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ojos de Dios de la retractacion de una renuncia como la suya, tomó Felipe su resolucion de empuñar otra vez el cetro, y al siguiente dia se publicó el real decreto siguiente: «Quedo enterado de cuanto el Conse>>jo me representa en esta consulta, y en la antece>>dente de 4 de setiembre, que vuelvo con ella; y aun>>>que Yo estaba en mi firme ánimo de no apartarme >> del retiro que habia elegido por ningun motivo que > hubiese, haciéndome cargo de las eficaces instancias >>para que vuelva á tomar y encargarme del gobierno >> de esta monarquía, como rey natural y propietario >de ella, insistiendo en que tengo rigurosa obligacion >> de justicia y de conciencia á ello: He resuelto, por lo >que aprecio y estimo el dictámen del Consejo, y por >> el constante celo y amor que manifiestan los minis>>tros que le componen, sacrificarme al bien comun de »esta monarquía, por el mayor bien de sus vasallos, y >>por la obligacion que absolutamente reconoce el >>Consejo tengo para ello, volviendo al gobierno como >>tal rey natural y propietario de ella, y reservándome >(si Dios me diese vida) dejar el gobierno de estos rei>>nos al príncipe mi hijo, cuando tenga la edad y ca>>pacidad suficiente, y no haya graves inconvenientes >>que lo cmbaracen; y me conformo en que se convo»quen Córtes para jurar por príncipe al infante don >> Fernando (").»

(4) Belando, Historia civil, para la Historia del Gobierno de P. IV. c. 64.-Macanaz, Memorias España, manuscritas, to.n. H.

Quedó pues Felipe V. instalado segunda vez en el trono de Castilla, con el consentimiento tácito de la nacion, con satisfaccion de muchos, y con particular júbilo de la reina, que era la que mas ambicionaba recobrar la corona y la que menos habia podido resignarse á la soledad y al retiro de San Ildefonso (1).

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(1) En cuanto á la jóven viuda del rey Luis, mucho habia recuperado el afecto público por el esmero y asiduidad con que asistió á su esposo en la enfermedad, de que al fin se contagió ella tambien, aunquelibró con mas fortuna. Permaneció algun tiempo en España disfrutando la pension de las reinas viudas, hasta que por las causas que luego veremos se volvió á Francia, con permiso del rey don Felipe. Alli vivió en el palacio de Luxemburgo de la viudedad que le pagaba el tesoro español; pero su desarreglo, que dió lugar á escenas escandalosas, y sus disipacio

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nes de que se quejó su mayordomo mayor, hicieron que la corte de Madrid le suspendiera el pago de su pension. Entonces se retiró á vivir al convento de las Carmelitas, «ocupando, dice un escritor, las habitaciones mismas en que vivió la duquesa de Berry, al pasar de sus amores desenfrenados á los actos de penitencia y arrepentimiento: alli permaneció el resto de sus dias, viviendo con el auxilio que le enviaba de tiempo en tiempo la córte de Madrid, y expiando con los rigores de la clausura la mala conducta de su vida pasada. Murió hidrópica en 1742.» Adelantamos estas noticias, aunque todavía se nos ofrecerán ocasiones de hablar de ella.

CAPITULO XV,

SEGUNDO REINADO DE FELIPE V.

PAZ ENTRE ESPAÑA Y EL IMPERIO.

De 1724 á 1726.

Mudanzas en el personal del gobiernɔ.—Córtes de Madrid.-Jura del príncipe don Fernando.-Impaciencia de la reina por la colocacion de su hijo Cárlos.-Pónese en relaciones directas con el emperador. -Intervencion del baron de Riperdá.-Noticias y antecedentes de este personage.-Es enviado á Viena. Entra en negociaciones con el emperador.-Disgusto de la córte de Francia.-Deshácense los matrimonios de Luis XV. con la infanta de España, y del infante don Cárlos con la princesa de Francia.-Vuelven ambas princesas á sus respectivos reinos.-Temores de guerra entre Francia y España.Ajusta Riperdá un tratado de paz entre España y el Imperio.-Otros tratados.-Condiciones desventajosas para España.-Quejas y reclamaciones de Holanda, de Inglaterra y de Francia.-Armamentos en Inglaterra.-Jactancias imprudentes de Riperdá.-Vuelve á Madrid. -Su recibimiento.-Es investido de la autoridad de primer ministro.

El primer efecto de esta segunda elevacion de Felipe V. al trono de Castilla sintiéronle algunos consejeros y ministros, especialmente los que habian mostrado oposicion, ó abierta ó disimulada, á que recobrase el rey la corona. Hallábase en este caso él

marqués de Miraval, que inmediatamente fué relevado de la presidencia del Consejo Real, si bien se le nombró consejero de Estado con doce mil ducados de sueldo, y dióse aquella presidencia al obispo de Sigüenza don Juan de Herrera, recien venido de Roma, hombre probo, templado, y estraño á las intrigas de la córte. Obligóse á Verdes Montenegro á renunciar la superintendencia y secretaría del Despacho de Hacienda, llevósele preso á Ciudad-Real, y se ocuparon sus papeles, á causa de haber dado mala aplicacion á algunos caudales que su antecesor el marqués de Campo-Florido dejó destinados á mas preferentes atenciones. Volvióse á éste la presidencia de Hacienda, y dióse la secretaría del ramo á Orendain, con facultad para sustituir en ausencias y enfermedades al marqués de Grimaldo, que anciano ya, cansado y achacoso, pensaba en retirarse: acusábale ademas el embajador Tessé de parcial de las potencias marítimas y de recibir regalos de Inglaterra: el mismo Orendain, olvidándose de que le debia todo lo que era, trataba de suplantarle, y todo contribuyó á que el rey comenzára á mostrarse ya mas tibio y menos afectuoso con Grimaldo. Otra de las víctimas de aquellas intrigas y de este cambio fué el marqués de Lede, á quien Felipe recibió, cuando fué á besarle la mano, con una aspereza que le turbó, y que acaso le costó la vida.

Fué uno de los primeros actos oficiales del rey don Felipe convocar las Córtes del reino para el 25

de noviembre (1724), con el fin de que reconocieran y juráran al príncipe don Fernando como inmediato sucesor y heredero del trono, y tambien para tratar, entender, practicar, conferir, otorgar y concluir por Córtes los otros negocios, si se les propusieren y parecieren convenientes resolver, etc. (1).» Las Córtes se reunieron el dia designado, con la particularidad de haber sido, como nota un escritor de aquel tiempo, la vez primera que se vió concurrir todos los reinos, ciudades y villas de voto en Córtes, inclusa la ciudad de Cervera á quien el rey acababa de concedérselo (2). La jura se hizo en la iglesia del monasterio de San Gerónimo de Madrid con todas las formalidades de costumbre. Los procuradores se esperaban para tratar en seguida de otros negocios, con arreglo á los términos de la convocacion, pero el rey les manifestó que no pensaba por entonces en ello (4 de diciembre), y en su virtud se restituyeron todos á sus casas (3).

Volvió luego Felipe su atencion á los negocios estrangeros, y muy especialmente al de la sucesion del infante don Cárlos en los ducados de Parma y de Tos

(4) Real cédula convocatoria de 12 de setiembre, 1724, en Madrid.

(2) Real cédula de 28 de setiembre de 1724, en San Ildefonso. Las ciudades que asistieron fueron las siguientes: Burgos, Toledo, Leon, Zaragoza, Granada, Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaen y Barcelona, que tenian lugar señala

do: Cuenca, Tortosa, Guadalajara, Madrid, Jaca, Tarragona, Salamanca, Palencia, Soria, Fraga, Extremadura, Peñíscola, Avila, Zamora, Cervera, Valladolid, Lérida, Borja, Calatayud, Gerona, Galicia, Tarazona, Segovia y Toro, que se sentaban á la suerte.

(3) Belando, Historia civil, p. IV., c. 63.

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