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puertas de Toledo; y quien otra cosa me dijere, yo me mataré con él." Desta manera no me dicen nada, y yo tengo paz en mi casa. Esto fué el mismo año que nuestro victorioso emperador en esta insigne ciudad de Toledo entró y tuvo en ella Cortes, y se hicieron grandes regocijos y fiestas, como vuestra merced habrá oído. Pues en este tiempo estaba en mi prosperidad, y en la cumbre de toda buena for

tuna.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

DE

LAZARILLO DE TORMES

SACADA DE LAS CRÓNICAS
ANTIGUAS DE TOLEDO

POR

H. DE LUNA

A LOS LECTORES

La ocasión, amigo lector, de haber hecho imprimir la segunda parte de Lazarillo de Tormes, ha sido por haberme venido a las manos un librillo que toca algo de su vida, sin rastro de verdad. La mayor parte dél se emplea en contar cómo Lázaro cayó en la mar, donde se convirtió en un pescado llamado atún, y vivió en ella muchos años, casándose con una atuna, de quien tuvo por hijos tres peces como el padre y la madre. Cuenta también las guerras que los atunes hacían, siendo Lázaro el capitán, y otros disparates tan ridículos como mentirosos, y tan mal fundados como necios. Sin duda que el que lo compuso quiso contar un sueño necio o una necedad soñada. Este libro, digo, ha sido el primer motivo que me ha movido a sacar a luz esta segunda parte, al pie de la letra, sin quitar ni añadir, como la vi escrita en unos

cartapacios, en el archivo de la jacarandina de Toledo, que se conformaba con lo que había oído contar cien veces a mi abuela y tías al fuego las noches de invierno, y con lo que me destetó mi ama; por más señas, que disputaban muchas veces ella, y otras vecinas, cómo había podido ser que Lázaro hubiese estado tanto tiempo dentro del agua (como se cuenta en esta segunda parte) sin ahogarse. Las unas decían en pro, las otras en contra; aquéllas acotaban el mesmo Lázaro, que dice no le podía entrar el agua, por estar lleno y colmado de vino hasta la boca. Un buen viejo experimentado en nadar, para probar ser cosa hacedera, interpuso su autoridad, diciendo habia visto un hombre, que entrando a nadar en el Tajo, se zambulló y metió en unas cavernas, desde que el sol se puso hasta que salió, que con su resplandor pudo atinar el camino; y cuando todos sus parientes y amigos estaban hartos de llorarle, y buscar su cuerpo para darle sepultura, salió sano y salvo. La otra dificultad que en su vida hallaban era, el no haber ninguno conocido ser Lázaro hombre, y que todos los que le veían lo juzgasen por pez: a esto respondía un buen canónigo (que por ser muy viejo estaba todo el día al sol con las hilanderas de rueca), haber sido más posible; ateniéndose a la opinión de muchos

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