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los insectos. Como estaban dotados de una fuerza superior á la de los demas indígeno hablaban de estos sino con sumo desprecio, y se consideraban á sí mismos como una raza privilegiada; y en efecto tenian la frente menos estrecha y mas redondeada, y el género de su valor anunciaba mayor vigor en sus resoluciones. Se encontraron muchos de ellos capitaneando algunas tribus pacíficas que habian sojuzgado. Su idioma, convinado con bastante union, ha dejado rastros en las orillas donde dominaban, que eran la Guayana, Paria y Cumaná. En lo demas no manifestaban mas adelantamientos en su industria que las otras tribus marítimas.

Tales eran las dos razas distintas que habitaban Colombia. La segunda era menor en número: juntas podian componer una poblacion de 15 millones de individuos.

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Su situacion moral presentaba mas variedad. En todas las costas eran tribus aguerridas y crue. en los llanos y centro de los bosques habia pueblas agrestes y tímidas, observándose alguna industria en la caida de los Andes y principios sociedad entre ellos. Se han descrito ya muchas veces las costumbres de los salvages; pero siempre se halla complacencia en bolver á tomar este primer anillo de la cadena intelectual

Las vandadas marítimas tenian por límites de sus territorios un peñasco ó el embocadero de un Rio. Se hacian unas á otras guerra á muerte; la mayor parte de ellas comian los prisioneros que hacian, y otras poseían el funesto secreto de envenenar sus flechas.

Todos estos salvages hacian una especie de trenzas ó lias de miembres, encorvaban los árboles, y aguzaban los pedernales para proporcionarse algunos instrumentos útiles, y medios de destruccion. Vivian de la caza y de la pesca, de raices y de frutas. Unos se retiraban por la noche á sus madrigueras, otros dormian en los huecos de los árboles : unos iban descazos; otros llevaban un cinto de hojas, ó se cubrian con la piel de alguna fiera que habian muerto. No desconocian el deseo de parecer bien, y por eso pintarrageaban su cuerpo con dibujos raros formados con yerbas corrosivas: adornaban su cabeza con plumas de aves, y sus orejas con los dientes del tigre que habian vencido; y aun sabian arrollar el oro para formar unos anillos toscos con los que se desgarraban las ternillas de la nariz. Tenian fiestas y regocijos públicos, gritos para proclamar sus victorias, y para celebrar su culto, si puede decirse que tenian alguno.

Entre todos los bárbaros se ha encontrado cierta idea de un poder superior, pero solo como una consecuencia del terror y de la seguridad. Un salvage explica la cólera de los dioses por las tempestades y furia de los elementos, y su clemencia por la serenidad del cielo; el peñasco donde encontró abrigo se convierte para él en un lugar sagrado; ve una voluntad en la planta que le mata y en la que le alimenta; y tributa igual homenage á lo le parece ser el bien ó el mal, esperando ponerlos á uno y otro á su favor. El tiempo va modificando estas primeras ideas; y he aquí el origen de todas las mitologías.

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A este punto habian llegado los naturales de Colombia. En un principio los astros y despues algunas plantas y piedras fueron los objetos de temor y de veneracion en todas las tribus y á estas divinidades sacrificaban pródigamente víctimas humanas por lo comun eran jóvenes los sacrificados; otras veces lo eran los prisioneros. El instinto de su propia conservacion habia tambien puesto cada tribu bajo la autoridad de un gefe cuyas funciones estaban limitadas á dar la señal y el egemplo del combate contra sus vecinos; y este arriesgado honor, que se disputaba como un trono, no se concedia sino despues de mu

chas pruebas que acreditasen el valor fuerza del pretendiente.

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Las tribus errantes eran muchas en número en los llanos. Condenadas á una vida sin domicilio ya por las inundaciones ya por los calores abrasadores del equinoccio, andaban buscando un terreno propicio, sin que jamas variase su gusto por el estado salvage; antes bien huian como un peligro de las tribus sedentarias que empezaban á tener algun principio de civilidad. Estas últimas se ejercitaban en alguna industria, y cultivaban desde mucho tiempo antes el maiz, la yuca y tambien el algodon, del cual formaban algunos tegidos groseros. Unas y otras se refugiaron á la llegada de los Españoles mas adentro de los llanos y de los bosques, en donde todavia despues de trescientos años se encuentran algunos restos de ellas con los mismos nombres y en el mismo estado que en el siglo XVI.

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Ultimamente en la Cordillera de los Andes estaba oculto cierto asomo de sociedad civil. Estaban gobernadas por príncipes á que daban el nombre de Zippas, y su reunion política formaba el imperio de Cundinamarca ; territorio entenso, rico y poblado, que reconocia por soberano al mas poderoso de es

tos Zippas : era una especie de gobierno feudal. Su gefe supremo tenia una corte menos brillante que la de los Incas, pero que no obstante presentaba cierto esplendor. La capital tenia bastantes habitantes y tráfico, era espaciosa y de edificios medianamente ordenados; se la daba el nombre del rey, Bogotá. Habia otras ciudades igualmente notables como la antigua Tunja; pero la codicia de los primeros conquistadores ha dado mas celebridad al templo de Sogamoso que por todas partes brillaba en metales y piedras preciosas, y estaba dedicado al sol. Por lo demas todas aquellas ciudades fueron saqueadas y destruidas, antes de que se hubiese podido formar cabal idea de sus costumbres de su industria de sus monumentos.

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Entre las naciones sometidas al gobierno del rey Bogotá la mas numerosa y la mas ilustrada era la de los Moscas. En ella se dejaba ver la infancia de las artes, y varias columnas levantadas en diversos parages y en que se veian meridianas informes, atestiguan por lo menos que allí sabian calcular el tiempo. Una especie de calendario trazado sobre la piedra y algunos otros objetos que se han encontrado despues, prueban tambien que su imaginacion percibia los elementos de la escritura.

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