Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CAPITULO X.

GUERRA DE FLANDES.

RETIRADA DEL DUQUE DE ALBA.

1568.-1573.

Campaña del duque de Alba contra Luis de Nassau.-Le derrota y ahuyenta de Frisia.-Excesos del ejército real: castigos.-Guerra que mueve el principe de Orange por la frontera de Alemania. -Marcha el de Alba con ejército á detenerle.-Provoca el de Orange á batalla al de Alba y éste la rehusa.-Franceses en auxilio de los orangistas.-Derrota don Fadrique de Toledo al de Orange y los franceses.-Conducta de las ciudades flamencas.-El príncipe de Orange en Francia.-Contratiempos.-Retírase á Alemania.Termina esta primera guerra.-El duque de Alba solicita ser relevado del gobierno y salir de Flandes.-Honores que recibe del papa. Rasgo de orgullo que irritó á los flamencos y le indispuso con la córte de España. Envia tropas de socorro al rey de Francia contra los hugonotes.-Temores de rompimiento entre Inglaterra y España, y la causa de ellos.-Continúan las vejaciones y los suplicios en Flandes.-Célebre proceso y horroroso suplicio del baron de Montigny.-Abominable conducta del rey en este negocio.-Casamiento de Felipe II. con Ana de Austria.-Avisos del embajador de Francia al rey.-Comienza otra guerra en los Paises Bajos.-Sublevaciones en Holanda y Zelanda.-Rebelion en la frontera francesa.-Cerco de Mons por don Fadrique de Toledo.Segunda iuvasion del príncipe de Orange en Flandes con grueso ejército. Sucesos espantosos en Francia.-La matanza de San Bar

tolomé (Les massacres de la Saint-Barthelemy).-Lo que influyó en la guerra de Flandes.-El de Orange se retira á Holanda.-Memorable sitio de Harlem.-IIeróica defensa de los sitiados.-Trabajos y triunfo de los españoles.-Toma de Harlem.-Insurreccion de tropas españolas.-Noticia de las tropas que componian el ejército de Felipe II. en los Paises Bajos.-El duque de Alba y el de Medinaceli. -Ambos renuncian el gobierno de Flandes.-Es nombrado don Luis de Requesens.-Sale el duque de Alba de los Paises Bajos, y viene á España.

Ejecutados los memorables suplicios de los condes de Egmont y de Horn, de que dimos cuenta en el capítulo VII., consideróse el duque de Alba desembarazado para hacer personalmente la guerra, y partiendo de Bruselas, se encaminó á la Frisia ansioso de vengar la derrota y muerte que al conde de Aremberg habia dado Luis de Nassau, hermano del príncipe de Orange. El 15 de julio (1568) entró en Groninga, y habiendo salido sin apcarse del caballo á reconocer el campo enemigo, distante tres millas de la ciudad, determinó acometerle al dia siguiente.

Llevaba el de Alba diez mil infantes y tres mil caballos, veteranos los mas. Inferior en caballeria era el ejército del de Nassau; y aunque éste se habia` retirado unas seis millas, y rodeádose de trincheras y fosos de agua, arremetió con tal brio la infantería española, y anduvo tan cobarde y floja en su defensa la gente del de Nassau, que huyendo en desórden despues de incendiar los cuarteles, ahogáronse muchos en los fosos y pantanos, acosando á los demas

con sus espadas el conde de Martinengo y César Dávalos, hermano del marqués de Pescara. Animado el general español con este primer triunfo, desde Groninga, donde habia vuelto á darse un pequeño descanso, salió de nuevo en busca del enemigo, que halló acuartelado y fortificado en Geming, en la Frisia Oriental, entre el rio Ems y la ensenada de Dullart (24 de julio). Las lagunas que cubren aquel pais, y que casi se nivelan con los caminos, eran poco embarazo para la decision de los españoles; y una insurreccion de las tropas alemanas del campamento enemigo, siempre en reclamacion de sus pagas, alentó á los capitanes del de Alba en términos de disputarse los de todas las naciones quién habia de embestir primero sus baterías. Cupo la honra de ser elegido para esta peligrosa empresa al español Lope de Figueroa con su tercio de mosqueteros, é hízolo con tal gallardía, que se apoderó de los cañones y abrió camino al resto del ejército que acabó de desalojar á los rebeldes, dándose estos á huir, en especial los mal disciplinados alemanes, por los lagos y las márgenes del rio, con tan ciega precipitacion y tan de tropel, que los que no eran alcanzados del acero, se lanzaban á las fangosas aguas, y se hundian con el peso de las armaduras, siendo tal el número de sombreros alemanes (bien conocidos por su forma) que andaban sobrenadando y llevaba la marea, que por ellos entendieron los mercaderes que navegaban el

[ocr errors]

seno de Dullart el gran destrozo que aquellos habian sufrido en los cercanos campos.

Seis horas duró la mortandad, y calcúlase en seis mil los cadáveres, que se repartieron casi á medias entre las olas y los aceros. Veinte banderas, diez piezas mayores, y los seis cañones que antes habian cogido ellos al de Aremberg, fueron los principales despojos de este triunfo. Creyóse al principio que habia muerto el de Nassau, como que le fueron presentados al de Alba las armas y vestido con que le habian visto aquel dia: mas luego se supo que se habia salvado vadeando el rio á nado con otro trage que tuvo la precaucion de ponerse para no ser conocido. El duque de Alba dió parte de esta victoria, antes que á nadie, al papa Pio V., que habia mostrado singular interés por este suceso, á cuyas oraciones, decian los devotos que se habia debido, y en cuya celebridad mandó hacer el pontífice en Roma procesiones públicas por tres dias, con salvas de artillería y vistosas luminarias. Tambien despachó á España con la noticia al castellano Andrés de Salazar.

ΑΙ regresar el ejército victorioso, pasando el tercio de Cerdeña por los lugares en que antes fué derrotado con el conde de Aremberg, y recordando los soldados la persecucion que de aquellos aldeanos habian sufrido, vengáronse bárbaramente incendiando todos los pagos y alquerías del contorno, de suerte que desde la ensenada de Dullart hasta la Frisia

Oriental todo lo que podian alcanzar los ojos era una pura llama. Indignó al duque de Alba tan atroz atentado, y averiguados los autores del crímen, no se contentó con hacer ahorcar los mas culpables, sino que disolvió la legion incendiaria, al modo que en tales casos solian hacerio los generales romanos, refundiéndola en los otros tercios, y degradando á su capitan el maestre de campo Gonzalo de Bracamonte, que al fin fué restituido algun tiempo despues á su puesto. De alli, dejando por gobernador de la Frisia al conde de Meghen en reemplazo del de Aremberg, volvió el de Alba á Groninga, fortificó algunos puntos, y dió la vuelta á Bruselas, donde encontró á su hijo mayor don Fadrique, duque dé Huesca y comendador mayor de Calatrava, que acababa de llegar de España con dos mil quinientos infantes y algun dinero.

Oportunamente venia aquel refuerzo para resistir al príncipe de Orange, que con poderoso ejército levantado en Alemania, producto de su confederacion con los príncipes protestantes, se preparaba á invadir los Paises Bajos. Habian irritado al de Orange los suplicios de los condes de Egmont y de Horn; habia da- · do á luz un libro Contra la tirania del duque de Alba: la muerte del príncipe Cárlos, de que él hacia criminal autor al rey don Felipe, y que desconcertaba acaso una parte de sus planes, aumentó sus iras contra el monarca español. Contaba en su ejército veinte У ocho

« AnteriorContinuar »