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oigo que exhala tu revuelto seno,
y en tu llanura inmensa y solitaria,
en la que ruge el huracan y el trueno,
busca mi corazon aliento y brio,
inspiracion subline el canto mio.

Tú eres el mar que acarició mi cuna,

el que arrulló con maternal cariño,

al compás de sus ondas,

mis ensueños de niño;

el atleta potente

que luchando sin calma,

de mi ser en el fondo arrojó un alma,

más grande que tú joh mar! y más hirviente. No aquel limpido, azul y cristalino,

que baña los magníficos palacios

del Adria venturosa

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el

que rodea el túmulo gigante

de la antigua, soberbia, altiva Roma, y en sus aguas serenas

ve reflejarse con las altas torres

de la fuerte Estambul la culta Atenas,
llevando, cual presea, en sus cristales
al Atlántico audaz el beso ardiente
de los sirios desiertos arenales.

De aquel inmenso que de polo à polo, fiero estendiendo su azotada espalda,

se alza terrible y sólo; .

lecho inquieto de nácar y esmeralda
que de fuerza suprema haciendo alarde,
cuna es del sol al despuntar el dia
y triste tumba al espirar la tarde;
de aquel que rompe en la africana tierra,
escucha el canto impuro

del Asia vil que se revuelca en cieno,

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y entre sus brazos amoroso oprime
de la América hermosa el virgen seno;
de aquel, en fin, rugiente

que girando en confuso remolino,
dilata su poder de Ocaso á Oriente,
vienen las recias olas

que en ronca algarabia

se estrellan en los riscos solitarios, allá en las costas de la pátria mia.

Tú eres el mar sin fin del alma euskara, que proceloso y bravo

presta energía y sobrehumano aliento
al corazón de un pueblo nunca esclavo;
tú eres el mar que los suspiros canta
y piadoso las lágrimas recoje
de la patria infeliz que hoy aherrojada
se retuerce á las plantas del que torpe
hirió la faz de mi Basconia amada;
que olvidando grandezas que pasaron
se levanta á la atmósfera serena
para cantar en lúgubres acentos
las glorias al compás de una cadena;
y al removerse su corriente brava
del huracan al soplo, ronco gime

y á la frente de aquel que nos oprime
valiente escupe su rabiosa baba.

¡Cuánto te adoro, mar! ¡Con qué alegria y dulcísimo anhelo

retratada en tu faz contemplé un dia
la clara lumbre del hermoso cielo;
y allá, sentado en la desnuda roca
que audaz azota tu argentado brazo,
cuando la tarde en ti su luz refleja,
triste cual tú, por el dolor deshecho,
mi fatigado pecho

lanzó á los vientos la sañosa queja.

De mi Euskaria feliz y libre un dia despertaba el gerir de tu oleaje

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que en la cumbre del alto Kuruceta, y enclavado en la cruz, en la agonia, lanzó el Basco vencido, nó domado, que al opresor infame maldecía.

Vi en ti la fuerte y cristalina valla que empujára á luchar á los valientes que en Calatañazor, Oca y Padura, escribieron con sangre la epopeya

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de exterminio y valor, que hundió en las Navas del fiero Almoumenin la raza impura,

y entre las brumas que tu faz 'coronan en el cielo lei en nube opalina ›

grabados por el ángel de la gloria

los nombres de Legazpi, Oquendo y Mina, Orán, Pavía, San Marcial, Vitoria.

Hoy el lamento de la pátria mia escucho, mar, en tu profundo seno; el llanto triste de mi Euskal-erria corre á mezclarse á tu corriente brava, y el canto melodioso que la calma parece devolver al pecho, alterna con el suspiro que desgarra el alma.

¿Qué es esto, pátria? ¿La maldita planta
del extranjero audaz huella tu suelo?.....
¡Nó! Que su tumba hallaron

en el oscuro fondo de tus valles
los que á tu libertad santa atentaron!
Y la espada invencible del romano,
la lanza del germano,

el escudo del franco y la arrogancia
del agareno cruel desparecieron,
y á tu valiente soplo sucumbieron!
¡Ay! Que de allende el Ebro,

de las anchas llanuras de Castilla

parte el grito cruel! Allá se funde la pesada cadena

que ata nuestra existencia y nos mancilla! Al nombre alli de libertad bastarda

se alza una nueva cruz al pueblo euskaro, y mano fratricida

rasga el código santo de una raza et que sólo libre comprendió la vida.

¡Muere, Euskaria infeliz!..... El mundo en vano

me invita á que perdone y á que olvide,

y el miedo vil con temblorosa mano

torpe silencio al patriotismo pide. Que elalma arrebatada

corre à adorar junto á la estéril roca

que
acarician tus olas, mar potente,
al sagrado recuerdo de mis lares,
su santa libertad, su fé profunda,
de Dios y de la pátria en los altares.
Mi musa halló sus armas
en ese hirviente, cristalino lecho,
y no femenil llanto dió á mis ojos
ni cobardes suspiros á mi pecho;
en él halló tambien la lira mia

el nervio que palpita en tus entrañas
y el corazon la férrea energía

que se oculta en las cántabras montañas,

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En tí encontré el valor que me arrebata
y me hace ciego despreciar la vida
cuando mano cobarde y fementida
de esclavizar á mi Basconia trata.

De tí he aprendido á odiar la tiranía
y á despreciar los ídolos vulgares,
histriones corrompidos,
que hoy sociedad impia

coloca de la pátria en los altares.

¡Quién tuviera el aliento poderoso

que hincha, Cántabro mar, tus ondas bravas,
la voz del trueno, el resplandor del rayo,
del huracan la fuerza y el rugido

con que fiero y terrible te revuelves
como el leon herido

para lanzar, cual maldición del cielo,
sobre esa turba imbécil de perjuros
que arrastran Dios y pátria por el suelo
de tu acento al compás ronco y bravio,
todo el ódio que siente el pecho mio!

y rugiendo cual tú mi voz pudiera

resonar con estruendo pavoroso
que al opresor aterre

y á la Euskaria despierte

del sueño vergonzoso

en que yace sumida,

y en los umbrales mismos de la muerte

conquistar otra vez pueda la vida!

12 de Junio de 1883.

ALVARO ANSORENA.

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