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201 PRÓLOGO.

Quando yo en continuacion de la España Sagrada seguia con todo mi conato el orden establecido en la idea general de esta Obra, y me preparaba pará escribir de la Ciudad è Iglesia de Dertosa, hoy Tortosa, que debía tener el lugar inmediato à la de Calahorra de que traté en el tomo XXXIII., me ví en la necesidad de interrumpir este trabajo por algunos años y de emprender la ilustracion de otras Ciudades è Iglesias, que no pertenecen à la Provincia Tarraconense. Estas son Leon, Oviedo y Lugo, cuya historia Civil y Eclesiástica he publicado desde el tomo XXXIV. hasta el XLI., en cuyos prólogos expuse las razones que manifestaban la grande utilidad, y aun necesidad de escribir de ellas, cumpliendo los deseos de personas autorizadas, y eruditas que me propusieron los excelentes progresos que de este trabajo recibirian los Anales de la Nacion. No dudo que todos los literatos estarán ya persuadidos de este beneficioviendo en a ij

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aque

aquellas obras una infinita multitud de noticias desconocidas hasta entónces, y un riquísimo tesoro de monumentos sacados de los archivos de las referidas Ciudades, y escondidos por muchos siglos con grave perjuicio de la gloria de nuestro Reyno y de su historia general.

... Habiéndome, pues, empleado los años pa sados en objeto tan importante, y llenado, quanto me ha sido posible, los deseos que se diri gian à la mayor perfección de nuestros Anales, me he restituido desde la Provincia de Galicia à la Tarraconense, donde he reconocido tres Ciudades y Sedes Episcopales, que conforme al orden prefixado débian ser las primeras des pues de Calahorra, y son Dertosa, Egara y Empórias, cuyos tratados se comprehenden en en el tomo presente. Los crueles y largos in fortunios que sobrevinieron à estas Ciudades con la irrupcion de los Sarracenos, no me permit ten ofrecer aquí tan ventajosos aumentos para nuestra historia como los que he comunicado en los tomos precedentes, porque no solo fue ron despojadas de sus Pastores è Iglesias, sino tambien privadas de los monumentos que para su consuelo y esplendor conservaban de los tiem› pos anteriores La Ciudad de Tortosa logró sla

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felicidad de mantener en los primeros tiempos de la dominacion de los Arabes los edificios, costumbres, y el gobierno civil y eclesiástico que tuvo baxo el reynado de los Godos; pero como su esclavitud, à pesar de las repetidas diligencias de los Príncipes Christianos, duró mas de quatro siglos, sufriendo en este largo espacio muchos y fuertes combates, perdió todo el tesoro de sus archivos; y quando comenzó à respirar de su opresion, se vió tan pobre de escrituras, que no poseía un solo instrumento de su anterior grandeza. Egara y Ampurias fueron mas desgraciadas, porque la primera no solo perdió su Sede Episcopal, la que jamas fué restaurada, uniéndose su territorio à la Diócesis de Barcelona, de que se habia desmembrado en el siglo V., sino que el mismo pueblo quedó sepultado en sus propias ruinas, y vino à tal olvido, que muchos y doctos escritores ignoraron su sitio. Igual casi fué la calamidad de Ampurias, porque en medio de que la fortaleza y grandeza que habia mantenido desde que la habitaron Españoles, Griegos y Romanos, prometia una duracion eterna el furor de los Sarracenos la destruyó de manera, que apénas la quedó sino el nombre, sien

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do tambien su Silla Episcopal unida à la de Gerona.

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Esta falta de documentos en lo respectivo à todos los siglos que pasaron hasta la conquista de estas Ciudades, y el deseo de esclarecer sus historias tanto mas ardiente, quanto más necesitaban de ilustracion, aumentaron notable: mente mi fatiga y el cuidado de reconocer escrituras, cronicones y demas monumentos, en que esperaba hallar alguna noticia que pudiese servir al objeto que me propuse. Con esta diligencia llegué à formar la coleccion que se pu→ blica en el tomo presente, en que si por la escasez que he dicho de documentos, no se encuentran tantas especies para el adelantamiento de nuestros Anales, à lo ménos se hallarán juntas todas las que andaban esparcidas por muy diversos lugares, y aun algunas que estuvieron ignoradas hasta el tiempo presente. De este último género son las noticias que escribo de los Ilercaones, en cuya region estuvo Dertosa, sacadas del fragmento de Tito Livio descubierto en la Biblioteca Vaticana en el año de 1172 por Cl. Paulo Jacobo Brunn y publicadas en el siguiente en Hamburgo, y en el de 1776 en el tomo IV. de la edicion Parisiense de Tácito he

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