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1831.

poniendo probado el que el tafetan bordado debiese servir de bandera. Amanecieron esparcidas por las calles de Madrid dos ó tres veces targetas con letreros subversivos; y registrada la casa de don Tomas de la Chica, y encontradas algunas que se parecian á las primeras, la sala de alcaldes de Casa y Corte, vendida á Calomarde, fulminó contra. el reo la pena de horca, donde acabó sus dias la Chica en 29 de Julio. Apartemos los ojos de tantos horrores: aterrada la mente y el corazon lleno de congoja cáese la pluma de la mano, y nos falta el aliento para seguir nuestra penosa tarea.

El bill de reforma agitaba la Inglaterra, y el rey, queriendo consultar la opinion nacional disolvió el parlamento. Pronuncióse aquella por la reforma, y la cámara de los lores la desaprobó: entonces la de los comunes insistió en favor del bill, y declaró que depositaba toda su confianza en los ministros que sostenian la reforma, y cuyo presidenInhumani- te era lord Grey. En Portugal el usurpador don dad de don Mi- Miguel preferia arrostrar la enemistad de las naguel.

ciones mas poderosas á dar la menor señal de clemencia, como habia ofrecido. Ciego de rabia cebaba su venganza, no solo en los naturales del pais, sino tambien en los estrangeros, á quienes protegian sus respectivos pabellones. El cónsul francés reclamó la libertad de varios individuos de su nacion, y las consiguientes indemnizaciones; y habiéndose negado el tirano, ausentóse el cónsul de Lisboa y principiaron las hostilidades. Tambien el gobierno británico exigia satisfacciones, y para obtenerlas de grado ó por fuerza envió una escuadra, á cuya vista humillóse el gabinete lusitano. Del mismo modo procedió cuando la bandera tricolor francesa ondeó en el Tajo delante de las murallas de la capital del reino: los franceses salieron de sus calabozos, y fueron reparados los daños que habian

sufrido. En tales circunstancias el emperador don Pedro, que habia renunciado la corona del Brasil en su hijo y dádose á la vela para Europa, desembarcó en Inglaterra acompañado de su esposa y de la reina doña María de la Gloria. Con la nueva de su llegada enconáronse aun mas las pasiones; y en 21 de Agosto alzó en Lisboa banderas contra el tirano un regimiento; mas sufocado el tumulto por no haber encontrado eco en el pueblo, vengó cumplidamente el agravio don Miguel derramando á torrentes la sangre de los sublevados.

La Polonia peleaba por su independencia con indómito arrojo; pero la lucha era desigual, porque abrumaban á los polacos las tropas rusas, que eran triples en número. El cólera morbo, peste nacida en la India, asolaba el mundo é invadió los ejércitos de ambas naciones, diezinándolos: el general en gefe ruso Diebitsch y el duque Constantino perecieron súbitamente atacados por tan cruel azote. Tomó el mando de las huestes imperiales el general Paskewitz, quien despues de varios combates, en que salió victorioso, entró por fin en Setiembre en Varsobia, consumando la servidumbre polaca. Al propio tiempo que la libertad quedaba vencida en Polonia afianzaba su reinado en Bélgica, donde no queriendo ceder el rey de Holanda intervinieron las tropas francesas y decidieron la lucha.

El gabinete español no salia del estrecho radio de su política: en 20 de Agosto pereció en la horca en la capital de la monarquía don José Torrecilla por cómplice de tramas revolucionarias, esto es, por la imprudencia de algunas palabras. En Julio habíase publicado una quinta de veinte mil hombres para mantener el ejército en la fuerza que tenia, porque se presagiaban próximas revuel

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Es vencida Polonia.

mercio.

tas en Portugal con la venida del emperador don Bolsa de co- Pedro. Creóse en Madrid una Bolsa á imitacion de las grandes capitales de Europa; y al propio tiempo que se introducian estas mejoras prohibíase que en los diarios de las provincias se insertasen noticias políticas, aunque fuesen copiadas de la Gaceta.

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Cristina regala unas ban deras al ejército.

Fernando, acometido en Octubre de un paroxismo gotoso en la inano izquierda, y de otro ataque tambien de gota en Noviembre, inspiraba de dia en dia mas fundados temores; y las sociedades secretas del realismo, que veían eclipsarse su existencia y las señales de vida y robustez de la infanta Isabel, trabajaban con ahinco y preparaban el volcan que con sus erupciones debia asolar el reino. Ante todo habian convencido á don Carlos de lo que ellos llamaban sus derechos, y el infante habíales ofrecido que aunque era verdad que en vida de su hermano no daria un solo paso para empuñar el cetro, tampoco consentiría que su sobrina se cinese la corona. El conde de España, vigía astuto del carlismo, descubria con una mano la estátua de bronce de Fernando colocada en Barcelona, y con la otra hacinaba en Cataluña los elementos propicios á don Carlos para inflamarlos á su tiempo.

La reina Cristina preveía la lucha en que se vería empeñada, y procuraba por su parte atraerse el ejército: con esta idea el 10 de Octubre, primer cumpleaños de la augusta Isabel, regaló á los cuerpos del ejército unas banderas bordadas de orden de S. M., y al entregar en el salon de las columnas á los generales aquellas graciosas enseñas les dijo: "En un dia como este, tan agradable á mi corazon, he querido daros una prueba de mi aprecio poniendo estas banderas en vuestras manos, de las cuales espero no saldrán jamas; y estoy bien persuadida que sabreis defenderlas siem

pre con el valor que es propio del carácter español, sosteniendo los derechos de vuestro rey Fernando VII, mi muy querido esposo, y de su des.cendencia."

En seguida se repartió al ejército la siguiente proclama de la misma reina.

"El dia en que celebrais el primer cumpleaños Su proclama de la infanta mi querida hija es el que he elegi- al mismo. do para confiar á vuestra guarda estas banderas que hice preparar con el deseo de dar á todo el ejército y voluntarios realistas del reino un testimonio público de mi aprecio por la lealtad con que sostienen los sagrados derechos del rey.

"Es un pensamiento que me ocurrió cuando vi las primeras tropas españolas en la falda del Pirineo, y estoy persuadida de que mi nombre, grabado en ellas, y la festividad del dia en que os las entrego, serán eternamente recuerdos que inflamarán vuestra fidelidad y el heróico valor que jamas faltó en la patria del Cid. - Madrid 10 de Octubre de 1831. — María Cristina.” (*)

Los periódicos estrangeros hablaban de la amnistía que tenia proyectada la madre de la princesa Isabel, y hubiera logrado en su apoyo el beneplácito del monarca si sus indignos consejeros no hubiesen inventado una trama infernal, cuyo relato aflige nuestra alma. Torrijos y los demas españoles abrigados en Gibraltar habíanse desalentado con el éxito de las anteriores empresas y con el funesto fin del desventurado Manzanares, y esperaban del tiempo y de las circunstancias la libertad de la patria. Pero los furibundos sectarios del Angel esterminador ardian en sed de venganza contra Torrijos, y en sus juntas secretas acordaron tender un lazo á la víctima para arrastrarla al ara del sacrificio y gozarse en su sangre. Mandaba en Málaga el verdugo don Vicente Gonzalez Moreno,

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(*Ap. lib. 13. núm. 11.)

y tomó el encargo de atraer á Torrijos á la red empleando el engaño y la astucia. Con esta idea un coronel que entonces se hallaba en Andalucía comenzó á deslumbrar á cierto amigo de Torrijos con las quejas que publicaba contra el gobierno de Fernando; y cuando le hubo persuadido de su supuesto odio á Calomarde le afirmó con mucho secreto que toda la tropa pensaba del mismo modo, y que si Torrijos desembarcaba con sus amigos todos secundarian el movimiento. Concertaron pues un plan de acuerdo con los espatriados, y para mejor disponerlo partió el coronel á Gibraltar suponiendo cierto negocio, pero con conocimiento de Gonzalez Moreno, y quedaron acordes en todos los pormenores, y en que el desembarco se verificaría en las Ventas Mismilianas. Al instante se dió orden á los buques guardacostas para que vigilasen la salida de Torrijos y de los suyos, quienes en la noche del 30 de Noviembre al 1.° de Diciembre confiáronse al mar en dos barquichuelos valencianos. Su confianza era tanta, que no llegaban á sesenta hombres, oficiales la mayor parte; y apenas salieron de la plaza los siguió el falucho guardacosta Neptuno, y despues de haber los batido en el mar Funesto de á cañonazos los obligó á embarrancar y saltar á tierra en el punto llamado la Fuengirola, inmediato á Málaga, apoderándose de los barcos.

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sembarco de Torrijos.

Los liberales enarbolaron la bandera tricolor al grito de viva la libertad, y situáronse en la Alquería del conde de Mollina esperando el movimiento de Málaga y de las tropas que la guarneGonzalez Mo- cian. Avisado el tigre Gonzalez Moreno, que aguardaba en las Ventas el desembarco, de que éste se habia verificado en distinto punto, corrió á saborearse con la presa que la traicion ponia en sus manos, y halló ya sitiado por los voluntarios realistas de los pueblos el edificio donde se habian abrigado.

reno.

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