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impreso que lleva el título de Máximas para la guerra, sacadas de las obras del Excmo. Sr. Marqués de la Mina....., etc., no está conforme con el que ofrece todos los caractéres de haber sido escrito por el egregio General, historiador de las guerras de Sicilia y Lombardía. El órden de los capítulos es muy distinto, y, dentro de ellos, está subvertido el de sus principales ó más importantes párrafos, cuando no han sido llevados á partes diferentes de la obra.

El manuscrito hallado en la biblioteca del Sr. General Cotoner tiene por otra parte, y esto lo hace más interesante, la particularidad de citas sumamente curiosas que no se ven en la grande obra del Marqués; como, por ejemplo, la del autor del Diccionario que sigue á la descripcion del sitio de Messina, quien aparece ser un Sr. Cram, Ingeniero ordinario, como entónces se decía, natural de Tudela en Navarra y persona de mucho mérito.

Creo de todos modos, y voy á terminar este ya enojoso informe, que pudiera recomendarse al Ministerio de Fomento que, al tenor de las reales disposiciones citadas por el Sr. Valverde, se sirviera acordarle el auxilio que pretende para la impresion del manuscrito del Marqués de Mina.

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Con eso podría desmentirse, una vez al ménos, al ilustre autor de trabajo tan prolijo y concienzudo, cuando, al empezarlo, dice: << En el concepto, pues, del limitado valor de mis tareas, no me >> costó mucho la eleccion de un Mecenas á quien dedicarlas, por» que á San Miguel Archangel, mi devoto protector, pareciera hi>pocresía, al Rey, no lo merecen; á mi Nacion, que es mi ídolo, >no lo estimaría, porque hablando con todos se obliga á ninguno; >>al Cuerpo de Dragones en que me crié, y de que soy Director, >> fuera copiar á otro que executó lo mismo con el suyo, en su ras»go épico, aunque celebraría saberle imitar. Siendo todo esto así, >> dedico los rasgos de mi pluma, á la diversion de mis horas para >> desviar el ocio, y embelesar en las memorias de mi oficio al >> leerlas el breve tiempo que me queda de vida. »

Así, y cuando puede decirse que es por sentencia de la posteridad, el Marqués de la Mina habrá encontrado su Mecenas en la iniciativa de admiradores suyos, tanto más imparciales

cuanto que no tienen obligacion alguna para con él, y en la ilustracion del Gobierno de su patria.

La Academia, en vista de todo, resolverá lo más conveniente.

Madrid 22 de diciembre de 1882.-José Gomez de Arteche.

PALEOGRAFÍA HEBREA.

La Tabula Scripturae hebraicae (1), que su autor, el Dr. Julio Euting, profesor en la universidad de Estrasburgo, acaba de ofrecernos, y sobre la cual me pide informe nuestro dignísimo señor Director, no se puede bien apreciar sin tener á la vista la obra del Dr. Chwolson de San Petersburgo (2), á la que sirve de ilustracion y apéndice.

Es la Tabula pieza maestra de arte primoroso y de ingenio científico, «die sowohl in wissenschaftlicher, wie auch in technischer Beziehung ein wahres Meisterstück ist» como justamente la llama el Dr. Chwolson. Mide 32 centímetros de ancho por 169 de largo; y bien se deja comprender que no redunda tamaña extension, si han de marcarse debidamente las evoluciones gráficas del alfabeto hebreo cuadrado, hijo del fenicio, durante el espacio de veinticuatro siglos, ó desde el año 890 antes de Cristo hasta el 1515 de la era vulgar. Así el Oriente como el Occidente, con sus monumentos los más seguros y escogidos, y en especial la region de Crimea, ó la Iberia del Cáucaso, nos dan aquí la perspectiva y el cuadro sinóptico de las formas que gradualmente han ido tomando las consonantes del idioma, por excelencia sa

(1) Tabula Scripturae hebraicae ad illustrandum Prof. Chwolsonii. „Corpus inscriptionum hebraicarum, digesta ac delineata a Dr. J(ulio) Euting, Prof. universitatis Argentinensis; Argentorati, 1882.

(2) Corpus inscriptionum hebraicarum, enthaldend Grabschriften aus der Krim und andere Grab und Inschriften in alter hebräischer Quadratchrift, sowie auch Schriftproben aus Handschriften vom IX-XV Jahrhundert, gesammelt und erläutert von D. Chwolson.-St. Petersburg, 1882.-Enriquecen este libro in-folio seis grandes láminas fotográficas.

grado. Por lo que toca á nuestra Península Ibérica, tan rica todavía de códices inexplorados y de inscripciones israelitas, la Tabula del Dr. Euting tiene suma valía, toda vez que la ciencia paleográfica entra en primer término para descubrir la fecha que lápidas y códices suelen ocultar, y no siempre al presentarla dejan al resguardo de vacilaciones ó controversias.

No seguiré en la evolucion de sus respectivos estudios al eminente profesor de la universidad de Estrasburgo, ni al sabio Dr. Chwolson, quien se prepara, segun acaba de escribirme, á traducir del aleman al ruso su Corpus inscriptionum hebraicarum. Me limitaré á dos tipos paleográficos, sacados de monumentos españoles. El más antiguo refleja el carácter de nuestra escritura hebrea durante el período de la España visigoda; brota el otro del corazon de la Edad Media, al tiempo en que fallecía lleno de gloria el Cid Campeador, y no mucho ántes que Benjamin de Tudela trazase sobre el mapa del orbe aquella densa y fuerte red de aljamas hebreas, cuya robusta unidad, providencialmente mantenida, nos da razon histórica de esperar que los hijos de Israel, dispersos, mas no destruidos, así como han vivido, vivirán siempre á despecho de sus tenaces perseguidores. Tanto valdría que pereciesen ó que perdiesen su carácter tradicional, como un mentís á la voz profética de Hoseas (1) y de San Pablo (2).

Ya entendeis que aludo en primer lugar al mármol trilingüe de Tortosa, cuya primera revelacion á la sabia Europa se hizo por quien no ha logrado que su nombre estampen y citen los doctos con el aplauso que merece. Llámase Julio Carvalho, de profesion ingeniero, francés de nacion, y oriundo, como sobrado el apellido lo indica, del vecino reino de Portugal. Ha dotado á Tortosa de fuentes saludables y puras, harto más benéficas que el turbio Ebro, de cuyas aguas se surtían los ciudadanos; amigo y cultivador ilustrado de la ciencia agrícola, ha desmontado breñas hasta nuestros dias peladas ó estériles, y las ha cubierto de

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tiernos olivares, cuyos frutos no verá por ventura él, sino su prole; y ha convertido en ricos arrozales los charcos infecundos sobre los cuales reflejaban, tristes y solitarias, fúnebre aspecto las ruinas de San Cárlos de la Rápita. Este anciano, por ser extranjero y hebreo, y fundador de l'Alliance israélite, no ha recibido el premio que á sus hijos concede la patria; mas ¿qué le importa? El mayor lustre del hombre no es parecer, sino ser bueno; y así Mr. Carvalho, tan pronto como vió, veintidos años há, empotrada en la calle de Santa Ana y á mano izquierda de la entrada de la casa que está enfrente de la iglesia del Cármen, la preciosa lápida, sacó de ella un vaciado exactísimo; lo remitió á París, y si aprovechó al curso general de los estudios históricos, díganlo los doctos trabajos de los Sres. Le Blant y Renan (1), Derenbourg (2), Hübner (3), Graetz (4) y tantos otros renombrados epigrafistas, que han llevado el interés é importancia del monumento hasta el punto en que lo dejan colocado los señores Chwolson y Euting. Confiesa el Dr. Chwolson que el vaciado, sobre el cual se han apoyado las diferentes conclusiones de los eruditos y las suyas propias, es el sobredicho; y por lo tanto no parecerá fuera de su lugar lo que llevo anotado sobre el orígen de este gran movimiento. Yo he visto y hecho arrancar de la pared que lo contenía, el mármol original; he publicado su fac-símile, tomado sobre fotografía, en el Museo español de Antigüedades (5); y en fin, he demostrado que el estudio de la inscripcion trilingüe ha de completarse por el del crismon que ostenta en su dorso el mármol. Su fecha, si mal no lo demostré, dista poco de la época de Justiniano.

Y aquí es donde me incumbe hacer resaltar los servicios prestados á nuestra historia literaria por la Tabula del Dr. Euting. Nadie que hubiere estudiado á fondo los antiguos códices de nuestros archivos, ó siquiera leido los grecismos de la Historia

(1) Revue archéologique, II, 1860.

(2) Journal Asiatique, 1867, 10, p. 354.

(3) Inscriptiones Hispaniae christianae, Berolini, 1871, n.o 186.

(4) Monatsschrift, 1880, p. 443.

(5) Tomo VI, Madrid, 1875, pag. 559.

TOMO II.

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Compostelana, dejará de sonreirse al oir las razones que alega contra el P. Garrucci Mr. Renan, diciendo que un epígrafe hebreo-greco-latino en la España de los siglos X-XIII es lisa y

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llanamente anacronismo puro. No lo creo así; y en prueba, básteme citar el himno trilingüe de Santiago, escrito en el siglo XI, ó á más tardar en el XII, que nos brinda el códice Calixtino de la Catedral de Compostela, y cuya publicacion veo ofrecida para

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