Imágenes de páginas
PDF
EPUB

á que estando completa la materia, pueda llamar la atención del lector hacia aquellos documentos dispersos en los dos tomos, que por su importancia merezcan ser conocidos de los que deseando saber la verdad de lo acontecido, se hallen escasos de tiempo para buscarla en una obra que va siendo ya voluminosa.

Pero, sin embargo, algo puede apuntarse en esta Nota acerca del memorable bloqueo de Tarragona, que es el hecho de armas culminante que tuvo suspensa la atención de Europa, y preocupó hondamente á las Cortes de España y Francia.

Comienza este tomo con la entrada en Cataluña de las armas francesas gobernadas por el animoso general La Motte. El Marqués de los Vélez que tan arrogante había llegado ante los muros de Barcelona, después del descalabro sufrido en Montjuich, huye más que se retira, é irresoluto el que ahorcó á los rendidos en Cambrils, no se atreve á castigar á los que á sangre fría asesinaron á sus compañeros de armas enfermos en el hospital de Villafranca del Panadés, y no pensando en sostener las posiciones de Martorell, llega á la vista de Tarragona donde finalmente se encierra, sin más radio de acción que Valls, Constantí y Salou, que ocupa, y dejando con su retirada á merced del enemigo, á cuantos, como los de Reus, se habían comprometido por la causa de su Rey.

Relevado tan inhábil general por Federico Coloma, Príncipe de Butera, éste llegó lleno de bríos á Tarragona, donde celebró el Consejo de guerra (documento núm. 607) en el que los cabos del ejército, incluso el Arzobispo de Tarragona, se manifestaron decididos á salir en busca de La Motte y romperle antes que engruesara sus tropas; opinión común de la que se separó D. Tomás María de Acevedo, quien, apartándose

del parecer de todos, opinó que era aventurar el ejér-
cito ir en busca de un enemigo que venía decidido á
poner sitio á Tarragona, teniendo por mejor el con-
servarle dentro los muros de la ciudad á la disposición
del Rey. Y este consejo prevaleció por órdenes que de
Madrid debieron llegar, y el atribulado Virrey, sumido
en la inacción, vió la pérdida de Salou y la de Valls y
la de Constantí, y la del ejército casi por entero, mi-
nado por las deserciones y sufriendo todos los horro-
res que el hambre ocasiona.

No gozó de más próspera suerte el ejército franco-
catalán, pues al pisar La Motte el suelo de Cataluña no
se produjo el levantamiento general que algunos es-
peraban para arrojar á los españoles de la provincia.
Todo sucedió al contrario, y entonces comenzó el por-
fiado pleito de pedir los franceses gentes para pelear;
Barcelona á apremiar á todos los pueblos, y los pue-
blos á no obedecer, ú obedecer á medias á fuerza de
ruegos las ciudades, y por amenazas y castigos las vi-
llas y lugares.

Y á todo esto el bloqueo de Tarragona continuaba
por mar y tierra, siendo impotente La Motte para em-
bestir la población aun cuando se hallara extenuada
por el hambre, ya que nunca pudo disponer de fuer-
zas suficientes para atacarla, por más que uno y otro
día pedía refuerzos á Barcelona, y desde esta ciudad
los reclamaban á Francia con todo empeño. Inútil-
mente se decretó una leva de la décima parte de los
habitantes de cada Universidad (documento núm. 649)
para formar una masa de gente con que acometer la
plaza; y sin dinero para suplir con mercenarios lo
que negaba la falta de entusiasmo, se aceptaron con
reconocimiento los 1.200 infantes que Condé dió de su
ejército del Rosellón, volviendo de nuevo á plantear-

se la cuestión de alojamientos, ya que, nuevamente apurada la Diputación, pasaba por todo. Con pretexto de ellos encendióse la guerra contra los soldados de Felipe IV que guardaban la frontera amenazada por los franceses: á favor de éstos se imponían ahora, para que la tropa fuese alojada «con toda la comodidad posible» (documento núm. 652), y encargándose al Comisario Andrés Alva que exhortara á los pueblos por donde pasara la columna «dieran de balde á la tropa pan, vino y los forrajes que hubiere menester» (documento núm. 650).

No hay para qué encarecer el desvelo con que Richelieu miraba el asedio de Tarragona: de là deppend tout, escribía á Condé (documento núm. 641), y al propio tiempo formaba la escuadra del Arzobispo de Burdeos que entretenía delante de la ciudad para cazar los barcos ligeros valencianos y mallorquines que en ella entraban víveres, confiados en la obscuridad de la noche (1); enviaba á escondidas del Príncipe 30.000 francos de su bolsillo á M. de La Motte, y á Condé encarecía la empresa como muy superior á la toma de Colliure, pues aislado como se hallaba ya

(1) Este documento más hemos hallado, confirmando los intentos de sublevar á Mallorca:

Señor: En los hintentos de Catalanes de subbertir la Isla de MaIlorca, y auiendo benido vajeles franceses, tendria por combiniente que V. Mag.d mandase bolber á ella á su Virrey, y á los Caballeros particulares que por seruir á V. Mag.d le acompañaron, y sobre aberlos llebado á Italia el Año de treinta y cinco, transferirlos aora á Rosellon, creo que no los dejaria gustosos. Al Virrey no conozco, pero he oydo que se sabe portar con ellos, y les es azepto, y en los condados podrán hazer poco provecho, y como Mallorca es de estimaçion y la ziñen Puertos, podria ser que la cudiziase el Rey de francia: g.d nuestro señor la catbólica persona de V. Mag.d los muchos años que la cristiandad ha menester. Alfaques A 26 de Abril de 1644.-Don garcía de Toledo ossorio. Rúbrica.-(Archivo general de Simancas. Secretaría de Guerra, legajo 1.402.)

Perpiñán con la ocupación de Elna y otros pueblos, la caída de Tarragona facilitaba la de las plazas rosellonenses. Y es que Richelieu, según veremos en el tomo que á éste seguirá, desilusionado de los recursos que Cataluña podía darle para invadir Aragón, ansiaba tomar á Tarragona á fin de hallarse en buenas condiciones para proponer la paz al Rey Católico, anexionando el Rosellón al territorio francés. Cruel era este plan, pues abandonaba á los catalanes á su suerte para que se las entendieran con Felipe IV.

Pero no todas esas cábalas de la política pudieron realizarse. El 20 de Agosto una poderosa armada al mando del Marqués de Villafranca, se presentó delante de Tarragona y socorrió la plaza ahuyentando la armada francesa, que se retiró sin combatir, contentándose la española con amenazar al enemigo. Tarragona quedaba salvada, pero las armas sin aquellas honras que sus Gobiernos de ellas esperaban; y así, despechado Richelieu, procesaba al Arzobispo de Burdeos (documentos núms. 680 y 681), y en España, pasados los primeros días del alborozo que en Madrid causó la liberación de la plaza, también quisieron saber las causas por qué Fernandina dejó de aprovechar la ocasión de destruir la armada de Francia (1).

(1) Consulta de la Junta Grande, fecha en Madrid á 2 de Octubre de 1641.- Señor: Discúrrese tanto en esta Corte y en otras partes, sobre lo que se pudo obrar contra la Armada del enemigo que estaua en Tarragona el dia que se socorrió á aquella plaza, que avnque es de creer de personas de tan grandes obligaciones como las que governauan aquellas Armas que harian el dever, todavía por lo que conviene apurar y sauer con fundamento lo cierto de lo que huuiere pasado en este negocio, pues para lo de adelante es bien que esto no quede consentido (si pareciere no hauer handado los cauos como fuera justo) se a considerado será muy del seruicio de V. M.d se tome ynformacion no juridica, sino extrajudicial, de la forma en que se procedió por los cauos el dia del socorro, y en los demás que se gastaron yendo en segui

En este tomo he procurado allegar datos que nos revelaran los efectos que la guerra producía en las demás comarcas de Cataluña y los Condados, mientras transcurrían los meses en el asedio del ejército español encerrado en Tarragona.

Á este fin he añadido á la colección los siguientes apéndices: III. La guerra en la comarca leridense y frontera de Aragón.-IV. Condé en el Rosellón.V. La guerra en el Ampurdán y veguerío de Gerona. -Y VI. La guerra en el Alto Pirineo; terminando con el Apéndice VII, Ejército español. Diario de la guerra, que es una serie preciosa de noticias, que además de servir á maravilla para la cronología de los sucesos, está redactado con tantas juiciosas observaciones, que en la mayoría de los casos hacen de él una de las más interesantes piezas de este proceso. Pero no de todas las dichas colecciones resulta explicada la materia, ya que, como más arriba tengo advertido y no me cansaré de repetirlo, en el tomo subsiguiente, V de esta obra, saldrán á luz los APÉNDICES que voy á relatar, que vienen á formar cuerpo de doctrina con los ya citados: I. Gobierno y administración de las armas catalanas.—II. Canje de la Duquesa de Cardona con los embajadores catalanes enviados à Madrid.-III. Conspiraciones, afectos y desafectos à la causa de España.-IV. Correspondencia cambiada con los rehenes y embajadores enviados à Francia.-Y V. Interven

miento del enemigo, cometiendo lo referido á las personas que V. M.d fuere servido, para que hagan á V. M.d relacion de todo lo que se deviere tener entendido, haziendo para este effecto las diligencias que fueren necesarias, sin que como ba dicho sea en forma jurídica, de suerte que V. M.d pueda estar enterado de todo y resolver lo que combenga, haziendo merced á quien lo vbiere merecido, y demostraciones contrarias con los que faltaron y dejaron de cumplir con su obligacion. -(Archivo general de Simancas. Secretaria de Guerra, legajo 1.385.)

« AnteriorContinuar »