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bierno.

que el príncipe aborrecia de muerte, y los individuos de la junta apostólica, de quienes justamente Sistema de go- desconfiaba, se consagró, si no á la destruccion total de ambos bandos, porque era imposible, al menos al logro de su inpotencia, paralizando con unos consejeros las ruedas que movian los otros. Situacion tan forzada apagó en su pecho los sentimientos mas dulces de la vida; estinguióse el amor, ahogado por las sospechas, y consumió sus dias y sus desvelos dedicado únicamente á la conservacion de su existencia, que creía siempre amenazada. Estimulado por un sistema de maquiabelismo de que la historia no nos ofrece ejemplo, asió en su diestra una sangrienta balanza, sobre cuyo fiel se afianzaba el trono, y arrojando para equilibrarla cabezas á uno y otro lado, valiéndonos de la imagen de un historiador francés, refrenó ambos partidos. Oponiendo despues en los Consejos y en el ministerio los partidarios de una forma de gobierno á los partidarios de la opuesta, hacia que sin saberlo espiasen los unos á los otros: Calomarde era el antipoda de Ofalia, de Zea, cuyos pasos seguia; y Cruz vigilaba á Eguía, á Erro y demas apóstoles de la reaccion. El ministro de Gracia y Justicia comprendió con su sagaz instinto el misterio de este sistema, y lo veneró con una fidelidad á toda prueba, debiendo á ella, á la adulacion y á sus escasas luces, el haber conservado tan largo tiempo la confianza del monarca, que siempre le distinguió entre sus compañeros.

1824.

Ugarte.

A la subida de Calomarde siguió en 2 de brero el nombramiento de don Antonio Ugarte y Larrazabal para secretario del Consejo de Estado: era este el antiguo favorito de Tattischeff, alına de la camarilla, y el que en el período constitucional habia desempeñado comisiones secretas de Fernando, como espresaba el mismo decreto, dis

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tinguiéndose siempre por su ingnorancia y furibunda exaltacion. Su llamiento al poder, y el feliz éxito que coronó la mision del conde Pozzo di Borgo, testifican la influencia que ejercía la embajada rusa, y que no pudieron destruir en todo este reinado la Gran Bretaña ni la Francia, no obstante la alianza de la primera en la guerra de la independencia, y la intervencion de la segunda para destruir el código gaditano.

Calomarde dió comienzo á su ministerio con un numeroso nombramiento de prebendados, en el que figuraban los eclesiásticos mas furiosos por sus opiniones y conducta en los actuales disturbios; y ornó el pecho del acalorado obispo de Lérida con la gran cruz de Carlos III. Revalidó en 5 de Febrero las sentencias pronunciadas por los jueces en los tres años del gobierno representativo, á escepcion de las que condenaban á los realistas, y mandó sacar nuevos títulos á los escribanos, abogados, médicos y boticarios que los hubiesen obtenido en la época pasada. Creó el 13 del propio mes una junta compuesta de los hombres mas fanáticos para que formase el plan de estudios; y en 11 de Marzo por un decreto especial repuso los mayorazgos en el estado que tenian antes de la revolucion segun la mente del que habia dado la regencia, devolviendo los bienes vendidos á los poseedores de vínculos, y sin restituir al comprador el dinero que habia dado. Robo escandaloso y mofa de la fé pública tan atrozmente engañada.

Las fraguas secretas encendidas por los apostólicos ardian con mayor incremento; y los que atizaban el fuego escondíanse en palacio resguardados del incendio, ora se derramase por el reino entero y abrasase el solio, ó bien brillasen sus llamas en puntos aislados y fuesen ahogadas por

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1824.

Decretos.

1824.

la mano del monarca. Los cuerpos facciosos se licenciaban lentamente ó permanecian unidos bajo especiosos pretestos. El gobierno en 29 de Enero declaraba que la disolucion de las bandas de la fé era urgente, porque el erario no podia pagarlas; que los incautos manifestaban recelos al verlas disueltas; que otros mal hallados con el restablecimiento del orden abultaban los riesgos sembrando la desconfianza; y que los díscolos fingian temer para despertar el temor de los buenos realistas. La tempestad no se desvanecia con circulares; y el furibundo fraile que redactaba el Restaurador encrudecia los ánimos apellidando á la matanza. Necesario fue que el conde de Ofalia proProhibicion hibiese el 30 del mismo Enero la publicacion de tode periódicos. do periódico, esceptuando la Gaceta y el Diario, para que espirase el eco de las sociedades secretas del realismo. Entre tanto Fernando, siempre cobarde delante de la anarquía armada, lamia á los voluntarios realistas de Madrid, y habiendo salido estos á evolucionar al pueblo de Villaverde, viéronse agradablemente sorprendidos á su regreso en mitad del camino con el encuentro de la familia real: á su entrada en la corte ilumináronse voluntariamente las calles del tránsito,

facciosos,

Caminando siempre por la senda de los halaPremios á los gos, concedióse en 11 de Febrero á las familias de los oficiales del ejército faccioso que perecieron en el cadalso ó de resultas de las heridas recibidas, las pensiones correspondientes á un grado mas del que disfrutaban al tiempo de su muerte, y dos reales diarios á las viudas de los soldados y tambores. Mientras que á los militares procesados por amantes de las reformas se les habia privado de su fuero y entregado á la justicia ordinaria sin miramiento á la sangre que derramaron en el campo del honor, y se habia man

dado disolver los depósitos de constitucionales, tanto presentados como prisioneros, prohibiéndoles acercarse á la corte y á los sitios reales. Contribuían en estremo al enardecimiento de los ánimos del bando reinante los obispos estrañados que regresaban ahora á sus diócesis, y las fiestas cívicas y religiosas que se celebraban en todos los puntos de la monarquía con motivo de la bendicion de las banderas de los voluntarios realistas. El 18 de Febrero verificóse en Madrid tan augusta ceremonia en el convento de nuestra Señora de Atocha, con asistencia del monarca y del general en gefe del ejército francés conde de Bourmont, acompañado de su estado mayor. El coronel de los voluntarios Aymerich, bendecidos los estandartes, arengó á los realistas haciendo alarde de los principios mas exagerados de absolutismo, y descubriendo de este modo el secreto resorte que movia sus labios.

Proseguia el ministro Ballesteros su gloriosa tarea de ordenar la Hacienda y equilibrar los gastos con los productos. No pudiendo separarse del viejo carril de los usos antiguos, restableció definitivamente el orden primitivo de contribuciones, debiendo cada provincia satisfacer las suyas respectivas, y resucitando la de frutos civiles; utilizó y mejoró las rentas del aguardiente, del bacalao, del tabaco y de la sal; y aumentó los réditos de las aduanas con la formacion de aranceles y de nuevos" impuestos. Obligado por los errados principios de economía que prevalecian en la corte, prohibió la introduccion de granos, harinas y legumbres estran geras; y habiendo el rey concedido por su decreto de 16 de Febrero á las provincias Vascongadas en confirmacion de sus fueros "cortes anuales desde! el presente año para que los estados aprontasen un servicio voluntario proporcionado á la riqueza: del pais," exigió de las mismas el donativo de très

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1824.

Mejoras en el cienda.

ramo de Ha

1821.

millones cada año. Tambien triplicó el producto del papel sellado estendiendo su uso; y mandó formar en 8 de Marzo el gran libro de la deuda consolidada, señalando fondos para el pago de los intereses de seiscientos millones, con cuyo impulso levantó el crédito de la nacion, que yacía enteramente destruido.

El baron de Eroles, honrado por principios, y moderado su ardiente realismo con los escesos que tanto habian indignado su recto corazon, fue nombrado capitan general de Cataluña, y al encargarse del mando dirigió á los catalanes la palabra con tanta mesura, que su proclama es en aquella época un modelo de templanza. " No vengo á atizar resentimientos, sino á sufocarlos: yo mismo no conservo otra memoria que la de los beneficios. Orden y concordia; estos son mis votos y mi propósito. Ni los alaridos de la multitud, ni consideraciones particulares alterarán la marcha magestuosa de la ley."

Mas ni estos ejemplos de virtuosa moderacion, ni las contínuas gracias con que el monarca pretendia adormecer el ardor de los voluntarios aplicando á los fondos de su armamento los contrabandos aprehendidos por los mismos, escitaban su gratitud ni desbarataban las urdidas tramas. El gobierno se humillaba á esplicar en varios decretos los motivos de su conducta: decia que el celo indiscreto de algunos "podia comprometer la consideracion real; " rebajando asi los quilates del trono, que cuando reina absoluto nunca se cree obligado á satisfacer la opinion del pueblo. El impío Merino, cuyas manos destilaban todavía la sangre de las víctimas inmoladas, al disolver en Segovia la division de su mando, aseguraba á los soldados que volvia gustoso á su sagrado ministerio, y uniendo á la hipocresía el descaro y la amenaza concluía de este modo: "No olvideis jamas que sois castellanos, manifestando al mundo que nun

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