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El qual, como llegó a Granada, halló a su hermano, apoderado del Alhambra, diziendo que su hermano se le avfa dexado en poder y guarda. Mulahazen, muy enojado desto, y más de la trayción que le avía querido hazer, se retiró en el Albayzín, adonde él y su muger 5. estuvieron muchos días. La madre de Mulahazen, vieja de ochenta años y más, aviendo visto la liberalidad y grandeza del Adelantado Don Pedro, y cómo le avía dado libertad sin rescate, le embió diez : mil doblas por él. Las quales el Adelantado no quiso recebir, embiándole a dezir que aquel dinero se lo diesse a su hijo para que gastasse 10, en la guerra contra su hermano. La madre del Rey, visto que el Adelantado no avía querido dineros, acordó de le embiar ciertas joyas muy ricas y doze poderosos cavallos, enjaezados de gran riqueza, los quales recebió el buen Don Pedro Faxardo. No passaron muchos días que el Rey Mulaḥazen tornó al Alhambra, porque su hermano se 15 la dexó libre, entendiendo que el Rey no sabía nada de las cartas que le avía embiado a Don Pedro Faxardo. Mulahazen dissimuló por entonces aquel negocio, y lo guardó para su tiempo, malamente indignado contra su hermano y contra los que le fueron favorables, y toda vía le dexó la administración del govierno que le avía dado. A este 20 Mulahazen le llamaron el Zagal y Gadabli, mas su nombre propio y más usado era Mulahazen. Esta batalla que avéys oydo y prisión deste Mulahazen, escrivió el Coronista deste libro, y yo doy fe que en Murcia, en la Iglesia Mayor, en la capilla de los Marqueses de los Vélez, ay una tabla encima del sepulchro de D. Pedro Faxardo en que se 25 cuenta el sucesso desta batalla. Bolviendo, pues, agora a lo que haze al caso, el Rey Mulahazen, muy enojado por lo que su hermano avía hecho, hizo en vida su testamento, diziendo que en fin de sus días fuesse su hijo heredero del Reyno, y que echasse dél al Infante, su hermano, a pura guerra, si caso fuesse que pretendiesse el Reyno, y 30 a los que fuessen de su vando. Esto dezía él, porque al Infante seguían y obedecían muchos cavalleros Almoradís y Marines, los quales sustentavan la parte del Infante. Y por este testamento uvo después en Granada grandes alborotos y entre sus ciudadanos crueles guerras civiles y pesadumbres, como después diremos a su tiempo. Pues estando 35 Mulahazen ya en el Alhambra, y Granada, como solía, debaxo de la governación de tres Reyes (digamos), no por esso dexavan los Almoradís de buscar modos y maneras para que totalmente el Rey Chico fuesse privado del Reyno; mas no podían hallar comodo alguno, respecto que los Zegrís y Gomeles estavan de su parte con otros muchos 40 cavalleros que reconocían que aquél era finalmente el heredero del

Reyno; mas toda vía de todas partes buscavan assechanças y mil ocasiones el tío contra el sobrino y el sobrino contra el tío. Mas como el Rey Chico toda vía fuesse odiado de los más principales de Granada, no pudo salir por entonces con su intento en nada, ni expelir a su tío del cargo que tenía. Y ansí aguardava su tiempo y oportuna coyuntura para poder executar su intención. Y por alegrarse un día, se passeava con otros principales cavalleros por la ciudad, por dar alivio a sus penas, rodeado de sus Zegrís y Gomeles; le vino una triste nueva: cómo era ganada Alhama por los Christianos. Con lo qual embaxada, el Rey Chico ayna perdiera el seso, como aquel que quedava heredero 10 del Reyno. Y tanto dolor sintió, que al mensagero que la nueva le traxo, le mandó matar, y descavalgando de una mula en que se yva passeando, pidió un cavallo, en el qual subió y muy apriessa se fué al Alhambra, llorando la gran pérdida de Alhama. Y llegando al Alhambra, mandó tocar sus trompetas de guerra y añafiles para que con 15 presteza se juntasse la gente de guerra y fuessen al socorro de Alhama. La gente de guerra toda se juntó, al son belicoso que se oya de las trompetas. Y preguntándole al Rey que para qué los mandava juntar haziendo señal de guerra, él respondió que para yr al socorro de Alhama que avían ganado los Christianos. Entonces un Alfaquí 20 viejo le dixo: «Por cierto, Rey, que se te emplea muy bien toda tu desventura, y aver perdido a Alhama, y merecías perder todo el Reyno, pues mataste a los nobles cavalleros Abencerrages, y a los que quedavan vivos mandaste desterrar de tu Reyno, por lo qual se tornaron Christianos, y ellos mismos agora te hazen la guerra; aco- 25 giste a los Zegrís, que eran de Córdova, y te has fiado dellos. Pues agora ve al socorro del Alhama y di a los Zegrís que te favorezcan en semejante desventura que ésta. Por esta embaxada que al Rey Chico le vino de la pérdida de Alhama, y por lo que este Moro viejo Alfaquí le dixo reprehediéndolo por la muerte de los Abencerrages, 30 se dixo aquel romance antiguo tan doloroso para el Rey, que dize en arábigo y en romance muy dolorosamente desta manera:

Passedvase el Rey Moro
por la ciudad de Granada,
desde las puertas de Elvira
hasta las de Bivarambla.
¡Ay de mi, Alhama!
Cartas le fueron venidas
que Alhama era ganada;
las cartas echó en el fuego

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que

Christianos con braveza ya nos han ganado a Alhama.» ¡Ay de mi, Alhama!

Alli habló un Alfaqui

de barba crecida y cana:
« Bien se le emplea, buen Rey;
buen Rey, bien se te emplea.
¡Ay de mi, Alhama!
Malaste los Bencerrages,
que era la flor de Granada,
cogiste los Tornadizos
de Córdova la nombrada.
¡Ay de mi, Alhama!
Por esso mereces, Rey,

una pena bien doblada:
que te pierdas tú y el Reyno
y que se pierda Granada.»
¡Ay de mi, Alhama!

Este Romance se hizo en árávigo en aquella ocasión de la pérdida de Alhama, el qual era en aquella lengua muy doloroso y triste, tanto, que vino a vedarse en Granada que no se cantasse, porque cada vez que lo cantavan en qualquiera parte, provocava a llanto y dolor, aunque después se cantó otro en lengua castellana de la misma matería, que dezía:

Por la ciudad de Granada...

el Rey Moro se passea,
desde la puerta de Elvira.
llegava a la plaça Nueva.
Cartas le fueron venidas
que

le dan muy mala nueva:
que se avia ganado Alhama,
con batalla y gran pelea;
El Rey, con aquestas cartas,
grande enojo recibiera,
al Moro que se las traxo
mandó cortar la cabeça;
Las carlas pedaços hizo
con la saña que le ciega,
descavalga de una mula
y cavalga en una yegua.
Por la calle del Zacatin
al Alhambra se subiera,
trompetas mandó tocar
y las caxas de pelea,
Porque lo oyeran los Moros.
de Granada y de la vega,
uno a uno y dos a dos
gran esquadrón se hiziera.
Quando les tuviera juntos
un Moro allí le dixera:
«¿Para qué nos llamas, Rey,
con trompa y caxa de guerra?»
Avréys de saber, mis Moros,
que tengo una mala nueva,
que la mi ciudad de Alhama
ya del Rey Fernando era,
Los Christianos la
ganaron
con muy crecida pelea» ;
alli habló un Alfaquí,

desta suerte le dixera:

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Acogiste los Tornadizos
que de Córdova vinieran,
y ansi mereces, buen Rey,
que todo el Reyno se pierda,
y que se pierda Granada
y que te pierdas en ella.»

Vengamos agora a lo que haze al caso y lo que passó sobre la tomada de Alhama. Dize, pues, el Moro, nuestro Coronista, que assí como el Rey juntó gran copia de gente, al punto, sin poner más di10 lación, partió de Granada para yr a socorrer a Alhama a muy gran priessa. Mas todo su affán fué en vano, porque quando llegó, ya los Christianos estavan apoderados de la ciudad y del Castillo y de todas sus torres y fortalezas. Mas con todo esso uvo una grande escaramuça entre los Moros y Christianos; allí murieron más de treynta Zegrís 15 a manos de los Christianos Abencerrages, que allí avía más de cinquenta, que estavan por orden del Marqués de Cádix. Finalmente, por el valor de los cavalleros Christianos, fueron desbaratados los Moros. Lo qual visto por el Rey de Granada, se bolvió sin hazer en aquella hazienda cosa de provecho. Assí como llegó a Granada, tornó a hazer más gente y en más cantidad, y bolvió sobre Alhama, y una noche, secretamente, le hizo echar escalas, y entraron algunos Moros dentro; mas los Christianos, recordando y trocando arma, pelearon con los Moros que avían entrado y los mataron todos, y defendieron que no entrassen. Mas visto el Rey de Granada que su trabajo era en 25 vano, se tornó a Granada. Y muy triste y lleno de enojo por no aver podido remediar algo, embió por el Alcayde de Alhama, que se avía recogido a Loxa debaxo del amparo del Alcayde de aquella fuerça, llamado Vencomixar. Los mensageros del Rey, presentando los recaudos que para prender le llevan, le prendieron, diziendo que lo 30 mandava prender el Rey, y que le cortassen la cabeça y la llevassen a Granada a poner encima de las puertas del Alhambra, porque fuesse castigo para él y a otros fuesse escarmiento, pues avía perdido una fuerça tan noble. Con esto fué el Alcayde preso, aviendo respondido que él no tenía culpa de aquella pérdida; que el Rey le avía dado 35 licencia para que fuesse a Antequera a hallarse en unas bodas de su

hermana, que el buen Alcayde de Narváez la casava allí con un cavallero y la hazía libre de captiva que era, y que el Rey le avía dado ocho días más de licencia que él le avía pedido. Y que él estava muy pesante dello; porque si el Rey avía perdido Alhama, él avía perdido 40 muger y hijos. No bastante esta disculpa del Alcayde de Alhama, `

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