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calor no se podia sufrir, ni agora se puede encarecer, porque hubo muchos que cayeron de los caballos y morieran si no fueran remediados. Nuestra infantería pasaba ya tanto peligro de ser ahogada, que estaba en gran trabajo.

S. M. viendo los enemigos huidos, el agua y el alojamiento, que era lo quél queria, por nosotros, su artillería ganada, muchos muertos, ellos rotos y irse la vuelta de Tunez, vió su gente cuanto mas peligro tenia por la sed del que parecia, y acordó de volver á los pozos; y así mandó hacer el alojamiento y en todo entendió él con todo el trabajo de aquel dia. Y en el tiempo que se hacia el aposento, andaba por los soldados haciéndoles guardar la órden hasta que estuviese hecho, y los que se le quejaban de sed que eran muchos, les mostraba como él tenia tanta que no podia escopir, y así era. Pues hecho el aposento, S. M. mandó reposar la gente, curar los heridos que como digo fueron pocos, y él con esotros caballeros que con él estaban, se fué á su tienda y se desarmó, y hizo colacion bebiendo de una agua que unas fragatas por el estaño habian traido, las cuales venian con algun bizcocho para el campo, enviadas por el Príncipe de Oria, y acostáronse (1) á do el fato darmas se hacia, aunque no llegaron á la ribera por ser el fondo poco. Habia entre los pozos algunos buenos, y otros de tan pestífera agua que morieron dos ó tres soldados en bebiéndola, lo cual puso sospecha ser el agua atosigada; mas era tanta la sed que con creer esto nadie guardaba de beber; y aunque S. M. habia hecho proveer los soldados de barriles y

(1) Esto es, se acercaron.

borrachas, todo se habia gastado por ser la calor intole rable y la sed que della se causaba, terrible. El Rey de Tunez con sus alárabes andaba mirando los muertos que especialmente en aquellos fuertes se pensaron defender, habia, y tan admirado cuanto alegre; y nunca con todas estas victorias le acudió hombre de Tunez de quien se pudiese hacer cuenta : siempre los de aquella ciudad estuvieron en su propósito, si fué por el odio. que al Rey

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por la fe que á Barbaroja tenian, no lo sé, ó porque andaban allegando méritos para que fuesen tratados como merecian.

Puestas las centinelas en el campo y la gente reposada y refrescada, S. M. mandó avisar que otro dia, antes de dia, estuviesen en órden para caminar la vuelta de Tunez, el cual luego que Barbaroja llegó á él, halló lleno de turbacion y de la gente que habia huido de la batalla; y luego comenzó á poner en órden unos cañones que en el alcazaba tenia y hacer las cosas que eran necesarias para mostrar que queria defenderse, y aunque en este medio se dice que deliberaba de quemar los captivos, lo cual le estorbó el Judío, y créese porque otras veces ha estorbado semejantes crueldades; mas aquella noche no se intentó nada por los enemigos contra nuestro campo, y así toda la noche se pasó sin desasosiego de nuestra gente. La mañana venida S. M. hizo poner en órden el campo, que fué de la manera quel dia antes habia venido, los arcabuceros á la banda de los olivares, y todo lo demas por la órden que primero habian venido; mas parecia allí mejor la órden por ser el espacio mas ancho entrel estaño y las olivas.

Barbaroja en este tiempo habia cabalgado, y el Judío y Catha Diablo con él y otros capitanes, y andaba visi

tando los lugares de la ciudad do le parecia que era menester defensa, y entendia en esto con toda diligencia; mas nuestro campo marchaba ya muy adelante, y los alárabes que habian sido rotos, habian vuelto, y por nuestra mano derecha atravesaban una montañeta y se iban, y un xeque dellos habia venido á rendir el burgo que á la parte donde íbamos, estaba, diciendo á S. M. que si era servido, que aquel burgo que á la parte donde íbamos, estaba, quél le rendiria y que ellos le servirian; el cual ofrecimiento por ser tan fuera de tiempo que no importaba, pues S. M. lo tenia cuasi en la mano, fué remitido él y el ofrecedor al Rey de Tunez, y S. M. caminó adelante no viniendo enemigo al encuentro sino unos pocos de caballos turcos que parecieron y se fueron luego, y los alárabes que á nuestra mano derecha iban huyendo.

Pues llegando S. M. cerca de la tierra, se vió como de la torre mas alta de la alcazaba se campeaba una bandera, y luego llegaron los que dijeron como Barbaroja no esperaba en la ciudad á probar la fortuna que en la campaña habia experimentado, y se iba, y que los сарtivos se habian soltado y cerrado las puertas del castillo, y que no las habian abierto al Barbaroja, el cual habia procurado entrar otra vez, no se sabe si para quemallos y matallos como primero habia designado, ó para morir antes que veer perder todo lo que allí dejaba. S. M. mandó que dos mill arcabuceros españoles fuesen al castillo para que aquello estuviese seguro contra Barbaroja y contra la tierra porque los captivos no tenian sino piedras, y él se llegó á la ciudad, la cual nunca hizo muestra sino la que á ella no cumplia, porque no se vió moro sino los que con arma en mano andaban por la muralla.

Ya Barbaroja se habia alongado la via de Biserti (1) con los turcos que tenia á caballo y algunos á pie, los cuales, quinientos, de allí á doce millas fueron ahogados de sed, y entre ellos Haydin Arraez que llaman Catha Diablo, el cual con ser hombre grueso y lleno de calor bebió una agua podrida y rebentó por beber, y los otros por no podello hacer. Ansí se fué aquel (2) no pudiéndole seguir sino los alárabes sus amigos y así le acompañaron hasta cerca de Biserti, y él tomó la via de Bona á do tenia catorce ó quince galeras, las cuales puede alguno preguntar porqué no se le quemaron; y quien vió el suceso de las cosas, puede muy bien veer que todo el tienpo que estuvimos sobre la Goleta, era harto necesaria toda la gente que teniamos, porque toda ella trabajaba y peleaba y no habia ningun hombre ocioso sino necesario, y para enviar á Bona era menester que fuesen veinte y ocho ó treinta galeras, y que estas llevasen gente de guerra, y tanta bastase para tomar quince galeras defendidas por quinientos turcos y mill moros, y mas los de la ciudad de Bona de la cual se defendia el rio donde ellas estaban bien arriba metidas. Pues deshacer parte de nuestro campo en tiempo que en todas las dél se reforzaban las guardias por las salidas de los turcos, no parecia cosa razonable, cuanto mas que atenta á la principal empresa no se habia de divertir la gente á otra. Pues tomada la Goleta parecerá á alguno que hubo tiempo aquel fué el menos cómodo para ello, porque luego se habló en ir á Tunez, y esta jornada era tan principal y tan grande, que fuera gran locura repartir la gente que para ello era muy necesaria, en otra cosa que no

tanta que

(1) Hoy Biserta. (2) Barbaroja.

importaba con mucho tanto; y deshacernos de la gente en tiempo que la habia mas menester mas de la que teniamos, no fuera consejo sano: pues se vee (1) que estas dos razones (2) no hubo modo de enviar. Tomado Tunez, fué mas imposible, lo cual al que lo oyere parecerá luego que no lleva razon, y oido verá como la lleva y grande, porque sacar la gente del saco fué tan dificultoso, que los dias que pasaron de dos que ahí S. M. se detuvo, fué por sacar el campo de la tierra, y no solo los soldados, mas los marineros que poco á poco al olor del saco habian venido, era mayor dificultad sacallos que á la gente de guerra: todos se habian venido, y el armada estaba tan sin quien la marease, que cuasi parecian algunas galeras estar en atarazanal y no surtas á do estaban, de manera que en todos estos tres tiempos no fué posible. Ya que S. M. volvió á la armada, el Príncipe habia enviado quince galeras, las cuales no pudieron llevar hombre dellas, y por esto no pudiendo hacer efecto se volvieron, y cuando la gente de mar fué recogida y quel Príncipe pudo ir con treinta, ya las del Barbaroja eran idas con la gente que por tierra no pudo ir con él á Argel, y así la envió por mar yendo con ella Chifut Sinan que es el judío, y el Príncipe se volvió con alguna artillería que tomó en Bona. Así se pudo veer como aquellas galeras no se hubieron, porque en una gran empresa las particulares cosas della no se pueden todas juntas acabar sino por sus medios conforme á la razon y tiempo que hay para hacerse, y aunque la victoria haya sido tan grande, que harta á quien bien la conociere, y conocida se vee cuan poco importa una cosa

(1) Como si dijera: por consiguiente se vee &e.

(2) Tal vez: sazones.

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