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gencia para enviarle socorro de España, y haciendo venir naves de Italia á Barcelona, y levantando gente en Andalucía, despachó una nueva armada al mando de don Francisco de Mendoza, la cual, tan pronto come llegó á la vista de Mazalquivir, acometió la flota enemiga, le apresó nueve naves y ahuyentó las demas, mientras los del fuerte y los de Oran, alentados con este refuerzo, atacaban briosamente las tropas de Hassen. Levantó pues el argelino cobardemente el cerco á pesar de la gran superioridad numérica de sus fuerzas, y huyó precipitadamente á Argel (junio). Fué persiguiéndole don Francisco de Mendoza, pero no pudo darle alcance. Reforzó las guarniciones de las dos plazas, las surtió de bastimentos, y dió la vuelta á España, donde fué recibido con gran júbilo. No dejó el rey sin premio á los heróicos defensores de Oran y Mazalquivir: hizo al conde de Alcaudete merced del vireinato de Navarra, premió con bastante liberalidad á su hermano don Martin de Córdoba, y no dejó sin recompensa ni á los oficiales y soldados que habian sufrido los trabajos y penalidades del sitió, ni á las mugeres y familias de los que habian perecido en él (4).

Hecho el socorro de Oran, é instado el rey por don Pedro de Venegas, gobernador de Melilla, resol

(1) Don Luis de Cabrera, en el libro IV. de su Historia de Felipe II., cap. 9, 40, 42, y 13, refiere largamente los pormenores de este

sitio por los diarios de Orán que tuvo á la vista, y rectifica varias equivocaciones en que incurrió Herrera en la General del Mundo.

vjó emplear la armada en la conquista ó recuperacion del Peñon de Velez de la Gomera que desde 1522 habia caido en poder de turcos y moros, y estaba siendo nido de corsarios que molestaban y dañaban la costa fronteriza de Andalucía, y eran una tentacion peligrosa para los moriscos granadinos. Para esta empresa fué nombrado general, á causa de haber muerto en Málaga don Francisco de Mendoza al salir con la espedicion, don Sancho Martinez de Leiva, general que habia sido de las galeras de Nápoles. Adelantóse con ocho galeones el intrépido y hábil marino don Alvaro de Bazan, y seguíale el resto de la armada. Esta espedicion, á pesar de las esperanzas y facilidades que habia dado Venegas, no produjo otro resultado que algunos encuentros con los moros de las sierras, pues reconocido el Peñon por don Sancho, y habido consejo de capitanes, se resolvió no acometerle por no considerarse con suficientes fuerzas para ello, y se acordó recmbarcar le gente, y regresó la flota á Málaga (6 de agosto, 1563).

Esto encendió al rey don Felipe en mas vivos deseos de reconquistar el Peñon, en el cual todas las ciudades comerciales del litoral del Mediterráneo yeian tambien un estorbo para su tráfico. Preparó pues otra mayor y mas respetable armada, compuesta de noventa y tres galeras y sesenta buques menores, llevando á bordo trece mil soldados españoles, italianos, alemanes y flamencos. El rey de Portugal y el gran

maestre de Malta ayudaron con sus fuerzas á esta empresa. Habiendo fallecido el gran almirante genovés príncipe de Melfi Andrea Doria, dió el rey don Felipe el almirantazgo del Mediterráneo y el mando de esta armada á don García de Toledo, marqués de Villafranca, duque de Fernandina, gobernador de Cataluña y sucesor del duque de Alcalá, virey ya de Nápoles. Parecia demasiada fuerza pura tal empresa, pero el rey queria asegurarla. Iba tambien don Sancho Martinez de Leiva, el gefe de la primera espedicion. Era alcaide del Peñon el famoso corsario CaraMustafa, gran inquietador de aquellas costas y mares, que se creia invencible y seguro al abrigo de aquella formidable fortaleza, situada entre el continente y el mar sobre una escarpada roca, defendida por la náturaleza y por el arte, con muros flanqueados de bastiones y guarnecidos de gruesas baterías. Mustafá, noticioso de la espedicion que contra él se preparaba, se habia provisto de bastimentos para un año, y aguardaba confiadamente, sin que por eso dejára de avisar al rey de Fez y pedirle que le ayudara contra los cristianos.

Tan pronto como estos desembarcaron, presentáronse multitud de moros montaraces sobre las sierras y montañas por cuya falda tenia que pasar el ejército cristiano para acercarse á la fortaleza. Prosiguió este su marcha mirándolos con desdeñosa serenidad, mas cuando se acercó al Peñon, parecióles á muchos ofi

ciales que era intento temerario el de tomar una fortaleza de tan singular asiento y que parecia inexpugnable. Tal vez por creerlo asi tambien el mismo Mustafá, habia salido con sus naves á correr la costa de Levante por no perder sus presas, dejando confiada la defensa del fuerte al renegado Ferret con doscientos turcos. Intimidáronse estos á la vista de las poderosas fuerzas cristianas, y el pánico se apoderó de ellos cuando vieron desmontados algunos de sus cañones y derribada una parte del fuerte por la artillería gruesa de las galeras españolas. El renegado Ferret huyó á tierra con la mayor parte de su gente, y con aviso de otro renegado albanés se acercó Juan Andrés Doria con doce soldados á la puerta del fuerte, que un alférez turco con tres moros les franquearon, pidiendo libertad para otros veintisiete que habian quedado (5 de setiembre, 1564). Entraron los aliados en el Peñon, donde hallaron veinticinco cañones con mucha municiones y vituallas, y don García de Toledo, dejada la competente guarnicion en el fuerte, y despedidas las flotas de Portugal y de Malta, dispuso el reembarque de las tropas, que fué trabajoso y costó muy reñidas escaramuzas con el xerife de Fez que habia llegado con gran chusma de moros. Al fin se reembarcó la gente, y llegaron todos á Málaga, donde fueron recibidos con grandes aclamaciones, y desde donde se dió al rey aviso de tan feliz suceso (1).

(1) Cabrera, Hist. de Felipe II. lib. VI.-Bertot, Histoire des CheTOMO XIII. 7

Nombrado don García de Toledo virey de Sicilia en premio de esta conquista, partió para su destino, dejando en Córcega á Juan Andrés Doria con algunas banderas, otras en Génova con Estéfano Doria y don Lorenzo Suarez de Figueroa, y pagó y licenció las tropas alemanas. La conquista del Peñon de la Gomera, tanto como llenó de alegría á las provincias meridionales de España, inquietó y alarmú á las berberiscas, las cuales recurrieron al sultan suplicándole emprendiera arrojar de él y de todas las posesiones de Africa á los españoles. Pero al propio tiempo le instaban sus súbditos á que tomára venganza de los caballeros de Malta, que en todas las empresas ayudaban á los españoles. Soliman, aunque cargado ya de años, no menos ambicioso que en su juventud, determinó vengarse á un tiempo de la órden de Malta y del rey de España. Indeciso algun tiempo sobre si dirigiria primero sus fuerzas á Malta ó á Sicilia, resolvió por último acometer primeramente aquel baluarte de los caballeros cristianos. Pero esta empresa por las grandes proporciones que tomó, y no pertenecer ya á las posesiones españolas de Africa, merece ser referida separadamente.

valiers de Malte.-Discurso de la jornada que se ha hecho con las galeras que adelante se espresarán en este año de 1564 por mandado de la Magestad del Rey de Spaña don Felipe II. nuestro senor, siendo capitan general de la

mar el excelente señor don Garcia de Toledo.-Archivo del escelentísimo señor marqués de Santa Cruz, núm. 15 del legajo 6.9Y en el tomo XIV. de la Coleccion de documentos inéditos.

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