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muerte, que sin embargo sufrió el jó ven cristiano con una resignacion que parecia increible en su corta edad. Fué el martirio de San Pelayo á 25 de junio de 925. Crueldad tan desusada en Abderrahman, y empeño tan grande en la conversion de un niño que apenas rayaba en la adolescencia, nos induce á sospechar que se mezclaba en ello otro interés que el de la religion, y que no carecen de fundamento las pretensiones de otro género que le atribuyen los escritores cristianos (1).

Esta mancha, la mas negra pero no la sola que afeó el reinado del tercer Abderrahman, y que tanto contrasta con otros actos de generosidad y de tolerancia de su vida, no nos impide reconocer que en lo general fué reinado el suyo lleno de esplendidez y grandeza. Protector decidido de las letras y de los sabios, las ciencias y las artes tomaron bajo su influjo un desarrollo maravilloso. La historia, la geografía, la medicina, la poesia, la gramática, las ciencias naturales, la música, la arquitectura, porcion de otros ramos y conocimientos literarios y artísticos, todo prosperó de un modo admirable; fácilmente pudiéramos presentar un largo catálogo de literatos eminentes y de artistas distinguidos, que hicieron célebre en la historia de las letras el reinado del tercer Abderrahman, contando á él mismo entre los poetas y entre los hombres de erudicion no comun. Habíase propuesto que la capital del imperio árabe-hispano fuese el centro de la religion, la madre de los sábios, y la lumbrera de Andalucía. A este fin no perdonaba gasto ni medio para traer á Córdoba los profesores mas ilustres y las obras mas afamadas de todos los pueblos musulmanes: á aquellos los colmaba de honores, y éstas las compraba á precio de oro. Sus mismos hijos eran historiadores y filósofos, y el palacio de Merûan, punto de reunion de todos los literatos, era mas bien que el palacio de un principe un liceo ó academia perpétua, en que se cultivaban todos los ramos del saber que en aquella época se conocian; multitud de obras arábigas de aquel tiempo llenan todavía los estantes de las bibliotecas.

Hasta las mugeres de que se acompañaba eran literatas ó artistas. «Los últimos meses de su vida, dice uno de sus historiadores, los pasó en Medina de Zahara entretenido con la buena conversacion de sus amigos, y en oir cantar los elegantes conceptos de Mozna, su esclava secretaria; de Aixa, doncella cordobesa, que cuenta Ebn Hayan que era la mas honesta, bella y erudita de su siglo; de Safia, hija de Abdallah el Rayi, asimismo en extremo linda y docta poetisa, y con las gracias y agudezas de su esclava Noiratedia:

(4) Raquel, Vida y pasion de San Pelayo mártir. Ambrosio de Morales refiere largamente este martirio, que cantó en versos latinos la monja alemana Roswita, y que se TOMO II.

hizo célebre por los poemas y dramas que sobre él se compusieron en la segunda mitad del siglo X.

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con ellas pasaba las horas de las sombras apacibles en los bosquecillos, que ofrecian mezclados racimos de uvas, naranjas y dátiles.»

Ademas de los soberbios palacios y jardines de Zahara que hemos descrito en otro lugar, y que la mano destructora del tiempo, ayudada de la no menos destructora del hombre, ha hecho desaparecer, le debió la España la fundacion del arsenal de Tortosa (944), fa construccion de un canal de riego y de un magnífico abrevadero en Ecija (en 949), la de un bello mihrab ó adoratorio en la mezquita principal de Tarragona, multitud de otras mezquitas baños, fuentes y hospitales, y el patio principal de la grande aljama de Córdoba (en 958), llamado hoy patio de los Naranjos, plantado entonces no solo de naranjos, sino de palmeras, de jazmines, de bosquecillos, de boxes, de mirtos y de rosales, por entre los cuales serpenteaban arroy uelos de puras y cristalinas aguas.

Llególe por fin á Abderrahman su última hora, y como dice uno de sus cronistas, «la mano irresistible del ángel de la muerte le trasladó de sus alcázares de Medina Zahara á las moradas eternas de la otra vida, la noche de miércoles dia 2 de la luna de Ramazan, del año 350 (961), á los setenta y dos años de su edad, y cincuenta años, seis meses y tres dias de su reinado, que ninguno de su familia reinó mas largo tiempo: loado sea aquel Señor cuyo imperio es eterno y siempre glorioso.»

Cuenta Ahmed Almakari, que entre los papeles que se hallaron despues de su muerte se encontró uno escrito por él que decia asi: «He reinado cincuenta años, y mi reino ha sido siempre ó pacífico ó victorioso. Amado de mis súbditos, temido de mis enemigos, respetado de mis aliados y de los príncipes mas poderosos de la tierra, he tenido cuanto parece pudiera desear, poder, riquezas, honores y placeres. Pero he contado escrupulosamente los dias que he gustado de una felicidad sin amargura, y solo he hallado catorce en mi larga vida.» Otros dicen que hizo esta célebre confesion al filósofo poeta Suleiman ben Abdelgafir en un momento de melancolía. Uno y otro pudo ser muy bien. Asi murió Abderrahman III. en el apogeo de su poder y de su gloria.

CAPITULO XVI.

ALIIAKEM 11. EN CÓRDOBA:

DESDE SANCHO I. HASTA RAMIRO III. EN LEON.

Dc 961 á 976.

Solemne proclamacion de Albakem II.-Brillantes cualidades de este príncipe. Protege las letras y los sábios. Riquísima biblioteca de Merûan.-Sus campañas en Castilla.—Ajuste de paz con Sancho 1. de Leon.-Traslacion del cuerpo del jóven mártir San Pelayo á Leon.-Rebolion de algunos condes de Galicia.-Muere Sancho alevosamente enveneuado. —Escena dramática y ruidosa entre dos obispos de Compostela.-Ramiro III. de Leon.-Situacion de los demas reinos de España.-Condado de Barcelona. Suniario: Borrel II.: Miron.-Navarra. Muerte de García el Temblon, y principio de Saucho el Mayor. Castilla. Muerte de Fernan Gonzalez.-Juicio crítico sobre este célebre conde, y sobre el origen y principio de la independencia y soberanía de Castilla.-Imperio árabe. Guerra de Africa y su resultado.-Extincion del imperio edrisita.-Cultura de la córte de Córdoba.-Las mugeres literatas. Asambleas de hombres doctos y eruditos. -Estadística de la riqueza y poblacion de Córdoba.-Estado de la agricultura y ganadería entre los árabes.-Sentida muerte del ilustre Albakem II.—Anuncio de cambio en la situacion de los pueblos de España.

Aquel Abderrahman que decia no haber gustado en los cincuenta años de su reinado sino catorce dias de felicidad, pudo haber contado por el décimoquinto el dia de su muerte, pues felicidad es para un monarca en los últimos momentos de su vida saber que va á sucederle un hijo que perpetuará la gloria de su nombre.

Al siguiente dia de la muerte de Abderrahman III. (16 de noviembre de 981), veíase en el patio exterior del alcázar de Zahara los andaluces y zenetas de la guardia vestidos de gran lujo y cubiertos de brillantes armaduras: seguian dos hileras de esclavos negros con trages blancos y con hachas de

arinas al hombro; otras dos filas de guardias slavos, teniendo en una mano su espada desnuda y en la otra su ancho escudo, circundaban un gran salon; los wazzires, cadies y catibes en trages blancos, color de luto entre los árabes; los capitanes de la guardia, todos los altos dignatarios del imperio daban frente á un trono erigido en el centro del dorado salon, en que se veia sentado un hombre, que si no tenia el magestuoso continente de Abderrahman, era de un exterior agradable y de una presencia noble: era Alhakem, que rodeado de sus hermanos y primos recibia el juramento de obediencia y fidelidad de su pueblo, y á quien los astrólogos y poetas anunciaban en elegantes versos la continuacion del venturoso reinado de su padre. Tenia Alhakem II. de cuarenta y siete á cuarenta y ocho años.

Uno de los primeros actos del nuevo califa fué nombrar su hagib ó primer ministro á Ghiafar el Sekleby, hombre poderoso y guerrero acreditado. El dia de su nombramiento regaló al califa cien mamelucos europeos, armados de espadas, venablos y escudos, montados en ligerísimos caballos, y uniformados á la india; trescientas veinte cotas de malla, cerca de quinientos cascos, indíos unos, y europeos otros, trescientos venablos ó lanzas arrojadizas, diez cotas de malla de plata sobredorada, cien cuernos de búfalos que servian como de trompetas, y otros efectos preciosos y raros.

Formado Alhakem II. desde sus mas tiernos años en el estudio y cultivo de las letras, de las cuales habia hecho su placer y su pasion dominante, cuando llegó al poder recibieron las ciencias un impulso cual todavía no habian alcanzado jamás. No había en parte alguna profesor de mérito, ni obra rara, que no hiciese venir á Córdoba á costa de oro, para lo cual tenia comisionados especiales en todas las ciudades principales de África, de Egipto, de Siria, de Persia, de todos los paises en que pudieran salir producciones literarias. Asi llegó á reunir en el palacio de Merûan la biblioteca mas numerosa y escogida de aquellos tiempos. Componíase de cuatrocientos mil volú– menes, clasificados por ciencias y materias. El índice ó catálogo de obras, se gun Ebn Hayan, formaba cuarenta y cuatro volúmenes, y ademas hizo emprender otro en que á los títulos de las obras se añadia los nombres de los autores con su genealogía y su biografía completa. La mayor parte de este trabajo era obra del mismo Alhakem, porque este ilustrado príncipe no era solamente bibliografo, no solo sabia el objeto y materia de cada obra de su biblioteca, sino que era tambien biógrafo, historiador y genealogista, y él mismo habia escrito las genealogías de los árabes de todas las tribus que habian pasado á España. La biblioteca de Merûan ademas de abundante y rica era tambien vistosa, porque casi todos los libros estaban lujosamente encuadernados con dibujos y arabescos de los mas vivos colores, á cuyo fin habia

hecho venir y reunido en su palacio los encuadernadores mas acreditados, asi como los mas hábiles copiantes. Ayudábale en sus trabajos bibliográficos su secretario particular Galib ben Mohammed, por sobrenombre Abu Abdelsalem, de quien dice El Razis que de órden del califa hizo el empadronamiento general de todos los pueblos de España. El escribió por sí mismo al célebre autor de aquel tiempo Abulfaragi, rogándole que enviase una copia de su libro titulado el Agani, coleccion muy preciosa de canciones, y para gastos de la copia le envió letra franca y mil escudos de oro. Abulfaragi le mandó la copia, y ademas una historia genealógica de los Ommiadas muy completa y circunstanciada, y una casida muy elegante de versos en elogia de los príncipes de esta dinastía.

Como despues de hecho califa no pudiera dedicarse á su ocupacion favorita del estudio sino los ratos que le dejaban libres los negocios del estado, y como por otra parte tuviese que habitar en el palacio de Zahara, encargó la administracion de la Biblioteca Meruana á su hermano Abdelaziz, y el cuidado de las academias y de los sábios á otro hermano llamado Almondhir. El pasaba la mayor parte del tiempo en Medina Zahara, gozando de las delicias de aquel sitio con mas tranquilidad que su padre, comunmente en la compañía de su favorito Mohammed ben Yussûf de Guadalajara, que escribió para el rey la Historia de España y África, y otras historias de ciudades particulares. Tenia tambien en mucho aprecio al poeta Mohammed ben Yahye, llamado el Calafate, uno de los mas floridos ingenios de Andalucía, y al persa Sapor, que á instancias suyas habia venido á Córdoba; por ser uno de los hombres mas doctos de su pais, Alhakem le habia hecho comarero suyo. Y como apenas seria posible suponer á un principe árabe sin alguna linda esclava que amenizára aquellos vergeles, citase como su favorita á la bella Redhiya (que quiere decir la Apacible), á quien él llamaba la Estrella feliz.

Vivió Alhakem los dos primeros años de su reinado enteramente consagrado á la administracion interior del imperio, sin que por parte del rey Sancho de Leon se turbáran las relaciones amistosas en que habia vivido con su padre. Solo el conde Fernan Gonzalez de Castilla, libre ya de la prision en que le habia tenido el rey de Navarra, molestaba con correrías y cabalgadas los dominios musulmanes de las márgenes del Duero, tomando á los moros las mieses ó los frutos ya recogidos, los ganados y todo cuanto pillaba, de tal manera que no dejaba momento de reposo á los enemigos, y ha→ ciales á éstos insoportable vivir en pais tan de contínuo acometido. Para poner término á este estado de cosas, vióse precisado Alhakem á publicar el algihed ó guerra santa contra los cristianos de Castilla, y para dirigir mejor y mas de cerca asi los preparativos de la espedicion como las operaciones se

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