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su influjo en provocar la disension y los asesinatos. La guarnicion colombiana fue hecha pedazos por el populacho. Al recibir esta horrible noticia Bolivar en los primeros dias de marzo de 1823, se pone en marcha desde Popayan al frente de cinco mil hombres; vence nuevo, y no sin grandes peligros, los obstáculos que la naturaleza ha prodigado en aquella cadena de montañas; alcanza á los rebeldes, los arrolla y persigue hasta los muros de Pasto, y por segunda vez pone sitio á esta ciudad desleal. Como guerrero habia resuelto castigar la traicion; pero reflexionando como hombre de estado que una multitud fanática no perdonaria jamás el estrañamiento de algunos de sus clérigos, conjuró la guerra civil egerciendo un grande acto de clemencia: publicó una amnistia plena, entera y general; y así consiguió que todo el territorio bolviese á entrar en la union constitucional, y que el obispo de Popayan, vencido de este modo por el libertador, no predicase en adelante sino el amor á la república y la obediencia á sus leyes.

Solo una plaza resistia todavia en toda la extension de Colombia; esta era Puerto Cabello, que habia sido siempre fatal para la indepencia por su fuerza militar y por sus comunicaciones marítimas. El general español Morales,

hombre activo, valiente é intrépido, soldado feroz cuando succedió á Boves, caudillo distinguido bajo Morillo y Latorre, se mostraba ansioso de gloria desde que se le habia encargado el mando en gefe, por haber sido este último nombrado gobernador de Puertorico poco despues de la memorable batalla de Carabobo. Lleno de esperanzas de poder alcanzar él solo el honor de la pacificacion que era el obgeto de doce años de combates, y aunque sin los recursos que tuvieron sus predecesores, prolongaba con habilidad una lucha inutil y desastrosa pero que lisongeaba su amor propio.

Continuamente inquietaba y acosaba á los republicanos, precisándolos á mantener muchos cuerpos de egército ya para rechazar sus ataques ya para estar á la vista de sus movimientos; bloqueaba los puertos, se apoderaba de repente de algunas plazas; y aunque tenia que abandonarlas muy pronto, hacia por lo menos protestas contra la libertad del territorio. Por fin, en el mes de septiembre de 1822, consiguió apoderarse de la ciudad de Maracaibo y la conservó casi un año entero. Habia ensayado entónces renovar aquellos alistamientos de 1814 que dieron tan espantosa celebridad á los nombres del negro Palomo,

de Rosetta, de Puy y de Boves, y ya desolaban muchas bandas de vagamundos los campos de Venezuela. El general Bermudez logró muy en breve disiparlas. Por lo que hace á las ciudades, que tambien intentó Morales sublevar, no pudo encontrar en ellas fomento ninguno para la guerra civil.

La gloria de haber vencido este temible adversario despues de numerosos combates y sitios, se debió principalmente al general Paez y al commodoro Padilla, succesor de Brion. Los Españoles no fueron echados definitivamente de Puerto Cabello hasta noviembre de 1823: en cuya época no quedó ya un solo enemigo con quien combatir en todo el territorio de Colombia.

Pero las armas de la república, adquiriéndo nuevos laureles en otro territorio, realizaban el juramento que hacia Bolivar en 1820, cuando decia: «< Juro que nuestros proyectos abrazaran la América entera. » Aquel pueblo que apenas era conocido bajo el régimen colonial, por tan largo tiempo desgraciado en sus esfuerzos por la independencia, solo durante diez años contra todas las fuerzas de la metrópoli, desdeñado del mundo todo mientras no fue vencedor, se levantaba ahora como un faro protector en medio de veinte pueblos desunidos

ó esclavos todavia, mostrándoles la concordia y la libertad, y ofreciéndoles su egemplo y su auxilio para conquistarlas ellos tambien.

San Martin, el héroe de la América subecuatorial, tan grande, pero menos feliz, como el héroe de Venezuela, habia comenzado la educacion patriótica de Buenos Aires, de Chile y del Perú; pero afligido demasiadamente con las disensiones y las injusticias que son tan comunes en naciones nuevas, resolvió confiar á Bolivar el dar cabo á sus nobles designios. Estos por otra parte tenian intimo enlaze con la política del libertador, porque nadie podia estar seguro mientras pisase el suelo americano un egército español. Consiguiente á una entrevista que tuvo San Martin en Guayaquil con el presidente de Colombia, y con el consentimiento del congreso de cada cual de estos dos paises, el general Sucre, que acababa de vencer en Quito, fué á Lima al frente de tres mil hombres. Bolivar, habiéndose detenido algun tiempo por los sucesos de Pasto, se juntó con él el año siguiente, en septiembre de 1823, con un cuerpo de tropas mas considerable, y que recibió despues varios refuerzos.

Vária fue á los principios la fortuna de esta otra guerra de la libertad, porque las turbu

lencias interiores favorecian mucho á las fuerzas del enemigo. Pero el congreso peruano, anteponiéndo la salvacion comun á las rivalidades particulares, y penetrado de la verdad de que los pueblos se deciden enteramente cuando hay entusiasmo por los hombres de gran nombradia, se resolvió á poner la dictadura suprema en manos del presidente de la república colombiana, y muy luego el antiguo imperio de los Incas sacudió el yugo que le oprimia. Su independencia fué proclamada definitivamente el dia 9 de diciembre de 1824 en el campo de batalla de Ayacucho, donde seis mil patriotas aliados, y mandados por el general Sucre, quedaron vencedores de diez mil realistas. Rodil, qué era el Morales del Perú, ya no se defendia sinó en el Callao, fortaleza que mantuvo, sin hacer caso de los tratados, hasta principios de 1826.

Bolivar pintaba las diversas situaciones del territorio que acababa de poner en libertad,

en los términos siguientes:

«Peruanos; ha llegado el tiempo en que debo cumplir la palabra que os tengo dada de abdicar la dictadura en el mismo dia en que la victoria hubiese fijado vuestra suerte. El congreso del Perú se juntará el dia no de febrero próximo, aniversario del dia en que

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