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ciudad de Panamá; pero hasta el año de 1524, no permitió que Pizarro se lanzase desde aquel puerto á la conquista del Perú. Mas al fin pudo entónces hacerse constar la existencia y la extension de las costas de aquel continente en el mar del sur.

A esta misma época se formaban varios establecimientos á la parte del norte, pero con harta dificultad y sin otro lustre que el de la asolacion. El mar de las Antillas solo tenia dos puertos, á saber, á saber, Cumaná y Santa Marta; nada de lo interior habia sido visitado. Solo despues de sometidos los Incas obtuvieron las armas españolas fortuna constante en las tierras de Colombia; pero desde entonces se aseguró la conquista desde el norte al sur, casi simultáneamente.

En 1536 partió de Santa Marta una expedicion de setecientos hombres al mando de Quesada, oficial intrépido y experimentado. Emprendió remontar el rio de la Magdalena de corriente rápida, erizado de peñascos é infestado de animales feroces ó venenosos. Grandes peligros tuvieron Quesada y su tropa en esta navegacion que aun hay dia presenta muchos riesgos, pero fue no menor su gloria. A 150 leguas de Santa Marta descubrieron amenas llanuras abrigadas entre dos ramales

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de la Cordillera eran las de Cundinamarca, reino asi llamado por los naturales, y en donde se advertia cierta especie de cultura. Sus habitantes pelearon con tanto encarnizamiento como los otros Indios, pero con mas órden y constancia; mas con todo fueron batidos y dispersados por la artillería, y Quesada entró triunfante en Bogotá, capital de este imperio.

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Ya que era soldado feliz pudo dar honor á su victoria, pero la manchó con la carniceria y la destruccion y solo un acaso inesperado le salvó de la desesperacion de los indigenas. Benalcazar, general español, de familia morisca, habil afortunado compañero de Pizarro en el Perú, marchaba á ese mismo tiempo en busca de nuevos descubrimientos. Despues de haber dejado el imperio de los Incas en una latitud opuesta á la de Santa Marta, habia atravesado y sojuzgado el territorio de Cuenca, Quito, Pasco y Popayan; sus buenos sucesos le condugeron à Cundinamarca, y allí vinieron felizmente á reunirse los dos egércitos españoles : decidiose entónces la conquista de las provincias mediterraneas de la Cordillera : y Benalcazar las dió el nombre de Nueva Granada en honor de su patria. Quesada fundó en 1538 á Santa Fé de Bogotá

sobre las ruinas de la antigua capital de Cundinamarca.

El resultado de estas diferentes expediciones era conocerse ácia el norte desde el Paria hasta mas allá de Veraguas, mas de 600 leguas de costas contandolas en linea recta; hacerse la navegacion ácia el oeste por espacio de trece grados, por las orillas del mar del sur, desde Panamá al golfo de Guayaquil ; y ultimamente haberse internado por la Cordillera desde 100 á 250 leguas. Pero se habia adelantado poco en lo interior propiamente dicho, esto es en los llanos que todavia son inaccesibles en muchos parages á causa de las inundaciones, y que entónces defendian los indigenas como sus últimos refugios. Quedó una multitud de tribus que nunca han sido visitadas, y aun las sometidas no lo han sido por las armas son los misioneros los que en cierto modo han acabado su conquista.

Alarmados estos religiosos por la despoblacion de los Indios, obtuvieron desde el año de 1512 que los dejasen sin soldados; y marchaban ellos en corto numero, con la cruz en la mano, precedidos del espanto que inspiraba la vista de un Europeo, y afrontando mil peligros nada resfriraba su zelo, ni los ultrages

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cón que eran recibidas sus muestras de afecto, ni la muerte misma que al principio padecieron muchos. De manera que algunos hombres despreciadores de su vida, separados á veces mas de cien leguas de todo establecimiento español, conquistaban para la moral evangélica varios salvages que hubieran sido invencibles á fuerza de armas. El corazon mas tibio en materias de fé debe admirar estos conquistadores pacíficos; porque sus trabajos y su gloria son comunes à todas las creencias. Tal es el origen de las misiones, esto es, de unas pequeñas aldeas que mas adelante formaron una república de frailes, sin conservar á su favor aquel interes y aquella gloria que parece debia haberles asegurado el heroismo de su principio.

Volviendo á nuestros navegantes, la historia nos presenta en los territorios de Paria, Cumaná, Caracas, la Coriana, que se comprendian entónces bajo el nombre de Venezuela, el teatro de los crimines mas odiosos que se cometieron durante la conquista. Los indigenas que se mostraron movidos de curiosidad y dóciles á la llegada de los Colon, Ojeda y Bastidas, y confiados con los negociantes que habian venido á trocar sus bagatelas con el oro y las perlas, se presentaron feroces y

crueles con los muchos aventureros que no les llevaban sino el saqueo y la muerte. La isla de Santo Domingo que se habia cometido la imprudencía de poblar con los presidiarios de Europa, habia enviado á aquellas costas gavillas de hombres mas bárbaros que los mismos salvages á quienes iban á combatir.

Durante un intervalo de tal carnicería, algunos ministros de la religion consiguieron establecerse entre los indios, instruirlos y ser de ellos respetados. Pero se presentan nuevos soldados españoles, y se renuevan los excesos. Entonces los naturales, recobrando su feroz independencia, acusan de seduccion á sus predicadores y los asesinan. La falta de buena fe que ocasionó la muerte de estos religiosos fue vengada con nuevos asesinatos. Una expedicion que vino de Santo Domingo asoló y cubrió de sangre todas aquellas comar

cas.

Ya empezaban á quedar despobladas, cuando fue enviado Juan de Ampuez para establecer allí una colonia pacífica. Desembarcó en la costa de Venezuela, hizo una alianza sincera con algunos cabezas de tribus, y en 1529 fundó la ciudad de Coro cuya importancia duró solamente hasta la fundacion estable de Ca

racas.

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