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favor de aquellos sus vasallos rebeldes que osaron llevar sus manos sobre su sagrada persona. Se conserva la memoria de que en 1660 no fueron los cómplices de Cromwel los que concedieron una amnistía á la familia real y á los ingleses que habian quedado fieles á la antigua constitucion del estado, sí que Carlos II se la concedió á los ex-republicanos, esceptuando, no obstante, de ella á los regicidas, y á los miembros de las altas cortes de justicia, que habian, hecho morir á algunos realistas. Se conserva la memoria de que las dos cámaras reconociendo el crímen de rebeldía en su propio nombre, aceptaron el generoso indulto de S. M. » Pero todo se ha mudado desde aquella época; leamos los documentos siguientes:

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N.o 34. « Carta de sir W. A'court á M. Canning, del 17 » de febrero, que anuncia que la cuestion de la amnistía ha sido remitida á una comision. Si sale adoptada, dice, tendremos ganado un gran punto.

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N.o 35 « Carta de sir W. A'court á M. Canning, del 18 » de febrero, que anuncia que han salido falladas las espe»ranzas que habia concebido sobre la amnistía, y que lo » único que se ha votado es un acto de indulto para los facciosos que rendirán las armas antes del 1.0 de abril.

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Con que no es al rey de España á quien ha pedido el gobierno ingles una amnistía para los rebeldes, sí que es á una comision de las cortes á quien se la ha suplicado para los realistas y para el hermano mismo del rey sentenciado á un presidio por el tribunal de Chinchon, y sobre cuyo fallo no ha pronunciado aun la audiencia territorial : y es justo, la revolucion que nunca retrograda y mucho menos cuando se postra uno á sus pies, ha frustrado las esperanzas, y el fruto de la súplica obsequiosa del ministro de la grań

como

potencia que tiene á bien interesarse abiertamente por la prosperidad de las cortes.

La Inglaterra pues ha renunciado al dominio moral del gobierno, y solo hace caso de su fuerza física; cuenta con la union íntima de los intereses de la corona, de los pares, de la cámara de los comunes, de los gefes del ejército, de los grandes hacendados, y con la reunion de todos los empleos públicos en las manos de los amigos del gobierno, y de este modo espera resistir siglos enteros á los radicales. Pero las demas potencias de Europa, saben desde ahora lo que deben pensar de la política esterior de la Inglaterra. Si en 1821, esta potencia hubiese pacificado á Nápoles, se hubiera dirigido á Pepe como este año lo ha hecho á S. Miguel, para pedirle una amnistía en favor de los fieles súbditos del rey, de los buenos ciudadanos afectos á la iglesia y al estado : * y no hay duda que Pepe hubiera desechado estas súplicas como lo ha practicado S. Miguel. Si en 13 de agosto de 1820, la conspiracion de Nantil contra las Tullerías hubiese tenido tan buen éxito como la de Ballesteros del 7 de marzo del mismo año lo tuvo contra el palacio de Madrid; si Caron en Befort, Berton en Saumur hubiesen logrado establecer el dominio de la junta directora, y que la Inglaterra hubiese venido á pacificar la Francia; Nantil, Caron y Berton hubieran sido á quienes su ministerio hubiera suplicado que concediesen una amnistía á aquellos de nuestros príncipes que no hubieran quedado asesinados, y á los leales franceses que hubieran combatido por su rey, y por la conservacion de la iglesia y del estado.

Y si la Inglaterra tiene las relaciones mas íntimas con otra nacion cuyo rey se vea prisionero de un puñado de

* Los ingleses nunca separan en sus discuciones estas dos espresiones.

conspiradores,

conspiradores, y vea á su real esposa arrebatada de entre sus brazos y encerrada en una prision, á su hijo obligado á separarse de su compañía, incendiadas las ciudades que le quedaron fieles, y desterrados los ministros de la religion; sábese que la Inglaterra se hará un deber de proteger el gobierno de los asesinos, y que por ella sola la familia real y el pueblo quedarán en la mas horrible opresion. Pues de esta suerte se ha portado con el Portugal (32).

Al ver una nacion de las mas ilustradas del mundo, tan falta de toda moralidad y que ha tenido en su política una variacion tan completa en el discurso de treinta años, claro está que solamente en los oradores sagrados debemos buscar la esplicacion de este fenómeno.

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Cuando se considera de cerca, dice Bossuet*, la historia » de aquel gran reino, y particularmente en los últimos tiempos, en que se ven no solamente los reyes mayores, » pero tambien los pupilos y aun las reinas tan absolutas y >> tan temidas; cuando se mira la facilidad increible con

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que se ha visto la religion destruida ó restaurada por Enrique ó Eduardo, por María ó Isabel, ya no parece » tan rebelde la, nacion, ni tan arrogantes y facciosos los » parlamentos. Al contrario es preciso acriminar á aquellos pueblos su demasiada sumision, cuando han puesto bajo » el yugo hasta su misma fe y su conciencia. ¿Que ha sido pues lo que los ha arrastrado? ¿Que fuerza, que enagenamiento, que intemperie ha causado tamañas agitaciones > y violencias? No lo dudemos, cristianos, las religiones falsas, » el libertinage del entendimiento, la pasion de disputar » sobre las cosas divinas sin fin, sin regla y sin sumision, • arrastró los ánimos.... Aquellas tierras demasiadamente movidas se han hecho incapaces de consistencia. Se han

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Oracion fúnebre de la reina de Inglaterra viuda de Carlos I.
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> hundido por todas partes y no han dejado ver mas que horrorosos precipicios....

Bossuet solo consideraba que la violencia de las disensiones entre los sectarios de Inglaterra, habian sido la causa principal de la muerte de Carlos I. Si despues de toda aquellas disputas hubiese entrado una indiferencia total en punto á religion, ¿se necesitaria mas esplicacion del desprecio de toda moralidad que públicamente se ha manifestado en las discusiones del parlamento sobre la guerra de España?

El duque de Buckingham ha defendido los principios de M. Burke y de M. Pitt; ha sido el órgano de la antigua Inglaterra contra las revoluciones filosóficas de estos últimos tiempos; y ha merecido el agradecimiento de la Europa, y particularmente de la España. Pero una frase de su discurso inspira las reflexiones mas tristes: « Declaro, dice, que á pesar de todas las calumnias á que me espone esta espresion, rogaré á Dios para que la Inglaterra » nunca se vea comprometida á tomar las armas para sos» tener los principios que hoy dominan en España.....«

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¡Con que un par de Inglaterra, manifiesta un rasgo de valor con profesar los principios de todos los hombres grandes que ilustraron é hicieron florecer á su nacion! ¡ Cuan grande y cuan profunda será la herida que en la opinion de aquel pais habrán ocasionado las doctrinas modernas !

S. A. R. el duque de Sussex, hermano segundo del rey, tomó la palabra despues del duque de Buckingham y dijo, que no podia admitir las opiniones que el noble duque acababa de manifestar, y que él era de un parecer enteramente opuesto.

CAPÍTULO XII.

Que sola la religion cristiana, puede conservar á la sosiedad europea.

ESTANDO Augusto, dice un historiador,

en una casa

donde Caton habia vivido, Strabon, queriendo obsequiar á este príncipe, trató de afear el carácter inflexible de Caton. Interrumpióle Augusto, y le dijo: Sepas que aquel que se opone á que se varie el gobierno actual del estado, es buen ciudadano y hombre de bien.*

Si los Romanos hubiesen arreglado su conducta por esta máxima, no hubieran dejado de obedecer al senado á los cónsules, y á los magistrados del pueblo; nunca hubieran visto las sediciones de los Gracos, las proscripciones de Mario, Sila, Antonio, Octavio. Por desgracia de aquel gran pueblo, estas bellas espresiones no eran en boca de Augusto, mas que una especulacion filosófica, conforme por otra parte á sus intereses en aquel momento, ó una regla de moral humana que aun no habia recibido su sancion de una autoridad.superior á los hombres. Pero hacia el mismo tiempo en que el heredero del vencedor de Pompeio y de Caton hablaba de este modo como órgano de la antigua filosofia, aparecia en el mundo una luz nueva que en nombre del cielo venia á prescribir esta obediencia al gobierno establecido los sabios de la antigüedad y los oráculos en que se apoyaron ha→ bian pedido en vano hasta entonces á todos los pueblos antiguos. Bajo el imperio del nieto de Augusto, el apos* Quisquis præsentim statum civitatis immutari non volet, et civis et vir bonus est. Macrob. Saturn. lib. 2. c. 4.

, que

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