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para dar cuenta de que alli se encontraba, ó de que llegó á la sazón, ó de que murió á tal tiempo en cualquier punto que fuese tal poeta ilustre ó tal astrónomo afamado. Conócese que estaba como encarnada en aquellas gentes la apreciacion del mérito literario, y asi correspondia á un pueblo en que los califas eran eruditos, en que los príncipes eran bibliotecarios, y en que los guerreros soltaban el alfange con que habian combatido para empuñar la pluma y transcribir con ella las escenas mismas en que acababan de ser actores en los campos de batalla.

Anticiparemos, sin embargo, aunque mas adelante tendremos ocasion de hacerlo observar, que era esta una ilustracion mas brillante que positiva, mas superficial que sólida y mas poética que filosófica, con cuya prevencion ya no nos maravillaremos tanto cuando la veamos desaparecer.

Tal era el estado de los dos pueblos, musulman y cristiano, cuando murió el ilustre Alhakem Almostansir Billah. Uno y otro van á sufrir grandes mudanzas y alteraciones en su situación física v moral.

CAPITULO XVIII.

ALMANZOR EN CORDOBA:

DE RAMIRO III. A ALFONSO V. EN LEON.

De 976 a 1002.

Situacion de los tres reinos cristianos al advenimiento del califa Hixem II.-Menoria de Ramiro III. de Leon.-Pónesele bajo la tutela de dos religiosas.-Imprudencias y desórdenes del monarca en su mayor edad.-Irrita á los nobles y proclaman á Bermudo II. et Gotoso.-ALMANZOR primer ministro y regente del califato.-Imbecilidad del tierno califa.-Obra Almanzor como soberano del imperio.-Su nacimiento: sus altas prendas: su conducta.-Jura eterna guerra á los cristianos.-Sus dobles campañas anuales.-Sus triunfos.-Fuga de Bermudo II. á Asturias.-Toma Almanzor á Leon y la destruye.— Sus victorias en Africa.-Conquista á Barcelona.-Recóbrala el conde Borrell II.-Des cripcion de las fiestas nupciales del hijo de Almanzor.-Los Siete Infantes de Lara.— Vence Almanzor y bace prisionero al conde García Fernandez de Castilla: su muerte.—. Destruye el gran templo de Santiago de Galicia.-Triunfos de los musulmanes españoles en Africa.—Muerte de Bermudo II. de Leon.-Alfonso V.-Calamitosa situacion de la España cristiana.-Alianza de los soberanos de Leon, Castilla y Navarra para resistir á Almanzor.-Refuerzos que éste recibe de Africa.-Famosa batalla de Calatañazor.-Glorioso triunfo de los cristianos.-Almanzor es derrotado despues de veinte y cinco años de victorias, y de cincuenta batallas felices. Muere en Medinaceli.-Epitafios de su se¬ pulcro.

Podemos anunciar que llegamos á uno de los períodos mas importantes de la dominacion sarracena en España. El nombre del personage que va á la cabeza de este capítulo lo dice tambien bastante al que no sea del todo peregrino en nuestra historia de la edad media. En el hecho mismo de ponerle al frente, no siendo Almanzor califa, damos ya en entender suficientemente

que no va á ser el califa, sino su primer ministro, el alma y el sosten del imperio musulman y el gran competidor de los cristianos en la época que nos toca describir.

Por una rara y singular coincidencia, de los cinco estados independientes que se han formado en nuestra Península, á saber, el imperio árabe, los reinos de Leon y de Navarra, y los condados de Barcelona y de Castilla, en los tres primeros y mayores reinan simultáneamente tres niños, Ramiro III. en Leon, Sancho Garcés el Mayor en Navarra, Hixem II. que ha sucedido á su padre Alhakem II. en Córdoba: acontecimiento nuevo para los tres reinos, de donde hasta ahora hemos visto excluidos los príncipes de menor edad. ¿Cuál de los tres tiernos soberanos prevalecerá sobre los otros? Naturalmente habrá de preponderar aquel que tenga la fortuna de ver depositadas las riendas del estado que él no pueda manejar en manos mas robustas y vigorosas, el que vea encomendada la direccion del reino á persona de mas talento y capacidad, la de la guerra á genio mas activo y emprendedor.

Habíase confiado la tutela y educacion del tierno monarca leonés y la regencia del reino á dos mugeres, á dos religiosas, que lo era ya su tia Elvira cuando subió Ramiro III. al trono, y entró tambien despues en el claustro su madre Teresa, la viuda de Sancho I. Por fortuna á la natural flaqueza del sexo suplia la piedad y discrecion de estas dos mugeres, en términos que no solo marchaba en prosperidad el estado bajo su gobierno, sino que en una asamblea de obispos y magnates celebrada en Leon (974) se dieron gracias à Dios por los particulares beneficios que el reino disfrutaba bajo la acertada y prudente direccion de las dos piadosas princesas, y principalmente de Elvira, que era la que ejercia mas manejo en los negocios públicos, hasta el punto de decir aquellos próceres, que si por el sexo era muger, por sus distinguidos hechos merecia el nombre del varon (1). En principios de virtud y en máximas de sana moral educaban las dos religiosas princesas á su real pupilo: ejercitábanse en piadosas obras y fundaciones; remediaban y corregian abusos, contándose entre sus medidas la supresion que de acuerdo con los obispos hicieron de la silla episcopal creada en Simancas por Ordoño II. contra los sagrados cánones que prohibian la existencia simultánea de dos cátedras episcopales en una misma diócesis. Prosperado hubiera el reino de Leon bajo el gobierno de tan virtuosas y discretas señoras, si por una parte el príncipe no hubiera, á medida que crecia en años, crecido tam

(1) Et quoniam scriptum est (dijeron aquellos ilustres varones) quia non est discretio apud Dominum diversorum sexuum

virorum ac fœminarum, sed qui recte credit et recte agit sine dubio vir nuncupatur, clc. Risco, Esp. Sag. tom. 34, pag. 283.

bien en aviesas inclinaciones, desviádose de los saludables consejos de su madre y tia, y dado rienda á sus pasiones juveniles y á los instintos de su natural soberbio y altivo; y si por otra parte el reino leonés hubiera podido conservar la paz que habian respetado Abderrahman III. y Alhakem II., y no se hubiera levantado en el imperio musulman un genio inquietador y beliçoso que habia de poner en turbacion y conflicto todos los estados cristianos.

Como si diera por perdido el tiempo que las directoras de su educacion habian tenido enfrenadas sus malas tendencias y quisiera darse prisa á indemnizarse, asi obró Ramiro III. tan pronto como salió de su menor edad. Con pretesto de que no debia tolerar que el reino continuára gobernado por mugeres y de querer manejar los negocios por sí mismo, emancipóse de sus dos prudentes ayas, contrajo matrimonio con una señora llamada Urraca Sancha, de no conocida familia y no señalada por lo prudente; y lo que fué peor, juntando Ramiro á los caprichos y desarreglos de su corta edad los ímpetus de un natural presuntuoso, despreciador de los grandes, no cumplidor de las palabras, y desatento y acre en las respuestas, ni instruido ni veraz ni discreto (1), de tal manera disgustó y desabrió á los condes y próceres de Galicia, Leon y Castilla, ya de por sí poderosos y envalentonados, que los mas se le hicieron enemigos, y los de Galicia abiertamente se le rebelaron proclamando á Bermudo, hijo de Ordoño III. y aun procediendo á consagrarle como rey en la iglesia de Santiago (980). Noticioso Ramiro de esta novedad salió con sus tropas en busca de su competi– dor: encontráronse ambas huestes en Portela de Arenas, donde se dió una batalla, en que murieron muchos de ambas partes, mas sin que se decidiera en favor de ninguna la victoria. Retiróse Bermudo á Compostela, y Ramiro, que de suyo no era muy belicoso ni esforzado, volvióse tambien á Leon. La muerte que á los dos años sorprendió á Ramiro dejó á su rival desembarazado el camino del trono. Fué sepultado en San Miguel de Destriana, donde yacia su abuelo Ramiro II. (2).

(1) Tal es el retrato que de este principe nos ha dejado el obispo Sampiro en el nú❤ mero 29 de su Crónica.

(2) Suponen algunos haber vivido toda~ vía Ramiro dos años, fundados en tres diplomas de este rey hallados en el monasterio de Sahagun que llevan la fecha 984. Dada la autenticidad de estos documentos, resultaria haberse retirado á aquel monas terio despues del reconocimiento de Bermu

do como rey de Leon. Mas en cuanto à la duracion de su reinado, parece no dejar lugar á duda los testimonios contestes de Sampiro, del Silensc, de Lucas de Tuy y de Rodrigo de Toledo, Debemos, no obstante, advertir que asi en este reinado como eu el que le sigue se nota tal discordancia de fechas entre los autores, que no hay medio fácil ni acaso posible de conciliarlos. El haber terminado Sampiro su luminosa crónica

Resonaba ya por este tiempo en toda España el nombre de Almanzor. ¿Quién era este famoso personage que desde el principio se anunció tan terrible para los cristianos? Dirémoslo.

Al morir el ilustrado califa Alhakem If. habia dejado (cosa extraña en aquella prolífica familia) un solo hijo de poco mas de diez años, que á pesar de su corta edad fué sin oposicion reconocido y jurado califa por los grandes del imperio bajo el nombre de Hixem II.: primer ejemplo de una me-. noría en los anales del califato andalúz, como lo habia sido en los del reino de Leon la de Ramiro III. Hallábase á la sazon de hagib ó primer ministro aquel Giafar que tanto se habia distinguido en las guerras de Africa (976). Pero habia entre los vazzires de la córte un hombre, que por su talento, por su afabilidad y gentileza se habia captado el favor y la confianza de la sultana Sobheya, la esposa favorita de Alhakem, la que habia intervenido en todos los negocios del imperio durante los últimos diez años, y la sola muger que habia hecho un papel político en la historia de los Ommiadas. El hombre que asi habia merecido la predileccion de la sultana viuda, y á quien ésta habia hecho sucesivamente su secretario íntimo y su mayordomo, se Ilamaba Mohammed ben Abdallah ben Abi Ahmer el Moaferi : habia nacido en una aldea cerca de Algeciras; su padre habia sido muy particularmente honrado por Abderrahman Ill., y su madre pertenecia á una de las mas ilustres familias de España. Habia venido al mundo en el mismo año de la famosa derrota de los musulmanes en Simancas, como si Dios (añade un historiador crítico) hubiera querido señalar y como compensar aquel desastre de los muslimes con el nacimiento del que habia de ser su vengador.»

Este hombre, que ademas del favor de la sultana viuda, gozaba por su valor y prudencia de la consideracion y el respeto de los vazzires de palacio, de los gefes de la guardia y de los walies de las provincias, fué nombrado por Sobheya primer ministro de su hijo, sin quitar el título á Giafar, pero encomendando á su favorito la tutela de Hixem, y la regencia y direccion del imperio: ofendióse de ello Giafar, pero disimuló su resentimiento. Vióse desde entonces el imperio árabe en una situacion nueva. La política de Almanzor, y lo que es mas estraño, la de la sultana madre, fué mantener al tierno califa en una ignorancia y como niñez perpétua, para que

que tanta fuz nos ha dado hasta aqui, la falta de memorias de aquel tiempo, de que ya un respetable historiador se queja muy fundamente, y los errores introducidos por el cronista Pelayo de Oviedo, han podido ocasionar confusion tan sensible. Felizmente conviniendo casi todos en los hechos, han

venido á aclarar mucho su cronologia las historias arábigas últimamente publicadas, que no pudieron ser conocidas de aquellos respetables escritores, y de ellas y de str cotejo con nuestras crónicas resultan bas→ tante ilustrados los sucesos del último tercio del décimo siglo.

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