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la plaza está defendida por la Popa, que es una montaña sobre la cual hai una ciudadela y otras obras de fortificacion. La ciudad y su arrabal de Xexemani, sitios ambos construidos en unas penínsulas separadas por un paso muy estrecho, defienden el puente que los une, y están rodeados de sólidas fortificaciones de piedra silleria y por todas partes hay obras calladeros que impiden todo género de aproches.

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y en

La guarnicion no llegaba á tres mil hombres y aun siendo doble, hubiera habido bien donde colocarla en tan gran número de puestos militares. Pero los habitantes y las tropas estaban unánimemente resueltos á defenderse hasta el último extremo; la poblacion de Cartagena era entónces de unas veinte mil almas. Algunos ingenieros franceses y otros oficiales de Venezuela componian parte de su estado mayor. El comandante en gefe era Bermudez, uno de los primeros que habian armado las guerillas de Cumaná, y tenia por subalternos á dón Mariano Montilla y á Cortes Campomanes. Don Juan de Dios Amador, hombre de honor, reemplazaba á Castillo como gobernador de la ciudad; pero la tardia separacion de este último no habia destruido todo el efecto de sus malas disposiciones anteriores, y

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así los almacenes apenas contenian víveres para

dos meses.

tierra.

Cartagena fue atacada por mar y por Ni las intimaciones, ni las promesas de amnistia que se la propusieron no hicieron la menor impresion en los ciudadanos, ni en los soldados. Morillo habia visto la imposibilidad de tomar la plaza á viva fuerza, y resolvió sitiarla por hambre. Los habitantes por su lado conservaban la esperanza de cansar al enemigo ó verle ceder á lo insalubre del clima. Pasadas seis semanas hizo Morillo bombardear la ciudad, y consiguió introducir una flotilla en el puerto, donde levantó algunas baterias para impedir las comunicaciones interiores. El ataque no se continuó, y muchas salidas vigorosas no habian tenido otras resultas que perder gente.

Sin embargo el general español persistia ensu empresa, y los sitiados comenzaban á padecer grande escasez. En este estado el gobernador Amador juntó el dia 13 de octubre con toda solemnidad las autoridades civiles y militares y á los principales ciudadanos, les expuso la situacion de la ciudad y acabó proponiéndoles una grande medida que en su opinion debia salvarla. « No podemos, dijo, tratar con los Españoles, puesto que faltan á sus

mas sagrados juramentos. Habitantes y soldados todos prefieren morir antes que doblar la cerviz al yugo. Pero ¿cual ha sido el obgeto de nuestra revolucion? La libertad del comercio y de la industria. Siendo esto así, ofrezcamos nuestra provincia á una nacion sabia y poderosa que sepa apreciar nuestros derechos y respetarlos. Pongámonos bajo la proteccion de la Inglaterra, enarbolemos la bandera británica. » El parecer del gobernador fue recibido con aclamacion, como que la ciudad era toda comerciante; pero Cartagena no hubiera sido la cuna de una república. Inmediatamente se armó un barco que escapando de las lineas enemigas, condujo á la Jamaica los diputados encargados de esta comision. Si la lentitud que exigia una negociacion de esta naturaleza se convinaba mal con la duracion de un sitio, tampoco el respeto de las nuevas alianzas europeas permitia que Cartagena fuese, de un modo oficial y público, una factoria de la Gran Bre

taña.

Morillo queria tambien hablar en sentido de promover los intereses de aquellos habitantes. En una proclama que consiguió esparcir por la ciudad, aseguraba las personas y las propiedades, y la proteccion al comercio

y á la industria: por último prometia una completa amnistia, y recompensas y distinciones á los soldados que viniesen á servir bajo sus vanderas; todo esto si se rendian pronto, pues una mas larga resistencia atraeria todo el rigor de la justicia. Varias tentativas secretas no tuvieron mejor éxito que esta proclama. En honor de Cartagena, debe decirse que no se encontró en ella ni un cobarde ni un traidor. El 12 de noviembre ordenó Morillo un ataque contra la Popa; fue rechazado con vigor, y se limitó á estrechar el bloqueo.

Ya hacia tres semanas que los víveres se habian consumido, y los caballos habian sido comprendidos en la distribucion de raciones. Despues de haber devorado los animales domésticos é inmundos, se comió hasta el cuero de los muebles. A la gravedad de estos males se añadia la congoja de una epidemia; las casas y las calles estaban llenas de cadáveres; quinientos hombres de la guarnicion habian ya perecido, y las centinelas se caian muertas en sus puestos. En medio de este dolor público consuela el recordar un bello rasgo de sacrificio generoso; cuatrocientos franceses negociantes ó artesanos, habian dado ya el egemplo del heroismo, y entonces consolaban á los desgraciados, alentaban el valor, man

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daban cuando todos se encontraban aba

tidos.

El dia 5 de diciembre declararon los habitantes al gobernador que no podian resistir mas. Los Franceses, la guarnicion y sus gefes conocian su deber clavan la artillería de los fuertes, arman á toda priesa treze chalupas, y se embarcan en ellas determinados á forzar el paso que estaba defendido con cinco baterias y veinte y dos buques. Una calma absoluta los retiene doce horas á la vista del enemigo. El dia 6 traban el combate, dispersan la flotilla española, ganan la alta mar, y se alejan de aquellas orillas donde el vencedor no encontrará sino los espantosos testimonios de una resistencia nacional. En los cuatro meses de sitio habia perdido la heroica Cartagena los dos tercios de sus ciudadanos, y en tal estado tomó Morillo posesion de ella.

la

Al mismo tiempo los generales españoles Calzada y Latorre, que habian partido el uno de Venezuela y el otro de Santa Marta, sojuzgaban los territorios de lo interior, invadidos por parte del medio dia, por el gobernador de Quito. En todas partes desplegaron los patriotas singular esfuerzo; pero la caida de Cartagena dobló las fuerzas y la actividad de los realistas. Santa Fé se rindió á Latorre el dia 6 de

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