Las Cien mejores obras de la literatura española, Volumen9Compañia Ibero-Americana de Publicaciones (S. A.), 1554 |
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... viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía , acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla , y agujero sutil , y delicadamente con una muy delgada tortilla de cera taparlo , y al tiempo de comer , fingiendo ...
... viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía , acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla , y agujero sutil , y delicadamente con una muy delgada tortilla de cera taparlo , y al tiempo de comer , fingiendo ...
Página 39
... a mi recuesta ; porque viendo el Señor mi rabiosa y continua muerte , pienso que holgaba de matar- los por darme a mí vida . Mas de lo que al pre- sente parecía , remedio no hallaba , que si el LAZARILLO DE TORMES 39.
... a mi recuesta ; porque viendo el Señor mi rabiosa y continua muerte , pienso que holgaba de matar- los por darme a mí vida . Mas de lo que al pre- sente parecía , remedio no hallaba , que si el LAZARILLO DE TORMES 39.
Página 49
... viendo él y el poco re- medio que les podía poner , andaba de noche , como digo , hecho trasgo : yo hube miedo que con aquellas diligencias no me topase con la llave que debajo de las pajas tenía , y pareció- me lo más seguro meterla de ...
... viendo él y el poco re- medio que les podía poner , andaba de noche , como digo , hecho trasgo : yo hube miedo que con aquellas diligencias no me topase con la llave que debajo de las pajas tenía , y pareció- me lo más seguro meterla de ...
Página 81
... viendo que no bastaban ponellos en paz , acordaron de llevar al alguacil de la posada a otra parte . Y así quedó mi amo muy enojado , y después que los huéspedes y vecinos le hubieron ro- gado que perdiese el enojo y se fuese a dor- mir ...
... viendo que no bastaban ponellos en paz , acordaron de llevar al alguacil de la posada a otra parte . Y así quedó mi amo muy enojado , y después que los huéspedes y vecinos le hubieron ro- gado que perdiese el enojo y se fuese a dor- mir ...
Página 89
... viendo que no hay nadie que medre , sino los que le tienen . En el cual el día de hoy yo vivo y resido al servicio de Dios y de vuestra merced ; y es , que tengo cargo de pregonar los vinos que en esta ciu- dad se venden , y en ...
... viendo que no hay nadie que medre , sino los que le tienen . En el cual el día de hoy yo vivo y resido al servicio de Dios y de vuestra merced ; y es , que tengo cargo de pregonar los vinos que en esta ciu- dad se venden , y en ...
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Términos y frases comunes
acabado adelante agora agua alguacil almodrote amigo arca arcaz arcipreste atunes beber bía boca buen bulla burla buscar calle cama Canil cerle ciego ciendo clérigos comenzó contar contento criado cuba culebra daba decir dejó dellos desdicha diablo días diciendo digo díjele dijo díjome dineros dió eran ermita escudero espada espantado estaba estuve fortuna fuese fuí fuíme gente gitana gritar guna hallé hambre harto herreruelo hice hija honra hubiera iglesia jarro jubón justicia ladrones LAZARILLO DE TORMES Lázaro de Tormes limosna llave llegamos llevaba longaniza madre maldita mandado manera mano maravedís mejor menester merced meter mozo muerto mujer mula mundo nabo nera noche ñora oficio oración padre pagar parecía paso pecador pedazos pedir pensando perdone pescado poco podía ponía preguntaron puerta quería quise quitar racimo ratones respondió sabía sacó Salamanca salió tenía ticia Toledo tomé torné trasgo tuve Valladolid venía vestido vieja viendo viéndome vino
Pasajes populares
Página 14 - Suplico a vuestra merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico, si su poder y deseo se conformaran; y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomalle por el medio sino' del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona...
Página 24 - Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas, y cuando le mandaban rezar y le daban blancas, co.mo él carecía de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio.
Página 50 - ... a buscar lumbre, y llegando con ella, hallóme quejando todavía con mi llave en la boca, que nunca la desamparé, la mitad fuera, bien de aquella manera que debía estar al tiempo que silbaba con ella.
Página 85 - Todos se hincaron de rodillas, y delante del altar, con los clérigos, comenzaban a cantar con voz baja una letanía. Y viniendo él con la cruz y agua bendita, después de haber sobre él cantado, el señor mi amo, puestas las manos al cielo y los ojos que casi nada se le parescía sino un poco de blanco...
Página 71 - Déjalos, señor, acaben de pasar la calle — dije yo. Al fin vino mi amo a la puerta de la calle y ábrela esforzándome, que bien era menester, según el miedo y alteración, y me tornó a encaminar. Mas aunque comimos bien aquel día, maldito el gusto yo tomaba en ello. Ni en aquellos tres días torné en mi color. Y mi amo, muy risueño todas las veces que se le acordaba aquella mi consideración.
Página 89 - Hame sucedido tan bien, yo le he usado tan fácilmente, que casi todas las cosas al oficio tocantes pasan por mi mano; tanto, que en toda la ciudad, el que ha de echar vino a vender, o algo, si Lázaro de Tormes no entiende en ello, hacen cuenta de no sacar provecho.
Página 48 - Cuadró a todos lo que aquél dijo y alteró mucho a mi amo, y dende en adelante no dormía tan a sueño suelto, que cualquier gusano de la madera que de noche sonase pensaba ser la culebra que le roía el arca. Luego era puesto en pie, y con un garrote que a la cabecera, desde que aquello le dijeron, ponía, daba en la pecadora del arca grandes garrotazos pensando espantar la culebra. A los vecinos despertaba con el estruendo que hacía...
Página 13 - Plinio, que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena ; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello.
Página 21 - Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome: — Necio, aprende. Que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Página 59 - Y yo con mis dientes, aunque no son de acero, un pan de cuatro libras.' Tornóla a meter y ciñósela y un sartal de cuentas gruesas 3.180 del talabarte, y con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con él y con la cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre el hombro ya veces...