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Pedro Ziani sucedió á Dandolo, que murió en 1205 en Constantinopla, y la república no queriendo que en lo sucesivo pudiera el gefe del Estado abandonar á Venecia para ir á velar por las posesiones nltramarinas, decretó que un magistrado, á quien se daba el nombre de bayle, gobernaria la parte de aquella ciudad. que pertenecia á los venecianos. Por lo demas ocupaba hasta tal punto à la nacion el sostenimiento de su poder en Oriente, que no tomó parte alguna en aquellas luchas sangrientas de

glo XIII á toda la Italia. Sostener á los latinos contra las rebeliones de los griegos que habian despertado de su letargo y que trataban de reconquistar la capital de su imperio, tal era la principal ocupacion de Venecia, y aun hay cronistas que aseguran que en 1925 se agitó en el gran consejo la cuestion de si seria conveniente trasladar á Constantinopla, que tan

con todos los venecianos que no eran necesa- muchos de ellos lograron quitar al imperio rios para la maniobra de los buques. Al verle griego algunos girones de aquella púrpura que llegar el emperador mandó tocar retirada, y á ya no le defendia contra los ultrajes: Marco la noche siguiente salió de la ciudad abando- Sanudo se hizo dueño de Naxos, Marin Dandolo nando el imperio á su competidor. Restableci- de la isla de Andros, Andrés y Gerónimo Ghisi do en su trono Isaac Angel, no pudo, sin vejar de Miconia y de Scira, Pietro Giustiniani de á su pueblo, cumplir las promesas que su hi-Ceos y Navagieri de Lemnos; empero estas esjo habia hecho á los cruzados. Por otro lado, pediciones absorbian los capitales del Estado habiendo escitado los latinos con su rapacidad y se llevaban sus mejores marinos, sin contar y su intolerancia el odio de toda la poblacion que la gradual postracion del Oriente preparagriega, estalló otra sublevacion que destronó ba el advenimiento de los turcos, que mas & Isaac y su hijo y puso en su lugar á Alejo adelante debian despojar á Venecia, no obsDucas, y el ejército latino tuvo que empezar tante su larga defensa, de todas las conquisde nuevo el sitio de Constantinopla. No atre- tas que le habian dado las victorias de Enrique viéndose esta vez los cruzados como la pri- Dandolo. mera à confiar solamente en sus fuerzas, montaron en los bageles de los venecianos, y malogrado el primer ataque, porque la corriente de Bósforo separaba á unos buques de otros, los ataron de dos en dos, á fin de que cada una de las torres que defendian las murallas tuviese por lo menos dos contrarios que comhatir. Los navios que llevaban á los obispos de Soissons y de Troyes fueron los primeros que se acercaron á la muralla; un francés y un veneciano los que se lanzaron á ella, seguidos muy en breve de multitud de combatientes.gütelfos y gibelinos que trastornaron en el siFué tomada la ciudad, y conquistado de este modo por un puñado de soldados el imperio de Oriente, ocupóse en el acto de elegirle soberano. Seis varones franceses y seis nobles venecianos recibieron el encargo de proceder á la eleccion del nuevo emperador: los venecianos eran: Vital Dándolo, Otton Guerini, Bertucio Contarini, Pantaleon Barbo y Giovanni Bassaggio. Dicese que uno de los barones fran-mal se defendia de lejos, la residencia del goceses indicó como el mas digno del imperio bierno; y que esta estraña proposicion solo al viejo dux Enrique Dandolo; pero que es- habia sido desechada por la mayoría de dos clamando entonces Pantaleon Barbo que el ti- votos. A la muerte de Pedro Ziani empleó el tulo de dux de una república como Venecia gran consejo un interregno de seis meses en era superior á todos los demas títulos, dió su restringir mucho mas el poder, ya tan reducivoto á Balduino, conde de Flandes, y arrastró do, de los gefes del Estado, lo que verificó tras si todos los sufragios. Desde entonces los quitándoles el privilegio de formar por sí misaliados no pensaron mas que en repartirse sus mos el consejo de los Pregadi, consejeros que conquistas, y Gallipoli, Egos Potamos, Rodos- ellos designaban segun su voluntad ó sus preto, Engia, Lacedemonia, Janto, Cefalonia y Dir- ferencias, para consultarles en caso de necesiraquio tocaron á los venecianos. Bonifacio, dad sobre los asuntos de la república: en ademarqués de Montferrat y rey de Tesalónica, lante se compuso este consejo de 60 individuos habia obtenido en la partición la isla de Can- nombrados anualmente por el gran consejo, y dia; pero la cambió con los venecianos por sus atribuciones eran preparar los negocios, tierras en el continente, y aquella isla tan fér- especialmente los relativos al comercio y á til y tan perfectamente situada entre el Egipto, las relaciones esteriores, que debian someterla Grecia y la Siria, llegó á ser una de las po-se en seguida á la decision del senado; mas sesiones mas importantes de la república. Tal otras dos instituciones creadas en la misma fué el resultado de aquella brillante espedicion época obraron mucho mas directamente sobre que parecia elevar á su apogeo la gloria de los aquella autoridad ducal, cuyas usurpaciones Estados venecianos y que de hecho le fué aca-se temian constantemente. Fué la una el estaso mas perjudicial que útil, despertando en la blecimiento de cinco correttori della prominacion el gusto por las espediciones aventu-sion ducale, ó correctores del juramento que reras, que reemplazaron pronto à la suerte debia pronunciar el dux al tomar posesion de menos brillante, pero mas segura, del comer- su cargo; y la otra era la creacion de tres incio maritimo; entonces se vió á simples par-quisidores de la conducta del dux difunto, inticulares armar buques à porfia para ir á con-quisitori del doge defunto. Su mision era exaquistar los condados y las baronías. Cierto queminar la conducta del gefe del Estado tan pron

to como dejara de existir; recibir las quejas | mar nuevamente á Constantinopla, siempre que de los ciudadanos, si algunas se producian cou-él prometiera cerrar sus puertos á los venctra su conducta, y condenar su memoria al cianos y concederles á ellos la entrada exenta olvido, asi como á sus herederos á la indem- de toda clase de derechos. Balduino II, prinnización, si estas quejas eran fundadas. En cipe inepto y sin energía, ocupaba entonces cuanto a los corretori della promision duca- el trono de Constantinopla, que no sin gran le, estaban encargados de añadir al juramento trabajo, podia defender contra el emperador del dux, bajo la influencia del gran consejo, de Nicea. Sin embargo, acababa de concluir todo lo que creyeran mas á propósito para con- una tregua de un año con Miguel Palcólogo, tener la ambicion del nuevo elegido. Asi fué cuando el nuevo bayle de Venecia, Marco Gracomo en el discurso del siglo XIII los que eran dénigo, queriendo señalar con alguna empreinvestidos de la dignidad de dux llegaron á sa su llegada á Oricate, indujo á Balduino á obligarse á no mantener bajo pretesto alguno romper la tregua é ir á poner sitio á Dafnusia correspondencia con los gobiernos estrange- en la entrada del Ponto Euxino. Irritado con ros, á no recibir sus embajadores ni aun á aquella violacion de los tratados, y aprovechanabrir sus cartas, sino en presencia del con- do el abandono en que se encontraba Constansejo; observar esto mismo aun con las cartas tinopla, cuyas mejores tropas habian partido que le dirigian los súbditos del Estado; á no para el sitio, Miguel Paleólogo, que se habia poseer nada fuera de los Estados venecianos; proporcionado inteligencias en la ciudad, ená no tomar parte en juicio alguno de derecho tró en ella por sorpresa entre las aclamaciones ni de hecho, y, en fin, á no permitir á ningu- de la poblacion griega; de sucrte, que precina persona que estuviese unida á ellos por los sado á huir Balduino, tuvo que considerarse vínculos de la sangre, el ejercicio de ningun dichoso con encontrar la flota veneciana que empleo público, eclesiástico, civil y militar. volvia de Dafnusia, y en la cual halló un refugio; asi como el patriarca latino, todos los franceses, y la mayor parte de los venecianos que habitaban la ciudad. Era entonces el mes de julio de 1261, y el imperio latino habia durado 57 años. En tanto que los refugiados se retiraban á Negroponto, colonia veneciana, Miguel Paleólogo, siguiendo la carrera de sus triunfos, se apoderó de otras muchas de sus posesiones, tales como Quio, Rodas y Lemnos, y sin embargo, era tal el ascendiente del comercio veneciano, que á pesar de las prome

hechas á Génova, cuyo socorro habia obtenido, á pesar de la malquerencia de los venecianos, que habian sido los mas firmes apoyos del imperio latino en Constantinopla, no pudo resolverse á privarse de hombres industriosos que podian, asi por sus recursos como por su actividad tan conocida, cicatrizar las heridas ocasionadas por largas guerras y traer la vida Bizancio. Asi es que no solo permitió á los venecianos, que no habian huido, continuar residiendo en su capital, sino que los concedió los mismos privilegios que à los genoveses, señalándoles un cuartel separado donde vivian bajo la sola autoridad de su bayle.

Venecia, sin embargo, no habia sometido gran parte del Oriente, ni llevado sus colonias á las islas mas ricas del Mediterránco, sin escitar la envidia de los genoveses dedicados como los venecianos á la marina y al comercio. Las dos naciones eran rivales, y por consecuencia se hallaban muy próximas á convertirse en enemigas: una chispa produjo el incendio. Los genoveses quitaron á viva fuerza á los venecianos la iglesia de San Sabas en San Juan de Acre, iglesia cuya posesion hacia algun tiempo disputaban ambas partes: fortifi-sas cándose despues en ella, quemaron en una salida los almacenes de los venecianos, y en Tiro, donde tambien se hallaron los dos ejércitos el uno frente al otro, los echaron de la ciudad, lo que dió márgen á una serie de represalias con las que recíprocamente agotaban sus recursos de hombres y dinero sin llegar á un resultado definitivo; pero el efecto impor-á tante de aquella guerra fué el cambio que produjo en la política veneciana. Hasta entonces Venecia se habia mantenido las mas de las veces indiferente, como hemos dicho, á las contiendas de los guelfos y gibelinos, y si enalguna ocasion habia tomado parte, como en Hácia fines del siglo XIII, en 1293, volvió la cruzada contra el tirano de Padua, Eccellino, á encenderse la guerra entre Génova y Venecia. habia sido en favor del papa contra el empe- Cuatro galeazas venecianas fueron atacadas en rador. El odio contra los genoveses, unidos en-los mares de Chipre y tomadas por siete butonces al soberano pontifice, obligó á los vene-ques genoveses. Pedro Gradénigo era entoncianos á abrazar la causa de los gibelinos, ces dux de Venecia: mandó armar la flota para uniéndose à Manfredo de Sicilia, resolucion | vengar este ultrage; pero en la altura de Ajacque precipitó la caida del imperio de los lati- cio fué derrotada por el almirante genovės nos. En efecto, la liga de los venecianos con Spinola. Inmediatamente se equipó en Venecia los enemigos de la tiara animó á los genove-otra flota de sesenta galeras, cuyo mando faé ses á formar otra que produjo mayor escándalo, pues se aliaron á Miguel Palcólogo, que ocupaba en Nicea, capital ya de los griegos, el trono de los sucesores de Constantino, y se comprometieron á ayudarle con su flota á to

confiado à Nicolás Guerini con órden de ir á buscar al enemigo en los mares de Grecia, mision que no pudo desempeñar, porque los genoveses que habian logrado evadirse de este encuentro fueron á incendiar la Canea, uno de

biendo á los electores que, en caso de vacante, no pudiera ser presentado quien no hubiera ya tomado asiento en el gran consejo, ó cuyos antepasados por linea paterna no hubieran ya pertenecido al mismo. De esto á la formacion de un libro de oro no habia mas que un paso. En efecto, pronto se espidió otro decreto que

exámen, investigacion, renovacion periódica, todo quedó suprimido, y el que pertenecia á las familias patricias, donde hasta entonces se habia reclutado el consejo, tuvo el derecho de entrar en él á los 25 años cumplidos, de donde vino la fórmula usada en Venecia para las pruebas de nobleza: Per suos et per viginte quinque annos.

los establecimientos venecianos mas florecien- nes. Esta proposicion pasó en 1297, y desde tes de la isla de Creta. Sin embargo, no se hi-el año siguiente se dió un decreto prescrizo esperar la venganza de Venecia: sesenta y cinco galeras venecianas mandadas por Ruggiero Morosini, vinicron á atacar á Galata, cuartel habitado por los genoveses en Constantinopla. y como estos, á causa de no tener las fuerzas necesarias para defenderse, se habian retirado á la ciudad de los griegos, al otro lado del Cuerno de Oro, los venecianos en represalias entre-venia á completar el sistema aristocrático: garon á las llamas sus habitaciones y sus almacenes. El último acto de este drama se ejecutó al año siguiente. El almirante genovés Lamba Doria, vino hasta el Adriático, cerca de la isla de Cozorla, á presentar el combate à Andrés Dandolo, que á la cabeza de 95 galeras, no po- | dia esquivar una accion donde tenia á la vez Ja ventaja del número y la de combatir en una costa perfectamente conocida de los venecianos. Sin embargo, habiendo venido á atacar por el flanco á la escuadra de Dandolo quince naves separadas de la flota genovesa, y creyendo aquella tener á la vista á todos sus enemigos, fué cortada la linea de los venecianos, y la derrota se hizo tan completa, que solo volvieron á Venecia doce galeras para llevar la noticia del desastre. Los genoveses quemaron setenta y condujeron diez y ocho à Génova, donde entraron tambien 7,000 prisioneros, en cuyo número estaba tambien el almirante Andrés Dandolo. Despues de este grande descalabro, Venecia no pensó ya en prolongar la guerra, y los genoveses, casi tan debilitados por la victoria como sus enemigos por la derrota, consintieron en la paz, que fué firmada en 1299.

Por graduales que hubiesen sido estas reformas, que no se realizaron en un dia, como muchos historiadores parecen dispuestos á creer, sino en muchos años, el pueblo no se dejó despojar sin resistencia de toda participacion posible en los asuntos del Estado. Desde el año de 1299, poco despues del tratado de paz que habia puesto fin à la guerra entre Génova y Venecia, tres plebeyos, Marin Bocconio, Giovanni Baldovino y Miguel Giuda, tramaron una conspiracion que tenia por objeto disolver el gran consejo y reformarlo por medio de las asambleas generales: sin embargo, la vigilancia del dux frustró sus proyectos, que pagaron con sus cabezas. Pocos años despues estalló otra conspiracion mucho mas amenazadora. Algunos patricios que no formaban parte del gran consejo, al verificarse la reforma de 1297, Mientras los venecianos veian amenazado se hallaron asi escluidos de esa parte del pode este modo su poder esterior por una guer- der á que creian tener derecho por su nacira peligrosa, disturbios interiores ocasionaban miento. Uniendo, pues, su resentimiento al en la ciudad colisiones sangrientas y modif- del pueblo, que quisieron dirigir, formaron el caban profundamente la constitucion del Esta-proyecto de apoderarse del palacio ducal, mado. Pedro Gradénigo, cuya eleccion habia si- tar á Pedro Gradénigo y dar otra constitucion do aceptada por el pueblo con dificultad, con- al Estado. Hasta la víspera del dia fijado para servaba contra la clase media profundo resen-la ejecucion, no supo el dux los nombres ni timiento, que manifestó privando á los hombres los designios de los conjurados. Reuníase la nuevos por medio de una medida arbitraria de la muchedumbre en los palacios de Boemundo esperanza de llegar jamás á formar parte del gran Tiépolo y de Guerini, principales gefes de la consejo. Ya hemos dicho que este consejo se conspiracion: precaverla no era ya posible, y habia reclutado desde su origen las mas de el dux tuvo que contentarse con avisar á todos las veces de unas mismas familias, y que des- aquellos con quienes creia poder contar, y forpues de haber sido nombrado por el pueblo tificar las salidas que daban á la plaza de San durante los primeros años que siguieron á su Márcos. Desde la mañana del dia siguiente, los instalacion, habia gozado del singular privile- hechos vinieron á probar cuan necesarias eran gio de nombrar por sí mismo á los electores todas aquellas precauciones, pues los conjuraencargados de su renovacion; pero esto no era dos, que habian reclutado gran número de solbastante para Pedro Gradénigo: no atreviéndo- dados estrangeros, avanzaron hácia la plaza. se todavía á decretar que fuese hereditario el Reñida fué la refriega: las tropas del dux, fuertítulo de consejero, propuso que á lo menos temente atrincheradas, rechazaban todos los no fueran reelegidos los mismos miembros, ataques, y los conjurados, embarazados por su como venia haciéndosc de mucho tiempo atrás, mismo número en las calles estrechas que desy que se examinase solamente si alguno de embocan á la plaza de San Marcos, sufrian taellos habia merecido ser escluido por cualquier les pérdidas, que tuvieron al fin que retirarse delito, de tal suerte, que en el caso contrario hacia el puente de Rialto, donde a su vez se quedaba de derecho investido de sus funcio-atrincheraron. Contento con su victoria, el dux 2235 BIBLIOTECA POPULAR.

T. XXXIII. 66

nombre á este cuerpo, llamados los consejeros negros por el color de su trage, cuyo cargo duraba un año, habia los seis consejeros rojos, que formaban el consejo particular del dux y los cuales eran nombrados solamente por ocho meses, y en fin, el dux que presidia el consejo.

de diez y siete individuos que se renovabau en diferentes épocas: el dux, presidente á vida, los diez consejeros negros, elegidos cada uno por un año, aunque renovados por cuartas partes en cuatro asambleas, que habian de reunir

por último los seis consejeros rojos, que se renovaban de tres en tres cada cuatro meses, cuya movilidad, despertando constantemente la ambicion de los patricios, los distraia del proyecto de abolir un poder de que constantemente se creian con derecho y en aptitud de participar.

Ocupada asi Venecia en las modificaciones. que introducia en la forma de su gobierno, parecia indiferente à las revoluciones de la Italia, y sus lagunas, que la defendian contra todo ataque que viniera del continente, le per

no quiso perseguirlos; pero aprovechando el desaliento en que habian caido por su derrota, los obligó fácilmente á salir de la ciudad con la condicion de no volver mas á ella y marchar al lugar del destierro que les fuese designado. Apenas el partido aristocrático se vió libre del peligro que habia amenazado su existen-De esta suerte venia à componerse en realidad cia, tuvo que adoptar medidas que modificaron profundamente la constitucion política de Venecia en ocasion en que acababa ya de sufrir tan graves alteraciones. El peligro se habia alejado, pero no desaparecido, puesto que cierto número de conjurados se habian quedado ar-se en los meses de agosto y de setiembre, y mados en Trevisa ó en las inmediaciones de la ciudad, y en presencia de esta actitud amenazadora, queriendo el gran consejo reconcentrar el poder en pocas manos enérgicas, instituyó un consejo superior compuesto de diez individuos, al cual dejó una autoridad soberana, encargándole que indagase, reprimiese y castigase los crímenes de felonia ó alta traicion, dándole al mismo tiempo facultad dedisponer con este objeto, asi de las fuerzas como de los tesoros del Estado, y en una palabra, decidir sobre todas las cosas de una manera absoluta, como hubiese podido hacer el mis-mitian fijar toda su atencion en su organizamo gran consejo. Elegido al principio por dos cion interior, sin dejarse distraer por el cuimeses el consejo de los Diez, duró cerca de dado de su seguridad; apenas habia tenido alquinientos años, concentrando todos los po- gun pensamiento de engrandecimiento territoderes y dando á la autoridad una fuerza de di- rial cuando los disturbios suscitados en Ferrara reccion que no habia tenido hasta entonces. por la muerte de Azzo de Este, octavo de su Vigilante, estable en su politica, formando sus nombre, le obligaron á enviar alli un ejercito proyectos con prudente madurez y planteándo-para rechazar las pretensiones del papa, que los con una constancia inalterable, supo en-queria reunir á Ferrara al dominio de la Iglegrandecer la república en lo esterior y man-sia; menps afortunada en tierra que en mar, tener dentro la mayor tranquilidad; empero los su intervencion no le proporcionó sino derropatricios de Venecia tuvieron que pagar estos tas y una excomunion fulminada contra ella beneficios de la unidad y de la energía del por el cardenal Arnaldo de Pellagrue, legado poder con su libertad política y aun con su in- del papa Clemente V para la guerra de Ferradependencia personal. Vigilábalos sin cesar ra. Tal era entonces la importancia de aqueuna policía inquisitorial y recelosa, todos los llas armas espirituales, que se necesitaron procedimientos eran secretos; no solo no eran quince años para que la república, á fuerza de careados los testigos con el acusado, pero ni ruegos é instancias, obtuviese en 1323 que le aun le decian sus nombres y se descartaba alzaran aquel anatema, y aun para eso tuvo cuidadosamente de sus declaraciones cuanto que pagar 100,000 florines de oro que llevó á hubiera podido servir para darles á conocer, Aviñon un Dandolo, que se presentó al sobeestimulando de este modo la delacion, que lle- rano pontifice con un collar al pescuezo, cogó á ser una de las llagas siempre abiertas mo un perro, y conducido con una cuerda por del gobierno veneciano. Dificilmente se com-los penitenciarios que de esta suerte lo llevaprenderia que una nobleza fuertemente cons-ron hasta los pies del papa á quien pidió pertituida y habituada largo tiempo hacia á ejer- don. Poco estimulada Venecia por el triste recer el poder soberano hubiese soportado tan- sultado de aquella guerra continental, trasladó tos años semejante despotismo, si no se espli- toda su energia al Oriente, que hacia tantos case esa sumision y longanimidad por el viví-años le daba gloria y riquezas. Reprimir las simo deseo que tenia cada familia patricia de rebeliones de sus colonias y rechazar á los ver á cualquiera de sus individuos formar á su turcos que amenazaban con su barbarie las vez parte de aquel terrible consejo, que tan provincias mas hermosas del Levante, tal era temido fué mientras existió, y que decidia á el cuidado incesante de los venecianos, que su antojo de la suerte del Estado. El consejo de habrian sido harto felices si no se hubieran delos Diez era elegido por el gran consejo, quejado distraer de intereses tan positivos por se habia impuesto como regla obligatoria de esas querellas de rivalidad con la república de no llevar nunca á él al mismo tiempo dos in- Génova que venian periódicamente á ensangrendividuos pertenecientes à la misma familia.tar los mares de Grecia en provecho solo de los Ademas de los diez consejeros que daban su sultanes de Iconio. Dueños de Caffa en Crimea,

los genoveses, sobradamente avaros del rico setenta y cinco naves, inclusas ocho galeras comercio que hacian en las costas del mar Ne-bizantinas, y en los primeros dias del mes de gro, emprendieron cerrar su entrada á los ve- febrero de 1352, dió á los genoveses un comnecianos, y en su consecuencia apresaron mu-bate encarnizado á muy pocas millas de Conschos buques que navegaban por el Ponto Euxi-tantinopla. Paganino Doria habia anclado con no con el pabellon de San Marcos y confiscaron sesenta y cuatro galeras en la costa de Asia, sus mercancias Inmediatamente la república á la entrada del mar de Mármara. Pisani, proarmó treinta y tres galeras, cuyo mando dió á cedente de la isla de los Principes, arribó á Marco Ruzzini con intimacion de pedir ú obte- aquella misma costa y vino á caer sobre Paganer á la fuerza una reparacion completa. Este nino Doria empujado por el viento del Medioalmirante encontró al E. de la Eubea once ga- día y por una mar gruesísima que hacia las leras genovesas que se dirigian á Caffa; las maniobras muy dificiles; asi es que la accion atacó, apresó nueve y las envió à Candia; mas fué mas bien una refriega que un combate reel almirante genovės Felipe Doria vino á blo-gular, y á pesar de la tempestad duró desde la quear aquel puerto de improviso, penetró en aurora hasta la noche, sin que ninguna de las él á viva fuerza, quemó todo un barrio, soltó á dos partes pudiera adjudicarse la victoria. En todos sus prisioneros y volvió á tomar el ca- fin, Nicolo Pisani, que se sentia mas débil se mino de Galata, cuartel fortificado de los geno- retiró al puerto de Terapia: habia perdido caveses en el puerto de Constantinopla. Los ve- torce galeras venecianas, diez catalanas y dos necianos enviaron entonces una embajada al bizantinas; los genoveses habian perdido treemperador Cantacuzeno, proponiéndole una ce solamente. En cuanto á las tripulaciones, alianza ofensiva contra Venecia, alianza con cada una de las partes habia sufrido una baja cuyo auxilio podria deshacerse al fin de los te- de 2,000 hombres entre muertos y heridos. mibles vecinos que habian levantado hasta en- Los venecianos contaban en el número de sus tonces en su capital fortificaciones detrás de las muertos á Contarini y Pancracio Guistiniani procuales desafiaban cada dia su autoridad. Cual- curadores de San Marcos, á Giovani Steno y Bequiera que fuese el resentimiento que abriga natino Bunbo, vice-almirantes se Cantacuzeno contra Génova, se negó á to- La escuadra genovesa fué la primera que mar abiertamente partido contra ella. Hallábase halló en estado de darse á la vela, y en se entonces aquel Estado en el apogeo de su tanto que Pisani, que contaba veinte y ocho poder; los partidos que lo desgarraban tan fre-buques menos iba à refrescar viveres á Candia, cuentemente se encontraban reconciliados, y Doria ponia sitio á Constantinopla y obligaba á el senado habia aprovechado esta concordia Cantacuzeno á concluir un tratado de paz por el para hacer grandes reclutamientos entre los que se comprometia á cerrar todos sus puertos valientes marineros que pueblan las costas de à los venecianos. Estos, sin embargo, no se hala Liguria. Una flota de sesenta y cuatro galebian desanimado por los resultados de un comras mandadas por Paganino Doria vino á desa- bate que podia pasar por una derrota. El rey fiar el poder veneciano hasta en el Adriático, de Aragon les habia enviado nuevos refuerzos donde destruyó muchos de los establecimien-y las dos escuadras habian venido á cruzar en tos de la república, y desde alli se dirigió al conserva los mares de Cerdeña, encontrando á Archipiélago esperando anonadar con la supe- los genoveses en la Loiera, al Norte de esta rioridad de sus fuerzas al almirante veneciano isla. Grimaldi, que mandaba la escuadra de esNicolo Pisani, que se encontraba alli con vein- to últimos, conociendo que los venecianos eran te galeras. Entretanto el senado de Venecia, superiores en fuerza, mandó atar sus galeras que no habia podido determinar al emperador de dos en dos por medio de largas cadenas de de Constantinopla que se pusiera de acuerdo hierro á fin de que no pudiera ser rota su lícon él, habia propuesto su alianza al rey de nea; pero el viento, que apenas se habia dejado Aragon Pedro IV, que por algunas disensiones sentir al principio de la accion, arreció en taocurridas con motivo de la Cerdeña se hallaba les términos que dió fuerte impulso á tres fuertemente irritado contra Génova. El tratado enormes galeotas catalanas que se habían quefué firmado en el mes de agosto de 1351, y dado atrás porque no llevaban remos, y viuiehabiendo llegado pronto á Oriente la noticia, ron á chocar con todo su peso contra el ala Cantacuzeno no encontraba ya motivo para no derecha de la flota genovesa y la separaron del abrazar abiertamente un partido que conside- cuerpo de batalla, que viéndose envuelto por raba como el mas fuerte. Asi, pues, los grie- todas las fuerzas venecianas tuvo que rendirgos llamaron á Nicolo Pisani, cuya flota era en-se. Treinta galeras y 3,500 prisioneros, entre tonces de treinta y tres galeras, y juntándose los cuales habia gran número pertenecientes á él le indujeron á comenzar el sitio de Gala-á las primeras familias de Génova, fueron para ta, pero muy en breve dejando el almirante ve- Venecia el fruto de aquella victoria, á la que neciano á los griegos proseguir solos los tra- respondieron los genoveses con nuevos armabajos del sitio, vino à esperar en Calcis la es- mentos. Nombrado por ellos almirante el vencuadra catalana que le enviaba el rey de Ara-cedor del Bósforo, Paganino Doria aprovechó el gon. Una vez verificada la reunion, volvió á momento en que los venecianos apoyaban el emprender la ruta del Bósforo á la cabeza de desembarque de un ejército catalan en Cerdeña,

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