de alzarse el uno con la soberanía de Zaragoza y de todo Aragon, el otro con la de Córdoba y el resto de

(4) Chron. Couimbric.-Annal. Compl. y Toled.-Conde, cap. 99.

España. Contaban ya con algunos generales y vazzires. Súpolo Almanzor, y llamó á Córdoba á su hijo, á quien comenzó á tratar con mucha atencion y dulzura. En cuanto al de Zaragoza, supo Almanzor con su acostumbrada astúcia ganar á sus tropas en una expedicion en que aquel le acompañaba, y que ellas mismas le acusáran de haberse apropiado el sueldo de los soldados. Con este motivo le quitó el gobierno de Zaragoza, pero con mucha política nombró para reemplazarle al hijo mismo de Abderrahman. Preso éste y procesado por malversador, hízole Almanzor decapitar en su presencia. Faltábale atraerse á su propio hijo Abdallah, y lo intentó á fuerza de halagos y de amabilidad, mas todos sus esfuerzos se estrellaron ante el carácter obstinado y el genio sombrío de Abdallah, que en otra expedicion contra Castilla se pasó secretamente al conde García Fernandez, prometiéndole ayudarle contra su padre. Informado de ello Almanzor reclamó enérgicamente al conde castellano la entrega de su hijo. Negóse García á la intimacion, y permaneció Abdallah por espacio de un año al lado del conde de Castilla. Mas en el otoño de 990, perdidas por García las ciudades fronterizas arriba mencionadas, y recelando él mismo de las pretensiones de su propio hijo Sancho, debió convenirle desenojar á Almanzor y accedió á entregarle el reclamado Abdallah, y enviósele con buena escolta de castellanos. De órden de Almanzor salió el esclavo Sad á recibirle al cami

no, el cual en el momento de encontrarle besó la mano á Abdallah, y no dejó de alimentarle la esperanza de que hallaria indulgencia en su padre. Mas al llegar á las márgenes del Duero, intimáronle los soldados de Sad que se dispusiera á morir: el pérfido esclavo que les habia dado esta órden se habia quedado algunos pasos detrás: Abdallah se apeó con resignacion, y entregó sin inmutarse su cuello á la cuchilla del verdugo. Asi pereció el ambicioso y obstinado hijo de Almanzor á la edad de veinte y tres años (1),

Llegó asi el año 992, en que falleció el conde de Barcelona Borrell II., sucediéndole su hijo Raimundo ó Ramon Borrell III., y dejando el condado de Urgel á otro hijo nombrado Armengando ó Armengol. Los historiadores árabes se detienen en referirnos los sucesos que á este tiempo en Africa acaecian, los cuales ocupaban no poco á Almanzor, y preparaban en el Magreb la elevacion de una nueva dinastía bajo la astuta política de Zeiri ben Atiya, pero cuyos pormenores nos dispensamos de referir por no pertenecer directamente á nuestra España. Repetimos que por nada dejaba Almanzor sus dobles expediciones anuales. Muchas parece haber sido consideradas por los escritores de aquel tiempo como acaecimientos comunes, pues apenas dan cuenta de ellas: otras les

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