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dirigió dos representaciones ó memorias al rey, haciendo ver la necesidad de espelerlos cuanto antes, si queria salvar sus estados de una invasion próxima, y exhortando á Felipe á que cerrase los oidos á toda consideracion encaminada á apartarle de tan santo propósito.

Entretanto los barones de Valencia interesados por su propia utilidad en la conservacion de los moriscos, se oponian al monstruoso proyecto de su espulsion, pintándolos como sugetos sóbrios, económicos é industriosos, aventajados sobre los demas españoles en el cultivo del campo y en las manufacturas: demostraron que muchas de estas, necesarias para el consumo interior y para el comercio estrangero, solo florecian por la industria de aquellos, y que perecerian si esta faltase. En suma, hicieron ver como hecho incontestable que su salida iba á transformar aquel pais en un gran desierto, reduciendo á la indigencia á millares de familias de la mas distinguida clase, cuyas rentas dependian del producto de sus tierras (1).

Nada valieron tan fundadas y racionales consideraciones: el dictámen del arzobispo Rivera apoyado por el ministerio prevaleció sobre el inte

(1) Antonio Corral y Rojas, espulsion de los moriscos de Valencia, un tomo 4.0, impresion de Valladolid 1612.

res público, y sin misericordia fueron espelidos del reino de Valencia 1 400 moriscos. Los espulsos llegaron á las costas de Africa oprimidos de trabajos y calamidades; veinte mil de ellos que quisieron hacerse fuertes en las sierras del reino de Valencia, fueron acometidos por las tropas españolas que degollaron dos mil, y los restantes hubieron de entregarse á discrecion (1). Al año siguiente fueron tambien arrojados del suelo español los de

(1) Acerca de la espulsion de los moriscos, véanse las obras siguientes: Damian de Fonseca, Justa espulsion de los moriscos de España; Memorias para la historia de Felipe III por don Juan Yañez; hechos y dichos de Felipe III por el licenciado Baltasar Porreño, páginas 281 y 290. Historia manuscrita del rey don Felipe III que existe en la Biblioteca nacional. Tiénese por autor de esta obra á Gil Gonzalez Dávila; pero lo es sin duda como se infiere de su contesto, don Bernabé de Vivanco, ayuda de cámara de los reyes don Felipe III y don Felipe IV, 2 tomos en folio. A la página 344 del tomo 2.o acaba Vivanco la historia de Felipe III y continua los sucesos del siguiente reinado hasta la 474 que es la última de la obra. Acerca de los moriscos espulsos dice este autor: "Muchos de ellos los desembarcaron en las playas de Africa, donde fueron robados y muertos á lanzadas de su misma nacion; otros dieron en las tierras del turco: otros en diferentes provincias y muchos por Francia. Muchos fueron anegados en la mar, convencidos de su traicion, pretendiendo conspirar contra los capitanes y pilotos que los pasaban á Berberia.»

mas moriscos que moraban en los reinos de Castilla, Aragon y Principado de Cataluña, ascendiendo todos al número de seiscientos mil, ó de un millon segun otros autores.

Los barones de Valencia se distinguieron por su humanidad y generoso porte en el acto tiránico de la espulsion. El edicto real en que esta se decretó, les ponia en posesion de todos los bienes pertenecientes á los moriscos, esceptuando solamente los que estos pudieran llevar consigo. Pero los barones no solo les permitieron disponer de todos los efectos que pudiesen reducir á metálico, sino que tambien les otorgaron sus muebles y manufacturas mas preciosas para que las embarcasen. Ademas de esto casi todos los barones acompañaron á sus desgraciados vasallos hasta la orilla del mar para consolarlos y protejerlos; y aun algunos se embarcaron con ellos hasta dejarlos seguros en la costa de Africa (1). Este rasgo de humanidad acredita cuan animada estaba aun la clase aristocrática de los sentimientos caballerescos de los pasados siglos.

Cayó finalmente el duque de Lerma que habia causado tan graves daños á la monarquia; pero le sucedió en la privanza su hijo el duque de

(1) Watson, Histoire de Philippe III, libro 4.o, tomo 2.o, página 78.

Uceda, jóven destituido de talento y de moralidad, á tiempo que iba á comenzar la sangrienta lucha entre la opinion católica y la protestante, conocida con el nombre de la guerra de 30 años. Habiendo fallecido el emperador Matías, correspondian los estados hereditarios de la casa de Austria á Felipe III por el derecho de su madre Ana, hija del emperador Maximiliano II. Sin embargo la corte de Madrid convencida ya de los inconvenientes y peligros que acarreaban las posesiones lejanas, espuestas á los embates de enemigos poderosos, renunció aquel derecho en el archiduque Fernando de Gratz, biznieto del emperador Fernando I.

Rebelada la Bohemia, donde habia muchos protestantes, contra el nuevo emperador Fernando II que era acérrimo defensor del catolicismo, se entregó al conde Palatino Federico, yerno del rey de Inglaterra; pero este no tardó en perder sus estados, acometido primero por el esclarecido Espínola, que ocupó el Palatinado por orden de la corte de Madrid, y arrollado despues en Praga por las tropas austriacas auxiliadas por las españolas. Fugitivo el conde Palatino á los estados del norte de Alemania, buscó en todas partes enemigos contra el emperador y el rey de España; de donde dimanó aquella terrible coalicion contra la casa de Austria, para asegurar el equilibrio eu

ropeo.

CAPÍTULO IX.

Reinado de Felipe IV.

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Tal era el estado crítico de la Europa cuando su

bió al trono Felipe IV. Una de sus primeras providencias fue la institucion de una junta de acreditados personages para remediar los males de la patria, y corregir las costumbres públicas que tocaban el estremo de la corrupcion, segun testimonio del historiador Céspedes, que dice asi: «Habian de suerte derramádose entre nosotros las torpezas, que aun con estar antiguamente nuestras costumbres estragadas, no hubo avenida de mas vicios que como ahora las postrase.>>

Los grandes empeños de la hacienda pública la necesidad de nuevos recursos, hicieron pronto necesaria la convocacion de cortes. Reunidas en

y

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