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Ásî terminó su agitada y gloriosa carrera el primero de los Ommiadas de España, Abderrahman ben Meruân, á cuyas aventajadas cualidades sus mayores enemigos no pudieron menos de hacer justicia. Almanzor, Califa de Bagdad, y por lo mismo natural enemigo de su nombre y familia, elogiaba su valor y sus talentos, y se felicitaba de que las guerras interiores de España le hubieran impedido ejecutar el atrevido pensamiento que tuvo, segun Al Makkari, de llevar la guerra hasta el Oriente, y de derrocar la poderosa dinastía de los Abassidas. Los escritores cristianos, á pesar de sus naturales antipatias, no pudieron dejar de reconocer sus virtudes. El Silense le llama el gran Rey de los Moros (1), y el Arzobispo don Rodrigo dice que Abderrahman fué llamado Adahid, el Justo (2). «Cárlo-Magno, dice un escritor contemporáneo, la figura colosal que descuella en aquel siglo, queda rebajado en comparacion de Abderrahman (3).»

Aunque Abderrahman gobernó como gefe supremo é independiente, y aunque las historias cristianas y algunas árabes le nombran Rey, Califa (Vicario), ó Miramamolin (4), consta por Al Makkari que nunca se dió á sí mismo sino el modesto título de Emir. Los dictados de Miramamolin y de Califa no empezaron á darse á los Emires de Córdoba hasta el octavo de los Ommiadas de España Abderrahman III, ó sea Abderrahman al Nasir.

El mismo año de la muerte de Abderrahman I. entró en África Edris ben Abdallah, que despues de haber andado errante por aquellas regiones como en otro tiempo Abderrahman, se apoderó de Almagreb, quitándoselo á los califas de Oriente, y echó los cimientos del reino de Fcz, que trasmitió en herencia á su hijo Edris ben Edris. De esta manera el África propiamente dicha, desde el Egipto hasta el Estrecho, se constituia independiente de los califas Abassidas, como treinta y ocho años antes se habia constituido la España: circunstancia interesante para la i....teligencia de los sucesos ulteriores de nuestra historia.

(1) Abderramen magaus rex Maurorum.. Chron. n. 18.

(2) Hist. Arab. 18.

(3) Alcant., Hist. de Granada, tom. II. (4) Corrupcion de Emir-al-mumenin, emir ó gefe de los creyentes.

CAPITULO VII.

HIXEM Y ALHAKEM EN CÓRDOBA; ALFONSO EL CASTO EN

1

ASTURIAS.

De 788 á 802.

Solemtie proclamacion de Hixem 1. en Córdoba.-Guerra que lo movieron sun dos kétmanos Suleiman y Abdallah. —Véncelos el emir.-Noble y generoso comportamiento de éste.-Rebeliones de los walies de la frontera oriental.—Proclama Hixem la guerra santa.-Progresos de los musulmanes de uno y otro lado del Piriuco.-Termina Hixem la gran mezquita de Córdoba.-Su descripcion.-Triunfo de Alfonso II. (el Casto) en Asturias.-Muerte de Hixem, y elevacion de su hijo Alhakem 1.-Dispútanle el trono sus dos tios Suleiman y Abdallah.-Guerra civil. Su término.-Alfonso de Asturias hace una excursion basta Lisboa.—Mensage y presentes de Alfonso á Cárlo-Magno en Aquisgran.-Es destronado momentáneamente, recluido en un monasterio, y vuelto á aciamar.-Conquistas de los francos en el Oriente de España.-Célebre sitio de Barcelona por Ludovico Pio, rey de Aquitania.-Rindenle la plaza los musulmanes,—Origen del condado de Barcelona.

Estraño se mantenia á todos estos sucesos el pequeño reino de Asturias, como oscurecido en su rincon bajo los inertes príncipes que mediaron de primero al segundo Alfonso, que todavía, como anunciamos en otro capítulo, tardará tres años en empuñar el cetro de la monarquía de Pelayo.

Con desusada pompa se celebraba en 788 en Mérida, terminados los funerales de Abderrahman, la solemne proclamacion de su hijo Hixem 1. «Que Dios ensalce y guarde á nuestro soberano Hixem, hijo de Abderrahman!> era el grito que resonaba en todas partes, y rezábase por él la chotba ů oracion pública en todas las mezquitas de España. Ayudaba al entusiasmo con que era saludado Hixem su magestuosa presencia, su índole apacible, y la fama de religioso y justiciero que ya gozaba, designándole desde el prin

cipio con el doble dictado de Al Adhil, el justo, y de Al Rahdi, el benigno y afable.

Pero estas virtudes no bastaron á estorbar que sus dos hermanos mayores Suleiman y Abdallah, walies de Toledo y de Mérida, no pudiendo resistir á la envidia y enojo de verse postergados, le declaráran abierta guerra, proclamándose independientes en Toledo, donde ambos se habian reunido. Al wazir de la ciudad, que se negó á coadyuvar á sus designios, encarcelaronle y le cargaron de cadenas. Y como Hixem escribiese á su hermano Suleiman para que le diese cuenta de la causa ó motivo de aquel maltratamiento, la respuesta del soberbio Suleiman fué hacer sacar de la prision al desgraciado wazir y clavarle en un palo á presencia del portador de la carta, diciéndole á este: vuelve y dí á tu señor lo que vale aqui su soberanía: que queremos ❝ser independientes en nuestras pequeñas provincias, lo cual es una corta in«demnizacion del desaire que se nos ha hecho.» Justamente indignado Hixem de la desatentada osadía de sus hermanos, marchó á la cabeza de una hueste de veinte mil hombres sobre Toledo. Suleiman habia salido á su encuentro con quince mil. Batiéronse los dos hermanos con el encarnizamiento de estraños enemigos. Derrotado el rebelde, pudo á favor de las tinieblas de la noche refugiarse á los montes, y el ejército vencedor prosiguió á poner cerco å la ciudad defendida por Abdallah. El sitio apretaba, Suleiman no volvia, escaseaban los víveres, cundia en la ciudad el descontento, y Abdallah pidió permiso á los gefes del campo enemigo para pasar á conferenciar con el emir su hermano. Salió de Toledo de incógnito, presentóse á Hixem, el cual por uno de aquellos impulsos indeliberados, propios de las almas generosas, recibió á Abdallah con los brazos abiertos. Ante la elocuencia muda de la sangre no vió en su hermano al gobernador rebelde de Toledo, sino al hijo de Abderrahman como él. Concertóse, pues, la entrega de la plaza y el olvido de todo lo pasado, y juntos marcharon á Toledo, donde fué recibido Hixem con públicas demostraciones de alegría. Instaló en calidad de walí á un pariente del wazir tan inhumanamente sacrificado: dió á Abdallah para que pudiese vivir una casa de recreo situada en uno de los mas amenos sitios de la campiña del Tajo, y regresó á Córdoba á preparar los medios de reducir á Suleiman, que tenaz en su rebelion, se habia corrido de los montes de Toledo á los campos de Murcia, y reclutado gran número de descontentos.

Tampoco tardó en verse segunda vez humillada la soberbia de Suleiman. El jóven hijo de Hixem, Alhakem, que hacía el primer ensayo de acaudillar algunas tropas, mandaba la vanguardia del ejército destinado á perseguir á su rebelde tio. En los campos de Lorca encontró la gente de éste, y con cl ardimiento y la inconsideracion de un jóven que no vé los peligros la arremc

tió impetuoso, y tuvo la fortuna de arrollarla. Cuando llegó el ejército del emir no halló ya con quien pelear. Costóle al jóven vencedor ser amonestado por su padre, para que otra vez no procediera con tanta precipitacion, pues si bien es necesario el arrojo en las lides, no lo es menos la prudencia, por cuya falta caudillos muy bravos causaron muchas veces la ruina de su reino y la suya propia. Cuando Suleiman, que no habia estado en la batalla, supo la derrota., «¡maldicion á mi suerte!» esclamó, y sin decir mas corrióse con algunos ginetes á tierra de Valencia, donde acosado por la caballería del emir escribió á su hermano solicitando le admitiese en su gracia con las mismas condiciones que á Abdallah. Hixem, siempre generoso, allanóse tambien á ello, si bien conociendo el carácter impetuoso y arrebatado de Suleiman, le propuso que se estableciese en Tanger ú otra ciudad de Almagreb, donde con el valor de los bienes que tenia en España podria adquirir otras posesiones equivalentes. Accedió á todo Suleiman, y vendidas sus haciendas en sesenta mil mitcales de oro pasó á morar en Tanger. Así terminó (de 788 á 790) la guerra de los tres hermanos (1).

Simultáneamente habia estado ardiendo el fuego de la rebelion por las fronteras del Pirineo Oriental. Los inquietos berberiscos no se resignaban á la obediencia de los emires árabes. Ya era el wali de Tortosa Said ben Hussein que se negaba á reconocer á su sucesor, y se concertaba con sus veci→ nos los francos para sostener contra el soberano de Córdoba las plazas de Gerona, Ausona y Urgel; ya era el caudillo de la frontera Balhul, que unido á los walies de Barcelona, Tarragona y Huesca, se apoderaba de Zaragoza, y se proclamaba independiente. Por fortuna de Ilixem, el wali de Valencia, Abu Otman, enviado contra los rebeldes, fué tan enérgico y feliz en su expedicion, que no tardó en informar al emir de sus triunfos de la manera auténtica que los musulmanes solian hacerlo, enviándole las cabezas de los caudillos vencidos. Como esto coincidiese con la sumision de los dos hermanos, hiciéronse en Córdoba fiestas públicas. Hixem escribió de su puño una carta de gracias al bravo Abu Otman, y le dió el mando de la frontera de Afranc ó del Frandjat (que así llamaban ellos á la frontera de Francia), prometiéndole le serian enviados refuerzos para recobrar las ciudades que en aquella tierra habian perdido los muslimes.

Desembarazado Ilixem de estas guerras, pensó en resucitar en los musulmanes españoles el fervor religioso de los buenos tiempos del Islam, y llevando el pendon del Profeta á los domínios cristianos, emplear las fuerzas y

(1) Roder. Tolet. Hist. Arab. c. 18.-Con- Cassiri,

do, part. II. cap. 25 y 26.-Ben Alabar, în

la atención de todas las tribus en combatir á los enemigos de su fé, haciendo cesar por este medio el espíritu de sedicion que trabajaba y enflaquecia el imperio. Al efecto hizo leer en todos los minbhares ó púlpitos de las mezquitas la proclamacion del alghied ó guerra santa. Hizo un llamamiento general á todos los walies y caudillos, á todos los creyentes, ofreciendo grandes premios á cuantos contribuyeran de algun modo á tan digna empresa. Respondieron á la invitacion del emir todos los buenos musulmanes, concurriendo los unos con sus personas, los otros suministrando armas ó caballos, los demas con sus bienes, haciendo donativos y limosnas (791). Juntáronse asi brevemente tres grandes cuerpos de ejército, que destinó el emir á Asturias y Galicia, á los montes Albaskenses (montañas vascas), y á las tierras de Afranc.

El primero, al mando del hadgib ó primer ministro Abdel Wahid, fuerte de cerca de cuarenta mil hombres, corrió las comarcas de Astorga y Lugo, talando y destruyendo el pais, y cuando volvia cargado de ganados, despojos y cautivos, encontróse una parte de él en Burbia (1) con fuerzas del rey de Asturias Bermudo (Bomond que nombran los árabes). El resultado de esta pelea le traducen en su favor las historias musulmanas: distinta interpretacion le dan los cronistas cristianos (2), Era el último año del reinado de Bermudo, cuando ya Alfonso mandaba las armas de Asturias. El segundo ejército penetró por los montes de Vizcaya hasta la Vasconia. Pero la irrupcion mas notable de la guerra santa fué la que hizo el tercer cuerpo á las órdenes de Abdalá ben Abdelmelek á la Septimania ó Narbonense. Los momentos no podian ser mas oportunos. Carlo-Magno se hallaba en el Norte defendiendo las fronteras de su reino contra los indóciles sajones: Luis el Bondadoso, su hijo (Ludovico Pio), rey de Aquitania, habia tenido que acudir á Italia al socorro de su hermano Pepino, contra quien se habian sublevado los de Benevento. En tal ocasion, el ejército musulman, despues de tomar á Gerona, que estaba por los franco-aquitanios, y de degollar á sus habitantes, invadió la Septimania, incendió el grande arrabal de Narbona, treinta años hacia perdida por los sarracenos, hizo gran matanza en sus defensores, y cargado de botin dirigióse á Carcasona. En vano quiso hacer frente el duque Guillermo de Tolosa en las riberas del Orbieu á las vencedoras huestes agarenas: inútiles fueron las proezas personales del duque cristiano. El pendon mahometano quedó otra vez triunfante, y contentos los árabes con esta segunda victoria, regresa

(1) Junto á Villafranca del Vierzo, en la Albeld. Chron. n. 57.-Roder. Tolet. Hist actual provincia de Leon. Arab. c. 21.,

(2) Conde, cap. 27.-Abmed Almakari.

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