Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Suarez 8-21029 198850

ADVERTENCIA PRELIMINAR

Esta curiosa novela picaresca (erróneamente atribuída a Hurtado de Mendoza) pertenece a una curiosa agrupación literaria muy floreciente en el siglo XV y la primera parte de nuestro siglo de Oro, los libros de reacción contra el medio en cuyo amplio conjunto entran más o menos directamente las obras cumbres del casticismo literario español: (La Celestina, El Burlador de Sevilla, Don Quijote, El Alcalde de Zalamea, etc., etc.)

Reacción natural originada por la violentísima presión exterior que la nueva nación española se veía obligada a soportar, y por la natural tensión interior del alma de la Raza ante la enorme magnitud de las responsabilidades adquiridas.

A la turbulenta Iberia mediocre con su lucha continua entre los diversos estados nacionalistas que se repartían el sueldo peninsular

(federación aragonesa, sintesis de la España mediterránea o España Tarraconense; federación castellana-leonesa, con su viejo solar asturiano y su natural anexo vasco; Portugal, señor del Océano, salida natural de toda la España central y septentrional; España andaluza del Guadalquivir, la mariánica y los reinos aun árabes de Granada y Murcia-Alicante), sucedían dos fuertes Imperios, español y portugués, que procediendo al reparto del mundo, llevaban los beneficios de la civilización, la religión y el trabajo a las más apartadas regiones del luminoso mundo tropical. Extensión ilimitada que abarcaba las dos terceras partes del mundo habitado, mientras se procedía a la hidalga y quijotesca empresa de convertir a la fe cristiana más de cincuenta millones de kilómetros cuadrados, poblados por guerreros desnudos que España y Portugal querían convertir en caballeros y hombres piadosos; el interior de nuestra Península sufría la falta de personalidad nacional interior. Cataluña, Portugal y los árabes de Andalucía, vivían fuera del campo de la asimilación, miemtras la meseta castellana abrigaba en los repliegues de sus sierras y en la soledad de sus páramos, los restos comuneros, feudales, sefardíes y moriscos, de la antigua monarquía feudal que cedía el paso a la nación más poderosa

de la tierra, el Imperio donde jamás se ponía el sol.

Ante las corrientes literarias imperiales que desde las tierras sometidas de Flandes e Italia penetraban en nuestro suelo ibero (Renacimiento latino, germanismo y celtismo de los ciclos caballerescos, reflejos de orientalismo turco), el genio de la raza opuso, algo inconscientemente, su visión clara y precisa, plena de sana realidad, de fervoroso misticismo, de realismo mágico, y colocó frente al escolástico reflejo de la piedad germánica, la arrogante insolencia de Don Juan; contra la falsa caballería de un idealismo imposible en tierras de sol, la visión cruda y despectiva de los autores picarescos (Mateo Alemán, Espinel, Quevedo...); contra el exagerado ascetismo, la prosa exquisita de la Santa Doctora Teresa de Jesús, y la pasión divina de San Juan de la Cruz...; además, "El Diablo Cojuelo, La Celestina, y coronando no sólo este grupo de reacción, sino toda la literatura de la Raza, el nombre inmortal de Cervantes que en su libro inolvidable arremete contra todos los convencionalismos que amenazaban sepultar la noble franqueza de la España castiza, colocando frente a este ideal pobre el ideal exaltado y fervoroso de Don Quijote, muy superior al de los héroes que creía imitar, y el pequeño ideal de Sancho el más

discreto gobernador, que no es una reacción de Don Quijote, sino su pareja necesario, su color complementario."

Así caminan por el ardiente suelo español el ideal quijotesco que no es romántico, inspirado en la Naturaleza; sino mágico, reflejo de la majestad divina en el alma del ser creado, y la serena realidad del hombre de la Raza que no es materialismo, sino visión honrada y bíblica de una vida piadosa de trabajo constante, bajo un cielo fuerte y azul, que no permite ensueños abstractos ni sumisiones panteístas.

Es el reflejo del Sur, católico o musulmán, pero siempre místico y creyente practicante, frente al Norte panteísta, cismático o protestante, perdido en las sombras de un orgullo ciego que exalta el YO y proclama el triunfo absoluto de la "RAZON". Es la España piadosa de Santiago, el Pilar, Covadonga y Sevilla; es también la de Córdoba y Granada, la que fabricaba mundos de veinte naciones, derramando su sangre por todos los mares, mientras oscuros mercaderes de otras naciones extranjeras se aprovechaban de nuestro esfuerzo de apóstoles. En la literatura picaresca vive (a pesar de su aparente bajeza), el alma brava de nuestra Raza.

GIL BENUMEYA.

PROLOGO

« AnteriorContinuar »