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político-inquisitorial, que algunos quieren dorar en el dia con el honroso título de centralizacion del poder, pero que en realidad fue una mortífera tirania. El estado de la nacion en los posteriores reinados hará mas patente esta verdad.

Puestos en claro los atentados políticos del emperador, la justicia imparcial y el honor de la nacion española exigen que se manifiesten asimismo los hechos gloriosos de aquel reinado, que tanto influyeron en la civilizacion general de Europa. Sea el primero la humillacion del imperio turco comenzada por el emperador con la conquista de Tunez, y concluida en el reinado siguiente por don Juan de Austria. Los españoles que con su tenaz resistencia de ocho siglos á los califas de occidente impidieron quizá el establecimiento de la dominacion musulmana en la mayor parte del continente europeo, reprimieron tambien en el siglo XVI el fanatismo de los turcos, impidiendo que tragesen su barbarie, y su asolador despotismo á las cultas regiones de Europa.

El nuevo mundo descubierto por Cristobal Colon á espensas y bajo la proteccion de los reyes católicos, recibió la civilizacion europea, suministrando en cambio grandes tesoros, que vinieron á vivificar la industria de los europeos, á estender sus relaciones mercantiles, á aumentar las comodidades y los recursos de los gobiernos, á intro

ducir nuevas costumbres, y á dar á las provincias de España, tan diferentes entre sí, cierta unidad haciendo comunes sus intereses en aquellas regiones. Hernan Cortés penetró en el populoso imperio de Nueva España con 500 hombres, y enarboló el estandarte de la cruz en el infame adoratorio donde se sacrificaban víctimas humanas á una monstruosa divinidad. Los adoradores del sol en las opulentas playas del Perú se rindieron al valor del intrépido Pizarro, y acataron la santa ley promulgada en Palestina.

Grandes injusticias, sangrientos escesos se cometieron en aquellas conquistas, aunque no tantos como ponderan los émulos de nuestras glorias, señaladamente en Nueva España. ¿Pero los anales europeos, hablando sin pasion, no nos ofrecen iguales y aun mayores atrocidades ejecutadas por las mismas naciones que inculpan á la nuestra? Tengamos presente que las guerras á principios del siglo XVI se hacian todavia con cierta ferocidad, resto de la antigua barbarie. Por lo demas la América recibió entonces por primera vez la moral de una religion sublime, conoció la escritura y demas artes de la civilizacion, y debió á los monarcas españoles un código de leyes justas, que han merecido las alabanzas de todos los escritores imparciales.

Otra de las glorias adquiridas por Carlos, fuc

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la de asegurar los dominios de Italia pertenecientes á la corona de España, donde esta había dado tan señaladas muestras de su adelantada çivilizacion desde la conquista de Nápoles por el magnánimo don Alonso V de Aragon; donde el Gran Capitan habia hecho glorioso alarde del valor, cortesania y humanidad españolas; y en fin donde el preponderante poder de los reyes católicos dió un nuevo giro á la política europea, aumentándose las relaciones sociales que aceleraron los progresos de la civilizacion. Estos son los verdaderos títulos de gloria de la nacion española, no la prision de Francisco I, ni otras efímeras prosperidades tan encarecidas por los historiadores.

Carlos, avanzado ya en edad, y muy quebrantado de salud, tomó la resolucion de renunciar el mando y sus dominios en su hijo primogé nito don Felipe, á cuyo propósito dice lo siguiente el historiador Robertson.

"Acostumbrado á inspeccionar por sí todos los negocios del estado, civiles, militares ó eclesiásticos, y á resolverlos segun sus ideas propias, se atormentaba mucho cuando por la violencia de sus males se veia obligado á confiar á sus ministros el despacho de ellos, atribuyendo cualquier desastre, aun cuando fuese casual ó inevitable, á la falta de su direccion personal. Quejábase de su mala suerte por verse obligado en su edad avan

zada á luchar con un rival en toda la lozania de su juventud (1), que podia por sí tomar y ejecutar todas sus resoluciones, mientras él asi en el consejo como en la accion tenia que valerse de otros. Finalmente, habiendo envejecido antes de tiempo, tuvo por mas decoroso ocultar sus padecimientos en la soledad, que presentarlos á la vista del público; determinando con prudencia no empeñarse en conservar con vana ostentacion las riendas de un gobierno que ya no podia dirigir con acierto ni firmeza (2).

(1) Enrique II que habia sucedido á Francisco I.

(2) History of the reign of the emperor Charles V, tomo 2.o, página 547.

CAPÍTULO VI.

Estado social de la monarquia española en el reinado de Felipe II.

El primer acto de autoridad que egerció este

monarca cuando volvió de los Paises Bajos á regir el cetro español, fue un auto de fé celebrado de su orden en Valladolid. Presidióle Felipe con toda solemnidad; y como fuesen conducidos á la hoguera muchos de los sentenciados, uno de ellos llamado Sesé, perteneciente á la clase de la nobleza, volviéndose al balcon donde estaba el rey, esclamó: ¿Y consentireis, señor, que sea quemado? Yo mismo, replicó aquel con aspereza, llevaria la leña para quemar á mi propio hijo, si fuera tan malo como vos (1)."

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(1) Cabrera, Historia de Felipe II, libro 5, capítulo 3.o, página 236.

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