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Menos noble se presenta la ambicion que distinguió el poder de Cartago la avaricia era el obgeto principal de sus establecimientos; su comercio era de monopolio; su política hacia esclavos: asi dejaba en seco los manantiales de felicidad en las costas que sojuzgó, y puso á sus propios hijos en la necesidad de invocar quien destruyese aquel poder para conseguir ellos su libertad.

En fin Roma se apodera del imperio del mundo: quiere aliados en los paises que adopta como suyos y exige de ellos que entren á la parte de sus virtudes y de su gloria. La orgullosa ciudad cae á su vez abandonada de todos, pero dejando en todas partes su nombre mientras existió, se sobrellevaba con paciencia su tirania; cuando ya no existe, se tiene por grande honor el haber estado asociado á su grandeza.

Los pueblos modernos herederos de la antigüedad pero émulos suyos mas interesados que heroïcos, sin inventar nada de nuevo, escogiendo entre estos ejemplos se decidieron por dar las leyes púnicas á sus colonias. No es pues de admirar que tantas provincias conquistadas sacudan una despues de otra la opresion del vencedor, avergonzadas de sus antiguos recuerdos y aun mostrándose ingratas

á los beneficios siempre que estos sirven de testimonio de una larga injuria. Así es como la América del sur abre hoy la era de su libertad.

Los inevitables progresos del talento humano se encuentran no menos confirmados en medio de una revolucion, que descubre la existencia de ánimos elevados en el seno de una poblacion humillada durante muchos siglos: ¡Cuadro consolador digno sin duda de las meditaciones de la historia! Es verdad que algunos hechos contemporáneos pueden ser juzgados de muy diversos modos: las pasiones y los intereses, tan ingeniosos en desfigurar las causas como en exagerar los resultados, suelen frecuentemente usurpar una opinion general que no merecen, ó piden á lo menos que el tiempo sancione los juicios que se han formado. ¿Pero esta sancion no está bien adquirida en todos aquellos puntos donde la prosperidad de la independencia nacional ha succedido á las miserias de la esclavitud política? Si la historia no debe ser ya un simple registro de los actos del poder, sino que debe servir á un mismo tiempo de experiencia para los pueblos y de instruccion para los reyes, nunca será demasiado pronto para admitir en ella aquellas naciones

donde la sujecion y el despotismo han dejado lecciones las mas terribles.

Una nacion en cuyos códigos se consagraban los derechos y libertades del pueblo; que frecuentemente amedrentaba á la Europa entera con la gloria de sus armas; que brillaba á un tiempo por su famosa literatura y su esplendor caballeresco; esta nacion dichosa, despues de haber coronado sus trofeos con la conquista de un hemisferio desconocido, parece que debia proclamar en él los recientes triunfos que las ciencias y las artes conseguian renaciendo en el antiguo continente. Mas la España lejos de corresponder á este noble destino, obró como si se la hubiera encargado de abrir un refugio inmenso á las tinieblas arrojadas de Europa. Declaró guerra á todo lo que tenia facultad de pensar, tomó posesion únicamente de lo que podia producir, y cuando por estos medios hubo reducido el nuevo mundo á los males de la ignorancia y á las humillaciones de la tirania, ella misma se sometió igualmente á los unos y á las otras, como si se la hubiera desheredado de las luces adquiridas por la especie humana. Su grandeza y sus riquezas nunca admirarán tanto como su abatimiento y su ruina; fruto de una ciega sumision á ese poder que se apo

dera del entendimiento para extraviar la direccion del valor. Eternamente deberá servir la España de egemplo para que los pueblos se preserven del despotismo religioso.

No era esta la única plaga que afligia á los castellanos de ultramar, pues la metrópoli, cual madrastra envidiosa, los habia colocado fuera de la política, del comercio y de la industria de sus contemporáneos. Tres siglos se han pasado, durante los cuales la Europa no ha hecho mas que divisar á lo lejos las colonias españolas; de modo que la ́independencia de estas ha reproducido el interes que excitó su descubrimiento. Toy por fin se puede conocer y estudiar aquella tierra, donde se encuentran reunidas todas las variedades morales cuya causa puede atribuirse á la diversidad de los climas.

Con efecto, las del medio dia, la

nieves del polo y los calores aridez de los desiertos africanos y la fertilidad del Yemen, el cielo puro de las Azores y el aire pestífero de Java, el terror de los volcanes y la seguridad de las llanuras; en suma, todo lo que constituye la riqueza ó la desolacion de un pais, todo cuanto puede infundir languidezó turbulencia en sus habitantes, condenarlos á la vida salvage ó proteger su instinto hácia la sociabilidad; todas

estas causas físicas se manifiestan en las regiones equinocciales del nuevo mundo. La civilizacion hubiera modificado los efectos de tales causas; pero era mui propio de la política de una sola nacion el restituir casi intacta, en el siglo diez y nueve, la conquista hecha por sus armas en el siglo quinze.

Sin embargo, ya no son unas bandas de antropófagos, unas tribus estúpidas, ni unos estrangeros imperiosos, los que hoy se presentan á nuestra observacion; sino unos pueblos nuevos formados de diversas razas, y cuyo origen participa tanto de la barbarie de los aborígenes, como del estado social de la Europa á la época del descubrimiento.

Ellos habian padecido los vicios de la esclavitud, la hipocresia de la sumision monacal, la ruina que llevan consigo los proconsulados. Sus intereses los ponian en oposicion con la metrópoli, sin tener con ella otro punto de semejanza que la igualdad de adhesion álas supersticiones. Habianse quedado sin lazos nacionales y aun sin patria, porque la universalidad del dogma parecia indicarles una patria comun en todos los paises católicos romanos; y acaso solo la diferencia de comunion los ha salvado de la dominacion inglesa.

De repente estos mismos pueblos impelidos

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