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gua dende, que si non llevare caballero, que por ella faga las armas ya devisadas, pierda el guante de la mano derecha.

V. «El quinto es, que si dos caballeros ó mas vinieren, por salvar el guante de alguna | señora, será rescebido el primero.

VI.

«El sesto es, que porque algunos non aman verdaderamente, é querrian salvar el guante demas de una señora; que non lo puedan fascer, despues que se ovieren rompido con él las tres lanzas.

VII. «El sétimo es, que por mi serán nombradas tres señoras deste reino á los farautes, que alli comigo serán para dar fé de lo que passare é asseguro, que non será nombrada la señora cuyo yo soy, salvo por sus grandes virtudes: é al primero caballero, que viniere á salvar por armas el guante de cualquiera dellas contra mí, le daré un diamante.

VIII. «El octavo es, que porque tantos podrian pedir las armas de uno de nos, ó de dos que guardamos el passo, que sus personas non bastarian á tanto trabajo, ó que si bastassen, non quedaria lugar á los otros sus compañeros, para fascer armas; sepan todos que ninguno ha de pedir á ninguno, nin ha de saber con quien justa, fasta las armas complidas: mas al tanto estarán ciertos, que se fallarán con caballero ó gentil-ome de todas armas sin reproche.

IX. «El nono es, que si alguno (non empeciente lo dicho) despues de las tres lanzas rompidas quisiere requerir y alguno de los del paso señaladamente, envíelo á descir, que si el tiempo lo sufre romperá con él otra lanza. X. «El deceno es, que si algun caballero ó gentil-ome de los que à justar vinieren, quiá siere quitar alguna pieza del arnés de las que por mi son nombradas, para correr las dichas lanzas, ó de alguna dellas, envienmelo á descir, é serle ha respondido de gracia, si la razon é el tiempo lo sufriere.

XV. «El quinceno es, que qualquiera caballero que, dexado el camino derecho, viniere al passo defendido é por mí guardado, non se podrá de ay partir sin fascer las armas dichas, ó dexar una arma de las que llevare, ó la espuela derecha, só fé de jamás traer aquella arma ó espuela, fasta que se vea en fecho de armas tan peligroso, ó mas que este, en que la dexa.

XVI. «El sexto décimo es, que si qualquier caballero ó gentil-ome de los que comigo estarán, matare caballo á qualquiera que alli viniere à fascer armas, que yo se le pagaré: é si ellos mataren caballo á qualquiera de nos, báștele la fealdad del encuentro por paga.

XVII. «El decisieteno es, que si qualquier caballero ó gentil-ome de los que armas fiscieren, encontrara á caballo, si el que corriere con él le encontrare poco ó mucho en el arnés, que se cuente la lanza de este por rompida, por la fealdad del encuentro del que al caballo encontrare.

XVIII. El deciocheno es, que si algun caballero ó gentil-ome de los que à fascer armas vinieren, despues de la una lanza ó de las dos rompidas, por su voluntad non quisiere fascer mas armas, que pierda la arma, ó la espuela derecha, como si non quisiesse fascer ninguna.

XIX. «El décimo nono es, que alli se darán lanzas é fierros sin ventaja á todos los del rei no, que llevaren armas é caballo, para fascer con las suyas, en caso que las lleven, por quitar la ventaja.

XX. «El veinteno es, que si algun caballero en la prueba fuere ferido en la primera' lanza, ó en la segunda, tal que non puede armas fascer por aquel dia, que despues non seamos tenudos á fascer armas con él, aunque las demande otro dia.

XXI. «El veinte è uno es, que porque ningun caballero ó gentil-ome dexe de venir á XI. «El onceno es, que con ningun caba- la prueba del passo con recato de que non se llero, que ay vinierc, serán fechas armas, si le guardará justicia conforme à su valor; alli primero non disce quien cs, é de donde. estarán presentes dos caballeros antiguos é XII. «El doceno es, que si algun caballe-probados en armas é dignos de fé, é dos faro, fasciendo las dichas armas, incurriere en algun daño de su persona ó salud (como suele acontecer en los juegos de armas), yo le daré alli recabdo, para ser curado, tambien como para mi persona, por todo el tiempo necesario é por mas.

XIII. «El treceno es, que si alguno de los caballeros, que comigo se probaren ó con mis compañeros, nos ficieren ventaja, yo les asseguro á fé de caballero, que nunca les será demandado por nosotros nin por nuestros parientes ó amigos.

XIV. El catorceno es, que qualquiera caballero ó gentil-ome, que fuere camino derecho de la sancta romería, non acostándose al dicho lugar del passo por mi defendido, se podrá ir sin contraste alguno de mi nin de mis compañeros, á cumplir su viage

rautes, que farán á los caballeros que á pruc-
ba vernan, que juramento apostólico é home-
ge les farán de estar á todo lo que ellos les
mandaren acerca de las dichas armas. E los
sobredichos dos caballeros jueces é farautes
igual juramento les farán de los guardar de en-
gaño, é que juzgarán verdad, segund razon é
derecho de armas. E si alguna dubda de nuevo
(allende lo que yo en estos mis capitulos es-
cribo) acaesciese, quede á discrecion de aque-
llos juzgar sobre ello; porque non sea escon-
dido el bien, ó ventaja que en las armas algu-
no fisciese. E los farautes, que alli estarán,
dará signado á qualquiera que lo demandare,
lo que con verdad cerca dello fallaren aver
sido fecho.

XXII. «El veintidoseno capítulo de mi deliberacion es, que sea notorio à todos los seño

rés del mundo, é à los caballeros é gentiles-, omes, que los capítulos susodichos oirán, que si la señora cuyo yo soy, passare por aquel lugar, que podrá ir segura su mano derecha de perder el guante; é que ningun gentil-ome fará por ella armas sin yo; pues que en el mundo non ha quien tan verdaderamente las pueda fascer como yo.»

Leido esto, Suero de Quiñones entregó á Leon, (1) rey de armas, la siguiente carta firmada de su nombre y sellada con sus armas:

redor de la liza construyéronse siete cadahalsos; uno cerca de la puerta destinado para los mantenedores del paso, que no tomaban parte en el combate; dos para los caballeros estrangeros que iban á hacer armas; uno para los jueces del campo, rey de armas, farautes, trompetas y escribanos; otro para los generosos, famosos, honrados caballeros que concurrieran á presenciar el passo, y otros dos, en fin, para el público y para los trompetas y oficiales de los caballeros y gentiles-hombres que se proponian romper lanzas. Habia dos puertas, por la una entraban en la liza los sei-mantenedores y por la otra los aventureros; en ambas estaba enarbolada una bandera con las armas de Suero de Quiñones. Armáronse tambien veinte y dos tiendas para vestirse y descansar los mantenedores y aventureros, asi como para alojamiento de los reyes de armas, farautes, armeros, herreros, médicos, cirujanos, lanceros, sastres, bordadores, etc., etc. Ademas, en varios lugares cercanos del señorío de su padre, hospedó bizarramente Suero de Quiñones á gran número de personas. La concurrencia fué muy grande, de todas las clases de la sociedad.

Leon, rey de armas, vos direis á todos los reyes, duques, príncipes & señores, á cuyas señorías vos llegaredes, que como yo haya do en prision de una señora de mucho tiempo acá, é como yo haya concertado mi rescate en trescientas lanzas rompidas por el asta, é como sin ayuda de caballeros, que comigo é con mis ayudadores justen, non pueda llegar á efecto mi rescate, vos les ofreceis mis ruegos, pidiéndoles por gentileza é por amor de sus señoras, les plega venir en mi socorro. E á los dichos reyes, duques, príncipes é señores, con la reverencia á sus personas debida suplicareis, que á contemplacion mia plega á sus señoras dar graciosas é otorgar licencia á | sus caballeros é gentiles-omes, para venir á Llegado el dia señalado para dar principio la dicha mi deliberacion. E porque los reyes, al paso, presentáronse en el puente de Orbigo duques é príncipes, que en amistad son con tres caballeros, uno aleman y dos valencianos, el muy alto rey de Castilla mi señor, non ha- demandando entrar en combate con los sosteyan á enojo la dicha mi empresa ser traida á | nedores del mismo. Recibidos por estos con sus reynos; vos faredes ciertas á sus señorías, gran contento y cortesía, los valencianos, que como el rey mi señor, viendo el dicho rescate eran hermanos, cedieron á su ruego al aleman mio non poder ser complido de ligero sin com- su derecho de pelear los primeros. El rey de pañía de muchos caballeros é gentiles-omes, á armas y un faraute quitaron luego á los tres mi contemplacion dió licencia á todos sus na- caballeros las espuelas derechas por haber paturales, entre los quales muchos son á mí muy sado 50 pasos dentro de la liza, las cuales, secercanos en debdo. E si allende desto fuere- gun las condiciones publicadas, debian serles des preguntado por algunos señores, caballe-devueltas al entrar en combate, y permanecer ros é gentiles-omes, assi cerca de mi empresa, en tanto colgadas sobre un paño francés en el como de la persona, vos, rey de armas, los cadahalso de los jueces. podreis fascer ciertos de mi licencia é de todas las demas cosas, que yo en mis capitulos | mándo publicar: las quales, por evitar enojo de prolixidad, aqui non escribo. >>

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Al día siguiente, 12 de julio, Suero de Quiñones fué con sus compañeros á oir misa, y vueltos de ella salieron poco despues con gran aparato á recibir su campo y liza. Montaba el gefe un brioso caballo con paramentos azules y en la divisa el mote Il faut deliberér. El vestido era rico y vistoso, y llevaba en el brazo su empresa de oro con letras azules, que

Partido que hubo el rey de armas y algunos farautes para hacer la publicacion del passo en toda la cristiandad que andar se podia,» comenzaron los preparativos para la funcion de armas proyectada. Reuniéronse gran núme-decia: ro de armas y caballos, y trescientos carros de bueyes ocupáronse en trasportar la madera necesaria para construir los cadahalsos, liza, salas, etc. Armóse una gran liza de madera, de 146 pasos de largo: de uno á otro estremo de la tela colocóse una linea de maderos de un estado de altura, sujetos en tierra. Al der

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Si a vous ne plait de avoyr mesure,
Certes ie dis,
Que ie juis
Sans venture.

Seguíanle tres pages à caballo y con lanzas. Precedíanle los nueve compañeros de su empresa ricamente ataviados, llevando todos la divisa: Il faut deliberér. Formaban parte de la comitiva los trompetas y atabales del rey y de los caballeros, y buen número de estos iban á pie al lado de Suero, á quien, para mas honrar, llevábanle algunos el caballo de las T. XXXIII 24

riendas. Dadas dos vueltas por la liza, paróse
la comitiva ante los jueces, á los cuales requi-
rióse para que juzgasen sin odio ni enemistad.
Algunos señores pidieron ser nombrados sus
titutos para el caso de que alguno de los man-
tenedores se pusiera fuera de combate, y aun-
que á ello consintió Quiñones, los jueces de-
clararon al dia siguiente que no procedia la
demanda como contraria á la concesion real.
Oida la misa, vistiéronse los caballeros en pre-
sencia de los jueces, los cuales examinaron
las armas, asi de estos como del aleman. Para
el servicio de la liza nombráronse treinta es-
cuderos, con gran número de ballesteros y
piqueros, con sus correspondientes capitanes.
Dada la señal oportuna, entraron en la liza con
gran música y acompañamiento, primero Qui- |
ñones y despues el caballero aleman. El rey
de armas y el faraute publicaron en alta voz,
«que ninguno fuesse ossado, por cosa que su-
cediesse á ningun caballero, dar voces ó avi-
so, ó menear mano nin facer seña, so pena de
que que por hablar le cortarian la lengua, é
por facer seña le cortarian la mano.» Ademas
dijose á los justadores, «fuessen seguros, que
por ninguna ferida que diessen, nin muerte
que fisciessen á sus contrarios, procediendo
conforme á las condiciones de la justa, les se-
ria fecho agravio, nin fuerza, nin jamás les
seria puesto en demanda.» Despues de volver
al caballero aleman su espuela derecha, y de
disponer que solo acompañasen á los comba- |
tientes para su servicio, dos criados, uno á ca-
ballo y otro á pie, mandaron los jueces «sonar
toda la música con grandes estruendos, é en
tono rasgado de romper en batalla,» al propio
tiempo que el rey de armas y el faraute die-
ron «la grida, ó viva la gala, en esta manera:
Legeres aller, legeres aller, é fair son de-
ber.» Entonces arrancaron los caballeros, ar-
remetiéronse lanza en ristre y comenzaron
tan famosas fiestas.

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22. Mosen Bernal de Requesenes, id.... 23. Pedro de Vesga. 24. Juan de Villalobos. 25. Gonzalo de Castañeda. 26. Alonso Quijada.. Narrar los mil y mil lances que ocurrieron 27. Bueso de Solis. durante el tiempo que estuvo abierta la liza, 28. Juan de Castellanos. la gentileza y gallardía de los combatientes, 29. Gutierre Quijada. el lujo y aparato que todos desplegaron, los 30 Rodrigo de Quijada.. encuentros y hechos de armas que tuvieron 31. Garcia Osorio.. lugar, seria demasiado prolijo, y por otra 32. Diego Zapata.. parte haria interminable este artículo. Sin 33. Alfonso de Cavedo. perjuicio de notar luego algunos pormenores que den á conocer la naturaleza de estos combates, sns formalidades y ceremonias, insertamos aqui el siguiente curioso

34. Arnao de Novalles, aragonés.
35. Ordoño de Valencia.
36. Rodrigo de Xuara.
37. Juan de Merlo.

NOMBRES Y PATRIA.

49. Pedro Carnero.

50. Pedro de Torrecilla..

51. Diego de San Roman.
52. Pedro de Negrete..
53. Alvaro Cubel..
54. Pedro de Silva..
55. Juan de Quintanilla..
56. Gonzalo de Barros.

57. Martin de Guzman.

58. Mosen Riembao de Corvera, ca

talan.

59. Mosen Tranci de Valle, catalan. 60. Esberte de Claramonte, aragonés, murió en el torneo..

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3

3

3

3

3

2

1

1

9

61. Micer Luis de Aversa, italiano. 62. Pero Gil de Abreo, portugués. 63. Arnao Bojue Breton.

5

1

4

2

64. Sancho de Ferrera..

65. Lope de Ferrera.

66. Mosen Francés Perobaste.

12

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dábanse luego los caballeros en tiendas, pro

pias ó de Quiñones, y pasaban el tiempo solazándose en fiestas y comidas.

Como ya hemos dicho antes, los caballeros oian misa todos los dias al amanecer, diciéndose ademas otras dos à las horas de prima y tercia. Vestidos y armados los mantenedores y aventureros, presentábanse en la liza al son de instrumentos músicos. Comenzaba luego el combate, en el cual Suero y sus amigos procuraban siempre acceder á cuantas exigencias, mas o menos razonables, y oportunas, esponian los caballeros forasteros. Algunos lances hubo peligrosos, bastante encuentros de riesgo, algunas heridas, mas o menos graves, y tambien esperimentóse la desgracia de haber muerto el caballero aragonés Esberte de Claramonte al combatir con el mantenedor Suero, hijo de Alvar Gomez.

Ya que de tan desdichado lance hemos hablado, diremos algunas palabras sobre el mismo. Gran pesar tuvieron, no solo sus amigos los caballeros aragoneses y catalanes, sino Quiñones, y el matador, muy especialmente. El primero «procuró todas las honras que pudo para el cuerpo muerto: é para lo del alma non lo puso en olvido. » Envió, pues, religiosos para que le administrasen los sacramentos, rogándoles cantasen un responso sobre el cadáver, como si él mismo fuera; empero, el sacerdote Tales sucesos ocurrieron en este célebre principal dijole «que la sancta iglesia non tiene paso honroso, y de tal manera se guardaron por fijos á los que mueren en tales ejercicios; en todo, asi las leyes de caballeria, como en por que non se pueden fascer sin pecado morlos capítulos y bandos contenido, sin omitir tal: niu ruega por ellos á Dios, como dejánformalidad alguna, que referirémos algunos dolos por condenados.» A pesar de estas razoacontecimientos que tuvieron lugar, persuadi- nes, pidió por carta Suero al obispo de Astordos de que, al hacerlo asi, ponemos á nues-ga licencia para sepultar en sagrado á Claratros lectores en el caso de formar una idea cabal y exacta del espiritu y forma de aquellas famosas fiestas á que los guerreros de la edad media tan aficionados se mostraban.

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Los caballeros y gentiles-hombres que al paso acudian, presentábanse á los oficiales del No terminaremos la narracion de este descombate, por sí ó por algun enviado, solici- graciado incidente sin copiar antes la declaratando ser admitidos à probar su esfuerzo. Re-cion que hizo al partir Mosen Gonzalo de conocida su nobleza y visto que eran caballe- Liori, paisano y compañero del infortunado ro que sin reproche podian fascer cota de ar- Claramonte. Dice asi: «Señores caballeros juemas,» recibiáseles por el rey de armas el ju- ces del honroso passo, yo parezco ante vos á ramento y homenage correspondiente, en los vos decir, como soe espedido del multo honotérminos siguientes «señor...., vos é todos los rable caballero Mosen Suero de Quiñones, caballeros (cuando eran varios) que con vusco capitan mayor del famoso passo, para me avar vienen, é aqui están, para en este passo fascer | á mi tierra, si á Nuestro Señor plascerá. E por armas ¿fascedes homenage por vos mesmo, é quanto algunos maliciosamente que han dipor todos los que descides ser venidos con vus- to, que han parlado aveluntariosamente soco, que estaredes á mandado é gobernanza de bre la muerte del honrado Esberte de Claralos jueces deste passo, é manternedes é com- monte, clamando, e non con verdad, que le pliredes todo lo contenido en los capítulos que non fueron donadas armas de igualdad, seSuero de Quiñones sobre este passo ordenó?» gund los capítulos de Mosen Suero de QuiñoAsi lo ofrecian los caballeros, levantando sus nes: lo qual sin falta, quien tal ha dito ó dirá, manos derechas en señal de fé y homenage. lo avrà parlado ó parlará plus con pnjanza de Entonces los jueces prometianles «guar- malecia ó con envidia, por afear la veritad, é darles toda igualdad é justicia, » quitándoles á seguida el faraute sus espuelas derechas has(1) Recuérdese la ley de Partida que dejamos cita que les tocase entrar en combate. Hospe- tada mas arriba, y lo que en el artículo decimos.

:

á saber quien fuesse su señora, él iria á la notificar quan buen caballero é gran guerrero la servia; mas que fascer armas mas de con uno fasta ser rompidas tres lanzas, era contra las condiciones de su aventura. »

la novelindad é gentileza del multo famoso é honorable Mosen Suero de Quiñones, que porque veritad sea. Por ende, señores, yo ruego a los escribanos de los honrables fechos de armas aqui recrescidos, que escriban, que yo en nombre de Nuestro Señor, ó de la Señora Virgen María su madre, é del señor Sanct Jorge, que confiando veritad, é gran igualdad, que aqui ha passado, digo de agora para en-ñoras acompañadas de un caballero. Mandaron tonce, é de entonce por agora, que al que tal razon dixere ó dirá, que al trance, como él querrá, yo le combatiré en que non disce veritad: é á vos, señores, plega de me perdonar, é onde quiera que yo sea, seré muy presto do honor vuestro sea, é con vuestra gracia, señores.»

En uno de los primeros dias del torneo, acertaron á pasar por cerca del campamento con direccion á la romería de Santiago dos selos jueces al rey de armas y al faraute averiguasen si eran nobles y si llevaban caballeros que las franqueassen el passo. Eranlo en efecto, é ibalas sirviendo el marido de una de ellas, el cual ni tenia noticia del torneo ni venia prevenido para combatir; pero ofreció, sin embargo, volver á hacer armas tan pronto Antes hemos indicado la puntualidad con- como concluyese el viage de su romería. Pique se cumplia todo lo publicado, y ahora di-dió el rey de armas los guantes á las damas remos á nuestros lectores que á un criado de hasta que algun caballero les delibrasse su Lope de Estúñiga, en cierto encuentro que su cabsa, á lo cual se ofreció desde luego el araamo tuvo con un caballero valenciano, hubié-gonés Mosen Francés Davio. Colocados los ronsele de escapar la palabras á él, á él, di- guantes en el paño francés del cadahalso de chas sin reflexion, arrebatado por su entusias-los jueces, determinóse despues con mejor mo y olvidado del bando del primer dia. Cara pudo costarle su imprudencia, porque apenas los jueces oyeron su voz, mandáronle cortar la lengua; mas interpuestos el ruego é influen- | cia de varios caballeros, conmutósele la pena en «treinta buenos palos», ademas de llevarle á la cárcel.

acuerdo no debian ser detenidos «por non parescer que iban (los del paso) contra la devocion christiana de la romería, é por la caballerosa respuesta de Juan de la Vega (el marido).» Remitiéronse, pues, los guantes á las señoras por medio de un persevante, «dando por libres á los guantes é al caballero de las Cierto dia presentóse el gentil-hombre Vas-armas que por ellos se avia ofrescido fascer.» co de Barrionuevo, tomar parte en el tor- Otras varias damas pasaron tambien en los neo; pero suplicando antes á Suero le hiciese dias siguientes por las inmediaciones del camla gracia de armarle caballero. Concedióselo po del torneo, y con todas observáronse las Quiñones muy gustoso, y haciendo esperar al leyes prescritas, teniendo que dejar algunas aspirante fuera de la puerta de los aventu- sus guantes, segun, atendido cada caso, fallareros, dirigiéronse à ella Suero y los nue-ban los jueces. Lope de Forga, gentil-homve mantenedores, con gran acompañamiento | bre, á quien Suero de Quiñones habia promede nobles, gente del pueblo y músicos. Llega- tido admitir por uno de sus nueve compañeros, dos allí, preguntó Suero á Vasco «şi queria ser caballero», á lo que contestó afirmativamente. Entonces, sacando su espada dorada, dijole: «¿Vos, gentil-ome, proponedes de tener y guardar todas las cosas debidas al honorable oficio de caballería, é que antes moriredes, que faltedes en ninguna dellas?» Juró hacerlo asi Barrionuevo; Quiñones dióle con la espada desnuda sobre el almete y díjole: «Dios te faga buen caballero, é te dexe complir las condiciones que todo buen caballero debe tener»; con lo cual terminóse la ceremonia y entró á combatir contra Pedro de los Rios

oferta que no pudo realizarse por hallarse enfermo con una pierna rota al tiempo de comenzarse el torneo, ofrecióse ahora, restablecido ya de su dolencia, á tomar á su cargo el rescate de los guantes de cuantas damas fueran sin caballero. Para dar á conocer su propósito hizo publicar la siguiente carta, despues de recibido el beneplácito y aquiescencia de los jueces y caballeros:

Como las dueñas é señoras generosas de virtud con su digno merescimiento tragan los trabajos homeniles á su servicio loable, sepan todas las mundanas generaciones, que un gentil-ome de renombre é de armas, avida consideracion del agravio que resciben las dignas de preeminencia por la indignidad de serles vedado ningun camino nin passo, que plas

Algunos caballeros no quedaban satisfechos con los peligros corridos y solicitaban, ya por una causa, ya por otra, continuar la pelea. De este número fué, entre otros, Lope de Men-ciente de proseguir les sea: mayormente los doza, el cual envió á decir á Suero de Quiñones que por quanto él avia fecho aquellas armas en servicio de una dama, que mucho amaba, e de la qual non era amado, que le suplicaba le dexasse fascer mas armas para ganar su voluntad.» Suero de Quiñones, tan mesurado como esforzado, le respondió «que

honrosos é pelegrinos passages, como es de la puente de Orbigo, peligroso á las honradas dueñas por la pérdida de sus guantes, si non dan caballero sin reproche de batalla: yo ponedor de las presentes letras aviendo pesante é consideroso estudio sobre tanta graveza fecha á las dueñas valerosas de quien se proce

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