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tar mas dispuestos á declararse por la causa del Austria (1)

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Mas á este tiempo habia llegado al puerto de Vigo (huyendo de encontrarse en Cádiz con la armada enemiga), la flota que venia de Indias con dinero á cargo del general don Manuel de Velasco, y escoltada por una escuadra francesa que mandaba Mr. de Chateaurenaud. Como el arribo á aquel puerto era una cosa impensada y fuera de costumbre, y no se encontrára alli ministro que reconociera las mercancías para el pago de derechos, sin cuyo requisito no podia hacerse el desembarco, segun las leyes, sucedió, que en tanto que se dió aviso á la córte, que aqui se discutió largamente sobre la persona que habia de enviarse, que se determinó enviar á don Juan de Larrea, que este consejero dispuso despacio su viage, y empleó en él largo tiempo, y que despues de llegar se entretuvo en discurrir sobre el ajuste de lo que venia en la flota; dióse lugar á que la armada angloholandesa de Cádiz, que tuvo noticia de todo, se dirigiese y arribase á las aguas de Vigo antes de efectuarse el desembarco. Y embistiendo la flota española, y rompiendo la cadena que defendia la boca del puerto, y sufriendo el fuego que se les hacia desde los baluartes de la ciudad, apresaron trece navíos es

(4) Solo el gobernador de Rota se pronunció por los austriacos, pero habiendo caido en manos de sus compatriotas, le hicieron ex

piar con la vida su deslealtad.San Felipe, Coment. tom. I.—Belando, P. I. c. 22.

pañoles y franceses, entre ellos siete de guerra, echaron á pique otros, incendióse uno de tres puentes inglés, perdióse una inmensa riqueza en oro, plata y mercancías, perecieron dos mil españoles y franceses, y ochocientos ingleses y holandeses, y sucedieron otros desastres lastimosos (octubre, 1702).

Recibióse la noticia de esta catástrofe en Madrid. el dia y á la hora que se habia señalado para que la reina saliera en público á dar gracias á la Vírgen de Atocha por los triunfos del rey y á colocar en aquel templo las banderas cogidas á los enemigos en Italia. Aquella prudente señora lloró amargamente tan fatal nueva, mas no queriendo afligir y desalentar á su pueblo, revistióse de firmeza, y llevando adelante su salida, presentóse con tan sereno rostro que dejó á todos maravillados de su prudencia y su valor, y la ceremonia se ejecutó como si nada hubiera sucedido. Túvose por conveniente no formar proceso á los culpables de la calamidad de Vigo, que hubieran sido muchos, sin esceptuar los ministros, y todavía pudo sacarse no despreciable cantidad de oro y plata de los buques que se habian ido á fondo (4).

Aunque al almirante de Castilla le alcanzaba tanta responsabilidad por la desgracia de Vigo, como consecuencia de la espedicion contra Andalucía, sin duda solo se tenian de él sospechas, cuando el car

(1) Macanaz, Memorias manuscritas, cap. 9.-San Felpe,

Comentarios, A. 1702.-Belando,
Historia civil, P. I., c. 23.

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denal Portocarrero para alejarle de la córte y siendo tan contrario suyo no se atrevió á hacerlo sino bajo un pretesto honroso, nombrándole embajador cerca de la córte de Versalles, donde no podia hacer daño, y cuyo nombramiento aprobó el soberano francés. Vaciló algun tiempo el orgulloso magnate en aceptar aquel cargo, recelando que fuese una emboscada política, y temiendo hasta verse preso en llegando allá. Pero después, discurriendo que aquello mismo podia facilitarle burlar mejor á sus contrarios, admitió la embajada, y tomando públicamente sus disposiciones para emprender el viage, y sin revelar su oculto. pensamiento sino al embajador de Portugal don Diego de Mendoza su amigo, despidióse de la reina y de la córte, y partió camino de Francia. Mas á las pocas jornadas, figurando haber recibido nuevas instrucciones de la reina para pasar antes á Portugal, varió de rumbo y encaminándose á aquel reino penetró en él y se dirigió á Lisboa, donde ya desembozadamente esplicó las razones de aquel proceder, y aun publicó un manifiesto, que era una verdadera invectiva contra el gobierno de Madrid, bien que protestando todavía fidelidad á su rey, Sin embargo, el embajador de España en Portugal le proclamó rebelde, y de serlo dió hartas pruebas en adelante siendo uno de los mas eficaces partidarios y auxiliares del archiduque de Austria. Formóscle proceso, y le fueron confiscados los bienes.

La defeccion del almirante, uno de los mas poderosos magnates de Castilla, y de los mas emparentados con casi toda la grandeza y nobleza de España, hombre ademas de bastante ingenio, travesura y expedicion, fué de un ejemplo funestísimo, y todos consideraron su fuga como la señal de una defeccion general en la grandeza y como el preludio de la guer

ra civil.

Todos estos acontecimientos habian hecho y hacian cada dia mas necesario el pronto regreso de Felipe V. á España. Detúvose no obstante todo el mes de octubre en Milan hasta poder pasar revista á un regimiento de caballería española y otro de infantería walona, con una compañía de mosqueteros flamencos, que creó para guardia de su real persona. Hizo allí merced del Toison á los príncipes sus hermanos y á algunos otros caballeros franceses; otorgó varias mercedes de títulos y grandezas de España, distribuyó los mandos del ejército de Italia, y designó las personas que le habian de acompañar á la península. La ciudad de Milan le regaló una corona y un cetro de oro en señal de su fidelidad, único presente que S. M. aceptó de aqueIlos naturales. Alli recibió tambien al cardenal d' Estrées, enviado por Luis XIV. como embajador extraordinario de España en reemplazo del conde de Marsin. Las instrucciones dadas por el monarca francés al nuevo embajador manifiestan que, mas conocedor ya del carácter del pueblo español, habia determinado

seguir una nueva y diferente política para con la España: puesto que en ellas le exponia sus quejas de Marsin y de Louville por su funesta influencia con Felipe, á causa de la excesiva preferencia que le hacian dar á los franceses, con justa ofensa y manifiesto agravio de la dignidad y del orgullo español, cuyo amor y simpatías corria grande riesgo de enagenarse. Añadiale que la mejor consejera del rey debia ser la reina su esposa, cuyo talento y discrecion elogiaba, en union con la princesa de los Ursinos (1).

Partió pues Felipe V. de Milan (7 de noviembre, 1702), acompañado del nuevo embajador, y encaminándose por Pavía y Alejandría á Génova, detúvose algunos dias en esta ciudad, recibiendo los obsequios y atenciones del dux y del senado de aquella república amiga. Llególe alli por estraordinario la fatal noticia de la catástrofe de Vigo, y aunque pareció que

(1) «Desvía el rey de su servi»cio á los españoles (le decia entre >> otras cosas á causa de una pre>>ferencia demasiado manifiesta á > los franceses. Diríase que sus » súbditos son para él insoporta>>bles; á lo menos de esto se que»jan ellos, asegurando que por >> esta razon muchos se volvieron »á Madrid en lugar de acompa»ñarle al ejército: añaden que » desde que S. M. ha salido de la » capital, ha cesado completamen»te de hablar su idioma..... El rey >es frio, y los españoles circuns»pectos: nada por lo tanto sirve » de lazo entre el soberano y sus súbditos, y asi se aumenta la >> natural antipatia entre franceses > y españoles. Es preciso que pon

»ga el rey de España el mayor co»nato en ganar la voluntad de sus vasallos: si estima poco á los es»pañoles, es fuerza que lo oculte cuidadosamente, réflexionando que ellos son los que gobierna y »con ellos tiene que vivir..... La »nacion española no ha dado al »>mundo menos hombres eminen»tes que otra cualquiera, y puede »dar muchos mas todavia..... Su

amistad á Francia debe inspirar»le el deseo de que vivan en la »mas estrecha union españoles y » franceses, y si prefiere á estos. »se aumentará el odio de aque»lios, y harto fuerte es ya por desgracia la antipatia.»-Memorias de Noailles, tom. II.

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