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su ilustre prisionero para que aconsejara á los suyos la entrega de la ciudad. Presentáronlc, pues, ante los muros de Barcelona con un brazo ligado, el otro desnudo y suelto. Cuando Zaid llegó á sitio de poder hacerse oir de los suyos agolpados sobre las murallas, extendió hácia ellos el brazo que le quedaba libre, y comenzó á exhortarlos á voz en grito que abriesen las puertas de la ciudad; pero al mismo tiempo doblaba los dedos y hacia otras semejantes demostraciones, como para dar á entender que ejecutáran todo lo contrario de lo que con la voz les ordenaba. Reparó el duque Guillermo en aquel juego misterioso, sospechó de él, y no pudiendo reprimir su indignacion dejóse arrebatar hasta el punto de descargar su puño sobre el rostro del astuto musulman. Su seña, sin embargo, no habia sido perdida: los gefes de la ciudad la comprendieron y continuaron defendiéndose con vigor. Tambien los sitiadores redoblaron sus esfuerzos. Resolvióse el asalto general; no hubo máquina que no se empleára; eran tantas, dice la crónica, que faltaba sitio para colocarlas: abriéronse al fin algunas brechas, mas al penetrar por ellas los cristianos, millares de flechas, piedras y dardos llovian sobre ellos. Los cristianos hacian no menor destrozo en los musulmanes.

Últimamente, agotados todos los medios de defensa, hostigados por todas partes, oprimidos por el número, su gefe en poder de los sitiadores, cedieron los árabes y se rindieron, mas no sin obtener honrosas condiciones del vencedor, entre ellas la de salir de la ciudad ellos y sus familias con armas y bagages, y la de poder retirarse libremente á la parte de territorio musulman que les agradase escoger. Bajo este pacto abrieron las puertas y franquearon la entrada al ejército franco-aquitanio. Solo entró aquel dia una parte de él á tomar posesion de la ciudad. Hízolo el rey al siguiente con gran aparato, precedido de sacerdotes y clérigos cantando salmos y entonando himnos, y con este cortejo pasó á la iglesia de Santa Cruz á dar gracias á Dios por tan importante victoria (1).

Poco tiempo permaneció en Barcelona el rey Luis. Dejando en ella en calidad de conde á Bera, noble godo, y uno de los capitanes que mas se habian distinguido en el asedio, con fuerte guarnicion de francos y españoles, regresó á Aquitania. Desde alli despachó al conde Bego á anunciar al empe¬ rador Cárlo-Magno, su padre, los triunfos de sus armas, enviándole en testimonio de ello al ilustre y desgraciado prisionero Zaid con multitud de des

(4) A las noticias de Eginhard, del Astrónomo autor de la vida de Ludovico Pio, del arzobispo Marca, de Conde, de la Historia de Languedoc, etc. sobre estos sucesos, hemos añadido los interesantes y dramáticos por

menores que solo se encuentran en la obra titulada Gesta Ludovici Pii, de Ermoldius Nigellius, ó Ermold-el-Negro, como le nom❤ bra Mr. Guizot,

pojos de guerra. Bego encontró en Lyon un ejército que Carlo-Magno enviaba en auxilio de su hijo Luis, al mando de Cárlos su hermano mayor, el cual, no siendo ya necesario, volvió incorporado con Bego cerca de su padre. Extraordinario júbilo causó al emperador la nueva de la conquista de Barcelona, y acaso, añade un historiador francés, le halagó un momento la idea de poder hacer de toda España una provincia del imperio de Occidente con que acababa de ser investido (1). Cuéntase que Zaid fué mal recibido y no mejor tratado por el nuevo emperador, y que el mismo dia de su presentacion le condenó á destierro.

Tal fué el famoso sitio y toma de Barcelona por Ludovico Pio, hijo de Cárlo-Magno y rey de Aquitania; uno de los mas importantes acaecimientos de aquella época, por las consecuencias que estaba llamado á producir; verdadero fundamento de la Marca Gótica, y principio y base del condado de Barcelona, que tanta influencia y tanto pesʊ habia de tener en la solemne lucha entre el mahometismo y el cristianismo, entre la esclavitud y la libertad de España, que hacía cerca de un siglo se habia inaugurado.

(4) Cárlo-Magno recibió la corona del Leon III. en Roma el año 800. imperio de Occidente de mano del papa

CAPITULO VIII.

ALFONSO 11. EN ASTURIAS: ALHAKEM I. EN CÓRDOBA.

De 802 á 843.

Recobra Alhakom una parte del territorio perdido en la España Oriental.-Noche horrible y trágica en Toledo. Espantoso espectáculo. Crueldad abominable del wali Amrû. -Sublevacion en Mérida apagada. La bella Alkinza.-Conspiracion en Córdoba contra el emir. Otra catástrofe sangrienta.-Cárlo-Magno y su hijo Luis de Aquitania intentan en vano por tres veces distintas tomar á Tortosa.--Frústrase otra espedicion de los francos contra Huesca.-Invasion de Ludovico Pío, rey de Aquitania, hasta Pamplona. Sus esquisitas precauciones al regresar por Roncesvalles.-Triunfos del rey Alfonso el Casto en Galicia sobre los arabes.-Famosos rescriptos de Carlo-Magno y Luis el Pío en favor de los españoles de la Marca Hispana.-Abdicacion del emperador Cárlo-Magno en su bijo Luis.-Alhakem proclama sucesor del imperio á su hijo Abderrahman. Muerte de Cárlo-Magno, y division de sus estados.-Horrorosas escenas en Córdoba. Suplicio de trescientos nobles musulmanes. Famosa destruccion del arrabal. Emigracion de veinte mil cordobeses.-Misantropía de Alhakem: sus demencias: su muerte.-Alfonso el Casto: funda y dota la catedral de Oviedo.-La cruz de los Angeles. Invencion del sepulcro del apóstol Santiago.—Se orige en catedral el templo de Compostela.-Restablece Alfonso el órden gótico en su reino. ➡Ultimos hechos de Alfonso el Casto: su muerte.

Dominaba Alfonso el Casto en el segundo año del siglo IX. adêmas de las Asturias, el pais de Galicia hasta el Miño, algunos pueblos de lo que despues fué Leon y Castilla, la Cantabria y provincias vascas, debilitándose su accion en estas últimas hasta perderse en la Vasconia, que á veces se sometia á los sarracenos ó se aliaba con ellos ó con los francos, ó se mantenian libres algunas de sus comarcas el tiempo que podian. Las ciudades de la Lusitania, poseidas por los árabes, pero expuestas á las irrupciones de los cristianos de Asturias, solian mudar frecuente aunque momentáneamente de dueño, segun los varios sucesos de la guerra. Los musulmanes acababan de ver

desmembrarse una buena parte de su imperio por una y otra vertiente del Pirineo Oriental, y la conquista de Barcelona aseguraba al hijo de CárloMagno el territorio español que con el nombre de Marca Hispana se estendia desde las fronteras de la Septimania hasta Tortosa y el Ebro, y constituía una parte integrante de la Marca Gótica.

No se comprende la causa de haber estado el emir Alhakem tan remiso en socorrer á los apurados defensores de Barcelona. Acaso no le pesaba ver comprometido á aquel Zaid que antes habia cometido la imprudente ligereza de ofrecer la entrega de la plaza á Cárlo-Magno. Es lo cierto que todo estaba terminado ya cuando el emir se movió con su ejército á Zaragoza. No fué, sin embargo, estéril esta expedicion. Procedió primeramente á ocupar á Pamplona que no perdonaba ocasion de desprenderse del dominio musulman, y descendiendo por las riberas del Ebro pasó á Huesca, cuyo wali Hassan era de aquellos que se ofrecian á musulmanes y á cristianos, y no guardaba fé ni á cristianos ni á musulmanes. Y habiendo restablecido alli su autoridad y acaso decapitado al walí (de quien por lo menos no volvió á saberse), dedicóse á esterminar al famoso guerrillero mahometano Balhul, que desde Tarragona, la antigua ciudad de los Escipiones y de los Césares, ahora guarida de un bandido musulman, con sus bandas de cristianos, gente ruda y montaraz de los Pirineos, sorprendia las guarniciones muslimicas de las comarcas del Ebro, vejaba las poblaciones y devastaba los campos. Pudo el emir apoderarse fácilmente de Tarragona, que se hallaba desmantelada de muros, pero habiéndose corrido Balhul hácia Tortosa, alli le persiguió el emir, que despues de darle muchos combates parciales logró al fin vencerle en formal batalla, no sin esfuerzo grande, que no menos de catorce horas se sostuvo peleando con impavidez el rebelde caudillo musulman. Cayó por último vivo en manos del emir, que instantáneamente y en el acto le hizo decapitar (803). Con esto y con proveer á la seguridad de la frontera, sin intentar por entonces recobrar á Barcelona, regresó Alhakem por Tortosa, Valencia, Denia y el pais de Tadmir á Córdoba, desde donde envió una embajada (804), con un séquito de quinientos caballeros andaluces, al jóven Edris ben Edris que acababa de ser proclamado cmir independiente del Magreb, ofreciéndole su amistad y alianza; que importaba mucho á los Ommiadas de Córdoba fomentar todo lo que fuese desmembrar el imperio de los Abassidas de Oriente (1).

(1) Este Edris ben Edris, segundo emir de Fez, que vino á ser capital do unimpes independiente de Africa, fué el que despues rio.

en 807 (494 de la hegira) edificó la ciudad

Una série de horribles tragedias, tan espantosas que las tomáramos por facciones de imaginaciones sombrías si no las viéramos por todas las historias árabes confirmadas, señalaron el resto del reinado del primer Alhakem

Aténitos y helados de estupor se hallaron una mañana los moradores de Toledo al ofrecerse á sus ojos el sangriento espectáculo de cuatrocientas cabezas separadas de sus troncos y destilando sangre todavía. El espanto se mudó en indignacion al saber que aquellas cabezas eran de otros tantos nobles toledanos. ¿Quién habia sido el bárbaro autor de aquella horrorosa matanza, y cuál la causa del espantoso sacrificio?

Recordará el lector que cuando el wali Amrû rescató á Toledo del poder del rebelde Ambroz cuya cabeza llevó al emir hallándose en Chinchilla, habia dejado por gobernador de la ciudad á su hijo Yussuf. Este inexperto y acalorado jóven habia con sus violencias y su imprudente conducta exasperado en tal manera á los toledanos, que llegó á producir un tumulto popular en que su alcázar, su guardia, su vida misma corrieron inminente riesgo. Interpusiéronse los jeques y principales vecinos, y lograron apaciguar la tumultuada muchedumbre. Mas sabiendo que el imprudente wali intentaba hacer un ejemplar escarmiento en los sublevados, y temiendo que provocára nuevos desórdenes y desafueros, apoderáronse ellos mismos del temerario Yussuf, y encerráronle en una fortaleza, enviando luego un mensage al emir en que le participaban respetuosamente lo que se habian visto forzados á hacer para sosegar al irritado pueblo. Recibió el emir estas cartas cuando iba á Pamplona, enseñóselas á Amrû, el padre de Yussuf, y despues de haber acordado sacar á Yussuf de Toledo, donde su presencia era peligrosa, y dádole la alcaidía de Tudela, Amrû, disimulando el agravio, se convidó á reemplazar á su hijo en el gobierno de Toledo, á lo cual accedió el emir.

Oculto llevaba ya Amrû un pensamiento de venganza contra los nobles toledanos que habian sabido enfrenar á su desacordado hijo. Meditaba una ocasion, y quiso que fuese estruendosa y solemne. Enviaba Alhakem á la España Oriental cinco mil caballos andaluces al mando de su hijo Abderrahman, jóven de quince años. Al pasar la hueste cerca de Toledo salió Amrû á rogar al jóven príncipe se dignára entrar en la ciudad y descansar algun dia en su alcázar. Aceptó Abderrahman la invitacion, y se hospedó en casa del walí, el cual para obsequiar al ilustre huésped dispuso para aquella noche un magnífico festin, á que convidó á todos los vecinos mas distinguidos y notables de la ciudad. Acudieron estos á la hora señalada. Al paso que los convidados entraban confiadamente en el alcázar, apoderábanse de ellos los guardias de Amrû, conducíanlos á una pieza subterránca, y alli los iban degollando. El trágico término del festin le pregonaban á la mañana siguiente

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