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que

cott (1), Fernando se presentó en el teatro político cuando los gobiernos se hallaban en un estado de transicion del sistema.feudal á la nueva forma han tomado en los tiempos modernos; cuando á la fuerza superior de los grandes vasallos oponian con maña una superior política los príncipes reinantes. Empezaba entonces el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza brutal, que habia dirigido los movimientos de las naciones y de los individuos.

La Italia fue el primer campo donde se hallaron en contacto las grandes potencias, y donde primeramente se habia estudiado la artera políti

reduciéndola á sistema. Una sola máxima del manual político de aquella edad, podrá servir de clave para toda la ciencia, segun entonces se entendia. El príncipe prudente, dice Maquiavelo, no debe cumplir sus empeños cuando ceden en perjuicio suyo, y no existen ya las causas que le indugeron á contraerlos (1).

Tal era la escuela en que Fernando habia de ensayar su destreza con sus hermanos los monar

(1) History of the reign of Ferdinand &c., tom. 3, pág. 394.

(2) Machiavelii opera, tom. 6. Il Principe, cap. 18, edicion de Génova, 1798.

cas. En su padre don Juan II de Aragon habia tenido un buen maestro; y el resultado acreditó que no habian sido inútiles las lecciones. Como en el juego político tuvo mas destreza que sus competidores y les ganó, resentidos estos le desacreditaron; en especial los franceses, cuyo monarca Luis XII estaba mas agraviado de él que otro alguno. Sin embargo, Fernando no es mas culpable de mala fé que su antagonista; pues si desamparó á sus aliados cuando le convenia, á lo menos no tramó deliberadamente su destruccion, ni los entregó en manos de su mortal enemigo, como hizo Luis con Venecia en la liga de Cambray.

Padeció Fernando en los últimos años de su reinado amargos disgustos; porque viéndole ya achacoso, y pronto á bajar al sepulcro, su nieto Carlos, inducido por los cortesanos flamencos, buscaba apoyos contra él en Francia y España, mal informado de que su abuelo intentaba despojarle de la corona de este reino, para trasladarla á su segundo nieto Fernando. "A la verdad, dice el historiador Abarca (1), como los grandes príncipes no se tienen casi amor, y Maximiliano, Felipe y Carlos por las malas artes de los validos merecie

(1) Anales de los reyes de Aragon, tom. 2, cap. 23, §. 9.

ron mucho desabrimiento al rey católico, interpretaban siniestramente sus intenciones y sus palabras.>>

Mayor disgusto aun le dieron los aragoneses pocos meses antes de su muerte; porque negándose la nobleza á concederle el servicio que pedia para atender á la defensa de Navarra, amenazada por los franceses, tuvo que pasar enfermo desde Burgos á las cortes de Calatayud presididas por la reina Germana. Repetida la demanda del servicio, respondieron los nobles que se prestarian á otorgarle siempre que el rey aboliese la alzada o el recurso de acudir á la autoridad real, que se habia concedido á los vasallos de los señores. El rey, que por sí y por medio del arzobispo de Zaragoza su hijo habia establecido esta regalía, no quiso acceder á la propuesta; agriándose asi mas este negocio, en el cual tomaron parte contra las pretensiones de la corona el Justicia Lanuza, y el vice-canciller Antonio Agustin.

Fue este último preso, y conducido á la fortaleza de Simancas sin las formalidades prevenidas en los fueros de Aragon, lo cual causó un grande escándalo en el reino. Pero no obstante, el rey con su entereza, y el arzobispo con sus importunas solicitaciones pudieron conseguir que el servicio se pagase en Zaragoza, y á su ejemplo en los demas pueblos sin nuevas escisiones; escepto

en Calatayud donde hubo alborotos y derramamiento de sangre, á consecuencia de haber quitado Fernando el gobierno y demas empleos de la ciudad á los caballeros que resistieron el servicio, sustituyéndoles otros. Logrado su intento se volvió el rey á su gobierno de Castilla, que por ser mas. absoluto que el de Aragon, le agradaba mas, y cuadraba mejor con sus naturales inclinaciones (1).

Pero en Castilla le esperaba otro sentimiento bien amargo. Habiendo llegado á saber que el Gran Capitan hacia preparativos de embarque para Flandes con el conde de Ureña, el marques de Priego, y el conde de Cabra, despachó órdenes para impedirlo, y aun para prender á Gonzalo en caso necesario, sospechando que este llevaba intencion de traer á Castilla al archiduque Carlos. Todo al fin se desvaneció con la muerte del Gran Capitan, acaecida en Granada en diciembre de 1515, á la cual siguió la del rey cincuenta y dos dias despues, dejando una melancólica impresion el encono con que este desconfiado monarca maltrató hasta el sepulcro al mayor capitan de su siglo.

(1) Abarca, Anales, tom. 2, cap. 23, §. 10 y sigtes.

CAPÍTULO II.

Regencia del cardenal Jimenez de Cisneros.-Venida de Carlos I

á España.

E rey Fernando habia nombrado en su testamento único regente de España al cardenal Jimenez; pero tenia este un competidor en el ayo de Carlos, Adriano de Utrech, que en vida de Fernando habia venido de embajador para arreglar el punto de la regencia, ó por mejor decir, para hallarse presente cuando falleciese el monarca, y gobernar el reino. Ni uno ni otro, á decir verdad, podia alegar un título legítimo; porque Fernando gobernando en Castilla como mero regente, no estaba autorizado para nombrar sucesor, ni tampoco residian en Carlos facultades para conceder la regencia, por no tener autoridad ni jurisdiccion

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