Las Cien mejores obras de la literatura española, Volumen9Compañia Ibero-Americana de Publicaciones (S. A.), 1554 |
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Página 59
... espada en el talabarte , y al tiempo que la ponía , díjome : " ; Oh si supieses , mozo , qué pieza es esta ! No hay marco de oro en el mundo por que yo la diese ; mas así , nin- guna de cuantas Antonio hizo , no acertó a po- nerle los ...
... espada en el talabarte , y al tiempo que la ponía , díjome : " ; Oh si supieses , mozo , qué pieza es esta ! No hay marco de oro en el mundo por que yo la diese ; mas así , nin- guna de cuantas Antonio hizo , no acertó a po- nerle los ...
Página 80
... espada que en la cinta tenía : al ruido y voces que todos dimos , acuden los huéspedes y ve- cinos , y métense en medio , y ellos muy enoja- dos procurándose desembarazar de los que en medio estaban , para se matar ; mas como la gente ...
... espada que en la cinta tenía : al ruido y voces que todos dimos , acuden los huéspedes y ve- cinos , y métense en medio , y ellos muy enoja- dos procurándose desembarazar de los que en medio estaban , para se matar ; mas como la gente ...
Página 88
... espada de las viejas primeras de Cuéllar . Desque me ví en hábito de hombre de bien , dije a mi amo que se tomase su asno , que no quería más aquel oficio . TRATADO VII CÓMO LÁZARO SE ASENTÓ CON UN ALGUACIL , Y LO QUE LE ACAESCIÓ CON ÉL ...
... espada de las viejas primeras de Cuéllar . Desque me ví en hábito de hombre de bien , dije a mi amo que se tomase su asno , que no quería más aquel oficio . TRATADO VII CÓMO LÁZARO SE ASENTÓ CON UN ALGUACIL , Y LO QUE LE ACAESCIÓ CON ÉL ...
Página 101
... espada que en una media vaina de cimojes traía ; el sombrero a lo picaresco , sin coronilla , para evaporar el humo de la cabeza ; la ropilla era a la francesa , tan acuchillada de rota , que no había en donde poder atar una blanca de ...
... espada que en una media vaina de cimojes traía ; el sombrero a lo picaresco , sin coronilla , para evaporar el humo de la cabeza ; la ropilla era a la francesa , tan acuchillada de rota , que no había en donde poder atar una blanca de ...
Página 126
... espadas desnudas ; reconocieron el costal y hallaron al pobre Lázaro hecho un abadejo remojado . En cuerpo y alma sin ser oídos ni vistos , nos lle- varon a todos a la cárcel : los pescadores llo- raban por verse presos , y yo reía por ...
... espadas desnudas ; reconocieron el costal y hallaron al pobre Lázaro hecho un abadejo remojado . En cuerpo y alma sin ser oídos ni vistos , nos lle- varon a todos a la cárcel : los pescadores llo- raban por verse presos , y yo reía por ...
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Términos y frases comunes
acabado adelante agora agua alguacil almodrote amigo arca arcaz arcipreste atunes beber bía boca buen bulla burla buscar calle cama Canil cerle ciego ciendo clérigos comenzó contar contento criado cuba culebra daba decir dejó dellos desdicha diablo días diciendo digo díjele dijo díjome dineros dió eran ermita escudero espada espantado estaba estuve fortuna fuese fuí fuíme gente gitana gritar guna hallé hambre harto herreruelo hice hija honra hubiera iglesia jarro jubón justicia ladrones LAZARILLO DE TORMES Lázaro de Tormes limosna llave llegamos llevaba longaniza madre maldita mandado manera mano maravedís mejor menester merced meter mozo muerto mujer mula mundo nabo nera noche ñora oficio oración padre pagar parecía paso pecador pedazos pedir pensando perdone pescado poco podía ponía preguntaron puerta quería quise quitar racimo ratones respondió sabía sacó Salamanca salió tenía ticia Toledo tomé torné trasgo tuve Valladolid venía vestido vieja viendo viéndome vino
Pasajes populares
Página 14 - Suplico a vuestra merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico, si su poder y deseo se conformaran; y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomalle por el medio sino' del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona...
Página 24 - Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas, y cuando le mandaban rezar y le daban blancas, co.mo él carecía de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio.
Página 50 - ... a buscar lumbre, y llegando con ella, hallóme quejando todavía con mi llave en la boca, que nunca la desamparé, la mitad fuera, bien de aquella manera que debía estar al tiempo que silbaba con ella.
Página 85 - Todos se hincaron de rodillas, y delante del altar, con los clérigos, comenzaban a cantar con voz baja una letanía. Y viniendo él con la cruz y agua bendita, después de haber sobre él cantado, el señor mi amo, puestas las manos al cielo y los ojos que casi nada se le parescía sino un poco de blanco...
Página 71 - Déjalos, señor, acaben de pasar la calle — dije yo. Al fin vino mi amo a la puerta de la calle y ábrela esforzándome, que bien era menester, según el miedo y alteración, y me tornó a encaminar. Mas aunque comimos bien aquel día, maldito el gusto yo tomaba en ello. Ni en aquellos tres días torné en mi color. Y mi amo, muy risueño todas las veces que se le acordaba aquella mi consideración.
Página 89 - Hame sucedido tan bien, yo le he usado tan fácilmente, que casi todas las cosas al oficio tocantes pasan por mi mano; tanto, que en toda la ciudad, el que ha de echar vino a vender, o algo, si Lázaro de Tormes no entiende en ello, hacen cuenta de no sacar provecho.
Página 48 - Cuadró a todos lo que aquél dijo y alteró mucho a mi amo, y dende en adelante no dormía tan a sueño suelto, que cualquier gusano de la madera que de noche sonase pensaba ser la culebra que le roía el arca. Luego era puesto en pie, y con un garrote que a la cabecera, desde que aquello le dijeron, ponía, daba en la pecadora del arca grandes garrotazos pensando espantar la culebra. A los vecinos despertaba con el estruendo que hacía...
Página 13 - Plinio, que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena ; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello.
Página 21 - Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome: — Necio, aprende. Que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Página 59 - Y yo con mis dientes, aunque no son de acero, un pan de cuatro libras.' Tornóla a meter y ciñósela y un sartal de cuentas gruesas 3.180 del talabarte, y con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con él y con la cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre el hombro ya veces...