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é influjo del vazzir Gehwar recayó el nombramieuto de califa en Hixem ben Mohammed, otro biznieto del grande Abderrahman, y hermano de aquel desgraciado Abderrahman IV. Almortadi. Hallábase el clegido retirado en la fortaleza de Albonte (acaso Alpu ente) en compañía de su alcaide, cuando le fué anunciada la nueva de su proclamacion. Modesto, desinteresado y prudente Hixem, contestó á los enviados del divan que daba las gracias al pueblo de Córdoba por la honra que le hacia y el afecto que le mostraba, pero que no podia resolverse á echar sobre sus hombros el grave peso del gobierno, ni á dejar la vida quieta y pacífica de su vida. Pasáronse algunos meses antes que pudieran vencer su repugnancia al trono, y cuando hostigado por las instancias de los principales alameries se resolvió á aceptarle, difirió cuanto pudo su entrada en Córdoba so pretexto de organizar un ejército en las fronteras, encomendando entretanto el gobierno de la capital al vazzir Gehwar á quien nombró su hagib. Habian los cristianos, á través de las discordias que tambien los consumian entre sí, aprovechádose algo, aunque mucho mas hubieran podido hacerlo, de las que destrozaban á los musulmanes, y ensanchado considerablemente los límites de sus fronteras. Guerreó, pues, Hixem III. con ellos por espacio de tres años con fortuna varia, y principalmente por la parte de Calatrava y de Toledo. Fomentó mucho la institucion de los zahbits, especie de monges guerreros, y como la milicia sagrada de los musulmanes, que se consagraban voluntariamente al ejercicio de las armas y á defender constantemente las fronteras contra los almogavares cristianos; orígen, á lo que muchos creen, de las órdenes militares cristianas.

Pero si algo ganaba el califa sosteniendo el honor de las armas muslími cas en las fronteras, perdia mas por otra parte el imperio con su apartamiento de la capital, aflojándose, ó mas propiamente desatándose ya los escasos vínculos que le unian, ya tomando ocasion de su misma ausencia los sediciosos para fomentar en la capital hablillas y disturbios, ya declarándose los walies en completa independencia y obrando como reyes absolutos. De todo le dió aviso su fiel hagib Gehwar, instándole á que con la mayor presteza y diligencia pasase á Córdoba. Hízolo asi Hixem (1029), y su presencia, su afabilidad, su prudente y generoso comportamiento no dejó de calmar los ánimos de los mas revoltosos é inquietos, y de captarse las voluntades de la mayoría de la poblacion, visitando las escuelas, colegios y hospicios, y socorriendo á los huérfanos, desvalidos y enfermos. Mas cuando quiso persua➡ dir á los walies con amistosas cartas y prudentes razones la necesidad de la union y cooperacion comun para recuperar lo que las discordias habian hecho perder al imperio, no obtuvo ya sino ó negativas ó indiferencia, y no

hubo manera de recabar de ellos las contribuciones y subsidios. Convencido de la ineficacia de los medios blandos y suaves, apeló á los fuertes y violentos, y encomendó á sus mas fieles caudillos la reduccion de los walies desobedientes. Inútiles y tardíos esfuerzos! Algunos de los disidentes eran momentáneamente sometidos, pero la unidad del imperio, ya virtualmente disuelta, acabó de disolverse en lo material. El africano Zawi ben Zeiri se hacia proclamar rey de Granada y de Málaga: los de De nia y Almería, los de Zaragoza, Badajoz, Mérida y Toledo, declaráronse independientes de hecho y de derecho; á las mismas márgenes del Guadalquivir se le rebelaban los de Carmona, Sevilla y Medina Sidonia; y el mismo Abdelaziz á quien habia dado el gobierno de Huelva se alzaba con el señorío de aquel pais. Apenas le quedaba sino la capital, y esta no tardó en enage nársele.

Supieron que el califa en última necesidad habia hecho pactos y transacciones con los rebeldes, y aquella poblacion, aquella raza degenerada, que, como el mismo Hixem decia, ni sabia ya mandar ni sabia obedecer, le criticó de débil y de cobarde, le culpó de la mala suerte de la guerra y de las calamidades del reino, y se produjo en términos y demostraciones amenazadoras contra el califa. Aconsejábale Gehwar que abandonára la ciudad: él, que no habia merecido la desafeccion del pueblo, no creia tampoco en su ingratitud, hasta que llegó el caso de pedir la amotinada multitud á gritos por las calles la deposicion del califa y su destierro. Avisóselo el mismo Gehwar, y entonces Hixem con resignacion filosófica exclamó sin alterarsc; «Gracias sean dadas á Dios que asi lo quiere.» Y aquel príncipe, que con repugnancia habia aceptado un trono jamás ambicionado, salió sin pesar de Córdoba acompañado de su familia y de algunos principales caballeros y literatos que quisieron correr la misma suerte que su soberano. Retiróse éste primeramente á Hisn Aby-Sherif (1031), mas perseguido alli por los cordobeses buscó un asilo cerca de Lérida, donde acabó tranquilamente sus dias en 1037. «En él, dice el historiador arábigo, feneció la dinastía de los Omeyas en España, que principió en Abderrahman ben Moawia año 138, y acabó en este Hixem al-Motadi año 422 (de 756 á 1031). Asi pasó el estado y la fortuna de ellos, añade, como si no hubiese sido. Feliz quien bien obró y loado sea siempre aquel cuyo imperio jamás acabará (1).»

(1) Conde, cap 117.

CAPITULO XX.

REINOS CRISTIANOS.

DESDE ALFONSO V. DE LEON HASTA FERNANDO 1, DE CASTILLA.

De 100% á 1037

Falta de union entreios monarcas cristianos.-Conducta de Alfonso V.-Repuebla á Leon.. -Sus desavonencias con Sancho de Castilla.-Célebre concilio de Leon de 1020.-Sus principales cánones ó decretos.-Constituye el llamado Fuero de Leon. -Muerte de Alfonso V.-Fueros de Castilla otorgados por el conde don Sancho.-Fueros en el condado de Barcelona.-Borrell II. y Berenguer Ramon I.—Fuero de Nájera por el rey Sancho el Mayor de Navarra.-Garcia II. de Castilla y Bermudo III. de Leon.--Muere el conde García asesinado en Leon por la familia de los Velas.-Apodérase el rey de Navarra del condado de Castilla.-Horrible castigo de los Velas.-Conquista una parte del reino de Leon.-Discordias entre el leonés y el navarro.-Vienen á acomodamiento y se pacta reconocer á Fernando por rey de Castilla.-El navarro se apodera de Astorga y se erige en rey de Leon. Muerte de Sancho el Grande de Navarra, y famosa distribucion de reinos que hizo entre sus hijos.-Guerra entre Ramiro de Aragon y García de Navarra.-Guerra entre Bermudo III. de Leon y Fernando I. de Castilla -Muere Bermudo.-Extinguese la línea masculina de los reyes de Leon.-Hácese reconocer por rey de Leon Fernando de Castilla.-Reunion de las coronas de Leon y Castilla en Fernando I.

Deciamos en el anterior capitulo que el resultado de la batalla de Calàtañazor y la descomposicion á que por consecuencia de ella vino el imperio musulman, brindaba ocasion propicia á los cristianos, no solo para recobrarse de sus pasadas pérdidas, sino para haber reducido á la impotencia á los sarracenos, si los nuestros hubieran continuado unidos y sabido convertir en provecho propio el desconcierto á que aquellos vinieron y las disensiones que los destrozaban. Añadiremos ahora, que si despues de la muerte

de Almanzor (1002) y durante los seis años del gobierno de su hijo Abdelmelik pudieron todavía los estandartess que triunfaron en la cuesta de las Aguilas detenerse ante un resto de pujanza que conservaba el imperio mahometano bajo la direccion de aquel belicoso caudillo, muerto éste (1008), ni hallamos la razon ni podemos justificar la conducta de los príncipes cristianos en no haber proseguido de concierto la guerra contra los enemigos de la fé. Pronto olvidaron que una sola vez que se habian unido habian triunfado del gran capitan de los agarenos en el apogeo de su poder: y como si hubiera pasado para ellos todo peligro, volvieron al sistema fatal de aislamiento y renacieron antiguas rivalidades.

Seguian, es verdad, venciendo las armas cristianas en Gebal Quintos y en Akbatalbacar, alli mandadas por el conde Sancho de Castilla, aqui por los condes Ramon Borrell de Barcelona y Armengol de Urgel. Pero vencian, el uno para dar el trono de Córdoba á Suleiman el Berberisco, el otro para entronizar á Mohammed el Ommiada. Eran solicitados como auxiliares, y aparecian como mercenarios pudiendo haber obrado como señores. Contentábanse con la cesion de algunas fortalezas y ciudades en pago de un servi→ cio los que hubieran podido ganarias por conquista, y las espadas que hubieran debido emplearse contra los enemigos de la fé eran arrojadas en la balanza muslimica para inclinarla con su peso alternativamente, ya en favor de uno, ya en favor de otro de los aspirantes al trono musulman. Algo los disculpa el haberse propuesto, como creemos, debilitar de aquella manera las fuerzas de los mahometanos y contribuir á fomentar sus escisiones.

Sin embargo, no fué por estos solos medios, ni fué solamente el material ensanche de territorio lo que ganaron los reinos cristianos durante la disolucion del imperio Ommiada. Reparáronse y se repusieron de las pérdidas y desastres causados por Almanzor, y lo que fué mas importante todavía, dieron grandes y avanzados pasos hácia su reorganizacion religiosa, política y civil. Alfonso V. de Leon, ya en su menor edad bajo la tutela y direccion del conde Menendo de Galicia y su esposa, y de su madre doña Elvira (1),

(1) Usándose ya en los sig'os que históricamente recorremos los antenombres de Don y Doña aplicados á los reyes y reinas y á otras personas ilustres, los emplearemos nosotros tambien, aunque no en todos los casos ni para todos los nombres, siguiendo en esto la costumbre generalmente reci❤ bida,

Con respecto á los Alfonsos ó Alonsos, quo de ambas mancras se encuentran nom

brados en nuestros autores aquellos monarcas, bemos preferido usar constantemente el de Alfonso, ya por ser una contraccion de Ildephonsus, ya porque los árabes nunca omitian el sonido de la ƒ ó ph, fuese que los nombråran Alfûns, Anfus ó Adefuns, ya porque los mismos monarcas en sus instrumentos públicos se decian siempre: «Ego: Adephonsus Dei gratia, etc.»

ya despues de haber alcanzado la mayoría y enlazádose en matrimonio con la hija de los condes sus ayos llamada Elvira tambien (1008), en ambas épocas con recomendable piedad, ó inspirada ó propia, se ocupó en reparar y fundar iglesias y monasterios, ó en dotarles de rentas y hacerles ricas donaciones. Llenos están el cartulario y tumbo de Leon y todos los pergaminos de aquel tiempo de privilegios de este género otorgados por el jóven y piadoso monarca (1).

Mas no fueron solos monasterios é iglesias los que fundó, reedificó ó restauró el hijo del segundo Bermudo. La capital misma de su reino, la ciudad de Leon desde las deplorables irrupciones de Almanzor y de Abdelmelik habia quedado asolada, casi yerma, reducida, como dijo Ambrosio de Morales, á un cadáver de poblacion. Alfonso V. se consagró con ahinco y afan á devantarla de sus ruinas, emprendió enérgicamente obras de reparacion y construccion, dictó oportunas medidas para atraer nuevos pobladores, y no perdonó medio para hacerla recobrar en la posible su grandeza y esplendor primitivo. Aun conserva Alfonso V. el título de repoblador de Leon. Qui populavit Legionem post destructionem Almanzor, dice todavía su epitafio: et fecit ecclesiam hanc de luto et latere. Hasta á los muertos los hizo contribuir á dar vida á aquella poblacion exánime, haciendo trasladar á la iglesia de San Juan los restos mortales de todos los reyes que se hallaban sepultados en diferentes iglesias del reino, entre ellos el cuerpo de su padre que hizo conducir desde el Vierzo.

Las desavenencias entre el rey de Leon y su tio el conde Sancho de Castilla debieron comenzar de 1012 en adelante, puesto que aquel año se ve al rey don Alfonso hablar del conde con el afecto de deudo (2), y en 1017 le trata de inícuo, de desleal, de enemigo que no piensa ni de dia ni de noche sino en hacerle daño (3). Acaso fué la causa de estas excisiones la proteccion que el castellano solia dar á los criminales que del reino de Leon pasaban á sus dominios, de cuyo comportamiento se vengó el leonés despojándole de algunas posesiones que aquel tenia en su reino y trasfiriéndolas á sus leales servidores. Agregóse á esto que aquella familia de los Velas, enemiga de los condes de Castilla desde Fernan Gonzalez, y que expulsada por éste y unida á los sarracenos los habia concitado á hostilizar la Castilla y dirigídolos á veces en sus invasiones, viendo mal paradas las cosas de los musulmanes, ha

(1) Pueden verse los muchos que recogió el P. Risco en el tom. XXXVI. de la España Sagrada.

(2) Et etiam tius et adjutor meus Sanc tius comes. Esp. Sagr. tom. 36 ap. IX.

(3) Infidelissimo et adversario nostro Sanctioni, qui die nocteque malum perpetrabat apud nos. Cartular. de Leon, fol. 488.-Esp. Sagr. tom. 26 ap. XII,

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