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Habia entretanto el conde de Mahoni sometido á Alcira, y el caballero Dasfeldt puesto sitio á la ciudad de Játiva, la poblacion valenciana mas tenaz en su rebeldía desde el principio de la guerra, y bien lo

acreditó cuando la tuvo asediada el conde de las Torres. Tampoco ahora quiso rendirse, no obstante carecer de tropas regladas, y ofrecérsele repetidas veces el perdon, y constarle la derrota de Almansa y la sumision de Alcira y de Valencia; que con todo esto, ahora como antes, todos sus moradores se pusieron en armas, seglares, clérigos, frailes, mugeres y niños; y fuéle preciso á Dasfeldt ir ganando casa por casa á costa de muchísima sangre de unos y de otros, siendo tan horrible la mortandad como asombrosa la resistencia. Al llegar al convento de San Agustin, fortificado y defendido por los frailes, algunos de ellos, que no habian hecho armas y habian estado orando, se interpusieron con el Santísimo Sacramento en la mano entre la tropa y sus armados compañeros, mas no pudieron contener el furor y el estrago, y cogidos ellos entre dos fuegos, perecieron los más, y murieron casi todos los frailes en aquella obstinada defensa. Así se conquistó la rebelde ciudad de Játiva, que en castigo de su tenacidad fué mandada quemar, y no dejar en ella piedra sobre piedra, como habremos de ver luego.

El duque de Orleans, que habia venido rápidamente á la córte dejando al de Berwick el cargo de

acabar de reducir el reino de Valencia, volvióse inmediatamente (15 de mayo) á buscar el ejército que estaba en la frontera de Aragon. Sometiósele de paso Calatayud, á la cual impuso una multa de trece mil doblones para gastos de guerra, y el 25 llegó á la vista de Zaragoza. El conde de la Puebla que alli mandaba salióse con la guarnicion austriaca del otro lado del Ebro, y abandonada la ciudad á su suerte pidió capitulacion ofreciendo la obediencia, por sí y á nombre de todo el reino. Entró pues el de Orleans en Zaragoza (26 de mayo, 1707), desarmó á los habitantes, ofreció respetar las vidas y haciendas á las ciudades, villas y lugares del reino que en el término de ocho dias entregáran las armas y volvieran á la obediencia del rey, y asi lo ejecutaron casi todas (1).

Por su parte el de Berwick siguiendo sus marchas llegó sin considerable oposicion hasta el arrabal de Tortosa, y atacó el puente de barcas que habia sobre el Ebro para impedir la comunicacion de Cataluña y Valencia. Rindiéronsele muchos lugares, socorrió el castillo de Peñíscola, y encaminándose luego por Caspe pasó á unirse en Bujaraloz con el de Orleans, que

(1) Cuenta Berwick en sus Memorias que para alucinar al pueblo de Zaragoza habia el conde de la Puebla propalado y hecho creer al vulgo que no habia tal ejército francés que llegára de Navarra, y que el campamento que se divisaba no era cosa real y verdadera, sino de mágia y en

cantamiento, y que hizo salir al pueblo y al clero en procesion á la muralla á conjurarlo con toda formalidad y ceremonia. Es muy posible que el conde, y el clero mismo, lográran persuadir algo de esto á la sencilla plebe para que no se desalentára á la vista del peligro.

habia partido de Zaragoza, ansioso de someter la Cataluña antes que llegaran refuerzos de los aliados. Juntos pues ambos generales, se dirigieron con todo el ejército hácia Fraga, pasaron, aunque con alguna difi cultad, el Cinca, hallaron en Fraga víveres, municiones y alguna artillería que los enemigos ab andonaron, se recuperó el castillo de Mequinenza, haciendo prisionera la guarnicion, y llegando á las cercanías de Lérida, redujéronse á bloquearla, dando cuarteles de refresco á las tropas fatigadas de las marchas, en tanto que se reunian los medios materiales y se vencian otras dificultades y obstáculos para poner un sitio en forma.

Como en este tiempo tuvieran los aliados sitiada la ciudad y puerto de Tolon de Francia, fué menester que Berwick partiera allá por la Provenza con un cuerpo de doce mil hombres, quedando entretanto el de Orleans con su cuartel general en Balaguer esperando la artillería de batir (23 de agosto, 1707). Muchos trabajos tuvo que pasar y muchos combates parciales que sostener antes de poder embestir la plaza de Lérida, empresa contra la cual estaban las córtes de Madrid y de Versalles. Era ya el 25 de setiembre (1707) cuando comenzó esta operacion: abriósc la brecha el 2 de octubre, y el 13 se retiraron los enemigos á la ciudadela. El príncipe Enrique Darmstadt envió á rogar al de Orleans que tratára con consideracion á las mugeres y niños que quedaban en la ciudad: el duque se los envió todos á la ciudadela TOMO XVIII. 13

para que él los guardase como quisiese. El mariscal de Berwick, despues de haber hecho levantar el sitio de Tolon, regresó á marchas forzadas y llegó todavía á tiempo de tomar parte en el de Lérida. La ciudadela fué atacada con un vigor sin ejemplo, y á pesar de las contrariedades que los enemigos y las continuadas lluvias oponian, el 11 de noviembre, cuando todo estaba dispuesto para el asalto, el dia mismo que se recibió órden de Versalles para no empeñarse en tamaña empresa, pidieron los sitiados capitulacion, que se les otorgó con todos los honores militares, y el 14 salieron las guarniciones de la ciudadela y castillo.

A la rendicion de Lérida siguió la de una gran parte de los lugares del llano de Urgel. Cervera encontró la ocasion que deseaba de librarse del yugo de la rebelion. Sometióse tambien Tárraga. Un destacamento que fué enviado á Morella tomó en principios de diciembre aquella ciudad, que dominando las montañas de Valencia y Aragon, abria la puerta á la comunicacion con los de Tortosa (). El duque de Noailles, que por órden de Luis XIV. habia entrado con un cuerpo de ejército por el Ampurdam, llenó su objeto de distraer por el norte de Cataluña algunas tro

(1) San Felipe, Comentarios A. 1707.-Belando, Hist. Civil de España, P. I. c. 60.-Macanaz, Memorias, cap. 85.-El conde de Robres, Hist. de las Guerras Civiles, MS.

Macanaz, en el capítulo 83 de sus Memorias, pone los nombres

de los aragoneses y valencianos mas notables que pelearon este año de 4707 en favor del archiduque, y sirvieron como gefes y cabos en sus ejércitos; y Feliú en el libro XXIII. de sus Auales, inserta tambien varios catálogos nominales de ellos.

pas de los aliados y miqueletes; bien que teniendo tambien que concurrir á libertar á Tolon, sitiada por el duque de Saboya, su cooperacion en Cataluña, aunque útil, no tuvo otro resultado que el de divertir algunas fuerzas enemigas.

Terminadas estas operaciones, volvióse el de Orleans á Zaragoza, y desde este punto vino en posta á Madrid. Aposentósele en el palacio que se decia de le reina madre (por haberle vivido la madre de Cárlos II.), y recibiósele con el placer y con el amor que merecia por su linage y por sus recientes hechos (30 de noviembre, 1707). Aqui tuvo la honra de ser padrino de bautismo á nombre de Luis XIV., del príncipe de Asturias, primogénito de nuestros reyes, que habia nacido el 25 de agosto, dia de San Luis rey de Francia, y á quien por lo mismo se puso el nombre de Luis Fernando. Que para que este año todo fuesa en bonanza para Felipe V., quiso Dios colmar sus deseos y los de la reina y afirmarle en el amor y cariño de los españoles, dándole sucesion varonil. Y como los enemigos habian propalado ser falso cl anuncio de este feliz suceso, por lo mismo se celebró el alumbramiento y se solemnizó el bautismo con estraordinarios regocijos y con abundante distribucion de gracias y mercedes). Concluida aquella ceremonia, partió el

(4) Cuando en 29 de enero se anunció al pueblo el estado de la reina, publicaron los rebeldes en la Gaceta de Zaragoza de 40 de

febrero que el duque de Anjou (como llamaban siempre al rey), viéndose incapaz de sostenerse, para engañar à las Castillas, habia

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