dos, Vallesa y Grao, y todo, desde Murviedro, es tierra bien cultivada; al Sudeste, quarta al Sur, están las alquerías de musiú Ricot y frailes de Puig hasta Puzol, que se pondrá a un buen quarto del Mar, demarcando entremedio, muy inmediato al Mar, el estanco de Puzol, que es una pequeña laguna. Al Sur o Mediodía de Murviedro es el camino. real de Valencia, con los lugares que se ponen en el mismo camino; al Sudoeste, quarta al Sur, están la Vall de Jesús, Rafelbuñol y la Venta de San Onofre, que se nos olvidó y está a un quarto bien cumplido y al Occidente de Rafelbuñol; al Sudoeste, quarta al Oeste, es todo sierras y montes despoblados, hasta Portacoeli, Serra y Naquera, que no se ponen por estar más de 4 leguas de Murviedro, pero están a esa parte. El Oeste o Occidente para Murviedro son cabalmente los lugares de Gilet y Segart; al Nordeste, quarta al Oeste, están los lugares de Petrés y demás, que están a las orillas del río; al Noroeste, quarta al Norte, es todo montuoso y despoblado, hasta el lugar de Chova, que no se pone por distar más de tres leguas de Murviedro. (Continuará.) VICENTE CASTAÑEDA, 3. ÉPOCA.-TOMO XLII 30 NOTAS BIBLIOGRAFICAS LA REAL BIBLIOTECA DE EL ESCORIAL (Discursos leídos ante la Real Academia De todas veras aplaudimos el excelente criterio que movió al reverendo padre Bibliotecario de El Escorial a convertir en tema de su Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia el estudio de la Real Biblioteca de aquel Monasterio, en la que, como es sabido, ha consagrado largos años de su vida religiosa a la catalogación detenida, erudita y fecunda de los fondos que encierra aquel depósito, tan vasto como glorioso, de la tradicional cultura española. No ha satisfecho, pues, tan sólo el autor una deuda personal suya, nacida de generoso espíritu de reconocimiento hacia el hogar cientifico en que se ha formado, hasta acrisolarse, su vocación de erudito; ha logrado también calmar la justa ansiedad de historiadores y literatos, descubriendo cómo se fué atesorando en el transcurso del tiempo caudal tan abundante y escogido de manuscritos e impresos. No ofrece en el Discurso el padre Antolin la historia completa de la Biblioteca que se halla a su cargo, empresa que reserva para más adelante, como corona de los trabajos de conservación y catalogación de la misma; propónese tan sólo dar algunos capítulos de reconocida importancia dentro de aquella historia. En el capítulo I del Discurso se señala el Memorial del doctor Juan Páez de Castro, elevado primeramente a Carlos I, después a Felipe Ji, como fruto de la aspiración unánime de los sabios españoles del siglo XVI a la creación de una vasta biblioteca pública, y a la vez como suma de consejos y estímulos que determinaron el nacimiento y desarrollo de la Biblioteca de El Escorial. Trátase en el cap. II de las Procedencias de los fondos que vinieron a integrar la Biblioteca, entre los cuales se enumeran como más importantes la librería particular de Felipe II; la de don Diego Hurtado de Mendoza, "una de las más ricas y escogidas que había en España en el siglo xvI"; la de don Antonio Agustín, arzobispo de Tarragona, y la del Conde-Duque de Olivares, el cual se había propuesto "juntar una biblioteca tanto o más notable y famosa que la de El Escorial, y emular a Felipe II". En el cap. III se describe la organización y catalogación de la Biblioteca, enumerando las personas que en dichas tareas intervinieron, tales como el padre fray Juan de San Jerónimo, a quien se hizo la entrega oficial y pública de la librería en 2 de mayo de 1576; el eruditísimo Arias Montano, que contribuyó eficazmente a la organización científica de la Biblioteca y redactó un catálogo de la misma en tres tomos; el padre fray José de Sigüenza, discípulo de Arias Montano y sucesor suyo en la organización y dirección de la Biblioteca, el cual llevó a feliz término la traslación, asiento definitivo y catalogación de la misma; el padre fray Lucas de Alaejos, discípulo de Arias Montano y del padre Sigüenza, bajo cuya dirección trabajó; obra suya son varios catálogos, entre ellos uno vastísimo de materias de todos los libros escurialenses, manuscritos e impresos. Dase cuenta asimismo de la parte que en la catalogación de manuscritos tomó don Francisco Codera, con su Informe acerca de los manuscritos árabes, publicado en el Boletín de la R. A. de la Historia (diciembre, 1898); se informa a continuación acerca de los catálogos manuscritos debidos a monjes jerónimos que fueron bibliotecarios en distintas épocas, y, finalmente, se enumeran los catálogos impresos que en diversos tiempos han aparecido: los de Montfaucon, Haenel, Miller, Eguren, Gachard, Llacayo y Santa María, Ewald, Graux, Villa Amil y Castro, Derenbourg, Loewe, Beer, Delehaye, Castañeda y Alcover, y Clark. En el cap. IV se relata el incendio sufrido en 1671 por la Biblioteca, que perdió así más de la mitad de sus ricos manuscritos. En el V se trata acerca de las vicisitudes que sufrió la Biblioteca con motivo de la guerra de la Independencia. En el VI se muestra cómo ha contribuído la Biblioteca de El Escorial al desenvolvimiento literario de España. En el cap. VII se informa acerca de la labor realizada por los reverendos padres Agustinos, tanto en trabajos de catalogación como de investigación y crítica histórica, desde que en 12 de octubre de 1885 se les confió de Real Orden la Biblioteca. A pesar de la sobriedad que el autor refleja en esta parte de su trabajo, precisamente porque en ella se trata de dar a conocer cuanto la ilustre Comunidad Agustiniana ha realizado en pro de la cultura mediante sus prolongadas tareas en la Biblioteca de El Escorial, bien se deja notar la extensión y excelencia de los servicios que en los últimos treinta años ha prestado y los que sigue prestando en nuestros días. La especialización, tan necesaria para la eficacia de los resultados, allí, felizmente, se cultiva, y posee numerosa, variada y brillante representación. Una de sus manifestaciones menos brillantes en la forma, aunque arguya excepcionales cualidades de preparación técnica, es la catalogación de los fondos, tanto impresos como manuscritos; sumario de esa ardua e inteligente labor, ya llevada a cabo en gran parte, es este Discurso, cuyo autor es el guía experto que nos va señalando, al trazar la historia de la Biblioteca, las asperezas del camino recorrido, y, aunque él mismo no lo intente, también los empeños de inteligencia y voluntad prodigados en semejante labor. La fisonomía espiritual del autor se halla retratada en estas palabras de académico don Julián Ribera, en su discurso de contestación: "Como hombr de acción se nota que discurre mucho más de lo que habla. Aquellos a quie nes el hábito de hablar les facilita la afluencia de las palabras, se las encuentran a veces tan aglomeradas o acumuladas en la boca, que no les da tiempo a pensar ni discurrir antes de soltarlas; en sus disertaciones necesa riamente ha de notarse más plétora verbal que médula ideológica. Hay otros a quienes la viveza del ingenio hace que acudan a su cerebro más ideas que palabras, y, al tiempo de expresarse, se precipitan aquéllas para salir amontonadas confusamente y en desorden. Lo mejor sería un cierto equilibrio y disciplina en que la expresión apareciese sobria y clara, acomodada al ritme tranquilo y sereno del entendimiento. Este es el caso del padre Antolin." Unidos por los lazos de la fraternidad espiritual que la identidad de profesión establece, felicitamos cordialmente al nuevo Académico de la Historia, a la ilustre Comunidad a que pertenece y a la Real Academia de la Historia, que cuenta desde hoy para sus tareas con tan distinguido colabo rador. P. L. B. SALA DE LOS HIJOSDALGO. Catálogo de todos sus pleitos, expedientes y probanzas, por don Adolfo BASANTA DE LA RIVA, jefe del Archivo de la Chancillería de Valladolid.-Valladolid, Diario Regional, 1920-1921, I, 25 X 17: 431 págs. Con el título apuntado publicó hace unos meses nuestro culto y diligente compañero don Alfredo Basanta un concienzudo índice alfabético por ape llidos de los fondos que sobre hidalguías atesora el establecimiento dirigido por él tan acertadamente. La obra ha de constar de dos volúmenes, cuyo primero es el que ha aparecido hasta el presente. De ella serán complemento dos apéndices: uno relativo a los documentos particulares de los litigantes presentados como prueba en los pleitos y no desglosados después; trabajo detallado y meritísimo que comenzó a publicarse en el Boletín de la Academia de la Historia, y otro de pueblos y entidades, que por ser tan rico en padrones servirá a maravilla para deshacer muchos yerros acerca de la población de Castilla y otros asuntos de substancia estadística. De las varias secciones que se ofrecían al interés del autor, acertó a elegir la de Hidalguías para darla a conocer en primer lugar, demostrando con ello un buen sentido práctico, observadas cómo eran las aficiones y tendencias del público, aun no siendo especialista. Es el fondo principal de la documentación v el de mayor importancia en la materia, desaparecido casi por completo de la Chancillería de Granada; abraza desde los años postreros del siglo xv hasta el 1834, comienzo de la nueva organización judicial. Como trabajo previo el señor Basanta hubo de formar un cuadro más técnico, abandonando la división ritualista de los escribanos para la práctica de los negocios, justificando con ello cuán impuesto se halla en procedimientos judiciales preté ritos. Las papeletas son sencillas, pero sin faltar en ellas detalle alguno preciso. En el prólogo, con el nombre de "Advertencia", nuestro compañero |